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Dicen que todos estamos hechos a la medida de nuestros sueños, pero siempre y cuando tengamos tiempo para hacerlos realidad

Petropar o el sueño dorado que ya no tiene tiempo

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Si de exponentes de la mentalidad o conciencia del ambiente de una época tuviéramos que explayarnos, podríamos afirmar que Aldo Zucolillo es el más emblemático exponente del pensamiento que logró instalar en la sociedad paraguaya la dictadura de Stroessner. Y no porque sienta amor por el desaparecido dictador, sino por el apego que tiene por los códigos con los cuales se vivía en esa época.

Como el rey desnudo del cuento, que se fingía vestido para no reconocerse estúpido, este sobreviviente del seudo empresariado inculto y reaccionario que hizo fortuna a la sombra de la dictadura, continúa anclado a los códigos de aquel pasado. Y sin darse por enterado de que las publicaciones que revelan su verdadero prontuario saturan la web en Internet, y ya han sido leídas por decenas de miles de paraguayos.

Muchos de esos artículos sobre el negro pasado de Zucolillo están redactados por los mismos periodistas de ABC color, un diario inaugurado por dictador Stroessner el 8 de agosto de 1967. Aunque décadas después su propietario empezó a jactarse de ser un “defensor de la libertad de expresión”, por interminables años alardeó de recibir la visita de Stroessner en los eventos que organizaba en su sede, y ya luego de su derrocamiento, siguió defendiendo a Pinochet y otros de la especie.

Cuentan los memoriosos que en aquel tiempo, cuando una publicación extranjera incomodaba a algún poderoso, simplemente la edición era secuestrada manu militari del centro de distribución de revistas. Es lo que sucedió cuando la recordada revista “Selecciones de Readers Digest” publicó un extenso reportaje sobre los cabecillas del narcotráfico en América Latina, mencionando entre ellos precisamente a uno de los socios fundadores de ABC color. Aquella edición fue secuestrada, pero el hecho fue tan ruidoso que corrió boca en boca como reguero de pólvora. Algunos incluso hicieron negocio importando de manera clandestina la publicación desde Argentina.

Más allá de la anécdota, ese recordado hecho es una muestra de la mentalidad que imperaba en aquellos años, y que sigue teniendo a sus exponentes sobre todo en los medios paraguayos. Tanto es así que parecen ignorar que hoy en día las noticias circulan de manera digital y en tiempo real, y todavía creen ser los todopoderosos dueños de la verdad de antaño. Tal es el anacronismo en que se encuentran que aún se consideran capaces de controlar las publicaciones digitales, sobre todo aquellas que narran su oscura historia, y se empeñan en sacar del ciberespacio estos materiales de divulgación. Por si ello fuera poco, sacaron de la web una página que los parodiaba sin orden judicial.

Según Nemesio Barreto Monzón, en su famoso libro “Periodismo y Servilismo”, uno de los negocios fuertes de la familia Zucolillo era la importación de combustibles desde Argentina, el cual sufrió perjuicios cuando el estado paraguayo instaló una refinería de crudo varias décadas atrás. Desde aquel entonces, el país solo importó crudo, y la importación de naftas que dejaba grandes ganancias a la familia del director de ABC color quedó en el olvido.

Fue el principio de una serie de amargas “denuncias” contra el ente de nunca acabar, sin lograr hacer mella hasta ahora, aunque se hayan empleado en el empeño mares de tinta y un método perfeccionado por décadas desde el diario de Zucolillo. A propósito:

El primer paso de esta metodología consiste en publicar fotos y documentos fuera de contexto en tapa, sin escatimar exageraciones ni tamaño de la tipografía. Luego un abanico de opiniones de personajes ávidos de prensa, que refuerzan las denuncias dictadas por Zucolillo de acuerdo a sus intereses empresariales. La decadencia del diario ha hecho que estos actores de reparto sean cada vez más escasos e intrascendentes.

El siguiente paso es publicar la opinión de un funcionario o político “amigo”, preferentemente alguno caído en desgracia y necesitado de prensa. La lista también es cada vez menos extensa, pero ABC color se las arregla siempre para reforzar su opinión con algún desfasado, deseoso de aparecer en sus páginas.

Finalmente, llega el momento de ejercer presión sobre fiscales figuretis, a quienes se intenta forzar a tomar el “caso” traído de los pelos. Con ese objetivo los periodistas son enviados a cargar contra ellos buscando inducirlos a cumplir los designios del “Cuarto Poder”. Para entender cómo unos simples periodistas pueden obligar a un agente Fiscal a cometer un acto estúpido semejante, debe acotarse que a estos fiscales le importa muy poco lo que digan las leyes, aun en caso de que las conozcan, dado que su deseo de complacer a la prensa otrora hegemónica supera con creces su apego a la justicia.

El último invento de ABC con respecto a Petropar, una empresa estatal, es cuando menos ingenioso: haber falsificado documentos para pagar menos impuestos. Tanto es el afán de buscarle la quinta pata al gato que también se habla de “combustible cancerígeno”, como si existiera alguno que no lo sea, y graves “adulteraciones”. Del último punto algunos se han burlado en las redes sociales afirmando que si alguna adulteración existe en Petropar, es la del idioma español que habla su titular.

El presidente Federico Franco ha sido escueto, respondiendo que se trata de simples ataques personales. Y demostró lo muy poco que le conmueven las denuncias de Zucolillo publicando su foto saludando efusivamente a Sergio Escobar, el responsable del ente, con un epígrafe donde elogiaba su gestión. “Don Sergio Escobar cumple un buen trabajo en Petropar. Bajamos el precio de la nafta y el gasoil. Hechos, no palabras” fue el único comentario que ABC logró arrancar al presidente de la república tras gastar en tinta el equivalente al volumen de agua del río Paraguay.

Es evidente que ABC color no ha sabido interpretar los signos de los tiempos y aunque al director-propietario del diario le gustaba alardear de su poderío mediático, va sumando cada vez más derrotas debido a lo caduco de los códigos con los cuales busca seguir manejándose. Un viejo caso de prueba sobre su impotencia es el senador Juan Carlos Galaverna, quien lleva décadas dejando en ridículo a ABC color.

También pueden entreverse fracasos futuros, como el de la actual campaña que desarrollan sobre la “corrupción en Petropar”. La caducidad de la metodología hace presagiar otro rotundo fracaso para las pretensiones de Zucolillo en ese tema. Y su avanzada ancianidad permite vaticinar que ya no le quedará tiempo para volver a controlar el rubro energético. Ya dos siglos antes de Cristo el filósofo griego Epícteto advertía que el error del anciano es pretender enjuiciar el hoy con el criterio del ayer. De esta noticia, algunos propietarios de medios en Paraguay todavía no se dieron por enterados.

En su obra “La Tempestad”, William Shakespeare hace decir a uno de sus personajes que todos estamos hechos a la medida de nuestros sueños. Le agrego la salvedad que ello solo en el caso de disponer del tiempo necesario para realizarlos. Lamentablemente para Zucolillo, Petropar es un sueño dorado al que ya no le queda tiempo.

Petropar o el sueño dorado que ya no tiene tiempo

Dicen que todos estamos hechos a la medida de nuestros sueños, pero siempre y cuando tengamos tiempo para hacerlos realidad
Luis Agüero Wagner
martes, 2 de abril de 2013, 07:33 h (CET)
Si de exponentes de la mentalidad o conciencia del ambiente de una época tuviéramos que explayarnos, podríamos afirmar que Aldo Zucolillo es el más emblemático exponente del pensamiento que logró instalar en la sociedad paraguaya la dictadura de Stroessner. Y no porque sienta amor por el desaparecido dictador, sino por el apego que tiene por los códigos con los cuales se vivía en esa época.

Como el rey desnudo del cuento, que se fingía vestido para no reconocerse estúpido, este sobreviviente del seudo empresariado inculto y reaccionario que hizo fortuna a la sombra de la dictadura, continúa anclado a los códigos de aquel pasado. Y sin darse por enterado de que las publicaciones que revelan su verdadero prontuario saturan la web en Internet, y ya han sido leídas por decenas de miles de paraguayos.

Muchos de esos artículos sobre el negro pasado de Zucolillo están redactados por los mismos periodistas de ABC color, un diario inaugurado por dictador Stroessner el 8 de agosto de 1967. Aunque décadas después su propietario empezó a jactarse de ser un “defensor de la libertad de expresión”, por interminables años alardeó de recibir la visita de Stroessner en los eventos que organizaba en su sede, y ya luego de su derrocamiento, siguió defendiendo a Pinochet y otros de la especie.

Cuentan los memoriosos que en aquel tiempo, cuando una publicación extranjera incomodaba a algún poderoso, simplemente la edición era secuestrada manu militari del centro de distribución de revistas. Es lo que sucedió cuando la recordada revista “Selecciones de Readers Digest” publicó un extenso reportaje sobre los cabecillas del narcotráfico en América Latina, mencionando entre ellos precisamente a uno de los socios fundadores de ABC color. Aquella edición fue secuestrada, pero el hecho fue tan ruidoso que corrió boca en boca como reguero de pólvora. Algunos incluso hicieron negocio importando de manera clandestina la publicación desde Argentina.

Más allá de la anécdota, ese recordado hecho es una muestra de la mentalidad que imperaba en aquellos años, y que sigue teniendo a sus exponentes sobre todo en los medios paraguayos. Tanto es así que parecen ignorar que hoy en día las noticias circulan de manera digital y en tiempo real, y todavía creen ser los todopoderosos dueños de la verdad de antaño. Tal es el anacronismo en que se encuentran que aún se consideran capaces de controlar las publicaciones digitales, sobre todo aquellas que narran su oscura historia, y se empeñan en sacar del ciberespacio estos materiales de divulgación. Por si ello fuera poco, sacaron de la web una página que los parodiaba sin orden judicial.

Según Nemesio Barreto Monzón, en su famoso libro “Periodismo y Servilismo”, uno de los negocios fuertes de la familia Zucolillo era la importación de combustibles desde Argentina, el cual sufrió perjuicios cuando el estado paraguayo instaló una refinería de crudo varias décadas atrás. Desde aquel entonces, el país solo importó crudo, y la importación de naftas que dejaba grandes ganancias a la familia del director de ABC color quedó en el olvido.

Fue el principio de una serie de amargas “denuncias” contra el ente de nunca acabar, sin lograr hacer mella hasta ahora, aunque se hayan empleado en el empeño mares de tinta y un método perfeccionado por décadas desde el diario de Zucolillo. A propósito:

El primer paso de esta metodología consiste en publicar fotos y documentos fuera de contexto en tapa, sin escatimar exageraciones ni tamaño de la tipografía. Luego un abanico de opiniones de personajes ávidos de prensa, que refuerzan las denuncias dictadas por Zucolillo de acuerdo a sus intereses empresariales. La decadencia del diario ha hecho que estos actores de reparto sean cada vez más escasos e intrascendentes.

El siguiente paso es publicar la opinión de un funcionario o político “amigo”, preferentemente alguno caído en desgracia y necesitado de prensa. La lista también es cada vez menos extensa, pero ABC color se las arregla siempre para reforzar su opinión con algún desfasado, deseoso de aparecer en sus páginas.

Finalmente, llega el momento de ejercer presión sobre fiscales figuretis, a quienes se intenta forzar a tomar el “caso” traído de los pelos. Con ese objetivo los periodistas son enviados a cargar contra ellos buscando inducirlos a cumplir los designios del “Cuarto Poder”. Para entender cómo unos simples periodistas pueden obligar a un agente Fiscal a cometer un acto estúpido semejante, debe acotarse que a estos fiscales le importa muy poco lo que digan las leyes, aun en caso de que las conozcan, dado que su deseo de complacer a la prensa otrora hegemónica supera con creces su apego a la justicia.

El último invento de ABC con respecto a Petropar, una empresa estatal, es cuando menos ingenioso: haber falsificado documentos para pagar menos impuestos. Tanto es el afán de buscarle la quinta pata al gato que también se habla de “combustible cancerígeno”, como si existiera alguno que no lo sea, y graves “adulteraciones”. Del último punto algunos se han burlado en las redes sociales afirmando que si alguna adulteración existe en Petropar, es la del idioma español que habla su titular.

El presidente Federico Franco ha sido escueto, respondiendo que se trata de simples ataques personales. Y demostró lo muy poco que le conmueven las denuncias de Zucolillo publicando su foto saludando efusivamente a Sergio Escobar, el responsable del ente, con un epígrafe donde elogiaba su gestión. “Don Sergio Escobar cumple un buen trabajo en Petropar. Bajamos el precio de la nafta y el gasoil. Hechos, no palabras” fue el único comentario que ABC logró arrancar al presidente de la república tras gastar en tinta el equivalente al volumen de agua del río Paraguay.

Es evidente que ABC color no ha sabido interpretar los signos de los tiempos y aunque al director-propietario del diario le gustaba alardear de su poderío mediático, va sumando cada vez más derrotas debido a lo caduco de los códigos con los cuales busca seguir manejándose. Un viejo caso de prueba sobre su impotencia es el senador Juan Carlos Galaverna, quien lleva décadas dejando en ridículo a ABC color.

También pueden entreverse fracasos futuros, como el de la actual campaña que desarrollan sobre la “corrupción en Petropar”. La caducidad de la metodología hace presagiar otro rotundo fracaso para las pretensiones de Zucolillo en ese tema. Y su avanzada ancianidad permite vaticinar que ya no le quedará tiempo para volver a controlar el rubro energético. Ya dos siglos antes de Cristo el filósofo griego Epícteto advertía que el error del anciano es pretender enjuiciar el hoy con el criterio del ayer. De esta noticia, algunos propietarios de medios en Paraguay todavía no se dieron por enterados.

En su obra “La Tempestad”, William Shakespeare hace decir a uno de sus personajes que todos estamos hechos a la medida de nuestros sueños. Le agrego la salvedad que ello solo en el caso de disponer del tiempo necesario para realizarlos. Lamentablemente para Zucolillo, Petropar es un sueño dorado al que ya no le queda tiempo.

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