Por desgracia no es nuevo que determinados grupos antisistema se hagan notar cada vez que se celebra una cumbre de altos dirigentes internacionales en algún lugar del mundo. Lo peculiar de la celebrada este último fin de semana de agosto en la localidad francesa de Biarritz es que los protagonistas del boicot, la agitación callejera y la propaganda contra el G7 han sido los potenciales socios de Sánchez para la formación de un nuevo Gobierno, aquellos con los que sacó adelante la moción de censura contra el Ejecutivo de Rajoy, o en los que ha decidido apoyarse para gobernar Navarra.
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