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“Nuestra cobardía y nuestra desidia tienen la culpa de que el mañana y el ayer sean iguales” Jorge Luis Borges

Un gobierno pusilánime y electoralista permite el caos en Cataluña

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Tuvimos que escuchar del ministro Marlasca palabras que intentaban tranquilizar a los españoles respeto a los preocupantes sucesos que se producían en Barcelona y tuvimos que aguantar que el mismo jefe del ejecutivo, el señor Pedro Sánchez, les quitara importancia a los evidentes trances de salvajismo que, las turbas de los CDR, estuvieron protagonizando en la ciudad de Barcelona. En ambos casos para pretender justificar su resistencia a actuar, tal como las circunstancias lo han venido demandando, dejando de utilizar los recursos legales de los que dispone el Gobierno, aunque esté en funciones, para impedir que una multitud fanatizada se hiciera dueña de la ciudad, reclamando la libertad de los políticos catalanes a los que el TS ha condenado a diversas penas de privación de libertad. Pero, sólo quien conozca cómo actúan estos políticos que, actualmente, se han hecho con el poder en España; las artimañas de las que se han venido valiendo durante los meses que han estado al frente del ejecutivo y lo que son capaces de idear para evitar que, esta preocupante situación provocada por el independentismo catalán, los envuelva entre sus turbulencias y los arrastre consigo; puede ser capaz de entender que, en la actualidad, la única y principal preocupación del señor Pedro Sánchez y su corte de incompetentes ministros y ministras ( no sean que se enfaden por no nombrarlas) no es que Cataluña esté pasando por unos momentos que quizá sean de los más graves desde la transición; no que un orate como el señor Quim Torra esté al frente de la Generalitat animando a las turbas a que se levante en contra de España, se muestre insumisa con sus leyes y se dedique a llevar a cabo toda clase de salvajadas --- como destrozos, incendios, coches calcinados, corte de carreteras y de calles, paros de la actividad, juntamente con agresiones, disturbios, insultos y demás muestras de incivismo y revolución, tan propios de quienes lo único que pretenden es crear caos, inseguridad, miedo y alarma - con la intención de que, el Estado español, se avenga a dejarse chantajear por una minoría separatista que, sólo a causa de la falta de energía del gobierno de la nación, ha sido capaz de subírsele a las barbas, simplemente por ser conscientes de que, el señor Pedro Sánchez, no se atreve a incomodarlos demasiado por si precisara de su apoyo para ser investido, en un hipotética caso de que vencieran los socialistas en las elecciones del 10 de noviembre próximo y no llegaran a los escaños precisos para poder gobernar en solitario.

En realidad, como ciudadanos de a pie y residentes en Cataluña, nos cuesta entender que el señor ministro de Interior, señor Marlasca, pretenda vendernos, como si fuéramos una banda de pazguatos ignorantes, que todo este infierno que se ha desatado en Cataluña y que hoy se va concentrando en la ciudad de Barcelona, con cientos de miles de personas que se han venido desplazando hacia ella, con la intención de ocuparla y demostrar, al Estado español, que son capaces de parar la vida de los ciudadanos, impedirles ir al trabajo, que los niños no puedan asistir a sus clases o que nadie se atreva a circular por ciertos distritos de la ciudad ante el temor de convertirse en una víctima de los que, para la Generalitat, son “pacíficas personas”, pero que han conseguido levantar barricadas y provocar incendios ( unos 250 en la pasada noche), aparte de los daños y perjuicios causados en comercios, sucursales bancarias, terrazas y mobiliario urbano que, con toda seguridad, cuando se haga balance de todo lo que va a tenerse que reponer, después de este tsunami humano en la ciudad de Barcelona, las cifras van a sobrepasar los cientos de millones de euros.

Puede ser que el señor Quim Torra piense que ha llegado el momento de jugarse el todo por el todo para dar el último impulso a sus pretensiones independentistas y, también es posible, que Puigdemont, desde su paraíso de Waterloo, esté interesado en que en Cataluña se arme una revolución que le permita pasar desapercibido, ahora que se ha convertido en el nuevo objetivo del TS, que ha emitido una nueva orden europea de detención contra él; pero se me ocurre que muchos catalanes de buena fe, catalanistas y soberanistas, deben de estar empezando a pensar si, el conseguir un objetivo como el que se proponen, de la independencia de Cataluña, merece el alto precio que van a tener que pagar por ello. Empezando por algo que no se puede discutir por estar legislado en la UE (pese a que se intentó engañar al pueblo de Cataluña diciéndoles que una vez independizados serían inmediatamente admitidos dentro de la CE) consistente en una ley que impide que cualquier nuevo estado, que procediese de una de las naciones que forman parte de la UE, no podrá ingresar en la misma hasta que reúna las condiciones precisas y con la aceptación unánime del resto de países que la forman, incluida España. Esto supone que durante años Cataluña no disfrutaría de ninguna de las ventajas, ayudas, libre mercado ni libre circulación de personas y mercancías con el resto de Europa, viéndose obligada a pagar las tasas y aranceles existentes en virtud de la legislación mundial económica vigente.

Los responsables del turismo y todos los gremios relacionados con este tipo de actividad económica de Cataluña, se están llevando las manos a la cabeza con las pérdidas que están sufriendo que, seguramente, van a ser pocas si se tiene en cuenta el efecto que, entre el turismo que habitualmente se traslada a Cataluña para visitarla y disfrutar de sus ofertas, van a tener las imágenes, que están recorriendo el mundo, de los tristes sucesos por los que está pasando esta ciudad, en otro tiempo uno de los centros de más atractivo turístico. Una ciudad acaparadora de congresos, de ferias internacionales, de cumbres económicas que, por mor de unos insurrectos con ideas trasnochadas, con la obsesión de que van a conseguir doblegar al Estado y, de paso, que van a convencer a los europeos (hoy indignados por el brexit de los ingleses) de que se los ha de acoger con los brazos abiertos. Sólo unos ilusos que han perdido la facultad de razonar pueden llegar a obnubilarse de una manera tal que, incluso personas de talento, se han dejado arrastrar por unas ideas tan absurdas.

Por si no bastara, seguramente apoyados desde logias internacionales y por el anarquismo europeo, parece ser que han venido entrando en España refuerzos de anarquistas, comunistas y separatistas de países europeos como Alemania y Francia, con la idea de que el problema español respeto a Cataluña adquiera trazas de problema europeo que, de alguna manera, pudiera motivar que las autoridades de los países a los que pertenecen pudiera tomar partido en semejante desafío. No va a suceder lo que esperan, porque Europa es consciente de que, lo que menos les favorecería al resto de países del mercado libre, sería que los problemas que muchos de ellos tienen, relativos a alguna o algunas de sus provincias, que han tenido pretensiones separatistas, se pudieran animar a, siguiendo el ejemplo catalán, pedir para ellas un autogobierno algo que, naturalmente, ninguna nación estaría dispuesta a admitir.

En todo caso, no sé exactamente en lo que estará pensando en estos momentos el actual gobierno en funciones; aunque seguramente nos lo podríamos imaginar teniendo en cuenta el comportamiento que ha ido teniendo, desde que, con su moción de censura al gobierno del señor Rajoy, se hizo con el pode el señor Sánchez. Ya empezó engañando al personal cuando dijo que convocaría elecciones en un plazo de dos meses, algo que no cumplió; después se arrojó en los brazos de Podemos y todos pensaban que el “matrimonio” era un hecho, pero reculó; más tarde dijo que quería gobernar solo, pero no cuajó; finalmente, complacido por los auspicios de las encuestas y pensando que si iba a elecciones conseguiría situarse en torno a la mayoría (140 escaños o más) decidió liarse la manta a la cabeza y las convocó para el 10 de Noviembre, ya que sus posibilidades de ser investido presidente, casi milagrosamente, se esfumaron con anterioridad.

Podríamos decir que las idus de octubre no se les presentan, a los socialistas, tan bien como esperaban y, aunque ya quedan pocos días para que empiece oficialmente la corta campaña (una semana) sin embargo, los movimientos que vienen reflejando las distintas encuestas que vienen apareciendo, están dando resultados que, al menos, se pueden considerar como inesperados y, en algunos casos, muy sorprendentes. Los 140 escaños previstos que iba a conseguir el PSOE, parece que ya no van a ser posibles y ya hay alguien que pronostica que se pudiera quedar en los escaños que tiene actualmente e incluso, los más optimistas de las derechas, piensan que se podría igualar aún más la distancia entre el PSOE y el PP, si las actuales circunstancias se prolongaran durante un tiempo más. Algo hay de verdad y es que, el pueblo, cuando ve avecinarse una época de dificultades, un estancamiento económico o la vanguardia de una crisis, empieza a mostrarse más conservador y prefiere votar a aquellos partidos que sabe que son más eficaces para afrontar una época de vacas flacas, antes que confiar en aquellos otros partidos que no dudan en entramparse para ofrecer mejoras sociales que no van a poder llevar a cabo.

Creo que ha llegado el momento en el que, si tenemos que visitar una vez más las urnas, por cuarta vez en unos pocos años, valdría la pena que no nos dejásemos llevar por el brillo de la bisutería, no permitiéramos que nos embaucasen, una vez más, aquellos que dicen que se puede vivir de las subvenciones del Estado, algo que nunca ha sido cierto; ni hagamos casos de todos estos jubilados que no son capaces de entender que estamos ante un sistema de pensiones caducado e insostenible, que hace ya años que se está diciendo que debe cambiarse, pero que no hay ningún gobierno que sea capaz y tenga la valentía de modificarlo. Estos jubilados analfabetos que piden que se muevan las pensiones de acuerdo con el coste de vida, aparte de estar equivocados respeto a la diferencia que habría respecto a sus aumentos actuales, sin darse cuenta de que, con ello en una pensión media hablarían de 9 0 10 euros más al mes, en el mejor de los casos; no saben que lo único que deberían pedir es que se les siguiesen pagando las pensiones que actualmente reciben. Mejor sería que se pidiera que se nos bajasen los impuestos a los que ya no estamos en condiciones de mejorar nuestras pensiones, seguramente sería más ventajoso.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos perplejos de que, el señor ministro de Interior, señor Marlasca, no haya pedido ser sustituido por otro que tuviera lo que es necesario tener para aplicar, sin miedo, las medidas que nuestras leyes tienen previstas para casos tan flagrantes de rebelión en contra de la patria. Y, en cuanto a nuestro presidente en funciones, que empiece a pensar que quizá sus cálculos, pese a ser economista, no se vayan a cumplir y, por encima de todo, que empiece a pensar que el interés de España está muy por encima de sus intereses personales. Le convendría.

Un gobierno pusilánime y electoralista permite el caos en Cataluña

“Nuestra cobardía y nuestra desidia tienen la culpa de que el mañana y el ayer sean iguales” Jorge Luis Borges
Miguel Massanet
sábado, 19 de octubre de 2019, 11:39 h (CET)

Tuvimos que escuchar del ministro Marlasca palabras que intentaban tranquilizar a los españoles respeto a los preocupantes sucesos que se producían en Barcelona y tuvimos que aguantar que el mismo jefe del ejecutivo, el señor Pedro Sánchez, les quitara importancia a los evidentes trances de salvajismo que, las turbas de los CDR, estuvieron protagonizando en la ciudad de Barcelona. En ambos casos para pretender justificar su resistencia a actuar, tal como las circunstancias lo han venido demandando, dejando de utilizar los recursos legales de los que dispone el Gobierno, aunque esté en funciones, para impedir que una multitud fanatizada se hiciera dueña de la ciudad, reclamando la libertad de los políticos catalanes a los que el TS ha condenado a diversas penas de privación de libertad. Pero, sólo quien conozca cómo actúan estos políticos que, actualmente, se han hecho con el poder en España; las artimañas de las que se han venido valiendo durante los meses que han estado al frente del ejecutivo y lo que son capaces de idear para evitar que, esta preocupante situación provocada por el independentismo catalán, los envuelva entre sus turbulencias y los arrastre consigo; puede ser capaz de entender que, en la actualidad, la única y principal preocupación del señor Pedro Sánchez y su corte de incompetentes ministros y ministras ( no sean que se enfaden por no nombrarlas) no es que Cataluña esté pasando por unos momentos que quizá sean de los más graves desde la transición; no que un orate como el señor Quim Torra esté al frente de la Generalitat animando a las turbas a que se levante en contra de España, se muestre insumisa con sus leyes y se dedique a llevar a cabo toda clase de salvajadas --- como destrozos, incendios, coches calcinados, corte de carreteras y de calles, paros de la actividad, juntamente con agresiones, disturbios, insultos y demás muestras de incivismo y revolución, tan propios de quienes lo único que pretenden es crear caos, inseguridad, miedo y alarma - con la intención de que, el Estado español, se avenga a dejarse chantajear por una minoría separatista que, sólo a causa de la falta de energía del gobierno de la nación, ha sido capaz de subírsele a las barbas, simplemente por ser conscientes de que, el señor Pedro Sánchez, no se atreve a incomodarlos demasiado por si precisara de su apoyo para ser investido, en un hipotética caso de que vencieran los socialistas en las elecciones del 10 de noviembre próximo y no llegaran a los escaños precisos para poder gobernar en solitario.

En realidad, como ciudadanos de a pie y residentes en Cataluña, nos cuesta entender que el señor ministro de Interior, señor Marlasca, pretenda vendernos, como si fuéramos una banda de pazguatos ignorantes, que todo este infierno que se ha desatado en Cataluña y que hoy se va concentrando en la ciudad de Barcelona, con cientos de miles de personas que se han venido desplazando hacia ella, con la intención de ocuparla y demostrar, al Estado español, que son capaces de parar la vida de los ciudadanos, impedirles ir al trabajo, que los niños no puedan asistir a sus clases o que nadie se atreva a circular por ciertos distritos de la ciudad ante el temor de convertirse en una víctima de los que, para la Generalitat, son “pacíficas personas”, pero que han conseguido levantar barricadas y provocar incendios ( unos 250 en la pasada noche), aparte de los daños y perjuicios causados en comercios, sucursales bancarias, terrazas y mobiliario urbano que, con toda seguridad, cuando se haga balance de todo lo que va a tenerse que reponer, después de este tsunami humano en la ciudad de Barcelona, las cifras van a sobrepasar los cientos de millones de euros.

Puede ser que el señor Quim Torra piense que ha llegado el momento de jugarse el todo por el todo para dar el último impulso a sus pretensiones independentistas y, también es posible, que Puigdemont, desde su paraíso de Waterloo, esté interesado en que en Cataluña se arme una revolución que le permita pasar desapercibido, ahora que se ha convertido en el nuevo objetivo del TS, que ha emitido una nueva orden europea de detención contra él; pero se me ocurre que muchos catalanes de buena fe, catalanistas y soberanistas, deben de estar empezando a pensar si, el conseguir un objetivo como el que se proponen, de la independencia de Cataluña, merece el alto precio que van a tener que pagar por ello. Empezando por algo que no se puede discutir por estar legislado en la UE (pese a que se intentó engañar al pueblo de Cataluña diciéndoles que una vez independizados serían inmediatamente admitidos dentro de la CE) consistente en una ley que impide que cualquier nuevo estado, que procediese de una de las naciones que forman parte de la UE, no podrá ingresar en la misma hasta que reúna las condiciones precisas y con la aceptación unánime del resto de países que la forman, incluida España. Esto supone que durante años Cataluña no disfrutaría de ninguna de las ventajas, ayudas, libre mercado ni libre circulación de personas y mercancías con el resto de Europa, viéndose obligada a pagar las tasas y aranceles existentes en virtud de la legislación mundial económica vigente.

Los responsables del turismo y todos los gremios relacionados con este tipo de actividad económica de Cataluña, se están llevando las manos a la cabeza con las pérdidas que están sufriendo que, seguramente, van a ser pocas si se tiene en cuenta el efecto que, entre el turismo que habitualmente se traslada a Cataluña para visitarla y disfrutar de sus ofertas, van a tener las imágenes, que están recorriendo el mundo, de los tristes sucesos por los que está pasando esta ciudad, en otro tiempo uno de los centros de más atractivo turístico. Una ciudad acaparadora de congresos, de ferias internacionales, de cumbres económicas que, por mor de unos insurrectos con ideas trasnochadas, con la obsesión de que van a conseguir doblegar al Estado y, de paso, que van a convencer a los europeos (hoy indignados por el brexit de los ingleses) de que se los ha de acoger con los brazos abiertos. Sólo unos ilusos que han perdido la facultad de razonar pueden llegar a obnubilarse de una manera tal que, incluso personas de talento, se han dejado arrastrar por unas ideas tan absurdas.

Por si no bastara, seguramente apoyados desde logias internacionales y por el anarquismo europeo, parece ser que han venido entrando en España refuerzos de anarquistas, comunistas y separatistas de países europeos como Alemania y Francia, con la idea de que el problema español respeto a Cataluña adquiera trazas de problema europeo que, de alguna manera, pudiera motivar que las autoridades de los países a los que pertenecen pudiera tomar partido en semejante desafío. No va a suceder lo que esperan, porque Europa es consciente de que, lo que menos les favorecería al resto de países del mercado libre, sería que los problemas que muchos de ellos tienen, relativos a alguna o algunas de sus provincias, que han tenido pretensiones separatistas, se pudieran animar a, siguiendo el ejemplo catalán, pedir para ellas un autogobierno algo que, naturalmente, ninguna nación estaría dispuesta a admitir.

En todo caso, no sé exactamente en lo que estará pensando en estos momentos el actual gobierno en funciones; aunque seguramente nos lo podríamos imaginar teniendo en cuenta el comportamiento que ha ido teniendo, desde que, con su moción de censura al gobierno del señor Rajoy, se hizo con el pode el señor Sánchez. Ya empezó engañando al personal cuando dijo que convocaría elecciones en un plazo de dos meses, algo que no cumplió; después se arrojó en los brazos de Podemos y todos pensaban que el “matrimonio” era un hecho, pero reculó; más tarde dijo que quería gobernar solo, pero no cuajó; finalmente, complacido por los auspicios de las encuestas y pensando que si iba a elecciones conseguiría situarse en torno a la mayoría (140 escaños o más) decidió liarse la manta a la cabeza y las convocó para el 10 de Noviembre, ya que sus posibilidades de ser investido presidente, casi milagrosamente, se esfumaron con anterioridad.

Podríamos decir que las idus de octubre no se les presentan, a los socialistas, tan bien como esperaban y, aunque ya quedan pocos días para que empiece oficialmente la corta campaña (una semana) sin embargo, los movimientos que vienen reflejando las distintas encuestas que vienen apareciendo, están dando resultados que, al menos, se pueden considerar como inesperados y, en algunos casos, muy sorprendentes. Los 140 escaños previstos que iba a conseguir el PSOE, parece que ya no van a ser posibles y ya hay alguien que pronostica que se pudiera quedar en los escaños que tiene actualmente e incluso, los más optimistas de las derechas, piensan que se podría igualar aún más la distancia entre el PSOE y el PP, si las actuales circunstancias se prolongaran durante un tiempo más. Algo hay de verdad y es que, el pueblo, cuando ve avecinarse una época de dificultades, un estancamiento económico o la vanguardia de una crisis, empieza a mostrarse más conservador y prefiere votar a aquellos partidos que sabe que son más eficaces para afrontar una época de vacas flacas, antes que confiar en aquellos otros partidos que no dudan en entramparse para ofrecer mejoras sociales que no van a poder llevar a cabo.

Creo que ha llegado el momento en el que, si tenemos que visitar una vez más las urnas, por cuarta vez en unos pocos años, valdría la pena que no nos dejásemos llevar por el brillo de la bisutería, no permitiéramos que nos embaucasen, una vez más, aquellos que dicen que se puede vivir de las subvenciones del Estado, algo que nunca ha sido cierto; ni hagamos casos de todos estos jubilados que no son capaces de entender que estamos ante un sistema de pensiones caducado e insostenible, que hace ya años que se está diciendo que debe cambiarse, pero que no hay ningún gobierno que sea capaz y tenga la valentía de modificarlo. Estos jubilados analfabetos que piden que se muevan las pensiones de acuerdo con el coste de vida, aparte de estar equivocados respeto a la diferencia que habría respecto a sus aumentos actuales, sin darse cuenta de que, con ello en una pensión media hablarían de 9 0 10 euros más al mes, en el mejor de los casos; no saben que lo único que deberían pedir es que se les siguiesen pagando las pensiones que actualmente reciben. Mejor sería que se pidiera que se nos bajasen los impuestos a los que ya no estamos en condiciones de mejorar nuestras pensiones, seguramente sería más ventajoso.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos perplejos de que, el señor ministro de Interior, señor Marlasca, no haya pedido ser sustituido por otro que tuviera lo que es necesario tener para aplicar, sin miedo, las medidas que nuestras leyes tienen previstas para casos tan flagrantes de rebelión en contra de la patria. Y, en cuanto a nuestro presidente en funciones, que empiece a pensar que quizá sus cálculos, pese a ser economista, no se vayan a cumplir y, por encima de todo, que empiece a pensar que el interés de España está muy por encima de sus intereses personales. Le convendría.

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