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El fin de semana deportivo para España nos trajo las victorias de estos dos muchachos que, ocho años más tarde, siguen en la brecha

Alonso y Nadal: los de siempre, como casi siempre

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Mayo de 2005. Fernando Alonso, a sus 23 años y a lomos de su Renault, dominaba con mano de hierro el campeonato del mundo de Fórmula 1 después de ser segundo en el G.P. de España, sólo por detrás de Kimi Raikkonen. Por su parte, un muchachuelo de 18 años llamado Rafa Nadal comenzaba, con sus triunfos en Montecarlo y Roma -poco después llegaría Roland Garros-, a hacerse un hueco entre los más grandes de la historia del tenis. 


Mayo de 2013: Alonso y Ferrari ganan, con maestría y con la autoridad de los campeones, la cita nacional; mientras que Nadal suma un nuevo título en la tierra batida con el Masters 1000 de Madrid, su 23º trofeo de esta categoría y su 40º en el polvo de ladrillo. 

Ocho años de diferencia entre todos estos logros; casi dos lustros en los que hay que incluir dos títulos mundiales de Fórmula 1, siete Roland Garros, dos Wimbledon, un Open de Australia, un Open USA, un oro olímpico y dos años como número 1 de la ATP, entre otras cosas. 

Ninguno de los dos son, hoy en día y clasificación en mano, los primeros en sus respectivos deportes, pero hay razones para soñar de nuevo con la gloria. A la maestría habitual del asturiano al volante de su monoplaza hay que añadir, dato importantísimo donde los haya, la enorme mejora en las prestaciones de un Ferrari, el F-138, que hasta el momento se está comportando, por fin, como corresponde a la más gloriosa escudería en la historia de la Fórmula 1. 

El espectáculo ofrecido ayer por Alonso en Montmeló –segunda victoria de su vida en el G.P. de España, y tercera en un circuito español tras el G.P. de Europa en Valencia el pasado año-, además de levantar al público de sus asientos, le coloca en tercer lugar de la general, a 17 puntos de Vettel. Pero si se ausenta la mala suerte que hubo en Malasia y Bahrein, respetando tanto al germano como a Raikkonen y su Lotus, el tercer título debería llegar, por fin, en 2013. 

Y a Rafa… a Rafa hay que hacerle un monumento, pero ya. Sin estar a tope del todo en la Caja Mágica –pero mejorando sobremanera a medida que avanzaba la competición-, lo cierto es que Nadal ha vuelto a ganar un Masters 1000, su segundo del año tras Indian Wells. Un torneo, el madrileño, en el que estaban todos los mejores del mundo aunque cayeran pronto, y en el que Nadal venció ayer por tercera vez, segunda desde que se juega en tierra batida. 

El manacorí ya ha alcanzado a la “bestia” Thomas Muster en el ránking de torneos ganados en su superficie predilecta, y está a sólo seis de Guillermo Vilas. Y lo más importante: tras el fiasco en la final de Montecarlo, nuestro Rafa sigue poniendo las bases para, si la rodilla le respeta, volver a ganar en París… y, aunque hay que ir paso a paso y sin prisas, quién sabe si también regresar, allá por noviembre cuando finalice la Masters Cup, a la cima del tenis mundial. Amén.

Alonso y Nadal: los de siempre, como casi siempre

El fin de semana deportivo para España nos trajo las victorias de estos dos muchachos que, ocho años más tarde, siguen en la brecha
Victor Diaz
lunes, 13 de mayo de 2013, 13:47 h (CET)
Mayo de 2005. Fernando Alonso, a sus 23 años y a lomos de su Renault, dominaba con mano de hierro el campeonato del mundo de Fórmula 1 después de ser segundo en el G.P. de España, sólo por detrás de Kimi Raikkonen. Por su parte, un muchachuelo de 18 años llamado Rafa Nadal comenzaba, con sus triunfos en Montecarlo y Roma -poco después llegaría Roland Garros-, a hacerse un hueco entre los más grandes de la historia del tenis. 

Mayo de 2013: Alonso y Ferrari ganan, con maestría y con la autoridad de los campeones, la cita nacional; mientras que Nadal suma un nuevo título en la tierra batida con el Masters 1000 de Madrid, su 23º trofeo de esta categoría y su 40º en el polvo de ladrillo. 

Ocho años de diferencia entre todos estos logros; casi dos lustros en los que hay que incluir dos títulos mundiales de Fórmula 1, siete Roland Garros, dos Wimbledon, un Open de Australia, un Open USA, un oro olímpico y dos años como número 1 de la ATP, entre otras cosas. 

Ninguno de los dos son, hoy en día y clasificación en mano, los primeros en sus respectivos deportes, pero hay razones para soñar de nuevo con la gloria. A la maestría habitual del asturiano al volante de su monoplaza hay que añadir, dato importantísimo donde los haya, la enorme mejora en las prestaciones de un Ferrari, el F-138, que hasta el momento se está comportando, por fin, como corresponde a la más gloriosa escudería en la historia de la Fórmula 1. 

El espectáculo ofrecido ayer por Alonso en Montmeló –segunda victoria de su vida en el G.P. de España, y tercera en un circuito español tras el G.P. de Europa en Valencia el pasado año-, además de levantar al público de sus asientos, le coloca en tercer lugar de la general, a 17 puntos de Vettel. Pero si se ausenta la mala suerte que hubo en Malasia y Bahrein, respetando tanto al germano como a Raikkonen y su Lotus, el tercer título debería llegar, por fin, en 2013. 

Y a Rafa… a Rafa hay que hacerle un monumento, pero ya. Sin estar a tope del todo en la Caja Mágica –pero mejorando sobremanera a medida que avanzaba la competición-, lo cierto es que Nadal ha vuelto a ganar un Masters 1000, su segundo del año tras Indian Wells. Un torneo, el madrileño, en el que estaban todos los mejores del mundo aunque cayeran pronto, y en el que Nadal venció ayer por tercera vez, segunda desde que se juega en tierra batida. 

El manacorí ya ha alcanzado a la “bestia” Thomas Muster en el ránking de torneos ganados en su superficie predilecta, y está a sólo seis de Guillermo Vilas. Y lo más importante: tras el fiasco en la final de Montecarlo, nuestro Rafa sigue poniendo las bases para, si la rodilla le respeta, volver a ganar en París… y, aunque hay que ir paso a paso y sin prisas, quién sabe si también regresar, allá por noviembre cuando finalice la Masters Cup, a la cima del tenis mundial. Amén.

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