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Etiquetas | Política | Cataluña | Hablemos sin tapujos
Tendríamos que preguntarnos, con objetividad, si después de la retirada del 155 en Cataluña, aquello que se quiso prevenir con su aplicación se ha conseguido o, por el contrario, la situación ha empeorado

¿Sería necesario volver a aplicar el 155 en Cataluña?

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Es evidente que ninguno de los partidos políticos, con excepción de Ciudadanos del señor Albert Rivera y, con menos convencimiento e intensidad, el PP del señor Casado; el hablar en estos momentos de verdadera inestabilidad política en España de la situación en Cataluña, de las amenazas, desafíos, discursos de índole separatista o las esporádicas convocatorias a ocupar las calles con señeras y eslóganes en petición de la “liberación de los presos políticos” ( como si esta facultad estuviera en manos del Gobierno y no fuera competencia exclusiva de los tribunales de Justicia), cuando todos sabemos que se trata de políticos presos por, presuntamente, haber intentado encabezar una revolución que tendría por objetivo conseguir la división de la nación española mediante la separación de la comunidad catalana del resto de España; no parece ser el tema más adecuado para aquellos partidos que están a la busca de apoyos para conseguir la investidura, como presidente del gobierno, a uno de sus líderes y, es probable, que tampoco les interese remover la tierra bajo sus propios pies a aquellos otros que intentan conseguir sacar tajada de su posición de bisagra, pero saben que uno de sus defectos mayores ha sido apoyar a los catalanes en su petición de independencia, como es el caso de Podemos, lo que les impide mentar a la “bicha” si no quieren que salgan a relucir sus “pecadillos” de hace sólo unos pocos meses.

No estamos de acuerdo respecto a la política con la que el señor Rivera parece querer eliminar a su oponente de la derecha, el PP, o a su otro oponente de más a la derecha,Vox y mucho menos que rechace la fórmula de acudir a las elecciones en los distritos en los que ambos partidos, acudiendo unidos, podrían sacar réditos electorales más satisfactorios que si lo hicieran, cada uno de ellos por su cuenta, que es lo que parece querer defender, no se sabe con qué posibles argumentos, el líder de Ciudadanos. Pero hay un punto en todo lo que pide, con insistencia, el señor Albert Rivera, en el que tenemos que darle la razón; no solamente porque la retirada de este artículo y la convocatoria de unas elecciones apenas a los tres meses, fue uno de los errores garrafales en los que incurrió el anterior gobierno del PP, dirigido por el señor Rajoy; sino porqué es urgente pararles los pies al señor Torres, Puigdemont y demás separatistas que están intentando acabar con España.

El que no haya querido ver la evolución del independentismo catalán hacia un anquilosamiento, un reforzamiento de sus instituciones en cuanto al empeño de mantener sus objetivos de alcanzar la independencia y un consenso preocupante en cuanto a criticar a la Justicia española por el procesamiento de aquellos que fueron los que, aparentemente, más influyeron, más se implicaron y con más descaros se enfrentaron a los tribunales del reino y más oposición hicieron a la prohibición del TC y el resto de instituciones del Estado, a la convocatoria ilegítima y anticonstitucional del referendo en Cataluña, infringiendo con ello el mandato de la Constitución de 1978.

Es evidente que la aplicación, en aquella ocasión, del Artº155 de la CE fue adecuado, pese a que se hizo tarde y, lo que es peor, una especie de vértigo a lo que podrían ser sus consecuencias, a pesar de que todas las amenazas de los soberanistas quedaron por aquel entonces reducidas a agua de borrajas, hizo que el Gobierno, apretado por el resto de partidos políticos, renunciara a su aplicación, con lo que todo el efecto provechoso que había traído a Cataluña su puesta en funcionamiento, al poco tiempo de ser desactivado, todo lo que se había conseguido se perdió y los separatistas encabezados por sus líderes nacionalistas, contentos de haber conseguido la retirada de la guardia Civil y la Policía, empezaron a explotar aquella ventaja de modo que pronto, el señor Torra y sus satélites, impusieron la línea dura que era la que pretendía, desde su refugio dorado en Waterloo, en señor Puigdemont.

No sabemos la información que tienen, en Madrid, los señores del Gobierno en funciones, respeto a lo que está sucediendo en Cataluña, respecto a lo que se está intentando imbuir en la mente de los catalanes por el actual gobierno de la Generalitat y, aunque es evidente que no todos están de acuerdo en el modo con el que se ha de tratar el asunto de los políticos presos y, lo que todavía es más importante, la forma con la que se debe reaccionar en el caso, por supuesto el más previsible, de que se les apliquen sentencias importantes a los que están siendo juzgados por el TS.

Unos, encabezados por Torras y Puigdemont, están empeñados en intentar levantar a todos los catalanes contra lo que ellos califican como una “machada” del Estado para humillar a los catalanes; aunque hay otros que hubieran preferido utilizar medios menos radicales y buscar salidas airosas al Gobierno, como pudiera ser conseguir el indulto una vez se hubiera dictado la sentencia. Claro que por medio están los que están esperando a que concluya el juicio y se dicten las condenas para acudir directamente al Tribunal de Estrasburgo con el objetivo de acusar a España de haber atentado contra las ideas políticas de unos políticos y no por haber cometido delitos que para ellos no lo son. En tanto se resolviera este tema, no es probable que el Gobierno en funciones se decidiera a ejercer benevolencia con los condenados, que se podría interpretar como una monumental bajada de pantalones, por miedo a lo que, el Tribunal de Estrasburgo, pudiera decidir al respeto.

Es evidente que el TS se ha amarrado los machos y la forma exquisita y concienzuda con la que el señor presidente de dicho tribunal, señor Marchena, ha conducido la causa y lo detallista que ha estado, impidiendo que ninguno de los abogados, tanto defensores como la fiscalía y la acusación particular, pudieran cometer algún abuso, error o ilegalidad de los que los encausados pudieran valerse ante Estrasburgo para pedir la revisión o la anulación de la causa que contra los acusados se ha llevado, ante el TS; algo que nos hace pensar que, un juicio ante el tribunal de Derechos Humanos, iba a conducir al mismo resultado y, en consecuencia, dictar una sentencia en consonancia con la emitida por nuestro TS.

Pero todo lo que está ocurriendo ante los tribunales de Justicia no debiera de entorpecer que se arbitrasen las medidas oportunas para atajar lo que se está preparando en Cataluña. El miedo del señor Pedro Sánchez a que si se aplicase de nuevo el 155 en Cataluña le restase un probable apoyo a su investidura por los partidos separatistas catalanes; unido a unas interpretaciones legales que parece que exigirían una situación más grave en Cataluña ( no podemos imaginarnos otra peor, salvo que la revolución se llevara a cabo mediante una sublevación pública, con armas, algo que, en la situación actual no parece demasiado probable, aunque el aumento del número de mozos de escuadra y algunas declaraciones de políticos extremistas catalanes parecen querer indicar que existe la intención de crear un pequeño ejército para la “defensa de Cataluña”). Somos de los que pensamos que el Estado, simplemente usando el Código Penal y las leyes administrativas ya tendría medios suficientes para poner orden en Cataluña, si no fuera por esta postura contemplativa que han venido adoptando, no solamente ahora con el señor Pedro Sánchez al frente del PSOE, sino también cuando el señor Rajoy, con mayoría absoluta, estuvo al frente del Gobierno y fue cuando perdió la ocasión de utilizar mano dura y prefirió intentar ganarse a los catalanes a base de hacerles traspasos de dinero, sin darse cuenta de que, aparte de acogerlo con gran satisfacción, ellos lo que verdaderamente esperaban era otro tipo de acuerdos que les permitiera gobernarse a sí mismos, sin tener obligación alguna de responder de sus actos ni dar cuenta a ningún otro gobierno ni, naturalmente, al propio gobierno español. Y mientras los españoles tenemos que soportar que ministras como la señora ministra de Economía y Empresa, señora Nadia Calviño, por la COPE, nos intenta hacer creer que España va perfectamente, que el empleo sigue boyante, que estamos mejor preparados que ninguna otra nación europea para que, en el caso de que llegase una nueva crisis, resistirla tranquilamente sin que nadie tuviera que alarmarse ante una posibilidad semejante. ¿Por qué sus palabras nos recuerdan las del inefable Rodriguez Zapatero cuando negaba que España estuviera en crisis?

Se dice que, la señora Calviño, es una de las personas mejor preparadas del ejecutivo del señor Sánchez, lo que no quiere decir que sea la que mejor sepa mentir. Si hubiera sido menos optimista, si hubiera hecho algo de autocrítica para su partido o si hubiera admitido que las señales que van apareciendo y que son anunciadas desde todos los ámbitos económicos de Europa y de los EE.UU eran preocupantes, es posible que hubiéramos tragado el sapo, pero el pintarnos una España idílica, que funciona perfectamente, que cumple con todos los requisitos que nos exige la UE y que no debemos de preocuparnos de nada estando la responsabilidad de gobernar en manos de sus colegas socialistas, es suficiente para que cualquier persona que pise la calle, que sabe lo que está sucediendo a su alrededor, que se entera de lo que sucede en las naciones de alrededor y que no se chupa el dedo, sepa sumar dos más dos y sacar sus propias consecuencias que , por supuesto, no van a coincidir nunca con las de esta señora que intenta, como lo hacen la Montero, la Celaá y la, vicepresidenta, señora Calvo, meternos un embolado que no se lo salta el mismo Litri. Si las feministas, que tanto auge van cogiendo, amparadas por estas izquierdas que nos gobiernan, aunque sea transitoriamente o como les gusta decir “en funciones”, siguen empeñadas en defender la supremacía de las mujeres por encima de los hombres, van a tener difícil de mantener esta teoría si nos ponen como ejemplo este póker de ministras que, en definitiva, lo único que vienen demostrando es que no son otra cosa que “la voz de su amo” el señor Sánchez, que hace con ellas lo que quiere y ellas lo abanican con sendos flabelos de plumas de avestruz, esperando conseguir una sonrisa de aprobación de su líder estimado, con lo que ya se sentirían suficientemente recompensadas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que lamentar que, como les sucede a muchos, los árboles de la investidura fallida del señor Sánchez, les impida, a él y a sus seguidores del gobierno en funciones, ver con claridad lo que se está tramando en Cataluña por aquellos que ya hace tiempo que se han dado cuenta de que el Estado no se atreve a ponerlos firmes y, con una tolerancia impropia de quienes tienen la obligación de preservar la unidad de España, van permitiendo que día a día, mes a mes y año a año, los separatistas y soberanistas catalanes vayan ganando terreno, se vayan atribuyendo más competencias, desprecien a nuestros tribunales de Justicia, desobedezcan nuestras leyes y los mandatos constitucionales y nadie, nadie en absoluto, en este desnortado país, parece darse cuenta de que nos estamos jugando todo lo que, durante tantos años y con tantos sacrificios, hemos venido construyendo entre todos.

¿Sería necesario volver a aplicar el 155 en Cataluña?

Tendríamos que preguntarnos, con objetividad, si después de la retirada del 155 en Cataluña, aquello que se quiso prevenir con su aplicación se ha conseguido o, por el contrario, la situación ha empeorado
Miguel Massanet
sábado, 14 de septiembre de 2019, 15:28 h (CET)

Es evidente que ninguno de los partidos políticos, con excepción de Ciudadanos del señor Albert Rivera y, con menos convencimiento e intensidad, el PP del señor Casado; el hablar en estos momentos de verdadera inestabilidad política en España de la situación en Cataluña, de las amenazas, desafíos, discursos de índole separatista o las esporádicas convocatorias a ocupar las calles con señeras y eslóganes en petición de la “liberación de los presos políticos” ( como si esta facultad estuviera en manos del Gobierno y no fuera competencia exclusiva de los tribunales de Justicia), cuando todos sabemos que se trata de políticos presos por, presuntamente, haber intentado encabezar una revolución que tendría por objetivo conseguir la división de la nación española mediante la separación de la comunidad catalana del resto de España; no parece ser el tema más adecuado para aquellos partidos que están a la busca de apoyos para conseguir la investidura, como presidente del gobierno, a uno de sus líderes y, es probable, que tampoco les interese remover la tierra bajo sus propios pies a aquellos otros que intentan conseguir sacar tajada de su posición de bisagra, pero saben que uno de sus defectos mayores ha sido apoyar a los catalanes en su petición de independencia, como es el caso de Podemos, lo que les impide mentar a la “bicha” si no quieren que salgan a relucir sus “pecadillos” de hace sólo unos pocos meses.

No estamos de acuerdo respecto a la política con la que el señor Rivera parece querer eliminar a su oponente de la derecha, el PP, o a su otro oponente de más a la derecha,Vox y mucho menos que rechace la fórmula de acudir a las elecciones en los distritos en los que ambos partidos, acudiendo unidos, podrían sacar réditos electorales más satisfactorios que si lo hicieran, cada uno de ellos por su cuenta, que es lo que parece querer defender, no se sabe con qué posibles argumentos, el líder de Ciudadanos. Pero hay un punto en todo lo que pide, con insistencia, el señor Albert Rivera, en el que tenemos que darle la razón; no solamente porque la retirada de este artículo y la convocatoria de unas elecciones apenas a los tres meses, fue uno de los errores garrafales en los que incurrió el anterior gobierno del PP, dirigido por el señor Rajoy; sino porqué es urgente pararles los pies al señor Torres, Puigdemont y demás separatistas que están intentando acabar con España.

El que no haya querido ver la evolución del independentismo catalán hacia un anquilosamiento, un reforzamiento de sus instituciones en cuanto al empeño de mantener sus objetivos de alcanzar la independencia y un consenso preocupante en cuanto a criticar a la Justicia española por el procesamiento de aquellos que fueron los que, aparentemente, más influyeron, más se implicaron y con más descaros se enfrentaron a los tribunales del reino y más oposición hicieron a la prohibición del TC y el resto de instituciones del Estado, a la convocatoria ilegítima y anticonstitucional del referendo en Cataluña, infringiendo con ello el mandato de la Constitución de 1978.

Es evidente que la aplicación, en aquella ocasión, del Artº155 de la CE fue adecuado, pese a que se hizo tarde y, lo que es peor, una especie de vértigo a lo que podrían ser sus consecuencias, a pesar de que todas las amenazas de los soberanistas quedaron por aquel entonces reducidas a agua de borrajas, hizo que el Gobierno, apretado por el resto de partidos políticos, renunciara a su aplicación, con lo que todo el efecto provechoso que había traído a Cataluña su puesta en funcionamiento, al poco tiempo de ser desactivado, todo lo que se había conseguido se perdió y los separatistas encabezados por sus líderes nacionalistas, contentos de haber conseguido la retirada de la guardia Civil y la Policía, empezaron a explotar aquella ventaja de modo que pronto, el señor Torra y sus satélites, impusieron la línea dura que era la que pretendía, desde su refugio dorado en Waterloo, en señor Puigdemont.

No sabemos la información que tienen, en Madrid, los señores del Gobierno en funciones, respeto a lo que está sucediendo en Cataluña, respecto a lo que se está intentando imbuir en la mente de los catalanes por el actual gobierno de la Generalitat y, aunque es evidente que no todos están de acuerdo en el modo con el que se ha de tratar el asunto de los políticos presos y, lo que todavía es más importante, la forma con la que se debe reaccionar en el caso, por supuesto el más previsible, de que se les apliquen sentencias importantes a los que están siendo juzgados por el TS.

Unos, encabezados por Torras y Puigdemont, están empeñados en intentar levantar a todos los catalanes contra lo que ellos califican como una “machada” del Estado para humillar a los catalanes; aunque hay otros que hubieran preferido utilizar medios menos radicales y buscar salidas airosas al Gobierno, como pudiera ser conseguir el indulto una vez se hubiera dictado la sentencia. Claro que por medio están los que están esperando a que concluya el juicio y se dicten las condenas para acudir directamente al Tribunal de Estrasburgo con el objetivo de acusar a España de haber atentado contra las ideas políticas de unos políticos y no por haber cometido delitos que para ellos no lo son. En tanto se resolviera este tema, no es probable que el Gobierno en funciones se decidiera a ejercer benevolencia con los condenados, que se podría interpretar como una monumental bajada de pantalones, por miedo a lo que, el Tribunal de Estrasburgo, pudiera decidir al respeto.

Es evidente que el TS se ha amarrado los machos y la forma exquisita y concienzuda con la que el señor presidente de dicho tribunal, señor Marchena, ha conducido la causa y lo detallista que ha estado, impidiendo que ninguno de los abogados, tanto defensores como la fiscalía y la acusación particular, pudieran cometer algún abuso, error o ilegalidad de los que los encausados pudieran valerse ante Estrasburgo para pedir la revisión o la anulación de la causa que contra los acusados se ha llevado, ante el TS; algo que nos hace pensar que, un juicio ante el tribunal de Derechos Humanos, iba a conducir al mismo resultado y, en consecuencia, dictar una sentencia en consonancia con la emitida por nuestro TS.

Pero todo lo que está ocurriendo ante los tribunales de Justicia no debiera de entorpecer que se arbitrasen las medidas oportunas para atajar lo que se está preparando en Cataluña. El miedo del señor Pedro Sánchez a que si se aplicase de nuevo el 155 en Cataluña le restase un probable apoyo a su investidura por los partidos separatistas catalanes; unido a unas interpretaciones legales que parece que exigirían una situación más grave en Cataluña ( no podemos imaginarnos otra peor, salvo que la revolución se llevara a cabo mediante una sublevación pública, con armas, algo que, en la situación actual no parece demasiado probable, aunque el aumento del número de mozos de escuadra y algunas declaraciones de políticos extremistas catalanes parecen querer indicar que existe la intención de crear un pequeño ejército para la “defensa de Cataluña”). Somos de los que pensamos que el Estado, simplemente usando el Código Penal y las leyes administrativas ya tendría medios suficientes para poner orden en Cataluña, si no fuera por esta postura contemplativa que han venido adoptando, no solamente ahora con el señor Pedro Sánchez al frente del PSOE, sino también cuando el señor Rajoy, con mayoría absoluta, estuvo al frente del Gobierno y fue cuando perdió la ocasión de utilizar mano dura y prefirió intentar ganarse a los catalanes a base de hacerles traspasos de dinero, sin darse cuenta de que, aparte de acogerlo con gran satisfacción, ellos lo que verdaderamente esperaban era otro tipo de acuerdos que les permitiera gobernarse a sí mismos, sin tener obligación alguna de responder de sus actos ni dar cuenta a ningún otro gobierno ni, naturalmente, al propio gobierno español. Y mientras los españoles tenemos que soportar que ministras como la señora ministra de Economía y Empresa, señora Nadia Calviño, por la COPE, nos intenta hacer creer que España va perfectamente, que el empleo sigue boyante, que estamos mejor preparados que ninguna otra nación europea para que, en el caso de que llegase una nueva crisis, resistirla tranquilamente sin que nadie tuviera que alarmarse ante una posibilidad semejante. ¿Por qué sus palabras nos recuerdan las del inefable Rodriguez Zapatero cuando negaba que España estuviera en crisis?

Se dice que, la señora Calviño, es una de las personas mejor preparadas del ejecutivo del señor Sánchez, lo que no quiere decir que sea la que mejor sepa mentir. Si hubiera sido menos optimista, si hubiera hecho algo de autocrítica para su partido o si hubiera admitido que las señales que van apareciendo y que son anunciadas desde todos los ámbitos económicos de Europa y de los EE.UU eran preocupantes, es posible que hubiéramos tragado el sapo, pero el pintarnos una España idílica, que funciona perfectamente, que cumple con todos los requisitos que nos exige la UE y que no debemos de preocuparnos de nada estando la responsabilidad de gobernar en manos de sus colegas socialistas, es suficiente para que cualquier persona que pise la calle, que sabe lo que está sucediendo a su alrededor, que se entera de lo que sucede en las naciones de alrededor y que no se chupa el dedo, sepa sumar dos más dos y sacar sus propias consecuencias que , por supuesto, no van a coincidir nunca con las de esta señora que intenta, como lo hacen la Montero, la Celaá y la, vicepresidenta, señora Calvo, meternos un embolado que no se lo salta el mismo Litri. Si las feministas, que tanto auge van cogiendo, amparadas por estas izquierdas que nos gobiernan, aunque sea transitoriamente o como les gusta decir “en funciones”, siguen empeñadas en defender la supremacía de las mujeres por encima de los hombres, van a tener difícil de mantener esta teoría si nos ponen como ejemplo este póker de ministras que, en definitiva, lo único que vienen demostrando es que no son otra cosa que “la voz de su amo” el señor Sánchez, que hace con ellas lo que quiere y ellas lo abanican con sendos flabelos de plumas de avestruz, esperando conseguir una sonrisa de aprobación de su líder estimado, con lo que ya se sentirían suficientemente recompensadas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que lamentar que, como les sucede a muchos, los árboles de la investidura fallida del señor Sánchez, les impida, a él y a sus seguidores del gobierno en funciones, ver con claridad lo que se está tramando en Cataluña por aquellos que ya hace tiempo que se han dado cuenta de que el Estado no se atreve a ponerlos firmes y, con una tolerancia impropia de quienes tienen la obligación de preservar la unidad de España, van permitiendo que día a día, mes a mes y año a año, los separatistas y soberanistas catalanes vayan ganando terreno, se vayan atribuyendo más competencias, desprecien a nuestros tribunales de Justicia, desobedezcan nuestras leyes y los mandatos constitucionales y nadie, nadie en absoluto, en este desnortado país, parece darse cuenta de que nos estamos jugando todo lo que, durante tantos años y con tantos sacrificios, hemos venido construyendo entre todos.

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