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“Toda reforma, aún cuando sea necesaria, será llevada por los espíritus mediocres hasta un extremo tal que, a su vez, necesite ser reformado”, S.T Coleridge

Los mismos perros con diferentes collares. Catalunya de mal en peor

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Es posible que, en el resto de España, se contemple el problema catalán con indiferencia y hasta no nos extrañaría que, en alguna autonomía, estuviesen pensando que lo mejor para los españoles sería que se accediera a las peticiones de los políticos nacionalistas y permitieran que esta sediciosa autonomía se separara de España, como un mal menor; para, con ello, conseguir recobrar la tranquilidad y librarse de las reclamaciones, las continuas reivindicaciones y los insultos y amenazas hacia el resto de la nación, con las que, una parte de los catalanes, se despachan a gusto para dar salida al resquemor y animosidad acumulados que, la habilidad de los políticos separatistas, ha sido capaz de imbuir en ellos, desde que se les dio manga ancha para demostrar impunemente su predisposición en contra de los españoles.

Sin embargo, habría que puntualizar que somos muchos los españoles que llevamos varias décadas residiendo en esta región, en la que hemos trabajado, formado una familia y sentado nuestras raíces; que no estamos dispuestos a que se nos deje abandonados sólo porque un gobierno mojigato, preocupado por evitar los problemas inherentes a enfrentarse con firmeza a los separatistas catalanes, haya tenido la debilidad de minusvalorar el problema catalán, dejando que pasara el tiempo sin impedir que, lo que empezó siendo una minoría fanática haya acabado por convertirse en una masa que, cada día, se va haciendo más fuerte al interpretar la abulia del señor Rajoy como una muestra evidente de que no va a hacer nada para impedir que se salgan con la suya.

Uno de los argumentos que más se esgrimen por aquellos que quieren la independencia, es el trato económico que reciben del Estado central, argumentando que Catalunya da más a España de lo que recibe de ella. Se quejan de que no pueden pagar las facturas a las farmacias, que no pueden pagar a los funcionarios y de que tienen que recortar servicios tan importantes como es el de la Salud pública o la misma Enseñanza, todo ello debido a que no reciben del Estado la financiación a la que creen que tienen derecho, aunque ello signifique que se recorte la que se les da a otras autonomías que, a juicio de quienes se quejan, no tienen la importancia ni económica ni financiera ni industrial ni, por supuesto, estratégica de Catalunya. La llamada financiación asimétrica, favorable a las aspiraciones de los políticos catalanes, exige para ellos que la discusión sobre su distribución de las dotaciones se discuta primero de forma bilateral entre el Estado y Catalunya, de igual a igual, sin perjuicio de que, el resto de la dotación económica prevista para el Ejercicio, se distribuyera después entre el resto de autonomías. ¿Dónde queda aquí el valor de la solidaridad entre regiones?.

En un principio, el gobierno del señor Rajoy, cuando estableció la Ley de Estabilidad Presupuestaria, estableció una financiación de acuerdo con unos baremos que se aplicarían por igual a todas las autonomías; la obligación de que, todas las autonomías, debían ajustarse e un déficit, el 1’5% del PIB, que no deberían sobrepasar salvo pena de ser intervenidas. Tanto el señor Guindos como el señor Montoro, especialmente este último, amenazaron con graves sanciones a quienes no se ajustaran al déficit establecido. El primer Ejercicio, el del 2012, dio por resultado que la mayoría de autonomías gobernadas por el PP cumplieron con el objetivo de déficit, pero las hubo que no y la que peor cumplió fue la catalana con un 2%, un 0’50% superior al previsto. La autonomía catalana recibió a cargo del FLA unos 5.000 millones de euros el mayor porcentaje de todas las autonomías y, para este año 2013 se calcula que puede sobrepasar los 9.000 millones de euros.

Pero los catalanes españoles no salimos de nuestro asombro cuando vemos como, el gobierno Central, está cediendo ante Catalunya; negociando, a través del señor Montoro y el señor Mas Colell una financiación especial para los catalanes y la posibilidad de que se les de opciones para aumentar el límite del déficit público por encima del de las demás regiones. Y esto, señores, cuando la amenaza de la celebración de una consulta popular, para lo que ellos llaman “el derecho a decidir”, que no es, ni más ni menos, que la antesala de la declaración de la independencia; se ha convertido en una de las prioridades del Gobern, acuciado por ERC. ¿Cómo se entiende que se siga aportando dinero, a costa de los impuestos de todos los españoles, a una comunidad que se está declarando insumisa, prescinde de las normas constitucionales y se niega a acatar las sentencias de los tribunales españoles; creando una serie de organismo, financiados con dinero público, para preparar la estructura del próximo “estat catalá”?.

A la vez, sigue manteniendo 7 embajadas y 35 oficinas comerciales en otros países a pesar de que, repetidamente, el Gobierno español les ha ofrecido compartir sus embajadas para que pudieran instalar en ellas oficinas comerciales. Por otra parte, siguen emperrados en mantener 7 TV catalanas, todas ellas deficitarias. Solo la TV3 cuesta a los catalanes cerca de 400 millones de euros anuales. Se siguen dotando las subvenciones para la enseñanza del catalán, el teatro, el cine; por cierto que, respecto a este último, como es deficitario y tiene poca salida, el Gobern ya está estudiando establecer una tasa sobre todas las familias catalanas para recaudar de 6 a 10 euros de cada una de ellas (anticipo para que, todos los que vivimos en Catalunya, nos preparemos para que, en caso de que sus utopías tuvieran lugar, sufrir la mayor presión fiscal de toda Europa).

La Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se van a gastar, sin ton ni son, para celebrar la conmemoración de la derrota los catalanes, comandados por Casanova, en manos del Felipe V, en 1.714 (se necesita ser masoquista para celebrar derrotas a falta de victorias de las que poder hacer gala) un porrada de euros, ya que, sólo el consistorio de Barcelona, tiene presupuestados 2’5 millones de euros para subvencionar 80 actos reivindicativos del famoso “derecho a decidir”. La realidad es que, a pesar de que nominalmente CIU ostenta la mayoría en el Parlament catalá, la realidad es que está mediatizada por ERC, que es quien está imponiendo la hoja de ruta del tema independentista y la que marca la política económica de izquierdas que acabará por imponerse si, en realidad, Catalunya llegara a independizarse.

Una pequeña muestra de los despilfarros del Gobern: política lingüística 150 millones; Sindic de Gregues 7’9 millones; Consejos Comarcales 630 millones; Medios Públicos de comunicación, 388 millones; Embajadas 35 millones; 5 consejeros del CAC a 100.000 euros cada uno de ellos; la Diada del 11 de septiembre 300.000 euros. Todas estas y muchas otras partidas, como son las de los escandalosos informes, sin utilidad alguna, y otras que no parece que los separatistas estén dispuestos a querer suprimir; que vienen contribuyendo a que, la Generalitat, tenga que soportar un endeudamiento de unos 58.000 millones de euros ¿Cómo podrán amortizarlos sin la ayuda del Estado? Este es el milagro que van a tener que hacer los separatistas del señor Mas y compañía. Una situación que contrasta con las bravatas y los cuentos de la lechera con la que, estos políticos catalanes, engañan a todos aquellos que se han dejado arrastrar por las quimeras y fantasías de una Catalunya libre. Así es como vemos, señores, con gran preocupación, esta entelequia nacionalista.

Los mismos perros con diferentes collares. Catalunya de mal en peor

“Toda reforma, aún cuando sea necesaria, será llevada por los espíritus mediocres hasta un extremo tal que, a su vez, necesite ser reformado”, S.T Coleridge
Miguel Massanet
jueves, 4 de julio de 2013, 07:07 h (CET)
Es posible que, en el resto de España, se contemple el problema catalán con indiferencia y hasta no nos extrañaría que, en alguna autonomía, estuviesen pensando que lo mejor para los españoles sería que se accediera a las peticiones de los políticos nacionalistas y permitieran que esta sediciosa autonomía se separara de España, como un mal menor; para, con ello, conseguir recobrar la tranquilidad y librarse de las reclamaciones, las continuas reivindicaciones y los insultos y amenazas hacia el resto de la nación, con las que, una parte de los catalanes, se despachan a gusto para dar salida al resquemor y animosidad acumulados que, la habilidad de los políticos separatistas, ha sido capaz de imbuir en ellos, desde que se les dio manga ancha para demostrar impunemente su predisposición en contra de los españoles.

Sin embargo, habría que puntualizar que somos muchos los españoles que llevamos varias décadas residiendo en esta región, en la que hemos trabajado, formado una familia y sentado nuestras raíces; que no estamos dispuestos a que se nos deje abandonados sólo porque un gobierno mojigato, preocupado por evitar los problemas inherentes a enfrentarse con firmeza a los separatistas catalanes, haya tenido la debilidad de minusvalorar el problema catalán, dejando que pasara el tiempo sin impedir que, lo que empezó siendo una minoría fanática haya acabado por convertirse en una masa que, cada día, se va haciendo más fuerte al interpretar la abulia del señor Rajoy como una muestra evidente de que no va a hacer nada para impedir que se salgan con la suya.

Uno de los argumentos que más se esgrimen por aquellos que quieren la independencia, es el trato económico que reciben del Estado central, argumentando que Catalunya da más a España de lo que recibe de ella. Se quejan de que no pueden pagar las facturas a las farmacias, que no pueden pagar a los funcionarios y de que tienen que recortar servicios tan importantes como es el de la Salud pública o la misma Enseñanza, todo ello debido a que no reciben del Estado la financiación a la que creen que tienen derecho, aunque ello signifique que se recorte la que se les da a otras autonomías que, a juicio de quienes se quejan, no tienen la importancia ni económica ni financiera ni industrial ni, por supuesto, estratégica de Catalunya. La llamada financiación asimétrica, favorable a las aspiraciones de los políticos catalanes, exige para ellos que la discusión sobre su distribución de las dotaciones se discuta primero de forma bilateral entre el Estado y Catalunya, de igual a igual, sin perjuicio de que, el resto de la dotación económica prevista para el Ejercicio, se distribuyera después entre el resto de autonomías. ¿Dónde queda aquí el valor de la solidaridad entre regiones?.

En un principio, el gobierno del señor Rajoy, cuando estableció la Ley de Estabilidad Presupuestaria, estableció una financiación de acuerdo con unos baremos que se aplicarían por igual a todas las autonomías; la obligación de que, todas las autonomías, debían ajustarse e un déficit, el 1’5% del PIB, que no deberían sobrepasar salvo pena de ser intervenidas. Tanto el señor Guindos como el señor Montoro, especialmente este último, amenazaron con graves sanciones a quienes no se ajustaran al déficit establecido. El primer Ejercicio, el del 2012, dio por resultado que la mayoría de autonomías gobernadas por el PP cumplieron con el objetivo de déficit, pero las hubo que no y la que peor cumplió fue la catalana con un 2%, un 0’50% superior al previsto. La autonomía catalana recibió a cargo del FLA unos 5.000 millones de euros el mayor porcentaje de todas las autonomías y, para este año 2013 se calcula que puede sobrepasar los 9.000 millones de euros.

Pero los catalanes españoles no salimos de nuestro asombro cuando vemos como, el gobierno Central, está cediendo ante Catalunya; negociando, a través del señor Montoro y el señor Mas Colell una financiación especial para los catalanes y la posibilidad de que se les de opciones para aumentar el límite del déficit público por encima del de las demás regiones. Y esto, señores, cuando la amenaza de la celebración de una consulta popular, para lo que ellos llaman “el derecho a decidir”, que no es, ni más ni menos, que la antesala de la declaración de la independencia; se ha convertido en una de las prioridades del Gobern, acuciado por ERC. ¿Cómo se entiende que se siga aportando dinero, a costa de los impuestos de todos los españoles, a una comunidad que se está declarando insumisa, prescinde de las normas constitucionales y se niega a acatar las sentencias de los tribunales españoles; creando una serie de organismo, financiados con dinero público, para preparar la estructura del próximo “estat catalá”?.

A la vez, sigue manteniendo 7 embajadas y 35 oficinas comerciales en otros países a pesar de que, repetidamente, el Gobierno español les ha ofrecido compartir sus embajadas para que pudieran instalar en ellas oficinas comerciales. Por otra parte, siguen emperrados en mantener 7 TV catalanas, todas ellas deficitarias. Solo la TV3 cuesta a los catalanes cerca de 400 millones de euros anuales. Se siguen dotando las subvenciones para la enseñanza del catalán, el teatro, el cine; por cierto que, respecto a este último, como es deficitario y tiene poca salida, el Gobern ya está estudiando establecer una tasa sobre todas las familias catalanas para recaudar de 6 a 10 euros de cada una de ellas (anticipo para que, todos los que vivimos en Catalunya, nos preparemos para que, en caso de que sus utopías tuvieran lugar, sufrir la mayor presión fiscal de toda Europa).

La Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se van a gastar, sin ton ni son, para celebrar la conmemoración de la derrota los catalanes, comandados por Casanova, en manos del Felipe V, en 1.714 (se necesita ser masoquista para celebrar derrotas a falta de victorias de las que poder hacer gala) un porrada de euros, ya que, sólo el consistorio de Barcelona, tiene presupuestados 2’5 millones de euros para subvencionar 80 actos reivindicativos del famoso “derecho a decidir”. La realidad es que, a pesar de que nominalmente CIU ostenta la mayoría en el Parlament catalá, la realidad es que está mediatizada por ERC, que es quien está imponiendo la hoja de ruta del tema independentista y la que marca la política económica de izquierdas que acabará por imponerse si, en realidad, Catalunya llegara a independizarse.

Una pequeña muestra de los despilfarros del Gobern: política lingüística 150 millones; Sindic de Gregues 7’9 millones; Consejos Comarcales 630 millones; Medios Públicos de comunicación, 388 millones; Embajadas 35 millones; 5 consejeros del CAC a 100.000 euros cada uno de ellos; la Diada del 11 de septiembre 300.000 euros. Todas estas y muchas otras partidas, como son las de los escandalosos informes, sin utilidad alguna, y otras que no parece que los separatistas estén dispuestos a querer suprimir; que vienen contribuyendo a que, la Generalitat, tenga que soportar un endeudamiento de unos 58.000 millones de euros ¿Cómo podrán amortizarlos sin la ayuda del Estado? Este es el milagro que van a tener que hacer los separatistas del señor Mas y compañía. Una situación que contrasta con las bravatas y los cuentos de la lechera con la que, estos políticos catalanes, engañan a todos aquellos que se han dejado arrastrar por las quimeras y fantasías de una Catalunya libre. Así es como vemos, señores, con gran preocupación, esta entelequia nacionalista.

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