Lío en Venezuela, con un gobierno castrista-chavista que no ha sido reconocido ni por los Estados Unidos, ni por varios países de la Unión Europea, aunque sí por España –después de que se amenazara a empresas españolas -. Y es que podría ser, seguro que es, la segunda vez que Nicolás Maduro, un pájaro de cuidado que dice ver pajaritos, ocupe el poder de forma ilegítima. La primera lo fue cuando asumió la presidencia del gobierno venezolano tras el fallecimiento de Hugo Chávez, pese a que la Constitución del país establece que quien debiera de haberla asumido es Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. Henrique Capriles, líder de la oposición, no ha reconocido el triunfo del chavismo y denuncia pucherazo electoral.
El gobernador del Estado de Miranda, que anda estos días concediendo entrevistas a medios de comunicación españoles, ha exigido una auditoría del 100% de los votos, y lanzado un misil contra su rival, al asegurar que el gobierno de Maduro es el “gobierno mientras tanto”. Y es que nadie del régimen, a buen seguro que tampoco Raúl Castro, esperaba que David venciera a Goliat, pese a que las encuestas iban reduciendo la ventaja de Maduro, el peor de los candidatos posibles, sobre Capriles a diario.
En Madrid los venezolanos salieron a la calle, reuniéndose en la Plaza de Colón, bajo la gran bandera de España que tantas concentraciones ha visto ya, para apoyar al candidato opositor. Corre peligro la Mesa de la Unidad Democrática de saltar por los aires si no se llega pronto al poder y el socialismo del siglo XXI del 25% de inflación de los hermanos Castro se consolida en Caracas.
Lo incomprensible de todo ello no es que la extrema izquierda ande apoyando a Maduro, que ya se sabe que estos, los de los escraches, los carritos de Mercadona, las loas a Castro y si me descuidan hasta al gordito norcoreano de los misiles y demás, apoyan todo lo que sea antidemocrático. No. Lo que para algunos resulta incomprensible es que un sector del PSOE también se sume a tan bochornoso apoyo. Máxime teniendo en cuenta que Capriles es socialdemócrata, que es lo que ellos dicen ser, y que varios de los partidos que integran la Mesa por la Unidad Democrática, entre los que hay incluso algún partido que se define como marxista, es miembro de la Internacional Socialista.
En realidad no es tan extraño. Hace tiempo que el PSOE dejó de ser socialdemócrata –ese espacio lo ocupa el Partido Popular de Mariano Rajoy – para virar hacia la izquierda. Lo raro es que Rubalcaba no proponga a Jorge Vestrynge como Secretario General del PSOE.