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​Cada vez conocemos de nuevos recursos, desentrañamos incógnitas y proyectamos a lo grande

Saber o no saber

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No obstante, es muy relativo, contra los presuntuosos, depende de los condicionantes insospechados. También el no saber es relativo, no es suficiente decirlo. Son versiones encontradas con una enorme amplitud de miras. Configuran un espacio recorrido en todos los tiempos por incontables circunstancias existenciales, fraguadas con los aditamentos colectivos y personales tan decisorios. Atenazados por los miedos, las labores de subsistencias, enredos y satisfacciones; siempre asediados. No cesan las DISYUNTIVAS con formatos renovados, con el matiz retador de su carácter inestable; nos sitúan al borde de los abismos desconocidos para la toma de decisiones arriesgadas. Actuamos:

Al filo


Quienes más, quienes menos, tienen miedo

Está cuajado en variadas sustancias

El crepúsculo aboca a las nocturnas

Otras surgen desde un simple paseo


Nos abruman con frías amenazas

El gigante parece siempre presto

Aunque fluctúa de tan afilado

Sobre todo frente a las alboradas.


El destello resulta amplificado

Un reflejo de evanescentes sombras

Un verdadero cambio de sentido


Vemos el peso de las perspectivas

Cuando el ser humano conmocionado

Vislumbra las zonas iluminadas

Sin compromisos se impone la intrascendencia movida por las ventoleras modernas. Así se generan desequilibrios manifiestos, en especial con asuntos complicados desde sus propias esencias. Qué diremos de las relaciones de los padres con los HIJOS, educación y convivencia posterior. La incertidumbre vital marca las decisiones con numerosos embrollos circundantes. Surge pronto el debate sobre el tiempo disponible para dedicarles, como si la dedicación fuera una aplicación secundaria; no sólo los trabajos absorbentes, el ritmo de vida o las costumbres suelen incidir en contra. Además, los criterios adolecen de comprensiones inadecuadas facilitando la inclinación hacia comportamientos inconvenientes.

Abundan los retos, nos aproximan a peligrosos límites, las desviaciones nos pueden conducir a extremos opuestos. Aunque no queramos, la ECONOMÍA es primordial, sus efectos son cruciales para cada ciudadano. Quiénes saben o no, quiénes se dan por interpelados, ante el amplio número de personas que no cubren sus gastos mínimos. Los sufrimientos y las repercusiones sociales son notorias. Parece haberse perdido el sentido del fiel de la balanza. El conocimiento permanece al margen de las acciones reparadoras, desprovisto del menor sentido equilibrante.

Avizoramos augurios preocupantes, pendientes de tenues hilos, los gestores principales y los ciudadanos oscilamos con cierta ligereza en las decisiones.

Dentro de las escasas opciones para las actuaciones rotundas, siempre disponemos de algún rincón en el almario para sentirnos afines a unas tendencias o las opuestas. Los requisitos impuestos a los trabajadores y productores de bienes sirven a una recua de beneficiados que no producen nada de nada, sólo sus beneficios a costa de aquellas obligaciones impuestas. Ese dominio NORMATIVO visualiza bien a las claras esa doblez del horizonte inmediato, los sometidos en el lado contrario de los gestores empoderados. La buena regulación de las iniciativas y colaboraciones es incompatible con el notable desequilibrio en la sociedad moderna; quizá sin remedio vista la evolución histórica.

Puestos en la consideración de las cuitas diarias, constatada su abundancia, comprobamos con desánimo el desinterés preventivo e incluso la distorsión de los mecanismos correctores instaurados. La inclinación de los ciudadanios está dispersa o desorientada. Tampoco ayuda la polarización sectorial de los colectivos. Con las LEGISLACIONES no eliminamos la duda razonable. ¿A quién protegen en realidad? Entre inquilinos o propietarios, víctimas o atenuantes a los agresores, agricultores o intermediarios, ciudadanos o entidades; el conocimiento desaparece de los procedimientos, surge disfrazado de unas complicidades ajenas al buen sentido, pero con carácter implacable.

En efecto, los sueños son; y sin duda, los mejores son olvidados en el marasmo. Porque los rios de la vida son otra cosa, arrastran la realidades tangibles. El río de los dineros sigue su curso impertérrito, no varía su dirección con numerosos afluentes. Destacan los aportes de CAUDALES públicos. Al ciudadano corriente los múltiples tropiezos en su recorrido. Queda reflejada la disparidad notoria en la comparación de los mencionados perfiles. La acaparación consigue los mejores resultados dado su poderío, desbordan sus influencias convertidas en obligaciones para los peor situados. No se promueven obras de reconducción, mientras se fortalecen con fruición los cauces establecidos.

También sabemos, contemplamos e incluso sufrimos, patentes desventuras. Las experimentamos con cierto aire indiferente, que ya no sabemos si deriva de la impotencia o de la estupidez de rango progresista. Las noticias de suicidios alcanzan a todas las edades, la agresividad va de las calles a los colegios, reinventada desde los domicilios o mentalidades ensimismadas en la frivolidad. Mientras se incrementa la burbuja de las SOLEDADES; si no elegidas, sí originadas en el curso de unas prácticas sociales desvencijadas. Los ancianos e impedidos, los jóvenes desasistidos, las familias menesterosas; adolecen de la desidia social, bien conocida a la par que potenciada por las actitudes adoptadas.

Cada vez conocemos de nuevos recursos, desentrañamos incógnitas y proyectamos a lo grande. El abismo resulta ser un pozo con inmensas posibilidades en su interior. Aunque nos plantea una disyuntiva importante. O bien el pozo está sucio, o los procedimientos de extracción son inadecuados; o extendemos la disyuntiva al embrutecimiento de las mentes modeladoras de los procesos. Hemos organizado unas convivencias en las cuales el saber o no saber van quedando en planos insignificantes; a la vista de los logros, ahí no reside el meollo gratificante. El DISCERNIMIENTO y la VOLUNTAD se convierten en los imperativos a difundir entre la algarabía.

Saber o no saber

​Cada vez conocemos de nuevos recursos, desentrañamos incógnitas y proyectamos a lo grande
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 30 de agosto de 2019, 10:13 h (CET)

No obstante, es muy relativo, contra los presuntuosos, depende de los condicionantes insospechados. También el no saber es relativo, no es suficiente decirlo. Son versiones encontradas con una enorme amplitud de miras. Configuran un espacio recorrido en todos los tiempos por incontables circunstancias existenciales, fraguadas con los aditamentos colectivos y personales tan decisorios. Atenazados por los miedos, las labores de subsistencias, enredos y satisfacciones; siempre asediados. No cesan las DISYUNTIVAS con formatos renovados, con el matiz retador de su carácter inestable; nos sitúan al borde de los abismos desconocidos para la toma de decisiones arriesgadas. Actuamos:

Al filo


Quienes más, quienes menos, tienen miedo

Está cuajado en variadas sustancias

El crepúsculo aboca a las nocturnas

Otras surgen desde un simple paseo


Nos abruman con frías amenazas

El gigante parece siempre presto

Aunque fluctúa de tan afilado

Sobre todo frente a las alboradas.


El destello resulta amplificado

Un reflejo de evanescentes sombras

Un verdadero cambio de sentido


Vemos el peso de las perspectivas

Cuando el ser humano conmocionado

Vislumbra las zonas iluminadas

Sin compromisos se impone la intrascendencia movida por las ventoleras modernas. Así se generan desequilibrios manifiestos, en especial con asuntos complicados desde sus propias esencias. Qué diremos de las relaciones de los padres con los HIJOS, educación y convivencia posterior. La incertidumbre vital marca las decisiones con numerosos embrollos circundantes. Surge pronto el debate sobre el tiempo disponible para dedicarles, como si la dedicación fuera una aplicación secundaria; no sólo los trabajos absorbentes, el ritmo de vida o las costumbres suelen incidir en contra. Además, los criterios adolecen de comprensiones inadecuadas facilitando la inclinación hacia comportamientos inconvenientes.

Abundan los retos, nos aproximan a peligrosos límites, las desviaciones nos pueden conducir a extremos opuestos. Aunque no queramos, la ECONOMÍA es primordial, sus efectos son cruciales para cada ciudadano. Quiénes saben o no, quiénes se dan por interpelados, ante el amplio número de personas que no cubren sus gastos mínimos. Los sufrimientos y las repercusiones sociales son notorias. Parece haberse perdido el sentido del fiel de la balanza. El conocimiento permanece al margen de las acciones reparadoras, desprovisto del menor sentido equilibrante.

Avizoramos augurios preocupantes, pendientes de tenues hilos, los gestores principales y los ciudadanos oscilamos con cierta ligereza en las decisiones.

Dentro de las escasas opciones para las actuaciones rotundas, siempre disponemos de algún rincón en el almario para sentirnos afines a unas tendencias o las opuestas. Los requisitos impuestos a los trabajadores y productores de bienes sirven a una recua de beneficiados que no producen nada de nada, sólo sus beneficios a costa de aquellas obligaciones impuestas. Ese dominio NORMATIVO visualiza bien a las claras esa doblez del horizonte inmediato, los sometidos en el lado contrario de los gestores empoderados. La buena regulación de las iniciativas y colaboraciones es incompatible con el notable desequilibrio en la sociedad moderna; quizá sin remedio vista la evolución histórica.

Puestos en la consideración de las cuitas diarias, constatada su abundancia, comprobamos con desánimo el desinterés preventivo e incluso la distorsión de los mecanismos correctores instaurados. La inclinación de los ciudadanios está dispersa o desorientada. Tampoco ayuda la polarización sectorial de los colectivos. Con las LEGISLACIONES no eliminamos la duda razonable. ¿A quién protegen en realidad? Entre inquilinos o propietarios, víctimas o atenuantes a los agresores, agricultores o intermediarios, ciudadanos o entidades; el conocimiento desaparece de los procedimientos, surge disfrazado de unas complicidades ajenas al buen sentido, pero con carácter implacable.

En efecto, los sueños son; y sin duda, los mejores son olvidados en el marasmo. Porque los rios de la vida son otra cosa, arrastran la realidades tangibles. El río de los dineros sigue su curso impertérrito, no varía su dirección con numerosos afluentes. Destacan los aportes de CAUDALES públicos. Al ciudadano corriente los múltiples tropiezos en su recorrido. Queda reflejada la disparidad notoria en la comparación de los mencionados perfiles. La acaparación consigue los mejores resultados dado su poderío, desbordan sus influencias convertidas en obligaciones para los peor situados. No se promueven obras de reconducción, mientras se fortalecen con fruición los cauces establecidos.

También sabemos, contemplamos e incluso sufrimos, patentes desventuras. Las experimentamos con cierto aire indiferente, que ya no sabemos si deriva de la impotencia o de la estupidez de rango progresista. Las noticias de suicidios alcanzan a todas las edades, la agresividad va de las calles a los colegios, reinventada desde los domicilios o mentalidades ensimismadas en la frivolidad. Mientras se incrementa la burbuja de las SOLEDADES; si no elegidas, sí originadas en el curso de unas prácticas sociales desvencijadas. Los ancianos e impedidos, los jóvenes desasistidos, las familias menesterosas; adolecen de la desidia social, bien conocida a la par que potenciada por las actitudes adoptadas.

Cada vez conocemos de nuevos recursos, desentrañamos incógnitas y proyectamos a lo grande. El abismo resulta ser un pozo con inmensas posibilidades en su interior. Aunque nos plantea una disyuntiva importante. O bien el pozo está sucio, o los procedimientos de extracción son inadecuados; o extendemos la disyuntiva al embrutecimiento de las mentes modeladoras de los procesos. Hemos organizado unas convivencias en las cuales el saber o no saber van quedando en planos insignificantes; a la vista de los logros, ahí no reside el meollo gratificante. El DISCERNIMIENTO y la VOLUNTAD se convierten en los imperativos a difundir entre la algarabía.

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