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Las declaraciones de algunos de los capitostes de la socialdemocracia española daban la impresión de que ellos, el PSOE, habían ganado las elecciones por goleada y les sobraban los demás

Investidura con prórroga

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Finalmente casi tres meses después de la cita electoral del 28-A comienza a celebrarse el debate de investidura para elegir quién tendrá que presidir el Consejo de Ministros y ocupar la Moncloa. Aquel 28 de Abril los votantes expresaron en las urnas su deseo de que se constituyera un Gobierno escorado, al menos titularmente, a la izquierda. Los electores acudieron a las urnas impelidos por el miedo a la posibilidad de que la unión de la derecha extrema del PP y C’s con la extrema derecha de VOX propiciase una gobernanza reñida con las libertades democráticas. Las cornetas del miedo, sabiamente tocadas por el PSOE alcanzaron, en parte, su objetivo. Casi un 72 % de votantes acudieron aquel 28-A a la llamada de los partidos y fueron a depositar su voto. El ganador fue el partido de Pedro Sánchez con 7.513.142 votos y 123 escaños, seguidos del PP al que, pese a bajar en votos y diputados, todavía votaron 4. 373.653 votantes obteniendo 66 escaños. El C’s se quedó sin alcanzar su objetivo, superar al PP, y la extrema derecha, sin careta ni disfraz, como antaño bajo el paraguas del PP, obtenía escaños.

Con estos resultados ninguno tenía los votos suficientes para investir Presidente. De acuerdo con la Constitución Felipe VI encargó a Pedro Sánchez la formación de Gobierno, y aquí comenzó un largo periplo de consultas y dimes y diretes que, finalmente, nos llevan a esta última semana de Julio en la que sus señorías tendrán que emplearse a fondo para no suspender el examen y tener que volver en Setiembre. Hasta la semana pasada era ese, el de la repetición después del verano, el horizonte más previsible.

Las declaraciones de algunos de los capitostes de la socialdemocracia española daban la impresión de que ellos, el PSOE, habían ganado las elecciones por goleada y les sobraban los demás. Tenían el ego muy inflado y así era difícil poder llegar a acuerdos y que pudieran convencer a quienes, con su voto, tenían que llevar, de nuevo, a Pedro Sánchez a continuar asentado en el mullido banco azul del Gobierno. Pedro Sánchez a la cabeza de los suyos parecía querer un Pablo Iglesias sumido y arrodillado mientras un día sí y otro también atacaba a los independentistas, olvidando que la abstención de ERC i JxC es indispensable para que él sea investido Presidente del Gobierno del Reino de España.

Pero el PSOE también miraba de reojo a Albert Rivera, el partido naranja podía ser su aliado natural, además de ser el que preferían desde el IBEX35 a la Corona y el resto de instituciones del Estado, como la judicatura y el Ejército, generalmente escorados a la derecha. Pero el líder de C’s se convirtió en la criada respondona, no hizo caso a sus mentores y financiadores, el verse a pocos escaños del PP le ha llevado a creer que si se volvían a celebrar elecciones él podría alcanzar el sillón que preside los Consejos de Ministros. Pero, en principio, le ha salido mal la jugada, su actitud de abrazar y convertirse en el adalid del más rancio nacionalismo español, y sus amores ocultos con VOX, han hecho mella entre los pocos liberales que quedaban en sus filas y entre sus padrinos financieros y ha visto cómo se abría una sangría por la que iban cayendo nombres importantes en la nomina de los “naranjitos”.

Pablo Iglesias, cada día, iba dejando lastre en su camino hacia el sillón de ministrable, primero renunció a defender el derecho de autodeterminación de Catalunya , pero para el PSOE no era bastante con esta profesión de fe nacionalista española, Pedro Sánchez, pensando que así se rompería la baraja de los pactos, le pidió que se apartase de la competición para que Unidas Podemos pudiera acceder a tener algunas sillas en el Gobierno junto con el caramelo de una Vicepresidencia. Y Pablo Iglesias demostró ser un excelente jugador, con un paso atrás hizo jaque mate a Sánchez y dejó la pelota en el tejado socialista. Ahora Sánchez ya no podía echarse atrás, tiene que negociar o quedar como un falsario del que nadie puede fiarse.

Cuando escribo estas líneas está a punto de comenzar el debate de investidura en el que, con toda probabilidad, el jueves, en la prórroga, segunda vuelta, será elegido Presidente del Gobierno del Reino de España Pedro Sánchez con los votos favorables de su partido, UP, Compromis, los cántabros, el PNV y las posibles abstenciones de ERC y HBildu. Y todos contentos, Unidas Podemos se sentará en el Consejo de Ministros, naturalmente sin poder en carteras como Defensa, Exteriores, Justicia y Hacienda, y nos creeremos que tenemos un gobierno escorado a la izquierda, y muchos estarán contentos porque el “trifachito” siempre seria una paso atrás en las libertades conseguidas con sangre, sudor y lágrimas.

A no ser que todo esto haya sido puro teatro, y todo lo tuvieran preparado desde el día siguiente del 28-A, porque todo es posible en política.

Investidura con prórroga

Las declaraciones de algunos de los capitostes de la socialdemocracia española daban la impresión de que ellos, el PSOE, habían ganado las elecciones por goleada y les sobraban los demás
Rafa Esteve-Casanova
lunes, 22 de julio de 2019, 15:57 h (CET)

Finalmente casi tres meses después de la cita electoral del 28-A comienza a celebrarse el debate de investidura para elegir quién tendrá que presidir el Consejo de Ministros y ocupar la Moncloa. Aquel 28 de Abril los votantes expresaron en las urnas su deseo de que se constituyera un Gobierno escorado, al menos titularmente, a la izquierda. Los electores acudieron a las urnas impelidos por el miedo a la posibilidad de que la unión de la derecha extrema del PP y C’s con la extrema derecha de VOX propiciase una gobernanza reñida con las libertades democráticas. Las cornetas del miedo, sabiamente tocadas por el PSOE alcanzaron, en parte, su objetivo. Casi un 72 % de votantes acudieron aquel 28-A a la llamada de los partidos y fueron a depositar su voto. El ganador fue el partido de Pedro Sánchez con 7.513.142 votos y 123 escaños, seguidos del PP al que, pese a bajar en votos y diputados, todavía votaron 4. 373.653 votantes obteniendo 66 escaños. El C’s se quedó sin alcanzar su objetivo, superar al PP, y la extrema derecha, sin careta ni disfraz, como antaño bajo el paraguas del PP, obtenía escaños.

Con estos resultados ninguno tenía los votos suficientes para investir Presidente. De acuerdo con la Constitución Felipe VI encargó a Pedro Sánchez la formación de Gobierno, y aquí comenzó un largo periplo de consultas y dimes y diretes que, finalmente, nos llevan a esta última semana de Julio en la que sus señorías tendrán que emplearse a fondo para no suspender el examen y tener que volver en Setiembre. Hasta la semana pasada era ese, el de la repetición después del verano, el horizonte más previsible.

Las declaraciones de algunos de los capitostes de la socialdemocracia española daban la impresión de que ellos, el PSOE, habían ganado las elecciones por goleada y les sobraban los demás. Tenían el ego muy inflado y así era difícil poder llegar a acuerdos y que pudieran convencer a quienes, con su voto, tenían que llevar, de nuevo, a Pedro Sánchez a continuar asentado en el mullido banco azul del Gobierno. Pedro Sánchez a la cabeza de los suyos parecía querer un Pablo Iglesias sumido y arrodillado mientras un día sí y otro también atacaba a los independentistas, olvidando que la abstención de ERC i JxC es indispensable para que él sea investido Presidente del Gobierno del Reino de España.

Pero el PSOE también miraba de reojo a Albert Rivera, el partido naranja podía ser su aliado natural, además de ser el que preferían desde el IBEX35 a la Corona y el resto de instituciones del Estado, como la judicatura y el Ejército, generalmente escorados a la derecha. Pero el líder de C’s se convirtió en la criada respondona, no hizo caso a sus mentores y financiadores, el verse a pocos escaños del PP le ha llevado a creer que si se volvían a celebrar elecciones él podría alcanzar el sillón que preside los Consejos de Ministros. Pero, en principio, le ha salido mal la jugada, su actitud de abrazar y convertirse en el adalid del más rancio nacionalismo español, y sus amores ocultos con VOX, han hecho mella entre los pocos liberales que quedaban en sus filas y entre sus padrinos financieros y ha visto cómo se abría una sangría por la que iban cayendo nombres importantes en la nomina de los “naranjitos”.

Pablo Iglesias, cada día, iba dejando lastre en su camino hacia el sillón de ministrable, primero renunció a defender el derecho de autodeterminación de Catalunya , pero para el PSOE no era bastante con esta profesión de fe nacionalista española, Pedro Sánchez, pensando que así se rompería la baraja de los pactos, le pidió que se apartase de la competición para que Unidas Podemos pudiera acceder a tener algunas sillas en el Gobierno junto con el caramelo de una Vicepresidencia. Y Pablo Iglesias demostró ser un excelente jugador, con un paso atrás hizo jaque mate a Sánchez y dejó la pelota en el tejado socialista. Ahora Sánchez ya no podía echarse atrás, tiene que negociar o quedar como un falsario del que nadie puede fiarse.

Cuando escribo estas líneas está a punto de comenzar el debate de investidura en el que, con toda probabilidad, el jueves, en la prórroga, segunda vuelta, será elegido Presidente del Gobierno del Reino de España Pedro Sánchez con los votos favorables de su partido, UP, Compromis, los cántabros, el PNV y las posibles abstenciones de ERC y HBildu. Y todos contentos, Unidas Podemos se sentará en el Consejo de Ministros, naturalmente sin poder en carteras como Defensa, Exteriores, Justicia y Hacienda, y nos creeremos que tenemos un gobierno escorado a la izquierda, y muchos estarán contentos porque el “trifachito” siempre seria una paso atrás en las libertades conseguidas con sangre, sudor y lágrimas.

A no ser que todo esto haya sido puro teatro, y todo lo tuvieran preparado desde el día siguiente del 28-A, porque todo es posible en política.

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