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Miopía infantil

Francisco Arias
Redacción
sábado, 29 de julio de 2006, 22:06 h (CET)
“Los ojos por que suspiras
sábelo bien
los ojos en que te miras
son ojos porque te ven.”
Antonio Machado ________
Hace unos años, el uso de gafas podía suponer una experiencia traumática para muchos niños, que tenían que soportar además de los apelativos cariñosos de sus compañeros, la incomodidad de una prótesis que no se adaptaba a ellos. Sin embargo, este rechazo a las gafas ha desaparecido prácticamente, porque el niño que las lleva ya no se siente un excepción o un caso aislado, sino parte de un amplio grupo.

Son muchos los problemas visuales que afectan a los niños de hoy: miopía, hipermetropía, astigmatismo, estrabismo... pero entre todos ellos la miopía parece estar cobrando singular importancia entre la población infantil de las sociedades desarrolladas.

Las fuertes miopías suelen detectarse a los pocos meses del nacimiento, sobre todo si existe un contexto de fuerte predisposición hereditaria. El defecto óptico es tan importante que el desarrollo visual se ve seriamente comprometido y limitado tan solo a visión de cerca. Pero la miopía puede no ser orgánica o congénita, sino tratarse de un problema adquirido a lo largo del desarrollo visual y ligado a las condiciones del entorno. En numerosos casos, la miopía infantil que aparece a partir de los 6 o 7 años, es una adaptación del sistema visual a las tensiones impuestas desde fuera.

Se ha constatado, que en los pueblos primitivos la tasa de miopía suele ser inferior al 1 por ciento, mientras que en las sociedades desarrolladas la miopía puede afectar a más del 40 por ciento de la población.

Algunos signos reveladores de la llamada miopía escolar, pero no especifica de ella, son el acercamiento excesivo del niño a lo que lee a lo que escribe. También es significativo que el niño vuelva a acercarse al televisor, al poco tiempo de haberle indicado que se ponga más lejos.

La mejor medida preventiva consiste en someter al niño a un examen de desarrollo visual al iniciar la escolaridad. Pero no hay que dudar en hacerlo antes si el niño presenta una desviación ocular, mira muy de cerca, manipula los objetos torpemente, estima mal las distancias, tropieza con frecuencia...

Cuando los niños se hallan de lleno en edad escolar, se recomienda hacer un examen de este tipo todos los años, o mejor, dos veces al año, una antes de iniciar el curso para comprobar que la principal herramienta para el aprendizaje se encuentra en perfecto estado, y otra al finalizar el año académico, pues es posible que el sistema visual acuse los efectos de nueve meses de esfuerzo y concentración, efectos que podrán pasar desapercibidos tras las vacaciones.

El cambio de actitud de la población infantil hacia las gafas se debe no sólo a la generalización de su uso, sino también al hecho de que ya no es el niño quien tiene que adaptarse a las gafas, sino al contrario. Las gafas para niños combinan hoy seguridad, comodidad y estética. Por otro lado, las lentes de compensación. Son especialmente recomendables en los casos de miopía progresiva, pues permiten la estabilización, e incluso la regresión del defecto óptico. Por último, el tratamiento de la miopía puede completarse también con una reeducación, basada en el entrenamiento visomotor.

No hay que olvidar que el desarrollo visual mantiene relaciones recíprocas con el desarrollo general del niño, por lo que toda la atención que le dediquemos a la visión sólo puede redundar en su beneficio. Y es que, como dijo el poeta:”Si bien se mira / todo lo que los ojos / ven no es mentira”.

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