Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Cultura
Etiquetas | Cine | Festival de Sitges | Festival de Cannes

Crónica I del Festival de Sitges: el placer de sufrir

Desde la hacinada habitación de la fiesta sin fin de El ángel exterminador (Luis Buñuel), en la que fermentaban los bajos instintos de una burguesía ensimismada en sus relatos de clase
Ana Rodríguez
lunes, 7 de octubre de 2019, 11:51 h (CET)


La concomitancia de sufrimiento y placer es un antagonismo —solo en apariencia—, que define bastante bien la peregrinación de incondicionales al festival de Sitges año tras año, en busca de una experiencia colectiva del "sufrimiento gozoso": una angustia bajo control capaz de proporcionar altas cotas de placer mediante catarsis, risa o el vívido reencuentro con la luz y la realidad conocida a la salida de la sala de cine. Algo tiene temer a oscuras que engancha y enciende.

Quizás no sea casualidad que la película que este año inaugura la sección Nuevas Visiones: Dogs don't wear pants, haga del sadomasoquismo (y prácticas fronterizas) un camino hacia la liberación personal mediante un viaje hacia los abismos del deseo. Pulsiones sexuales de muerte como última baza para sentirse vivo: eso es lo que busca Juha, padre de familia que presenció el ahogamiento de su mujer, a manos de la dominatrix de alto voltaje Mona, interpretada con determinación por Krista Kosonen.


Tras una presentación prometedora, con un buen manejo de la intimidad en la relación entre personajes contrastados, lo explosivo del material en juego atrapa muy pronto a la película en lo más artificioso de sí misma: los efectos epatantes del sado, su propio deslumbramiento por sus opciones de convertirse ella misma en látigo de espectadores.

Los vericuetos de la trama no responden tanto a una penetración, valga el símil, en la complejidad emocional de los personajes, como a una concatenación de pasos narrativos necesarios para llegar a ciertas imágenes, situaciones y por último tesis que parecen elegidas de antemano, casi impuestas a los personajes y el universo, para mayor brillo de la sangre y los cueros.


Un mundo oscuro que se encarna en una fotografía crepuscular, con hospitales en penumbra y restaurantes tan pardos que sufren del mismo exceso de metáfora y falta de veracidad que atraviesa el resto de la película de J.-P. Valkeapää, proyectada antes que en Sitges en la Quincena de Realizadores de Cannes este año.


Hay un intento del director finlandés por introducir un humor que aprovecha la frontera de fricción entre desviación y norma como brecha para explorar el territorio de lo ridículo. Territorio consciente y buscado que parece querer rebajar el nivel de las escenas más duras y al mismo tiempo encajar el poso cómico que las prácticas extremas pueden tener cuando sus ecos irrumpen en la vida cotidiana. Pero ese brote de comedia, muy en la línea del humor de Kaurimsäki, que podría haber aportado un equilibrio muy interesante a la película, adolece de la misma falta de finura que el resto de elementos, entrando de forma abrupta, con la misma sensación de elementos elegidos y colocados antes que descubiertos y compartidos, abandonando poco a poco a los personajes en la estacada de sus sentimientos.

Cómo no acordarse de la orfebrería emocional, la delicadeza visual, la trascendencia fílmica de la película de Peter Strickland vista en Sitges hace algunos años: The duke of Burgundy, que abordaba esos pequeños dolores exquisitos de la dominación y la sumisión entre una ama y su criada, descubriéndonos la profundidad y matices de los roles de poder en la vida de pareja, la compleja seducción del daño.

Noticias relacionadas

El Espacio Cultural Serrería Belga, centro dependiente del Área de Cultura, Turismo y Deporte de Madrid, ha recibido en el primer semestre del año más de 90.000 visitantes que han podido disfrutar de un diverso programa de exposiciones y actividades culturales para todos los públicos. Tras el periodo estival, se celebrará el centenario de su edificación con la inauguración de dos muestras que homenajean su ADN literario y su enclave en el barrio de las Letras.

Se ha presentado en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, concretamente en las salas de exposiciones temporales, planta -1, la exposición dedicada a Anna Weyant organizada por el propio museo y comisariada por Guillermo Solana, director artístico del Museo Nacional Thyssen Bornemisza, y Elena Rodríguez, Área de Exposiciones.

La historia de las conexiones entre las culturas asiáticas y las poblaciones indígenas del continente americano y otras regiones es un campo de estudio fascinante que revela posibles intercambios y migraciones mucho antes de la era de la exploración europea. Este artículo comparativo examina las supuestas raíces chinas y, en menor medida, las japonesas en las lenguas y culturas indígenas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto