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El “Guaje” Villa, un luchador del fútbol donde los haya, volvió a recuperar la sonrisa tras su partidazo de ayer ante el Milan

El guerrero que nunca se rindió

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Lo ha pasado muy mal en el último año y medio. Empezando por la fatídica fractura de tibia en el Mundial de Clubes de 2011 –que le hizo perderse la Eurocopa-, y siguiendo por lo que, lógicamente, le está costando si no recobrar sí al menos acercarse a su mejor nivel, más aún a sus 31 años. Pero ayer David Villa volvió a recordarnos a aquel que, entre otras cosas, lleva a gala ser el máximo goleador en activo e histórico de la selección campeona del mundo y de Europa. 


Hay quien, dentro del periodismo deportivo, le solía llamar el “heredero de Don Pelayo”, el mítico guerrero asturiano considerado como el primer gran impulsor de la Reconquista cristiana contra los musulmanes en la Península Ibérica (batalla de Covadonga, año 722). 

Dejando a un lado el paisanaje y la cuestión religiosa latente en la época medieval, lo cierto es que el apodo le viene que ni pintado a este nativo de Tuilla que, tras ser quien más goles hizo en la Eurocopa 2008 y uno de los que más en el histórico Mundial 2010, no ha dejado de pelear por intentar reverdecer laureles no tan lejanos, pero para algunos casi olvidados. 

Falta de ritmo –algo normal, pese a lo cual ha contribuido con algunos goles decisivos al casi seguro título de liga del Barça-, pequeñas lesiones posteriores, un cólico nefrítico –que, por suerte, no fue nada serio-… y también las tonterías vertidas desde el entorno mediático nacional que primero quisieron descabalgarle de la selección sin darle la más mínima oportunidad, y que luego se inventaron una mala relación con Leo Messi quien, según estos “plumillas” –y tertulianos radiotelevisivos- no dejaba de mirarle mal en el campo y de abroncarle en público. Todo ello para desacreditar constantemente al gran astro argentino, pero además metiendo de por medio a un tipo tan honrado y de conducta tan intachable. Algo confirmado por su propio compañero al reclamarle recientemente como su acompañante ideal en la ofensiva barcelonista. 

Yendo a lo suyo, le faltaba callar bocas con un gran partido de los grandes, y ayer lo consiguió. Desde su recobrada posición de delantero centro, Villa contribuyó ayer a la exhibición blaugrana contra el Milan fijando a los defensas “rossoneri” y culminando su gran trabajo con un gran y decisivo gol, el que culminaba la remontada del Barça. Fue, tal y como decía Messi, su principal socio en esta mágica noche europea. El público del Camp Nou, sabio como el que más, le premió con una ovación de gala cuando fue sustituido; porque el aficionado de a pie –tanto el culé como el de la Roja- nunca jamás se ha olvidado de él, de don David “Guaje” Villa.

El guerrero que nunca se rindió

El “Guaje” Villa, un luchador del fútbol donde los haya, volvió a recuperar la sonrisa tras su partidazo de ayer ante el Milan
Victor Diaz
miércoles, 13 de marzo de 2013, 14:59 h (CET)
Lo ha pasado muy mal en el último año y medio. Empezando por la fatídica fractura de tibia en el Mundial de Clubes de 2011 –que le hizo perderse la Eurocopa-, y siguiendo por lo que, lógicamente, le está costando si no recobrar sí al menos acercarse a su mejor nivel, más aún a sus 31 años. Pero ayer David Villa volvió a recordarnos a aquel que, entre otras cosas, lleva a gala ser el máximo goleador en activo e histórico de la selección campeona del mundo y de Europa. 

Hay quien, dentro del periodismo deportivo, le solía llamar el “heredero de Don Pelayo”, el mítico guerrero asturiano considerado como el primer gran impulsor de la Reconquista cristiana contra los musulmanes en la Península Ibérica (batalla de Covadonga, año 722). 

Dejando a un lado el paisanaje y la cuestión religiosa latente en la época medieval, lo cierto es que el apodo le viene que ni pintado a este nativo de Tuilla que, tras ser quien más goles hizo en la Eurocopa 2008 y uno de los que más en el histórico Mundial 2010, no ha dejado de pelear por intentar reverdecer laureles no tan lejanos, pero para algunos casi olvidados. 

Falta de ritmo –algo normal, pese a lo cual ha contribuido con algunos goles decisivos al casi seguro título de liga del Barça-, pequeñas lesiones posteriores, un cólico nefrítico –que, por suerte, no fue nada serio-… y también las tonterías vertidas desde el entorno mediático nacional que primero quisieron descabalgarle de la selección sin darle la más mínima oportunidad, y que luego se inventaron una mala relación con Leo Messi quien, según estos “plumillas” –y tertulianos radiotelevisivos- no dejaba de mirarle mal en el campo y de abroncarle en público. Todo ello para desacreditar constantemente al gran astro argentino, pero además metiendo de por medio a un tipo tan honrado y de conducta tan intachable. Algo confirmado por su propio compañero al reclamarle recientemente como su acompañante ideal en la ofensiva barcelonista. 

Yendo a lo suyo, le faltaba callar bocas con un gran partido de los grandes, y ayer lo consiguió. Desde su recobrada posición de delantero centro, Villa contribuyó ayer a la exhibición blaugrana contra el Milan fijando a los defensas “rossoneri” y culminando su gran trabajo con un gran y decisivo gol, el que culminaba la remontada del Barça. Fue, tal y como decía Messi, su principal socio en esta mágica noche europea. El público del Camp Nou, sabio como el que más, le premió con una ovación de gala cuando fue sustituido; porque el aficionado de a pie –tanto el culé como el de la Roja- nunca jamás se ha olvidado de él, de don David “Guaje” Villa.

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