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La decadencia de los fantoches del terrorismo mediático se hace cada vez más evidente en Sudamérica

Terrorismo mediático sigue sumando derrotas

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Por estas fechas la presidenta argentina Cristina Fernández anunció que ganó un juicio en Italia al diario Corriere de La Sera, que se había prestado a una maniobra evidentemente urdida en Argentina, en la que también se involucrara el diario La Nación de Buenos Aires. El medio impreso italiano había publicado falsa información sobre imaginarios derroches de la mandataria argentina en Europa, en el contexto de un viaje realizado por ésta a Bulgaria.

La presidenta aclaró que su intención nunca fue realizar un juicio a la prensa, menos aún la italiana, pero se vio obligada al verse dañada la investidura presidencial de su país. Finalmente, el 2 de mayo del presente año, la justicia italiana dio la razón a Cristina y obligó al diario italiano a pagar más de cuarenta mil euros por haber publicado difamaciones que jamás pudo probar, y que evidentemente fueron noticias “colocadas” desde la Argentina.

El método de “colocar” noticias en medios de otros países para repetirlas como ciertas en el propio fue inaugurada por Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, cuando la CIA realizaba estas operaciones para mentir a la opinión pública norteamericana sobre el desfavorable curso del conflicto bélico en Indochina.

No queremos imaginarnos en Paraguay, las fortunas que debería pagar Aldo Zucolillo por todas las difamaciones que viene perpetrando desde hace varias décadas, desde su diario ABC color. Tanto brilla por su ausencia la ética en sus publicaciones, que por estos días se encuentra realizando una campaña contra sus competidores en el negocio de la imprenta, que realizan trabajos de impresión para la ANDE, una oficina pública que administra la energía eléctrica en Paraguay.

Tan desastrosas han sido sus últimas campañas, que toda la clase política nacional ha dejado de lado sus libretos contra la integración regional, luego de la comprometedora situación en la que quedó Paraguay por adoptar su recalcitrante discurso anti-chavista y anti-integracionista. Pero el decadente terrorismo mediático, que hoy solo suma derrotas, sigue nostálgico de sus glorias pasadas. Hagamos memoria.

La SIP, una Gloriosa Victoria
La creación de la SIP, nacida bajo los mejores augurios en Nueva York en 1950, fue una operación en que la inteligencia estadounidense pirateó descaradamente la organización panamericana legítima creada en La Habana en 1943. La SIP fue una criatura creada por la CIA, y como tal desde el comienzo evidenció sus objetivos de utilizar a la prensa como herramienta de dominación neo colonial en beneficio del imperio y de las oligarquías latinoamericanas. Sus fundadores y dirigentes máximos, los que sentaron las bases de su funcionamiento y orientación ideológica marcadamente anticomunista, fueron los agentes de la CIA Jules Dubois y Joshua Powers, y el funcionario del Departamento de Estado, Tom Wallace.

Dubois, un Coronel de la inteligencia militar norteamericana que posteriormente devino en corresponsal del Chicago Tribune en Latinoamérica, y que llegó a ganarse diatribas del mismo Juan Domingo Perón, presidió la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP hasta su muerte. Fallecido el 16 de agosto de 1966, a la edad de 56 años en un hotel de Bogotá, los restos de Dubois hoy yacen en Arlington junto a despojos de varios presidentes norteamericanos.

Aunque el mundo del periodismo casi lo haya olvidado hoy, el ilustre Dubois fue retratado por el pintor mexicano Diego Rivera en el mural Gloriosa Victoria. En dicha obra Rivera condena al golpe militar promovido en Guatemala por la CIA y la empresa bananera United Fruit en junio de 1954. En ella aparecen dibujados, además de Dubois, el presidente Dwight Eisenhower (caricaturizado con la forma de una bomba), el dictador guatemalteco Carlos Castillo Armas, el embajador norteamericano John Emil Peurifoy y el secretario de Estado John Foster Dulles, hermano mayor de Allen Welsh Dulles, ex presidente de la United Fruit y primer director civil de la CIA en 1953.

Fue precisamente John Foster Dulles, ex asesor legal de la compañía bananera y abogado de Prescott Bush –abuelo del presidente George W. Bush– quien calificó al derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz y la imposición de Castillo Armas como una gloriosa victoria. De ahí el título elegido por Diego Rivera para su mural. Aquel golpe llevó al arresto de más de 12 mil personas, disolvió gremios y sentó el más grave precedente para la subsiguiente guerra civil que causó estragos en Guatemala.

El edificio que alberga las instalaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), ubicado en el número 1801 South West de la Tercera Avenida de Miami, lleva el nombre de Dubois.

Nuestros Hijos de P
Hoy podría decirse que la SIP se mantuvo alo largo de su poco más de medio siglo de existencia, estrictamente fiel a la tradición de sus padres fundadores.

En el curso de los años, la asociación de magnates de la prensa comercial que fundara Dubois distorsionó informaciones sobre las guerras de Indochina y África en beneficio del imperio, infiltró la UNESCO, para defender el control de la información por el sector privado; participó en la propaganda sucia contra el gobierno democrático de Salvador Allende; y se mantuvo bien callada durante el golpe contra el presidente Hugo Chávez. Mientras nunca se perdió una oportunidad de atacar a Cuba.

Ello explica la conducta complaciente mantenida durante decenios con las brutales tiranías latinoamericanas, aún ante los casos de asesinatos de periodistas, la clausura de medios y el establecimiento de períodos de censura, casi siempre aplicados contra publicaciones de izquierda.

En Cuba, por ejemplo, la misma SIP que mantuvo silencio cómplice en los años sangrientos de la dictadura de Fulgencio Batista. Otro tanto hicieron sus personeros en Paraguay, donde sus referentes principales no sólo callaron los abusos de Stroessner sino hasta defendieron al dictador en sus editoriales, del mismo modo que dedicaron loas y panegíricos a Videla y Pinochet.

De Reporteros sin Fronteras (RSF) se puede decir otro tanto, solo que esta constituye un engendro, quizás más elaborado que la SIP, de la CIA, la NED y la USAID, agencias federales norteamericanas dedicadas a financiar, con sumas millonarias, la confusión ideológica y la subversión contra gobiernos de arraigo popular. Robert Menard, con nada de periodista y mucho de millonario, por obra y gracia de sus patrocinadores imperialistas, es otro Jules Dubois, enfrascado en elaborar listas complacientes para hacer el trabajo sucio del Departamento de Estado y la Casa Blanca. Lo corrobora con sus últimas falacias en las que intenta dar justificación al asesinato del camarógrafo español José Cousso, muerto a manos de un tanque norteamericano en el corazón del Bagdad ocupado.

Basta este solo ejemplo para comprender que la libertad para imponer la visión del mundo que responde a sus intereses, aún a costa de mentir, engañar o tergiversar es todo lo que defienden la SIP y RSF.

En los últimos años, la SIP ha uniformado todas sus intervenciones públicas utilizando los conceptos más agresivos de la retórica del Departamento de Estado norteamericano contra Cuba y Venezuela, en coordinación con otras organizaciones financiadas por Washington, tales como Reporteros Sin Fronteras.

La SIP aunque pretenda ser otra cosa, ha sido definida apenas como un núcleo duro de grandes fortunas latinoamericanas que pretenden representar a la libertad de prensa, aunque abunden en su nómina exponentes de intereses contrapuestos a los que proclama.

Inexorable decadencia
Los significativos logros en la lucha contra el terrorismo mediático permiten vislumbrar que su hegemonía hoy está en entredicho. El avance del periodismo digital y las tecnologías van cambiando paulatinamente un mundo en que los dinosaurios tendrán que desaparecer inexorablemente, y los tiempos ya vienen dando sus signos.

Todo indica que la cofradía maccartista de la SIP ya no es la de antes, y la omnipotencia de ayer se está yendo barrida como las hojas secas de un árbol viejo, llevándose gran parte de sus delirios de poder paralelo que empezó a decaer ya con la finalización de la guerra fría.

Igual que otros antiguos favorecidos del imperio, hoy nuestros héroes de la prensa ven esfumarse sus privilegios por la falta de un contexto internacional que les permitía abusos en nombre de la polaridad este y oeste. La SIP ha ingresado a una etapa de franca decadencia y de héroes de la propaganda imperialista hoy han pasado a ser simples villanos y parásitos que ya no se justifican como antaño ante los ojos de sus amos.

La suerte de Ben Laden, Somoza, Stroessner, Pinochet, Mobutu, Savimbi y otros tantos caídos en desgracia con sus titiriteros del norte, la temida caída final, es todo lo que hoy le queda por delante a los fantoches de la SIP.

Terrorismo mediático sigue sumando derrotas

La decadencia de los fantoches del terrorismo mediático se hace cada vez más evidente en Sudamérica
Luis Agüero Wagner
lunes, 6 de mayo de 2013, 11:03 h (CET)
Por estas fechas la presidenta argentina Cristina Fernández anunció que ganó un juicio en Italia al diario Corriere de La Sera, que se había prestado a una maniobra evidentemente urdida en Argentina, en la que también se involucrara el diario La Nación de Buenos Aires. El medio impreso italiano había publicado falsa información sobre imaginarios derroches de la mandataria argentina en Europa, en el contexto de un viaje realizado por ésta a Bulgaria.

La presidenta aclaró que su intención nunca fue realizar un juicio a la prensa, menos aún la italiana, pero se vio obligada al verse dañada la investidura presidencial de su país. Finalmente, el 2 de mayo del presente año, la justicia italiana dio la razón a Cristina y obligó al diario italiano a pagar más de cuarenta mil euros por haber publicado difamaciones que jamás pudo probar, y que evidentemente fueron noticias “colocadas” desde la Argentina.

El método de “colocar” noticias en medios de otros países para repetirlas como ciertas en el propio fue inaugurada por Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, cuando la CIA realizaba estas operaciones para mentir a la opinión pública norteamericana sobre el desfavorable curso del conflicto bélico en Indochina.

No queremos imaginarnos en Paraguay, las fortunas que debería pagar Aldo Zucolillo por todas las difamaciones que viene perpetrando desde hace varias décadas, desde su diario ABC color. Tanto brilla por su ausencia la ética en sus publicaciones, que por estos días se encuentra realizando una campaña contra sus competidores en el negocio de la imprenta, que realizan trabajos de impresión para la ANDE, una oficina pública que administra la energía eléctrica en Paraguay.

Tan desastrosas han sido sus últimas campañas, que toda la clase política nacional ha dejado de lado sus libretos contra la integración regional, luego de la comprometedora situación en la que quedó Paraguay por adoptar su recalcitrante discurso anti-chavista y anti-integracionista. Pero el decadente terrorismo mediático, que hoy solo suma derrotas, sigue nostálgico de sus glorias pasadas. Hagamos memoria.

La SIP, una Gloriosa Victoria
La creación de la SIP, nacida bajo los mejores augurios en Nueva York en 1950, fue una operación en que la inteligencia estadounidense pirateó descaradamente la organización panamericana legítima creada en La Habana en 1943. La SIP fue una criatura creada por la CIA, y como tal desde el comienzo evidenció sus objetivos de utilizar a la prensa como herramienta de dominación neo colonial en beneficio del imperio y de las oligarquías latinoamericanas. Sus fundadores y dirigentes máximos, los que sentaron las bases de su funcionamiento y orientación ideológica marcadamente anticomunista, fueron los agentes de la CIA Jules Dubois y Joshua Powers, y el funcionario del Departamento de Estado, Tom Wallace.

Dubois, un Coronel de la inteligencia militar norteamericana que posteriormente devino en corresponsal del Chicago Tribune en Latinoamérica, y que llegó a ganarse diatribas del mismo Juan Domingo Perón, presidió la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP hasta su muerte. Fallecido el 16 de agosto de 1966, a la edad de 56 años en un hotel de Bogotá, los restos de Dubois hoy yacen en Arlington junto a despojos de varios presidentes norteamericanos.

Aunque el mundo del periodismo casi lo haya olvidado hoy, el ilustre Dubois fue retratado por el pintor mexicano Diego Rivera en el mural Gloriosa Victoria. En dicha obra Rivera condena al golpe militar promovido en Guatemala por la CIA y la empresa bananera United Fruit en junio de 1954. En ella aparecen dibujados, además de Dubois, el presidente Dwight Eisenhower (caricaturizado con la forma de una bomba), el dictador guatemalteco Carlos Castillo Armas, el embajador norteamericano John Emil Peurifoy y el secretario de Estado John Foster Dulles, hermano mayor de Allen Welsh Dulles, ex presidente de la United Fruit y primer director civil de la CIA en 1953.

Fue precisamente John Foster Dulles, ex asesor legal de la compañía bananera y abogado de Prescott Bush –abuelo del presidente George W. Bush– quien calificó al derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz y la imposición de Castillo Armas como una gloriosa victoria. De ahí el título elegido por Diego Rivera para su mural. Aquel golpe llevó al arresto de más de 12 mil personas, disolvió gremios y sentó el más grave precedente para la subsiguiente guerra civil que causó estragos en Guatemala.

El edificio que alberga las instalaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), ubicado en el número 1801 South West de la Tercera Avenida de Miami, lleva el nombre de Dubois.

Nuestros Hijos de P
Hoy podría decirse que la SIP se mantuvo alo largo de su poco más de medio siglo de existencia, estrictamente fiel a la tradición de sus padres fundadores.

En el curso de los años, la asociación de magnates de la prensa comercial que fundara Dubois distorsionó informaciones sobre las guerras de Indochina y África en beneficio del imperio, infiltró la UNESCO, para defender el control de la información por el sector privado; participó en la propaganda sucia contra el gobierno democrático de Salvador Allende; y se mantuvo bien callada durante el golpe contra el presidente Hugo Chávez. Mientras nunca se perdió una oportunidad de atacar a Cuba.

Ello explica la conducta complaciente mantenida durante decenios con las brutales tiranías latinoamericanas, aún ante los casos de asesinatos de periodistas, la clausura de medios y el establecimiento de períodos de censura, casi siempre aplicados contra publicaciones de izquierda.

En Cuba, por ejemplo, la misma SIP que mantuvo silencio cómplice en los años sangrientos de la dictadura de Fulgencio Batista. Otro tanto hicieron sus personeros en Paraguay, donde sus referentes principales no sólo callaron los abusos de Stroessner sino hasta defendieron al dictador en sus editoriales, del mismo modo que dedicaron loas y panegíricos a Videla y Pinochet.

De Reporteros sin Fronteras (RSF) se puede decir otro tanto, solo que esta constituye un engendro, quizás más elaborado que la SIP, de la CIA, la NED y la USAID, agencias federales norteamericanas dedicadas a financiar, con sumas millonarias, la confusión ideológica y la subversión contra gobiernos de arraigo popular. Robert Menard, con nada de periodista y mucho de millonario, por obra y gracia de sus patrocinadores imperialistas, es otro Jules Dubois, enfrascado en elaborar listas complacientes para hacer el trabajo sucio del Departamento de Estado y la Casa Blanca. Lo corrobora con sus últimas falacias en las que intenta dar justificación al asesinato del camarógrafo español José Cousso, muerto a manos de un tanque norteamericano en el corazón del Bagdad ocupado.

Basta este solo ejemplo para comprender que la libertad para imponer la visión del mundo que responde a sus intereses, aún a costa de mentir, engañar o tergiversar es todo lo que defienden la SIP y RSF.

En los últimos años, la SIP ha uniformado todas sus intervenciones públicas utilizando los conceptos más agresivos de la retórica del Departamento de Estado norteamericano contra Cuba y Venezuela, en coordinación con otras organizaciones financiadas por Washington, tales como Reporteros Sin Fronteras.

La SIP aunque pretenda ser otra cosa, ha sido definida apenas como un núcleo duro de grandes fortunas latinoamericanas que pretenden representar a la libertad de prensa, aunque abunden en su nómina exponentes de intereses contrapuestos a los que proclama.

Inexorable decadencia
Los significativos logros en la lucha contra el terrorismo mediático permiten vislumbrar que su hegemonía hoy está en entredicho. El avance del periodismo digital y las tecnologías van cambiando paulatinamente un mundo en que los dinosaurios tendrán que desaparecer inexorablemente, y los tiempos ya vienen dando sus signos.

Todo indica que la cofradía maccartista de la SIP ya no es la de antes, y la omnipotencia de ayer se está yendo barrida como las hojas secas de un árbol viejo, llevándose gran parte de sus delirios de poder paralelo que empezó a decaer ya con la finalización de la guerra fría.

Igual que otros antiguos favorecidos del imperio, hoy nuestros héroes de la prensa ven esfumarse sus privilegios por la falta de un contexto internacional que les permitía abusos en nombre de la polaridad este y oeste. La SIP ha ingresado a una etapa de franca decadencia y de héroes de la propaganda imperialista hoy han pasado a ser simples villanos y parásitos que ya no se justifican como antaño ante los ojos de sus amos.

La suerte de Ben Laden, Somoza, Stroessner, Pinochet, Mobutu, Savimbi y otros tantos caídos en desgracia con sus titiriteros del norte, la temida caída final, es todo lo que hoy le queda por delante a los fantoches de la SIP.

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