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Etiquetas | Entrevista | Detectives
Entrevista con el Director Operativo de Zenit Detectives, José María Alonso

"El Gobierno está vendiendo la seguridad pública"

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La profesión de detective ha pasado al primer plano con el escándalo de Método 3 y los cambios que prepara el Ejecutivo. Diario Siglo XXI acerca de primera mano la realidad de una profesión en la que se avecinan turbulencias.

Desde el inicio de la crisis en 2008 ¿en qué ha cambiado el perfil del detective?
Nosotros nacemos como empresa en 2004 y la realidad es que al principio la carga de trabajo era muy elevada. A partir de 2008 esto cambia y tenemos que ser nosotros los que salimos a buscar el trabajo.

El perfil no ha cambiado en exceso, es cierto que el tema del absentismo laboral debido a la actual situación económica ha bajado un 6% y este tipo de trabajos ya no son tan habituales. Pese a todo, seguimos haciendo investigaciones de bajas, con la única diferencia de que el tipo de persona que está de baja ya no es el mismo.

Antes de 2008 eran trabajadores que mientras estaban de baja, trabajaban en comercios de familiares, ahora esto ya no es así. Actualmente solemos tener muchas empresas que nos contratan para saber si los comerciales llevan un absentismo oculto, porque hay muchos que están varios días sin salir a la calle a trabajar porque sólo tiene que ir a la oficina central una vez a la semana.

Han crecido los informes económicos y de solvencia, han subido las contrataciones para localizar morosos al mismo tiempo que se han incrementado los estudios económicos de bienes de personas y empresas que se declaran insolventes para no pagar.

¿Se ha convertido en los últimos tiempos en una profesión más arriesgada?
Ser detectives es una profesión de relativo riesgo porque muchas veces a la persona que investigamos le cuesta entender que nosotros somos meros intermediarios. Con o sin crisis te puede pasar que una persona que sigues para averiguar un supuesto caso de infidelidad se ponga violenta.

No pasa habitualmente que haya agresiones verbales o físicas, porque hay en torno a 2.500 licencias en España, pero es normal que sucedan este tipo de actos de forma esporádica. El problema reside en que muchas veces no sabes a quien investigas, por ello lo primero que intentamos saber es para qué nos contratan.

¿Cómo puede influir la nueva legislación del Gobierno a raíz del caso de espionaje de Método 3?
El anteproyecto de ley del Gobierno es un desastre, ya que es muy pernicioso y nocivo, no sólo para los detectives sino para la sociedad. A diferencia de lo que se ha dicho las agencias de detectives estamos controladas por una unidad central de seguridad privada integrada en el Ministerio del Interior. Tenemos un libro de registro, que a final de cada año inspeccionan dos funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, en el que ponemos quién nos contrata, qué tenemos que investigar, a quién seguimos y si la investigación abarca al ámbito familiar, laboral o económico.

Lo que se ha pretendido vender que este sector es una jungla sin control, es falso. Cuando entre en vigor el anteproyecto se perderá la intimidad del cliente, porque tendremos que enviar todos los datos que tenemos a un servidor central de la Policía y no sabemos el uso que se va a hacer de ellos.

Por otro lado, la posibilidad de que las compañías de seguridad puedan tener divisiones de investigación en sus empresas es un despropósito, puesto que la propia empresa que pone la alarma en una casa sabrá todos los horarios de esa persona. Con esta norma se pierde intimidad porque se puede dar a pie a la creación de agencias de espionaje con un poder tremendo sobre los ciudadanos con información privilegiada de cuentas bancarias, rutinas, actividad laboral, etc.

Los detectives son una herramienta para ayudar a la sociedad, no para fiscalizar la vida de las personas.

¿Qué opinión le merece que dirigentes políticos estén implicados en casos de espionaje?
En España todas las personas son susceptibles de ser investigadas sean políticos o no. Nuestra norma es no hacer investigaciones políticas, porque salimos perjudicados. Para vivir y trabajar no necesitamos estos trabajos, si después se le investiga es como un ciudadano más. Además para que una investigación sea legal tiene que ser encargada por alguien que sea parte legítima interesada.

¿Han recibido algún encargo de dirigentes, políticos o partidos en alguna ocasión?
Sí, en alguna ocasión nos han llamado de parte de políticos a través de un despacho de abogados o un jefe de seguridad. Pero no es nuestro objetivo.

La anterior ley de Seguridad Privada era de 1992, ¿no se ha tardado demasiado en actualizarla en un sector de 1.500 empresas y que factura más de 3.600 millones de euros

El primer error es que nosotros dependemos del Ministerio del Interior, cuando deberíamos estar ubicados dentro del departamento de Justicia. La función de investigar hechos y conductas no tiene nada que ver con lo que hace un vigilante de seguridad en una urbanización o centro comercial.

La sociedad no demanda que una empresa de seguridad tenga detectives, sino que los políticos hagan bien su trabajo, ya que la facturación de la agencia de investigación representa sólo el 1% del sector de la seguridad privada. 

Las infiltraciones como métodos de investigación

¿Qué métodos siguen y cuáles son los problemas que habitualmente sacan a la luz?

Depende del trabajo que nos pide el cliente. En un caso de competencia desleal por parte del trabajador de una empresa, lo primero que necesitamos es tener los datos de la persona a investigar. Los verificamos, le seguimos en moto o en coche para ver si cumple con su trabajo. También es grabado en video para saber dónde entra, dónde sale, el tiempo que está, con quién. Esto se hace de 1 a 2 semanas durante la jornada laboral de la persona que investigamos, lo que se traduce en 8 o 12 horas de seguimiento al día.

Acto seguido se trata el vídeo y la información. Con todos los elementos en la mano, hacemos luego una labor de despacho y se hace un informe que consta de tres partes: fecha y hora de los sitios que frecuenta, un dossier con hasta 200 fotografías, dos dvds, uno de 1 hora para el cliente; otro para el juez si es necesario.

Hay trabajos, como el de robos de trabajadores en empresas, que conllevan más tiempo de trabajo. En este caso recurrimos a la infiltración. De hecho en la actualidad tenemos trabajando dentro de una empresa a un detective como mozo de almacén. Aquí se necesitan de seis meses a un año para tratar de sacar adelante la investigación.

¿Hasta qué punto deforman las películas o la televisión la profesión?

En realidad no tiene nada que ver lo que hacen los detectives en la ficción con el trabajo real de un detective. Nosotros por ley no podemos investigar un homicidio como si fuéramos la Policía. Las películas deformas nuestra realidad, porque hacen que no se conozca de verda nuestra profesión.

El 70% de nuestro trabajo corresponde a encargos de empresas, el 20% son de compañías y mutuas, mientras que el 10% proceden de despachos de abogados y particulares. La infidelidad se ha quedado en el despacho, aunque hemos llegado a tener clientes que se han llegado a gastar 18.000 euros para que siguiéramos a su mujer.

"El Gobierno está vendiendo la seguridad pública"

Entrevista con el Director Operativo de Zenit Detectives, José María Alonso
José Nácher Soler
jueves, 23 de mayo de 2013, 10:49 h (CET)
La profesión de detective ha pasado al primer plano con el escándalo de Método 3 y los cambios que prepara el Ejecutivo. Diario Siglo XXI acerca de primera mano la realidad de una profesión en la que se avecinan turbulencias.

Desde el inicio de la crisis en 2008 ¿en qué ha cambiado el perfil del detective?
Nosotros nacemos como empresa en 2004 y la realidad es que al principio la carga de trabajo era muy elevada. A partir de 2008 esto cambia y tenemos que ser nosotros los que salimos a buscar el trabajo.

El perfil no ha cambiado en exceso, es cierto que el tema del absentismo laboral debido a la actual situación económica ha bajado un 6% y este tipo de trabajos ya no son tan habituales. Pese a todo, seguimos haciendo investigaciones de bajas, con la única diferencia de que el tipo de persona que está de baja ya no es el mismo.

Antes de 2008 eran trabajadores que mientras estaban de baja, trabajaban en comercios de familiares, ahora esto ya no es así. Actualmente solemos tener muchas empresas que nos contratan para saber si los comerciales llevan un absentismo oculto, porque hay muchos que están varios días sin salir a la calle a trabajar porque sólo tiene que ir a la oficina central una vez a la semana.

Han crecido los informes económicos y de solvencia, han subido las contrataciones para localizar morosos al mismo tiempo que se han incrementado los estudios económicos de bienes de personas y empresas que se declaran insolventes para no pagar.

¿Se ha convertido en los últimos tiempos en una profesión más arriesgada?
Ser detectives es una profesión de relativo riesgo porque muchas veces a la persona que investigamos le cuesta entender que nosotros somos meros intermediarios. Con o sin crisis te puede pasar que una persona que sigues para averiguar un supuesto caso de infidelidad se ponga violenta.

No pasa habitualmente que haya agresiones verbales o físicas, porque hay en torno a 2.500 licencias en España, pero es normal que sucedan este tipo de actos de forma esporádica. El problema reside en que muchas veces no sabes a quien investigas, por ello lo primero que intentamos saber es para qué nos contratan.

¿Cómo puede influir la nueva legislación del Gobierno a raíz del caso de espionaje de Método 3?
El anteproyecto de ley del Gobierno es un desastre, ya que es muy pernicioso y nocivo, no sólo para los detectives sino para la sociedad. A diferencia de lo que se ha dicho las agencias de detectives estamos controladas por una unidad central de seguridad privada integrada en el Ministerio del Interior. Tenemos un libro de registro, que a final de cada año inspeccionan dos funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, en el que ponemos quién nos contrata, qué tenemos que investigar, a quién seguimos y si la investigación abarca al ámbito familiar, laboral o económico.

Lo que se ha pretendido vender que este sector es una jungla sin control, es falso. Cuando entre en vigor el anteproyecto se perderá la intimidad del cliente, porque tendremos que enviar todos los datos que tenemos a un servidor central de la Policía y no sabemos el uso que se va a hacer de ellos.

Por otro lado, la posibilidad de que las compañías de seguridad puedan tener divisiones de investigación en sus empresas es un despropósito, puesto que la propia empresa que pone la alarma en una casa sabrá todos los horarios de esa persona. Con esta norma se pierde intimidad porque se puede dar a pie a la creación de agencias de espionaje con un poder tremendo sobre los ciudadanos con información privilegiada de cuentas bancarias, rutinas, actividad laboral, etc.

Los detectives son una herramienta para ayudar a la sociedad, no para fiscalizar la vida de las personas.

¿Qué opinión le merece que dirigentes políticos estén implicados en casos de espionaje?
En España todas las personas son susceptibles de ser investigadas sean políticos o no. Nuestra norma es no hacer investigaciones políticas, porque salimos perjudicados. Para vivir y trabajar no necesitamos estos trabajos, si después se le investiga es como un ciudadano más. Además para que una investigación sea legal tiene que ser encargada por alguien que sea parte legítima interesada.

¿Han recibido algún encargo de dirigentes, políticos o partidos en alguna ocasión?
Sí, en alguna ocasión nos han llamado de parte de políticos a través de un despacho de abogados o un jefe de seguridad. Pero no es nuestro objetivo.

La anterior ley de Seguridad Privada era de 1992, ¿no se ha tardado demasiado en actualizarla en un sector de 1.500 empresas y que factura más de 3.600 millones de euros

El primer error es que nosotros dependemos del Ministerio del Interior, cuando deberíamos estar ubicados dentro del departamento de Justicia. La función de investigar hechos y conductas no tiene nada que ver con lo que hace un vigilante de seguridad en una urbanización o centro comercial.

La sociedad no demanda que una empresa de seguridad tenga detectives, sino que los políticos hagan bien su trabajo, ya que la facturación de la agencia de investigación representa sólo el 1% del sector de la seguridad privada. 

Las infiltraciones como métodos de investigación

¿Qué métodos siguen y cuáles son los problemas que habitualmente sacan a la luz?

Depende del trabajo que nos pide el cliente. En un caso de competencia desleal por parte del trabajador de una empresa, lo primero que necesitamos es tener los datos de la persona a investigar. Los verificamos, le seguimos en moto o en coche para ver si cumple con su trabajo. También es grabado en video para saber dónde entra, dónde sale, el tiempo que está, con quién. Esto se hace de 1 a 2 semanas durante la jornada laboral de la persona que investigamos, lo que se traduce en 8 o 12 horas de seguimiento al día.

Acto seguido se trata el vídeo y la información. Con todos los elementos en la mano, hacemos luego una labor de despacho y se hace un informe que consta de tres partes: fecha y hora de los sitios que frecuenta, un dossier con hasta 200 fotografías, dos dvds, uno de 1 hora para el cliente; otro para el juez si es necesario.

Hay trabajos, como el de robos de trabajadores en empresas, que conllevan más tiempo de trabajo. En este caso recurrimos a la infiltración. De hecho en la actualidad tenemos trabajando dentro de una empresa a un detective como mozo de almacén. Aquí se necesitan de seis meses a un año para tratar de sacar adelante la investigación.

¿Hasta qué punto deforman las películas o la televisión la profesión?

En realidad no tiene nada que ver lo que hacen los detectives en la ficción con el trabajo real de un detective. Nosotros por ley no podemos investigar un homicidio como si fuéramos la Policía. Las películas deformas nuestra realidad, porque hacen que no se conozca de verda nuestra profesión.

El 70% de nuestro trabajo corresponde a encargos de empresas, el 20% son de compañías y mutuas, mientras que el 10% proceden de despachos de abogados y particulares. La infidelidad se ha quedado en el despacho, aunque hemos llegado a tener clientes que se han llegado a gastar 18.000 euros para que siguiéramos a su mujer.

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