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Lo que el desierto se llevó

Francisco Arias Solís (Cádiz)
Redacción
viernes, 8 de septiembre de 2006, 21:38 h (CET)
¡Ay, sequía, sequía!
¡Bien que me lo decía el almanaque
y yo no lo creía!”


Miguel Hernández

Existe la errónea idea de que la sequía es un problema asociado a los meses de verano, tras los cuales no hay mayor problema y puede despilfarrarse sin miedo a morir de sed. Una creencia totalmente falsa. Según un informe de la asociación internacional Adena – WWF (World Wild Found), en la próxima década, es decir a la vuelta de la esquina toda la zona mediterránea de España -Málaga, Granada, Almería, Murcia, Levante, Aragón, Castilla-La Mancha-, estará a la cabeza de la UE en cuanto a desertización.

En España hace mucho tiempo que llueve poco y mal. La sequía es un mal que ya puede ser calificado de endémico y contra la que hay que luchar a diario si tenemos en cuenta que el pasado y el actual año hidrológico (año que se inaugura cada mes de octubre) han sido de los peores de los últimos cien años. Sin embargo, no hemos sido capaces todavía de hacer realidad una política de aguas. El agua sigue siendo un bien mal repartido. El 60% de la lluvia cae en el 30% del territorio.

Tras Canadá y Estados Unidos, España es el país que más agua consume por habitante. Del agua que anualmente se consume en España, el 80 % se la lleva la agricultura. Otro 14% la consume la industria y un 6% el abastecimiento de las ciudades.

En qué partidas se nos va el agua está muy identificado. Y una vez que se localiza la enfermedad es bien sencillo hallar la solución. Los españoles consumimos el 25 % del agua del abastecimiento urbano en arrojarla por la taza del inodoro; un 23% en ducharnos y bañarnos; un 3,5% en cocinar y otro tanto en el lavavajillas, un 4% en la limpieza; un punto más en fregar; el 8% del agua lo utiliza la lavadora; el 16% pasa por el desagüe del lavabo y, por último, el 12% del agua nos la bebemos.

En cada una de estas partidas existe la posibilidad de ahorrar. El mercado, además, ha comenzado a llenarse de productos que facilitan este ahorro. Pero aquí seguimos tirando el agua. En España todavía se riegan los parques y jardines, los campos de golf y las calles de las ciudades con agua potable. Una cosa impensable en otros países donde llevan años utilizando agua residual reciclada mediante una depuración concienzuda..

El césped es, precisamente, uno de los grandes problemas que presentan los parques y jardines españoles. Esta moda importada de Inglaterra, ha provocado que en España se venga imitando los jardines románticos del Reino Unido y en las épocas en las que la lluvia es un milagro en nuestro país, todos estos parques y jardines presentan un aspecto lamentable.

A la hora de plantar, hay que elegir plantas autóctonas que soportan mejor la ausencia de agua y se aclimatan con mayor facilidad. Siempre presentará mejor aspecto una planta autóctona aclimatada que una exótica muerta de sed.

Se hace necesario una reutilización más racional del agua, pues la desertificación amenaza gravemente a la zona mediterránea de nuestro país . Y como dijo el poeta: “No se ve una sonrisa de frescura / en medio mundo, un símbolo del agua: / una lombriz, un junco ni una caña. / ¡Ay sequía, sequía , / de noche , de mañana y todo el día”.

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