El pasado fin de semana me trajo una noticia inesperada: la vuelta de Andrés Aberasturi al programa de Pepa Fernández en RNE, ‘No es un día cualquiera’. A pesar del batacazo olímpico, el sábado 7 de septiembre de 2013 no fue un día cualquiera para todos aquellos que seguimos a Pepa desde 1999, para quienes quedamos sobrecogidos por el llanto de la periodista ilerdense aquel día, ya lejano, en el que anunció que el ‘gran Aberas’, víctima del ERE de RTVE, tenía que abandonar el programa.
Si no recuerdo mal, aquello ocurrió un 31 de diciembre de 2006. Aunque por razones profesionales resido en Castellón, como todos los años, me encontraba en Portugalete para pasar la Nochevieja. Estaba lloviendo. Yo hacía footing por la ría, a la altura del Puente Colgante. La congoja de Pepa me hizo entrar en shock. Desconozco si los EREs tienen pies o cabeza, pero desde luego, carecen de corazón. Los criterios economicistas no saben ni de sentimientos, ni de radio.
Independientemente de lo que pueda decir el EGM en un momento dado, para mí Pepa sigue siendo la reina matutina del fin de semana. Lo ha sido durante todo este tiempo, a pesar del boquete que quedó abierto en el programa con la marcha de Aberasturi.
Una salida que me hizo conocer a un Andrés diferente. Cabreado, políticamente más radical. Un Aberasturi que me interesaba menos, pero al que procuraba oír y leer con atención. Eso sí, reconozco que verle en determinadas pantallas me resultaba mucho más difícil. Directamente, no lo veía.
Pero el sábado volvió a casa, al programa en el que se habla de la vida. Al espacio en el que los contertulios intercambian experiencias y pareceres sin pretender imponer sus ideas a los compañeros de mesa. Y sin gritos. A ese espacio hertziano en el que el respeto está siempre presente.
Lógicamente, la irrupción ‘del Aberas’ fue algo así como la cuadratura del círculo. Una cuadratura que me llevó a su twitter para leer esta frase: “He llamado a algunas puertas pero no debía haber nadie. Sólo Pepa Fernández me ha dado cariño y micrófono. Como siempre. Ella, sí”. Entenderán los lectores que una vez más grite con entusiasmo, “Viva la Pepa”.
Por cierto, Andrés, acordarse de ti es muy fácil cuando se coge el Puente Colgante para pasar de Portugalete a Las Arenas. En la calle Mayor, enseguida te topas con los ‘Helados Aberasturi’. ¿Los has probado?.