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A vueltas con la fe en el Dios de Jesús

Es curioso que nadie dude de la existencia y las obras de los filósofos griegos
Francisco Rodríguez
miércoles, 2 de octubre de 2013, 05:56 h (CET)
Creer en el Dios anunciado por Jesús ¿es razonable?. Si nadie ha visto a Dios con sus propios ojos ¿cómo podremos creer en Él? ¿Qué será más sensato creer o no creer? ¿Creer en Dios puede significar abdicar de nuestra responsabilidad personal ante la verdad de nuestra vida, que es lo único que tenemos en nuestras manos?.

Si entramos dentro de nosotros mismos nos encontramos con tendencias contradictorias. Existimos sin que esa existencia dependa de nosotros. Ansiamos una vida plena y gozosa pero a menudo nos encontramos limitados y desgraciados. Nuestra vida exige un fundamento. Formamos parte de la naturaleza, pero sentimos que somos algo distintos y más valiosos que los animales, las plantas, las estrellas. Todas las especies siguen pautas ciegas de comportamiento. Ningún animal, ninguna planta, se interroga sobre sí mismo.

No hemos visto a Dios pero la creación entera que se muestra a nuestros ojos nos da noticia de su autor. Alguien ha tenido que dar el ser a todo lo que existe. Es razonable buscar respuestas a nuestros interrogantes existenciales. Buscad y encontraréis nos dice el evangelio de Jesús. Es un acto de nuestra voluntad libre la decisión de creer, un acto radical y arriesgado, pero imprescindible para encontrar a Dios que siempre sale al encuentro del que lo busca.

Si por el contrario nuestra decisión es no creer, la resistencia a la fe en Dios no nace de la falta de razones para creer, no es una cuestión de inteligencia, sino que nace en el corazón que no está dispuesto a reconocer a nadie que pueda pedirle cuenta de su vida, pequeña y limitada vida, que se alza orgullosa llena de amor a sí mismo.

Según Fernando Sebastián Aguilar (‘La fe que nos salva’) “sólo el orgullo, el deseo irracional de ser dueño absoluto de la propia vida, sin querer reconocer la soberanía de Dios, explica la negación formal de la fe en Dios y en su enviado Jesucristo. El rechazo de Dios es la consecuencia del amor desmesurado de sí mismo, de loa propia independencia y de los bienes de este mundo”.

Nuestra ansia humana de plenitud y de verdad, sólo puede ser colmada por Aquel que nos llamó a la existencia por amor. Este es el mensaje de Jesús: que Dios nos ama, nos perdona y nos salva del mal si nos unimos a él en su vida, muerte y resurrección. Pero ¿podemos creer en Jesús que vivió hace dos milenios? ¿No será un mito, una bella fábula?.

Es curioso que nadie dude de la existencia y las obras de los filósofos griegos, pero haya quienes ponen en duda la de Jesús, cuando una ininterrumpida sucesión de testigos ha hecho llegar hasta nosotros su mensaje, avalado con sus propias vidas.

Pilatos preguntó displicente ¿qué es la verdad? Tenía delante la verdad de Jesús, pero su apego al poder, al cargo, le impidió verla y dejó morir a quien sabía que era inocente, aunque con ello cumpliera lo profetizado: que Cristo moriría en la Cruz, pero resucitó al tercer día y su mensaje sigue llegando a todos los que quieren creer.

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