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Y, por si fuera poco, G. Margallo “alaba” la “Vía Catalana”

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"Diversos hechos ayudaron a la rápida difusión del catalanismo. La pérdida de las colonias, después de una sucesión de desastres, provocó un inmenso desprestigio del Estado. El rápido enriquecimiento de Cataluña, fomentado por el gran número de capitales que se repatriaban de las colonias perdidas, dio a los catalanes el orgullo de las riquezas improvisadas, cosa que les hizo propicios a la acción de nuestra propaganda dirigida a deprimir el Estado español y a exaltar las virtudes y merecimientos de la Cataluña pasada, presente y futura." Francesc Cambó

Parece que los peores pronósticos se están cumpliendo y, si alguno tenía la esperanza de que este gobierno del PP, recalco, un gobierno que se declara defensor de la Constitución y que, cuando estaba en la oposición, despotricaba contra el Estatut catalán y acusaba al gobierno de Rodríguez Zapatero de ceder ante las demandas de los nacionalistas, para que le apoyasen en la Cámara baja; ahora, cuando dispone de un amplia mayoría en las dos cámaras, cuando podría haberles cortado las alas a aquellos que quieren que Catalunya se convierta en un país independiente; sólo con obligarles con la ley en la mano a cumplir con las sentencias de los tribunales; actuado en contra de aquellos que se decían dispuestos a independizarse del Estado español y acabar con energía con los primeros amagos de esta insurrección que, hoy en día, se nos presenta como algo inminente, después de que se haya consumado la amenaza con esta cadena humana, donde se ha mostrado la envergadura del problema que tiene el Estado español con la autonomía catalana.

Sin duda, el Gobierno se ha encontrado ante el mayor desafío a España que ninguna comunidad autónoma se haya atrevido a plantear desde que vivimos en democracia y nos dimos la constitución de 1.978. Lo realmente sorprendente es que todo hace pensar, a la vista de la distinta reacción de varios de los componentes del Ejecutivo y de algunos personajes del propio PP, que les ha cogido con el pie cambiado, como si lo sucedido pudiera sorprender a nadie que conozca de verdad de lo que está ocurriendo en este país, cuando no es la primera vez ni la enésima que lo estamos advirtiendo y alertamos de la falta de información veraz de que disponen en Madrid y la excesiva confianza de que han dado muestras respecto a la supuesta “mayoría silenciosa” que existe en Catalunya. Por mucho que nos pueda inquietar, molestar o contrariar, el hecho de que los catalanes que desean la independencia, ya fuere por falta de información, por información sesgada o por mentiras y engaños de los líderes independentistas; lo cierto es que, son muchos los que están convencidos que, siendo un estado independiente, las cosas les irían mejor. A ello, sin duda, ha contribuido la falta de unas explicaciones claras del Ejecutivo sobre los inconvenientes legales y de todo tipo que les traería a los ciudadanos catalanes lanzarse a la aventura independentista.

Ahora la patata caliente la tiene de nuevo el gobierno del señor Rajoy y, a fuer de sinceros, no podemos negar que, hasta este momento, lo único que hemos podido observar es la disparidad de criterios de algunos de los ministros; la evidente endeblez de los comentarios de la señora Vicepresidenta, que parece estar tan sorprendida de lo sucedido que no se le ocurre otra cosa que decir que las cosas no se arreglan con palabras sino actuando. ¿Actuando?, ¿pero cuándo ha actuado el Gobierno para poner sensatez y orden ante el continuo desafío catalán y vasco? Ha permanecido mirando al vacío cuando las sucesivas sentencias de los tribunales han sido ignoradas o rechazadas de plano por los gobernantes catalanes; ha hecho oídos sordos a los que reclamaban la enseñanza del castellano para sus hijos o ha consentido que algunas familias hayan tenido que marcharse de esta tierra porque se les hacía la vida imposible y se les negaba su derecho a escoger el tipo de enseñanza al que tenían derecho. Y ahora nos sale doña Soraya Sáenz de Santamaría con lo que “hay que escuchar a la mayoría silenciosa”, ¿es esto todo lo que puede hacer el Gobierno para detener el proceso de descomposición de España?

Lo que sucede es que, la señora Vicepresidenta se lo ha puesto a huevo al señor Mas que le ha respondido “Esto se puede saber mediante la consulta” y tenía toda la razón. Pero, como ya se viene insinuando en algunos medios de prensa, dando a entender que, en el mismo PP, alguno ya daría por bueno acceder al plan catalán. Sin ir más lejos no se puede entender las declaraciones de García Margallo: “Fue un éxito de convocatoria, organización, logística y comunicación y también un reflejo de la libertad de expresión que ampara la Constitución” Ni el señor Más hubiera podido decir algo que más favoreciese a los independentistas.; nada más le faltó decir al señor ministro de Exteriores, que le hubiera gustado participar en la cadena humana.

El propio Rubalcaba ya está hablando de dialogar más con los nacionalistas y critica al PP que no lo hagan. ¿Alguien puede decirme de qué se tiene que dialogar con alguien que, incumpliendo los preceptos constitucionales, desobedeciendo las leyes del Estado y actuando por su cuenta, dice que lo único que busca es la independencia? ¿Acaso el señor Rubalcaba admitiría que Catalunya se independizara de España? o ¿es que, ahora, se agarra a la propuesta del PSC de hacer una España federal? Hasta los hay que insinúan que existe un acuerdo secreto PP y PSOE para facilitar el tránsito hacia una Catalunya independiente ¡Estamos locos, señores!, y cada día que pasa más nos convencemos de que, tanto el Gobierno como el partido mayor de la oposición, han perdido el norte y se han olvidado de aquellos que les votaron, por qué los votaron y cuáles deben ser sus responsabilidades para con sus electores.

No sé, señores, si a la vista de lo que se está destapando, lo que se oculta en los sótanos o mazmorras del PP y el PSOE, sin que se libren ni CIU ni IU; todo este cenagal de corrupción del que no se libra ninguno; deberíamos preguntarnos si nos hemos puesto en manos de un sistema político que hace aguas por los cuatro costados y si no sería precisa una regeneración total del sistema. En cualquier caso, lo que nos estamos jugando los españoles es, aparte de la unidad de la nación, la convivencia de todos los españoles sin enfrentamientos ni odios que pudieran separarnos y, a la vez, el mantener nuestro bienestar económico algo que, difícilmente, podríamos lograr si cada autonomía decide irse de España para probar fortuna. Europa ya lo ha advertido: Catalunya no tiene sitio en la CE.

Es obvio que con paños calientes, con diálogos de sordos, con maquinaciones secretas o con acuerdos ocultos de dudosa legitimidad; no se va a conseguir que la Constitución se respete, se apliquen sus preceptos y se signan los procedimientos establecidos para que, sea por los buenas, mediante la entrada en razón de aquellos que han pretendido hacer su propia voluntad sin respetar la legalidad o bien, y nadie debe sentir temor de acudir a ello si, los que pretenden independizarse, no vuelven a entrar en razón. Se deben utilizar todos los recursos del Estado de Derecho para que se restaure la normalidad, se castigue a los que han incumplido las leyes y se retiren las competencias y transferencias de manos de aquellos que no han sabido ejercerlas como tenían la obligación de hacerlo. Lo contrario puede dar lugar a que, ante tamaño desconcierto y dejación de las obligaciones y responsabilidades inherentes al Gobierno nos volvamos a encontrar a las puertas de un nuevo enfrentamiento entre las dos Españas.

El Gobierno debe demostrar firmeza y actuar con habilidad pero, a la vez, con la energía precisa para que estas grietas secesionistas, como los agujeros de las balas en el techo del Congreso, se tapen de una vez y podamos regresar a la normalidad. O así es, señores, como quisiera que ocurriera.

Y, por si fuera poco, G. Margallo “alaba” la “Vía Catalana”

Miguel Massanet
lunes, 16 de septiembre de 2013, 07:28 h (CET)
"Diversos hechos ayudaron a la rápida difusión del catalanismo. La pérdida de las colonias, después de una sucesión de desastres, provocó un inmenso desprestigio del Estado. El rápido enriquecimiento de Cataluña, fomentado por el gran número de capitales que se repatriaban de las colonias perdidas, dio a los catalanes el orgullo de las riquezas improvisadas, cosa que les hizo propicios a la acción de nuestra propaganda dirigida a deprimir el Estado español y a exaltar las virtudes y merecimientos de la Cataluña pasada, presente y futura." Francesc Cambó

Parece que los peores pronósticos se están cumpliendo y, si alguno tenía la esperanza de que este gobierno del PP, recalco, un gobierno que se declara defensor de la Constitución y que, cuando estaba en la oposición, despotricaba contra el Estatut catalán y acusaba al gobierno de Rodríguez Zapatero de ceder ante las demandas de los nacionalistas, para que le apoyasen en la Cámara baja; ahora, cuando dispone de un amplia mayoría en las dos cámaras, cuando podría haberles cortado las alas a aquellos que quieren que Catalunya se convierta en un país independiente; sólo con obligarles con la ley en la mano a cumplir con las sentencias de los tribunales; actuado en contra de aquellos que se decían dispuestos a independizarse del Estado español y acabar con energía con los primeros amagos de esta insurrección que, hoy en día, se nos presenta como algo inminente, después de que se haya consumado la amenaza con esta cadena humana, donde se ha mostrado la envergadura del problema que tiene el Estado español con la autonomía catalana.

Sin duda, el Gobierno se ha encontrado ante el mayor desafío a España que ninguna comunidad autónoma se haya atrevido a plantear desde que vivimos en democracia y nos dimos la constitución de 1.978. Lo realmente sorprendente es que todo hace pensar, a la vista de la distinta reacción de varios de los componentes del Ejecutivo y de algunos personajes del propio PP, que les ha cogido con el pie cambiado, como si lo sucedido pudiera sorprender a nadie que conozca de verdad de lo que está ocurriendo en este país, cuando no es la primera vez ni la enésima que lo estamos advirtiendo y alertamos de la falta de información veraz de que disponen en Madrid y la excesiva confianza de que han dado muestras respecto a la supuesta “mayoría silenciosa” que existe en Catalunya. Por mucho que nos pueda inquietar, molestar o contrariar, el hecho de que los catalanes que desean la independencia, ya fuere por falta de información, por información sesgada o por mentiras y engaños de los líderes independentistas; lo cierto es que, son muchos los que están convencidos que, siendo un estado independiente, las cosas les irían mejor. A ello, sin duda, ha contribuido la falta de unas explicaciones claras del Ejecutivo sobre los inconvenientes legales y de todo tipo que les traería a los ciudadanos catalanes lanzarse a la aventura independentista.

Ahora la patata caliente la tiene de nuevo el gobierno del señor Rajoy y, a fuer de sinceros, no podemos negar que, hasta este momento, lo único que hemos podido observar es la disparidad de criterios de algunos de los ministros; la evidente endeblez de los comentarios de la señora Vicepresidenta, que parece estar tan sorprendida de lo sucedido que no se le ocurre otra cosa que decir que las cosas no se arreglan con palabras sino actuando. ¿Actuando?, ¿pero cuándo ha actuado el Gobierno para poner sensatez y orden ante el continuo desafío catalán y vasco? Ha permanecido mirando al vacío cuando las sucesivas sentencias de los tribunales han sido ignoradas o rechazadas de plano por los gobernantes catalanes; ha hecho oídos sordos a los que reclamaban la enseñanza del castellano para sus hijos o ha consentido que algunas familias hayan tenido que marcharse de esta tierra porque se les hacía la vida imposible y se les negaba su derecho a escoger el tipo de enseñanza al que tenían derecho. Y ahora nos sale doña Soraya Sáenz de Santamaría con lo que “hay que escuchar a la mayoría silenciosa”, ¿es esto todo lo que puede hacer el Gobierno para detener el proceso de descomposición de España?

Lo que sucede es que, la señora Vicepresidenta se lo ha puesto a huevo al señor Mas que le ha respondido “Esto se puede saber mediante la consulta” y tenía toda la razón. Pero, como ya se viene insinuando en algunos medios de prensa, dando a entender que, en el mismo PP, alguno ya daría por bueno acceder al plan catalán. Sin ir más lejos no se puede entender las declaraciones de García Margallo: “Fue un éxito de convocatoria, organización, logística y comunicación y también un reflejo de la libertad de expresión que ampara la Constitución” Ni el señor Más hubiera podido decir algo que más favoreciese a los independentistas.; nada más le faltó decir al señor ministro de Exteriores, que le hubiera gustado participar en la cadena humana.

El propio Rubalcaba ya está hablando de dialogar más con los nacionalistas y critica al PP que no lo hagan. ¿Alguien puede decirme de qué se tiene que dialogar con alguien que, incumpliendo los preceptos constitucionales, desobedeciendo las leyes del Estado y actuando por su cuenta, dice que lo único que busca es la independencia? ¿Acaso el señor Rubalcaba admitiría que Catalunya se independizara de España? o ¿es que, ahora, se agarra a la propuesta del PSC de hacer una España federal? Hasta los hay que insinúan que existe un acuerdo secreto PP y PSOE para facilitar el tránsito hacia una Catalunya independiente ¡Estamos locos, señores!, y cada día que pasa más nos convencemos de que, tanto el Gobierno como el partido mayor de la oposición, han perdido el norte y se han olvidado de aquellos que les votaron, por qué los votaron y cuáles deben ser sus responsabilidades para con sus electores.

No sé, señores, si a la vista de lo que se está destapando, lo que se oculta en los sótanos o mazmorras del PP y el PSOE, sin que se libren ni CIU ni IU; todo este cenagal de corrupción del que no se libra ninguno; deberíamos preguntarnos si nos hemos puesto en manos de un sistema político que hace aguas por los cuatro costados y si no sería precisa una regeneración total del sistema. En cualquier caso, lo que nos estamos jugando los españoles es, aparte de la unidad de la nación, la convivencia de todos los españoles sin enfrentamientos ni odios que pudieran separarnos y, a la vez, el mantener nuestro bienestar económico algo que, difícilmente, podríamos lograr si cada autonomía decide irse de España para probar fortuna. Europa ya lo ha advertido: Catalunya no tiene sitio en la CE.

Es obvio que con paños calientes, con diálogos de sordos, con maquinaciones secretas o con acuerdos ocultos de dudosa legitimidad; no se va a conseguir que la Constitución se respete, se apliquen sus preceptos y se signan los procedimientos establecidos para que, sea por los buenas, mediante la entrada en razón de aquellos que han pretendido hacer su propia voluntad sin respetar la legalidad o bien, y nadie debe sentir temor de acudir a ello si, los que pretenden independizarse, no vuelven a entrar en razón. Se deben utilizar todos los recursos del Estado de Derecho para que se restaure la normalidad, se castigue a los que han incumplido las leyes y se retiren las competencias y transferencias de manos de aquellos que no han sabido ejercerlas como tenían la obligación de hacerlo. Lo contrario puede dar lugar a que, ante tamaño desconcierto y dejación de las obligaciones y responsabilidades inherentes al Gobierno nos volvamos a encontrar a las puertas de un nuevo enfrentamiento entre las dos Españas.

El Gobierno debe demostrar firmeza y actuar con habilidad pero, a la vez, con la energía precisa para que estas grietas secesionistas, como los agujeros de las balas en el techo del Congreso, se tapen de una vez y podamos regresar a la normalidad. O así es, señores, como quisiera que ocurriera.

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