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La administración, los contribuyentes y la transparencia

Cuando hacemos la declaración de la renta no nos preguntan si estamos de acuerdo con las subvenciones a partidos y sindicatos
Francisco Rodríguez
viernes, 12 de julio de 2013, 08:30 h (CET)
Una gran parte de nuestros políticos y gobernantes, al igual que muchas de nuestras instituciones, se han ido ganando a pulso su desprestigio y nuestra desconfianza a lo largo de estos 35 años de democracia.

El despilfarro y la corrupción van siempre de la mano, aunque puede haber, quizá, despilfarradores que no se hayan beneficiado personalmente de su mala gestión y corruptos y corruptores que han actuado siempre movidos por la codicia, aunque sus ganancias duerman escondidas en lejanos o cercanos paraísos fiscales, en cajas fuertes o simplemente debajo del colchón.

Es curioso que el gobierno tenga montada una gigantesca administración, perfectamente informatizada y automatizada para detectar cualquier error en el pago de impuestos de cualquier asalariado, pequeño empresario o trabajador autónomo, mientras resulta incapaz de conseguir que las cuentas de los partidos y los sindicatos sean transparentes y conocidas de los sufridos contribuyentes, de cuyos bolsillos son extraídas las cantidades de que disfrutan.

Cuando hacemos la declaración de la renta se nos pregunta si queremos destinar una pequeña fracción de nuestra cuota a la Iglesia Católica o a obras sociales, pero no nos preguntan si estamos de acuerdo con las subvenciones que van a distribuir de nuestros dineros a partidos y sindicatos o para programas extranjeros, que ¡vaya a usted a saber quién gestiona! o a películas que, según se dice, algunas no llegan ni a estrenarse o a las numerosas fundaciones creadas por unos y otros, cuya función social tampoco es conocida por nosotros los que, en definitiva, las sostenemos con nuestras obligatorias aportaciones en forma de impuestos: ese IVA que realmente más que un impuesto sobre el valor añadido es un impuesto para disminuir el valor de nuestros salarios, sueldos o pensiones.

Nos dicen que van a estudiar una reforma fiscal importante, cuando lo que necesitamos es una reducción fiscal importante. Que nos dejen gastar el dinero que ganemos como tengamos por conveniente en lugar de írnoslo mermando con el señuelo del insostenible estado de bienestar. Recuerdo cuando la cotización a los seguros sociales se explicaba como “salario diferido” ahora nadie lo dice para que no nos percatemos de que no hay tal salario diferido, sino una probable quiebra del sistema si sigue aumentando el número de viejos y disminuyendo el de niños.

Hablan de una ley de transparencia: confiesan por tanto que todo está embrollado y que los órganos que tendrían que haber velado por ella han fracasado. También fracasará esta ley si llega a dictarse, porque aunque unos y otros estén constantemente a la greña, no es para desbancar a los inútiles y corruptos de un partido sino para sustituirlo por otros de similares aptitudes del partido contrario, dejando intacto el entramado de sus privilegios.

Con el sistema electoral vigente estamos condenados a ser gobernados por uno de los dos partidos nacionales, si alcanza la mayoría absoluta y la utiliza, y caso contrario por inestables y onerosas coaliciones con nacionalistas y extremistas.

Mientras tanto seguiremos, como si se tratara de un deporte más, los incidentes judiciales del PP y su tesorero o del PSOEA y sus ERES falsos, siempre que no se vayan extinguiendo en el tiempo, como parece pasarle al caso Urdangarín.

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