Uno de los dos candidatos a las elecciones presidenciales en Túnez , Nabil Karui, es un hombre de negocios, conocido por sus obras humanitarias y su rechazo del extremismo islámico, que se encuentra en prisión desde hace tres semanas acusado de blanqueo de dinero y fraude fiscal. El otro, que ha obtenido el porcentaje más elevado, es un profesor de Derecho llamado Kais Said, está considerado como un hombre íntegro de posiciones conservadoras pero sin caer en el islamismo. Ambos quieren emprender grandes reformas en el país, pero sus retos más urgentes son el terrorismo, el paro, la corrupción, la economía y, sobre todo, la necesidad de impulsar la ilusión de los jóvenes. En todo caso, los votantes tunecinos han dado una lección a unos políticos profesionales que solo se han dedicado a sus intrigas.
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