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Lorenzo aparte, el Mundial de MotoGP se inició con la certeza de que el catalán es un genio, y de que al mito italiano le falta mucho para estar acabado

Rossi y Márquez: pasado (con presente) y futuro de las motos

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Si he de ser sincero, a media tarde mi semanal artículo valorativo en Diario Siglo XXI iba a estar dirigido al ciclismo. La gran belleza de la épica que desprende la París-Roubaix y la potencia desencadenada de Fabian Cancellara (segundo doblete Flandes/Roubaix en la carrera de esta bestia suiza que en 2013 también ha sido tercero en la Milan-San Remo) así lo indicaba. 


Pero después de lo que pasó en la noche qatarí, inevitablemente me he visto “obligado” a seguir con las dos ruedas, pero a acoplarle a mi escrito un “motor” de unos 1000cc para hablar del tema deportivo de la semana, que no es otro que lo sucedido en la carrera de MotoGP perteneciente al GP de Qatar, la prueba inicial del Campeonato del Mundo de Motociclismo. 

La cita nocturna de las motos nos dejó, antes que nada, la certeza de que es más que probable que Jorge Lorenzo termine consiguiendo lo que nadie es capaz de lograr desde los tiempos hegemónicos de Valentino Rossi: repetir título. La superioridad exhibida desde la salida en un circuito en teoría menos favorable para su Yamaha así me lo hace ver, aunque no sea conveniente vender la piel del oso antes de haberlo cazado. 

Aunque para mí la gran noticia no fue el “paseíto” que se dio el actual campeón, sino la lucha entre dos superclases separados por dos generaciones. De un lado, Marc Márquez, del que todos sabíamos que, con su Honda, iba a frecuentar los puestos de honor pese a ser un novato en la categoría; y de otro, el gran genio italiano, el último mito viviente de los circuitos. 

Como el campeón que ya es -125cc y Moto2-, y que seguro que más pronto que tarde lo será también en MotoGP, Márquez no se arrugó ante su gran ídolo, y aunque finalmente no pudo superarle, con su tercer puesto se ha doctorado en su primera carrera en MotoGP. 

Y qué decir de Valentino. Después de sus dos tenebrosos años en Ducati el mundial le necesitaba casi como el comer, y más tras la “espantá” de ese personaje, tan genial piloto como sumamente niñato, llamado Casey Stoner; y el heptacampeón respondió. Solamente hacía falta darle una moto medio gobernable –en su regreso, la Yamaha lo sigue siendo tal y como cuando se fue en 2010- para comprobar que, pese a lo que decían muchos agoreros, el de Tavullia ni mucho menos está acabado. 

Tras una mala salida, Rossi se quitó unos diez años de encima para firmar una remontada propia de sus mejores días, alcanzando y adelantando a todo aquel que se cruzó en su camino hasta terminar en un segundo puesto que le sabe casi como la mejor de sus victorias. No en vano “Vale”, con su arrojo y calidad, ha dejado muy claro que sí, que por su veteranía -34 años recién cumplidos- se le puede considerar una vieja gloria del pasado, pero con tanto presente como los jovenzuelos a los que hace tiempo firmaba autógrafos y concedía fotos, y con los que hoy se bate el cobre sobre el asfalto. Menudo mundial nos espera.

Rossi y Márquez: pasado (con presente) y futuro de las motos

Lorenzo aparte, el Mundial de MotoGP se inició con la certeza de que el catalán es un genio, y de que al mito italiano le falta mucho para estar acabado
Victor Diaz
lunes, 8 de abril de 2013, 13:17 h (CET)
Si he de ser sincero, a media tarde mi semanal artículo valorativo en Diario Siglo XXI iba a estar dirigido al ciclismo. La gran belleza de la épica que desprende la París-Roubaix y la potencia desencadenada de Fabian Cancellara (segundo doblete Flandes/Roubaix en la carrera de esta bestia suiza que en 2013 también ha sido tercero en la Milan-San Remo) así lo indicaba. 

Pero después de lo que pasó en la noche qatarí, inevitablemente me he visto “obligado” a seguir con las dos ruedas, pero a acoplarle a mi escrito un “motor” de unos 1000cc para hablar del tema deportivo de la semana, que no es otro que lo sucedido en la carrera de MotoGP perteneciente al GP de Qatar, la prueba inicial del Campeonato del Mundo de Motociclismo. 

La cita nocturna de las motos nos dejó, antes que nada, la certeza de que es más que probable que Jorge Lorenzo termine consiguiendo lo que nadie es capaz de lograr desde los tiempos hegemónicos de Valentino Rossi: repetir título. La superioridad exhibida desde la salida en un circuito en teoría menos favorable para su Yamaha así me lo hace ver, aunque no sea conveniente vender la piel del oso antes de haberlo cazado. 

Aunque para mí la gran noticia no fue el “paseíto” que se dio el actual campeón, sino la lucha entre dos superclases separados por dos generaciones. De un lado, Marc Márquez, del que todos sabíamos que, con su Honda, iba a frecuentar los puestos de honor pese a ser un novato en la categoría; y de otro, el gran genio italiano, el último mito viviente de los circuitos. 

Como el campeón que ya es -125cc y Moto2-, y que seguro que más pronto que tarde lo será también en MotoGP, Márquez no se arrugó ante su gran ídolo, y aunque finalmente no pudo superarle, con su tercer puesto se ha doctorado en su primera carrera en MotoGP. 

Y qué decir de Valentino. Después de sus dos tenebrosos años en Ducati el mundial le necesitaba casi como el comer, y más tras la “espantá” de ese personaje, tan genial piloto como sumamente niñato, llamado Casey Stoner; y el heptacampeón respondió. Solamente hacía falta darle una moto medio gobernable –en su regreso, la Yamaha lo sigue siendo tal y como cuando se fue en 2010- para comprobar que, pese a lo que decían muchos agoreros, el de Tavullia ni mucho menos está acabado. 

Tras una mala salida, Rossi se quitó unos diez años de encima para firmar una remontada propia de sus mejores días, alcanzando y adelantando a todo aquel que se cruzó en su camino hasta terminar en un segundo puesto que le sabe casi como la mejor de sus victorias. No en vano “Vale”, con su arrojo y calidad, ha dejado muy claro que sí, que por su veteranía -34 años recién cumplidos- se le puede considerar una vieja gloria del pasado, pero con tanto presente como los jovenzuelos a los que hace tiempo firmaba autógrafos y concedía fotos, y con los que hoy se bate el cobre sobre el asfalto. Menudo mundial nos espera.

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