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¿Podemos buscarnos la vida en libertad?

Cuando llega el verano hay gente que abandona sus mascotas. Después de haberles facilitado casa y comida desde que eran cachorros
Francisco Rodríguez
viernes, 26 de julio de 2013, 06:03 h (CET)
Los documentales que, cada sobremesa, nos ofrece la segunda cadena de TVE nos muestran variadas especies de animales que viven en libertad, buscan los lugares adecuados para vivir o los fabrican ellos mismos, se reproducen y cuidan a sus crías hasta ponerlas en condiciones de vivir su propia vida. Su instinto natural es suficiente para asegurar la supervivencia de la especie.

Cuando llega el verano hay gente que abandona sus mascotas. Después de haberles facilitado casa y comida desde que eran cachorros, estos animales no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir por su cuenta ya que no tuvieron adultos de su especie que se lo enseñase. Vagarán desnutridos por calles y carreteras y si no son recogidos a tiempo por las sociedades protectoras de animales, morirán bajo las ruedas de cualquier vehículo.

Llevamos varias generaciones en las que el estado asumió la tarea de cuidarnos, desde la cuna a la tumba, de facilitarnos cosas que consumir y disfrutar, de convencernos acerca de las grandes conquistas obtenidas como elegir a nuestros gobernantes, obtener un título universitario, tener unos sindicatos que deciden lo que debemos ganar cuando trabajamos, contar con la protección social de nuestra salud, de nuestro desempleo, de nuestra vejez.

El constante deseo de nuestros gobernantes de que seamos felices parece haber llegado demasiado lejos y resulta insostenible. Para seguir manteniendo el tinglado que ellos dirigen, cada día nos anuncian, desde los medios de comunicación, el “éxito” conseguido en la colocación de los bonos del tesoro, es decir, que estamos cada día más endeudados y dependientes de nuestros prestamistas, lo que no parece inquietar demasiado a los políticos que piensan más en las próxima elecciones que en las próximas generaciones.

Pero la cifra de jóvenes que no consiguen su primer empleo y siguen viviendo a costa de su familia es pavorosa. Pienso que son jóvenes a los que nadie enseñó a buscarse la vida en libertad, a los que había que darle todo para que no sufrieran ninguna incomodidad, a los que nadie entrenó en el esfuerzo y el sacrificio y andan pendientes de lo que pueda hacer el papá-estado para que termine la crisis y poder disfrutar de la vida.

En 1840 Alexis de Tocqueville, reflexionaba sobre La democracia en América y en la última parte de su obra advertía del riesgo de que se estableciera en las sociedades democráticas un sistema despótico, al alzar sobre los ciudadanos un poder inmenso y tutelar que en lugar de prepararlos para la edad viril persiguiera fijarlos irrevocablemente en la infancia, en una situación de dependencia del estado para ir convirtiéndolos en rebaño fácil de manejar por el gobierno.

Algo así es lo que ya tenemos: una población que pide soluciones al gobierno, a éste o a otro, sin advertir que es el gobierno el problema, una pesada y onerosa superestructura que nos ofrece la libertad de elegir los políticos que nos seguirán gobernando de la misma o parecida manera, mientras que nos somete a su asfixiante despotismo administrativo e intervencionista.

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