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Los campos de exterminio nazis y las autoridades españolas nunca han tenido buena relación

España, siempre con la historia atrasada

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Titular estas reflexiones denunciando el sempiterno atraso de España, más bien del Estado español, en materia de reconocimientos históricos me sabe mal. Contra lo que muchos puedan pensar no tengo nada contra España, es una nación a la que quiero llegar a adorar como mi vecina predilecta, es una parte de mi historia y de mi educación, mis primera lecturas fueron en su lengua, castellano o español, cada uno ponga el adjetivo que más le guste, me he enamorado diciendo un “te quiero” o con un “t’estime”, un “ I Iove” o un “je t’aime” y me he sentido, en los últimos tiempos, impelido a votar opciones independentistas ante el empuje, de la sinrazón nacionalista del españolismo excluyente que únicamente busca la sagrada unidad de una patria, la española, que hace años perdió su razón de ser.

Y, una vez más, me encuentro, justo hace una semana, con un retraso en la historia de esa España, imperial en algunos momentos, y en otros excluyente en la que siempre han quedado fuera los perdedores de la guerra incivil iniciada por unos generales a los que tan sólo les interesaba pisotear los derechos civiles del pueblo español y la defensa a ultranza de los intereses de su clase social, la de los que siempre han ostentado el poder y han cortado el bacalao. El Ejercito africanista con Sanjurjo, pronto eliminado del mando mediante accidente aéreo, Queipo de Llano y su voz aguardentosa por el brandy andaluz que pasaba de la copa a su gaznate sin solución de continuidad, y Franco, el Franquito de la voz aflautada y la mirada traicionera, fueron los artífices de aquel golpe de Estado, bendecido por las potencias occidentales que vieron en Franco un baluarte contra el comunismo y el anarquismo, que llenó España de luto y las cunetas de muertos, hoy todavía sin saber cuántos y dónde están sus cadáveres.


Ahora, 80 años después de la victoria del golpe de Estado de aquellos generales rebeldes, 74 años después de la derrota del fascismo en Europa, de más de 36 años de dictadura franquista i de más de 44 años de democracia minusválida, por fin el BOE, un papel oficial, publica la lista de los 4.427 nacidos en España asesinados por la barbarie nazi, colega del fascismo de Franco y la Falange. Y el Gobierno del Reino de España, sin sonrojo en el rostro y sin ningún tipo de vergüenza se pone la metafórica medalla por haber publicado, después de tantos años, esta lista que, por fin, permite que todos estos asesinados por los nazis con la colaboración inestimable del franquismo puedan ser inscritos como fallecidos en el Registro Civil correspondiente.


La verdad es que los campos de exterminio nazis y las autoridades españolas nunca han tenido buena relación. En tiempos del franquismo porqué eran incómodos testimonios de la colaboración entre los nazis y el gobierno de Franco, y, más tarde, porque, tanto a la monarquía como a los gobiernos socialistas, no les interesaba remover las aguas de un pasado sombrío. A los Borbones porqué tanto el heredero “legal” al trono, Don Juan de Borbón, como el sucesor de Franco, Juan Carlos I, estaban totalmente de acuerdo con la política de aquel general rebelde, golpista y sanguinario. Al fin y al cabo, con el paso del tiempo, le deberían la reinstauración de la Monarquía, y con ella, el poder vivir del cuento y a costa de los impuestos de los españoles, ellos y sus herederos.


El primer presidente del Gobierno de España que visitó uno de los campos de exterminio nazis fue Rodriguez Zapatero en 2005. Felipe González nunca sintió esta necesidad, renunció al marxismo, a la Republica y a recordar la historia, todo por una puerta giratoria en algún Consejo de Administración. Antes, en 1978, los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, ofrecieron una corona de flores a los fallecidos en Mauthausen, pero como estaban muy ocupados visitando empresas, seguramente el “emérito” ya hacia labores de comisionista, enviaron, para cubrir el expediente, una delegación menor del Estado español. Todo para llegar a este año cuando la pasada primavera la ministra de Justicia, Dolores Delgado, se fue, ofendida, del homenaje de los republicanos, un homenaje al que nunca habían asistido los representantes socialistas.


Este listado, ahora hecho público en el BOE, un papel oficial, ha estado largos años en poder de los diversos gobiernos españoles, ya en los años 50 las autoridades alemanas lo hicieron llegar a las autoridades franquistas, la callada fue la respuesta. Y el documento se quedó anclado en los cajones del olvido, ya que los diversos gobiernos socialistas, tanto de Felipe González, durante largos años, como de Rodriguez Zapatero, fueron incapaces de sacarlo a la luz, a pesar de la ley 52/2007 de la Memoria Histórica aprobada por el gobierno Zapatero , y que ha sido aplicada con cuentagotas. Doce años después todavía quedan calles con nomenclatura franquista, placas en homenaje a los golpistas del, para ellos, Glorioso Alzamiento Nacional, la momia de Franco disfruta de un mausoleo convertido en lugar de peregrinación del fascismo hispano y, lo que es más grave, la ideología franquista continua anclada en las instituciones bajo el paraguas del PP, C’s y VOX.


Han pasado los años, han pasado las personas, ha pasado la Historia, pero, desgraciadamente, todavía está presente en nuestro día a día la ideología que hizo que Serrano Suñer, cuñado de franco y uno de los ideólogos del fascismo español, denunciara a 10.000 españoles ante los nazis y les dejara sin la nacionalidad española, con el triangulo azul de los apátridas. Hoy tres partidos en España siguen esta ideología totalitaria, no quieren otra cosa que defender los privilegios de aquellos que les pagan, los de los oligarcas. Y, por desgracia, son muchos los votantes que consideran que estas hienas serán los salvadores de España. Triste España donde todavía, como dijo Machado,” de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.

España, siempre con la historia atrasada

Los campos de exterminio nazis y las autoridades españolas nunca han tenido buena relación
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 16 de agosto de 2019, 23:26 h (CET)

Titular estas reflexiones denunciando el sempiterno atraso de España, más bien del Estado español, en materia de reconocimientos históricos me sabe mal. Contra lo que muchos puedan pensar no tengo nada contra España, es una nación a la que quiero llegar a adorar como mi vecina predilecta, es una parte de mi historia y de mi educación, mis primera lecturas fueron en su lengua, castellano o español, cada uno ponga el adjetivo que más le guste, me he enamorado diciendo un “te quiero” o con un “t’estime”, un “ I Iove” o un “je t’aime” y me he sentido, en los últimos tiempos, impelido a votar opciones independentistas ante el empuje, de la sinrazón nacionalista del españolismo excluyente que únicamente busca la sagrada unidad de una patria, la española, que hace años perdió su razón de ser.

Y, una vez más, me encuentro, justo hace una semana, con un retraso en la historia de esa España, imperial en algunos momentos, y en otros excluyente en la que siempre han quedado fuera los perdedores de la guerra incivil iniciada por unos generales a los que tan sólo les interesaba pisotear los derechos civiles del pueblo español y la defensa a ultranza de los intereses de su clase social, la de los que siempre han ostentado el poder y han cortado el bacalao. El Ejercito africanista con Sanjurjo, pronto eliminado del mando mediante accidente aéreo, Queipo de Llano y su voz aguardentosa por el brandy andaluz que pasaba de la copa a su gaznate sin solución de continuidad, y Franco, el Franquito de la voz aflautada y la mirada traicionera, fueron los artífices de aquel golpe de Estado, bendecido por las potencias occidentales que vieron en Franco un baluarte contra el comunismo y el anarquismo, que llenó España de luto y las cunetas de muertos, hoy todavía sin saber cuántos y dónde están sus cadáveres.


Ahora, 80 años después de la victoria del golpe de Estado de aquellos generales rebeldes, 74 años después de la derrota del fascismo en Europa, de más de 36 años de dictadura franquista i de más de 44 años de democracia minusválida, por fin el BOE, un papel oficial, publica la lista de los 4.427 nacidos en España asesinados por la barbarie nazi, colega del fascismo de Franco y la Falange. Y el Gobierno del Reino de España, sin sonrojo en el rostro y sin ningún tipo de vergüenza se pone la metafórica medalla por haber publicado, después de tantos años, esta lista que, por fin, permite que todos estos asesinados por los nazis con la colaboración inestimable del franquismo puedan ser inscritos como fallecidos en el Registro Civil correspondiente.


La verdad es que los campos de exterminio nazis y las autoridades españolas nunca han tenido buena relación. En tiempos del franquismo porqué eran incómodos testimonios de la colaboración entre los nazis y el gobierno de Franco, y, más tarde, porque, tanto a la monarquía como a los gobiernos socialistas, no les interesaba remover las aguas de un pasado sombrío. A los Borbones porqué tanto el heredero “legal” al trono, Don Juan de Borbón, como el sucesor de Franco, Juan Carlos I, estaban totalmente de acuerdo con la política de aquel general rebelde, golpista y sanguinario. Al fin y al cabo, con el paso del tiempo, le deberían la reinstauración de la Monarquía, y con ella, el poder vivir del cuento y a costa de los impuestos de los españoles, ellos y sus herederos.


El primer presidente del Gobierno de España que visitó uno de los campos de exterminio nazis fue Rodriguez Zapatero en 2005. Felipe González nunca sintió esta necesidad, renunció al marxismo, a la Republica y a recordar la historia, todo por una puerta giratoria en algún Consejo de Administración. Antes, en 1978, los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, ofrecieron una corona de flores a los fallecidos en Mauthausen, pero como estaban muy ocupados visitando empresas, seguramente el “emérito” ya hacia labores de comisionista, enviaron, para cubrir el expediente, una delegación menor del Estado español. Todo para llegar a este año cuando la pasada primavera la ministra de Justicia, Dolores Delgado, se fue, ofendida, del homenaje de los republicanos, un homenaje al que nunca habían asistido los representantes socialistas.


Este listado, ahora hecho público en el BOE, un papel oficial, ha estado largos años en poder de los diversos gobiernos españoles, ya en los años 50 las autoridades alemanas lo hicieron llegar a las autoridades franquistas, la callada fue la respuesta. Y el documento se quedó anclado en los cajones del olvido, ya que los diversos gobiernos socialistas, tanto de Felipe González, durante largos años, como de Rodriguez Zapatero, fueron incapaces de sacarlo a la luz, a pesar de la ley 52/2007 de la Memoria Histórica aprobada por el gobierno Zapatero , y que ha sido aplicada con cuentagotas. Doce años después todavía quedan calles con nomenclatura franquista, placas en homenaje a los golpistas del, para ellos, Glorioso Alzamiento Nacional, la momia de Franco disfruta de un mausoleo convertido en lugar de peregrinación del fascismo hispano y, lo que es más grave, la ideología franquista continua anclada en las instituciones bajo el paraguas del PP, C’s y VOX.


Han pasado los años, han pasado las personas, ha pasado la Historia, pero, desgraciadamente, todavía está presente en nuestro día a día la ideología que hizo que Serrano Suñer, cuñado de franco y uno de los ideólogos del fascismo español, denunciara a 10.000 españoles ante los nazis y les dejara sin la nacionalidad española, con el triangulo azul de los apátridas. Hoy tres partidos en España siguen esta ideología totalitaria, no quieren otra cosa que defender los privilegios de aquellos que les pagan, los de los oligarcas. Y, por desgracia, son muchos los votantes que consideran que estas hienas serán los salvadores de España. Triste España donde todavía, como dijo Machado,” de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.

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