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“Si no estás cometiendo ningún error, no estás innovando. Si estás cometiendo los mismos errores, no estás aprendiendo” Rick Warren

¿Ayuso, repetirá los mismos errores de Soraya Sáez, en Cataluña?

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Verán ustedes, seguramente es que nos hemos vuelto demasiado susceptibles desde un tiempo a esta parte o es que venimos resabiados a costa de haber experimentado sentimientos de rabia e impotencia ante los errores cometidos por la anterior dirección del PP, con corrupción incluida; pero habíamos concebido expectativas, a largo plazo si se quiere pero, al fin y al cabo, expectativas y unas ciertas ilusiones respecto a que, este nuevo ejecutivo del PP, liderado por el señor Pablo Casado, nos haría recobrar la fe que teníamos puesta en el partido bajo la presidencia del señor Aznar, como continuador de la política de derechas del partido creado por el señor Fraga Iribarne que, en sus principios, fue reconocido como Alianza Popular.

Los que siempre hemos tenido puestas nuestras expectativas en que España sea capaz de sortear las maquinaciones de las izquierdas, conserve su unidad, venza a los intentos soberanistas de los vascos y catalanes, mantenga el castellano como lengua oficial por encima del resto de lenguas que se hablan en las distintas autonomías del país, mantenga vigente la Constitución de 1978, con especial atención a perseverar a las autonomías de cualquier intento de sobrepasarse en el ejercicio de sus funciones, manteniéndolas convenientemente supeditadas al bien general de todos los españoles y evitando cualquier intento de devolvernos a la situación en la que colocaron al país aquellos que quisieron instaurar, en nuestra nación, el poder de los comunistas que llegaron de Moscú, bajo la apariencia de un simulacro mal orientado de una II República que acabó, por autodestrucción, en manos una serie de políticos irresponsables que deseaban convertirla en una sucursal del régimen soviético.

En realidad somos, precisamente, los que pensamos que, hoy por hoy, no hay en el país ningún otro partido que no sea el PP, capaz de mantener íntegros los principios, los fundamentos, los mecanismos precisos para evitar que nuestra nación pueda caer en manos de quienes están dispuestos a acabar con nuestras tradiciones, nuestras costumbres ancestrales, nuestra moral judeo-cristiana, nuestro concepto de patria de todos los españoles y nuestra unidad, fraguada desde la época de los Reyes Católicos, estos mismos monarcas que son despreciados y denigrados por aquellos que defienden que Cataluña no forma parte de España y desean constituirse en estado independiente.

Por todos estos argumentos, nos ha chocado una noticia que hemos leído en la prensa, respeto a unas declaraciones de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, precisamente en su primer acto oficial en Cataluña. Seguramente, el hecho de pertenecer a las nuevas generaciones, sus buenas intenciones de hacerse la simpática en un territorio hostil a cualquiera que se declare de derechas y contrario al independentismo catalán, le han hecho pensar que tendría la oportunidad de congraciarse con el empresariado catalán. Aparte de criticar, como le correspondía, cualquier intento independentista y de acusar al soberanismo de (sic) “hundir” el crecimiento y la competitividad empresarial en Cataluña, advirtiendo a los empresarios a los que se dirigía que, colaborar con los independentistas, como habían hecho al no oponerse con firmeza al “proces”, algo que nos parece muy adecuado y digno de aplauso; sin embargo, entró en un terreno movedizo, resbaladizo y que, en su momento, ya intento explorar la señora Sáez de Santamaría, cuando creyó que sus gestiones directas con los empresarios y políticos catalanes serían capaces de acabar con la animadversión endémica existente entre Madrid y Barcelona, especialmente desde que dicha hostilidad ha sido alimentada, sobrealimentada diríamos, desde los políticos que dirigen el enfrentamiento con el resto de la nación española, de modo que actualmente en Cataluña, mentar a Madrid es como, en Andalucía, hablar de la “bicha”.

Hablar, como parece que ha hecho la señora Díaz Ayuso, de “tender puentes”, cuando los existentes han sido dinamitados por los mismos que están buscando la independencia, con el evidente objetivo de distanciarse, lo máximo posible, de aquellos que vivimos en Barcelona y pensamos que esto de la soberanía catalana, aparte de ser anticonstitucional, es la mayor estupidez que se le pudiera ocurrir a la persona más inepta y torpe, desconocedora de lo que es Europa e incapaz de valorar lo que, para la misma Cataluña, iba a significar perder a España como cliente y quedar excluida de formar parte de la UE, algo que, desgraciadamente, se han empeñado en ocultar a los catalanes, argumentando que era un invento de los que se oponían al soberanismo catalán.

Seguramente el señor Xavier García Albiol, aunque no lo diga (para algunos injustamente sacrificado y apartado de la primera fila del PP catalán) le hubiera podido informar a la señora Ayuso de lo inapropiado de hablar (no olvidemos que el PP no está al frente del Gobierno español) de “tender la mano a los empresarios catalanes” ¿en nombre de quién y con qué medios? En realidad, sólo se trata de la presidenta de una comunidad como el resto de las 16 comunidades restantes, ¿qué plan es el que propone y qué posibilidades de llevarlo a cabo tiene si el Gobierno no está de acuerdo? Estaría muy bien si antes se hubieran valorado las intenciones del empresariado catalán, al menos de los que todavía quedan, su predisposición a formar una plataforma de colaboración con las empresas madrileñas. ¿Acaso la señora García Ayuso sabe lo que sucedería con estos empresarios si se decidieran a pactar con Madrid? Hoy, precisamente, ya se ha dado una noticia informando que se está pidiendo a los ayuntamientos catalanes que no contraten servicios con empresas de las que se conozca que son contrarias a los intentos de conseguir la independencia.

No ignoramos la parte de buena fe que hay en las palabras de la señora presidenta de la Comunidad Madrileña, y seguramente deberíamos alabar sus buenas formas, pero no nos equivoquemos y les demos oportunidad a los soberanistas a que nos escupan a la cara con una negativa que, por otra parte, sería explicable por tratarse de unos empresarios que tienen sus negocios en Cataluña y es evidente que, comprometerse con el PP para crear un organismo de enlace con las empresas madrileñas, difícilmente iba a ser visto con “simpatía” por los políticos catalanes, cuando, como sucede con el señor Torra, están buscando excusas, como locos, para demostrar al Estado español que están dispuestos a resistirse ( ahora ya no están en condiciones de poder exigir) de forma numantina, ante la evidencia de que, sus ambiciones separatistas cada vez se ven más lejanas e imposibles de conseguir.

Desde Cataluña tenemos la impresión de que la información que tienen algunos políticos, y los del PP no son una excepción, sobre lo que piensan los catalanes (incluso muchos de los que no son nacionalistas) es que, desgraciadamente, los sucesivos gobiernos que se han sucedido desde que el problema catalán ha pasado a un primer plano; es de que el Estado español no ha sabido, no ha querido o no se ha atrevido a llevar a cabo una labor informativa refutando, uno a uno, los argumentos que, en Cataluña, se han ido machacando con insistencia y, a través de todos los medios de comunicación, a los ciudadanos de modo que, al menos, los más predispuestos a ello o los más ignorantes, han acabado por creer que, en realidad, ha sido el gobierno de España el que se ha venido aprovechando de los catalanes, les ha privado de sus derechos, no les han pagado lo que les debían y que, fruto de todo ello, Cataluña ha acabado siendo la Cenicienta de la nación española. Todo falsedades, pero creemos que fue el ministro de propaganda de Hitler, el señor Göebels, el que afirmaba que una mentira repetida insistentemente acaba creyéndose como una verdad.

El señor Casado debe vigilar, con mucha atención y cuidado, que sus subordinados no caigan en la tentación de sobrevalorarse y actuar por su cuenta, precisamente en temas relacionados muy directamente con políticas que siempre deben ser muy cuidadosas y dirigidas directamente desde la dirección del partido. No deben olvidar que, muchos de los votos que ha perdido el PP en las últimas elecciones, se ha debido a que los seguidores del PP no estuvieron de acuerdo con la forma con la que el ejecutivo de Rajoy planteó el tema de Cataluña, pensando que deberían de haber actuado con más firmeza desde el primer momento, si es que tenemos en cuenta al pésimo resultado que ha tenido la política de apaciguamiento que se utilizó, que no ha llevado a otra cosa más que al absoluto fracaso.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que cualquier intento de precipitar los acontecimientos para adelantar una recuperación anticipada del PP está condenado, de antemano, al fracaso y a producir un retraso en lo que debería ser el objetivo principal de los directivos del partido: una política sana de captación de descontentos del resto de partidos; mantener con firmeza los valores y principios del PP; no precipitarse ni dejarse influir por los intentos de los adversarios de desestabilizar el partido; mantener la unión y cohesión de todos los miembros; tener en cuenta a las bases y escuchar los problemas que más les puedan afectar para acogerlos y defenderlos en los foros pertinente y preparar un plan, a largo plazo, para llegar convenientemente organizados a las elecciones que tendrán lugar dentro de cuatro años, en las que, si se ha trabajado bien, tendrán la posibilidad de desbancar a quienes van a tener serios problemas para mantenerse en el poder, si es que ponen en práctica las políticas sociales desmadradas que han propuesto y piensan revisar las reformas laborales que nos impuso Bruselas y que tan buenos resultados han dado en la recuperación de nuestra economía. Olvidarse del proyecto de regeneración de nuestras empresas y una política de personal flexible algo que, evidentemente, no va a ocurrir y será la causa de que España vuelva a la derecha. “El que sube una escalera debe empezar por el primer peldaño” (Walter Scott) 

¿Ayuso, repetirá los mismos errores de Soraya Sáez, en Cataluña?

“Si no estás cometiendo ningún error, no estás innovando. Si estás cometiendo los mismos errores, no estás aprendiendo” Rick Warren
Miguel Massanet
miércoles, 11 de septiembre de 2019, 10:41 h (CET)

Verán ustedes, seguramente es que nos hemos vuelto demasiado susceptibles desde un tiempo a esta parte o es que venimos resabiados a costa de haber experimentado sentimientos de rabia e impotencia ante los errores cometidos por la anterior dirección del PP, con corrupción incluida; pero habíamos concebido expectativas, a largo plazo si se quiere pero, al fin y al cabo, expectativas y unas ciertas ilusiones respecto a que, este nuevo ejecutivo del PP, liderado por el señor Pablo Casado, nos haría recobrar la fe que teníamos puesta en el partido bajo la presidencia del señor Aznar, como continuador de la política de derechas del partido creado por el señor Fraga Iribarne que, en sus principios, fue reconocido como Alianza Popular.

Los que siempre hemos tenido puestas nuestras expectativas en que España sea capaz de sortear las maquinaciones de las izquierdas, conserve su unidad, venza a los intentos soberanistas de los vascos y catalanes, mantenga el castellano como lengua oficial por encima del resto de lenguas que se hablan en las distintas autonomías del país, mantenga vigente la Constitución de 1978, con especial atención a perseverar a las autonomías de cualquier intento de sobrepasarse en el ejercicio de sus funciones, manteniéndolas convenientemente supeditadas al bien general de todos los españoles y evitando cualquier intento de devolvernos a la situación en la que colocaron al país aquellos que quisieron instaurar, en nuestra nación, el poder de los comunistas que llegaron de Moscú, bajo la apariencia de un simulacro mal orientado de una II República que acabó, por autodestrucción, en manos una serie de políticos irresponsables que deseaban convertirla en una sucursal del régimen soviético.

En realidad somos, precisamente, los que pensamos que, hoy por hoy, no hay en el país ningún otro partido que no sea el PP, capaz de mantener íntegros los principios, los fundamentos, los mecanismos precisos para evitar que nuestra nación pueda caer en manos de quienes están dispuestos a acabar con nuestras tradiciones, nuestras costumbres ancestrales, nuestra moral judeo-cristiana, nuestro concepto de patria de todos los españoles y nuestra unidad, fraguada desde la época de los Reyes Católicos, estos mismos monarcas que son despreciados y denigrados por aquellos que defienden que Cataluña no forma parte de España y desean constituirse en estado independiente.

Por todos estos argumentos, nos ha chocado una noticia que hemos leído en la prensa, respeto a unas declaraciones de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, precisamente en su primer acto oficial en Cataluña. Seguramente, el hecho de pertenecer a las nuevas generaciones, sus buenas intenciones de hacerse la simpática en un territorio hostil a cualquiera que se declare de derechas y contrario al independentismo catalán, le han hecho pensar que tendría la oportunidad de congraciarse con el empresariado catalán. Aparte de criticar, como le correspondía, cualquier intento independentista y de acusar al soberanismo de (sic) “hundir” el crecimiento y la competitividad empresarial en Cataluña, advirtiendo a los empresarios a los que se dirigía que, colaborar con los independentistas, como habían hecho al no oponerse con firmeza al “proces”, algo que nos parece muy adecuado y digno de aplauso; sin embargo, entró en un terreno movedizo, resbaladizo y que, en su momento, ya intento explorar la señora Sáez de Santamaría, cuando creyó que sus gestiones directas con los empresarios y políticos catalanes serían capaces de acabar con la animadversión endémica existente entre Madrid y Barcelona, especialmente desde que dicha hostilidad ha sido alimentada, sobrealimentada diríamos, desde los políticos que dirigen el enfrentamiento con el resto de la nación española, de modo que actualmente en Cataluña, mentar a Madrid es como, en Andalucía, hablar de la “bicha”.

Hablar, como parece que ha hecho la señora Díaz Ayuso, de “tender puentes”, cuando los existentes han sido dinamitados por los mismos que están buscando la independencia, con el evidente objetivo de distanciarse, lo máximo posible, de aquellos que vivimos en Barcelona y pensamos que esto de la soberanía catalana, aparte de ser anticonstitucional, es la mayor estupidez que se le pudiera ocurrir a la persona más inepta y torpe, desconocedora de lo que es Europa e incapaz de valorar lo que, para la misma Cataluña, iba a significar perder a España como cliente y quedar excluida de formar parte de la UE, algo que, desgraciadamente, se han empeñado en ocultar a los catalanes, argumentando que era un invento de los que se oponían al soberanismo catalán.

Seguramente el señor Xavier García Albiol, aunque no lo diga (para algunos injustamente sacrificado y apartado de la primera fila del PP catalán) le hubiera podido informar a la señora Ayuso de lo inapropiado de hablar (no olvidemos que el PP no está al frente del Gobierno español) de “tender la mano a los empresarios catalanes” ¿en nombre de quién y con qué medios? En realidad, sólo se trata de la presidenta de una comunidad como el resto de las 16 comunidades restantes, ¿qué plan es el que propone y qué posibilidades de llevarlo a cabo tiene si el Gobierno no está de acuerdo? Estaría muy bien si antes se hubieran valorado las intenciones del empresariado catalán, al menos de los que todavía quedan, su predisposición a formar una plataforma de colaboración con las empresas madrileñas. ¿Acaso la señora García Ayuso sabe lo que sucedería con estos empresarios si se decidieran a pactar con Madrid? Hoy, precisamente, ya se ha dado una noticia informando que se está pidiendo a los ayuntamientos catalanes que no contraten servicios con empresas de las que se conozca que son contrarias a los intentos de conseguir la independencia.

No ignoramos la parte de buena fe que hay en las palabras de la señora presidenta de la Comunidad Madrileña, y seguramente deberíamos alabar sus buenas formas, pero no nos equivoquemos y les demos oportunidad a los soberanistas a que nos escupan a la cara con una negativa que, por otra parte, sería explicable por tratarse de unos empresarios que tienen sus negocios en Cataluña y es evidente que, comprometerse con el PP para crear un organismo de enlace con las empresas madrileñas, difícilmente iba a ser visto con “simpatía” por los políticos catalanes, cuando, como sucede con el señor Torra, están buscando excusas, como locos, para demostrar al Estado español que están dispuestos a resistirse ( ahora ya no están en condiciones de poder exigir) de forma numantina, ante la evidencia de que, sus ambiciones separatistas cada vez se ven más lejanas e imposibles de conseguir.

Desde Cataluña tenemos la impresión de que la información que tienen algunos políticos, y los del PP no son una excepción, sobre lo que piensan los catalanes (incluso muchos de los que no son nacionalistas) es que, desgraciadamente, los sucesivos gobiernos que se han sucedido desde que el problema catalán ha pasado a un primer plano; es de que el Estado español no ha sabido, no ha querido o no se ha atrevido a llevar a cabo una labor informativa refutando, uno a uno, los argumentos que, en Cataluña, se han ido machacando con insistencia y, a través de todos los medios de comunicación, a los ciudadanos de modo que, al menos, los más predispuestos a ello o los más ignorantes, han acabado por creer que, en realidad, ha sido el gobierno de España el que se ha venido aprovechando de los catalanes, les ha privado de sus derechos, no les han pagado lo que les debían y que, fruto de todo ello, Cataluña ha acabado siendo la Cenicienta de la nación española. Todo falsedades, pero creemos que fue el ministro de propaganda de Hitler, el señor Göebels, el que afirmaba que una mentira repetida insistentemente acaba creyéndose como una verdad.

El señor Casado debe vigilar, con mucha atención y cuidado, que sus subordinados no caigan en la tentación de sobrevalorarse y actuar por su cuenta, precisamente en temas relacionados muy directamente con políticas que siempre deben ser muy cuidadosas y dirigidas directamente desde la dirección del partido. No deben olvidar que, muchos de los votos que ha perdido el PP en las últimas elecciones, se ha debido a que los seguidores del PP no estuvieron de acuerdo con la forma con la que el ejecutivo de Rajoy planteó el tema de Cataluña, pensando que deberían de haber actuado con más firmeza desde el primer momento, si es que tenemos en cuenta al pésimo resultado que ha tenido la política de apaciguamiento que se utilizó, que no ha llevado a otra cosa más que al absoluto fracaso.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, pensamos que cualquier intento de precipitar los acontecimientos para adelantar una recuperación anticipada del PP está condenado, de antemano, al fracaso y a producir un retraso en lo que debería ser el objetivo principal de los directivos del partido: una política sana de captación de descontentos del resto de partidos; mantener con firmeza los valores y principios del PP; no precipitarse ni dejarse influir por los intentos de los adversarios de desestabilizar el partido; mantener la unión y cohesión de todos los miembros; tener en cuenta a las bases y escuchar los problemas que más les puedan afectar para acogerlos y defenderlos en los foros pertinente y preparar un plan, a largo plazo, para llegar convenientemente organizados a las elecciones que tendrán lugar dentro de cuatro años, en las que, si se ha trabajado bien, tendrán la posibilidad de desbancar a quienes van a tener serios problemas para mantenerse en el poder, si es que ponen en práctica las políticas sociales desmadradas que han propuesto y piensan revisar las reformas laborales que nos impuso Bruselas y que tan buenos resultados han dado en la recuperación de nuestra economía. Olvidarse del proyecto de regeneración de nuestras empresas y una política de personal flexible algo que, evidentemente, no va a ocurrir y será la causa de que España vuelva a la derecha. “El que sube una escalera debe empezar por el primer peldaño” (Walter Scott) 

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