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Los protocolos robotizan comportamientos, limitan la libertad individual e impiden la diversidad de las personas

¿Qué implican los protocolos?

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Los protocolos enfocados a casos de violencia de género, de abuso sexual, de mutilación genital femenina, de maltrato a personas mayores... pretenden organizar actuaciones para dar respuestas coordinadas e integrales. Así, defiendo la existencia de estos tipos de protocolo, ya que pretenden luchar contra acciones injustas y para ello es necesario marcar unas pautas de actuación. Cabe resaltar, que las críticas posteriores sobre los protocolos también afectan a éstos, no obstante, su aplicación es más que justificada.

A parte de los protocolos descritos, hay otros que simplemente sistematizan comportamientos o conductas en motivo de la estética o la tradición. Un ejemplo de estos tipos de protocolo son los relacionados con las bodas. Así, mi línea argumentativa se dirige a criticarlos.

En primer lugar, éstos pretenden cambiar la diferencia por la igualdad, o lo que es lo mismo, incentivan a borrar la diferencia para instaurar la igualdad. No obstante, considero que unas indicaciones tan concretas no pueden condicionar, limitar o incluso hacer desaparecer parte de la diversidad de las personas.

En segundo lugar, ejecutarlos exactamente implica estar al servicio de los protocolos y no de las personas, y por lo tanto, significaría ser esclavos de unas actuaciones guiadas que son cuestionables. En tercer lugar, no hay que olvidar que su contenido no tiene carácter vinculante, es decir, no se exige la obligación de su cumplimiento.

Además, el gran problema de los protocolos es que al ser de descripción tan generalista, no siempre se adaptan a la realidad concreta. Por ejemplo, un protocolo relacionado con la vestimenta de las bodas, el cual proclame que los invitados deben ir con camisa y americana; es una premisa que no se adaptará a la realidad concreta de una boda realizada en julio a más de 35 grados.

Asimismo, considero que los protocolos provocan la robotización de comportamientos, y por lo tanto, los deshumanizan. De este modo, suponen un obstáculo para la libertad individual de las personas.

Finalmente, si no se cumplen, parece ser que se comete una acción contra la normalidad. Aunque, ¿Qué es la normalidad? ¿Existe ésta? ¿Qué comportamientos se pueden considerar normales? La normalidad es demasiado relativa como para sistematizarla y describirla. Y además, actuar en motivo de esta idea supone menospreciar el enriquecimiento que provoca la heterogeneidad.

¿Qué implican los protocolos?

Los protocolos robotizan comportamientos, limitan la libertad individual e impiden la diversidad de las personas
Cude
lunes, 22 de abril de 2013, 10:18 h (CET)
Los protocolos enfocados a casos de violencia de género, de abuso sexual, de mutilación genital femenina, de maltrato a personas mayores... pretenden organizar actuaciones para dar respuestas coordinadas e integrales. Así, defiendo la existencia de estos tipos de protocolo, ya que pretenden luchar contra acciones injustas y para ello es necesario marcar unas pautas de actuación. Cabe resaltar, que las críticas posteriores sobre los protocolos también afectan a éstos, no obstante, su aplicación es más que justificada.

A parte de los protocolos descritos, hay otros que simplemente sistematizan comportamientos o conductas en motivo de la estética o la tradición. Un ejemplo de estos tipos de protocolo son los relacionados con las bodas. Así, mi línea argumentativa se dirige a criticarlos.

En primer lugar, éstos pretenden cambiar la diferencia por la igualdad, o lo que es lo mismo, incentivan a borrar la diferencia para instaurar la igualdad. No obstante, considero que unas indicaciones tan concretas no pueden condicionar, limitar o incluso hacer desaparecer parte de la diversidad de las personas.

En segundo lugar, ejecutarlos exactamente implica estar al servicio de los protocolos y no de las personas, y por lo tanto, significaría ser esclavos de unas actuaciones guiadas que son cuestionables. En tercer lugar, no hay que olvidar que su contenido no tiene carácter vinculante, es decir, no se exige la obligación de su cumplimiento.

Además, el gran problema de los protocolos es que al ser de descripción tan generalista, no siempre se adaptan a la realidad concreta. Por ejemplo, un protocolo relacionado con la vestimenta de las bodas, el cual proclame que los invitados deben ir con camisa y americana; es una premisa que no se adaptará a la realidad concreta de una boda realizada en julio a más de 35 grados.

Asimismo, considero que los protocolos provocan la robotización de comportamientos, y por lo tanto, los deshumanizan. De este modo, suponen un obstáculo para la libertad individual de las personas.

Finalmente, si no se cumplen, parece ser que se comete una acción contra la normalidad. Aunque, ¿Qué es la normalidad? ¿Existe ésta? ¿Qué comportamientos se pueden considerar normales? La normalidad es demasiado relativa como para sistematizarla y describirla. Y además, actuar en motivo de esta idea supone menospreciar el enriquecimiento que provoca la heterogeneidad.

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