Como español y defensor de la integridad y congruencia que me enseñaron mis padres, lamento profundamente la hipocresía con la que se está actuando por medio de instituciones, organizaciones de consumidores y medios de comunicación; y lo digo sin acritud, con tristeza.
Hace pocos años las víctimas, de cualquier abuso, tenían siempre la salida de acudir a los medios de comunicación, defensores de la verdad y la libertad, y denunciar la agresión para que estos lo divulgaran y ayudaran a restablecer la justicia; hoy han perdido hasta eso, porque algunos medios de comunicación, prisioneros del poder económico y político, a los que defienden es a los agresores.
Todos podemos equivocarnos, para eso estamos aquí en la tierra, para aprender y perfeccionarnos; el problema nunca está en los errores, está en el orgullo, que nos impide reconocerlos y nos hace justificarlos.
El caso Afinsa, como otros similares que hubo en el pasado, y otros que habrá en el futuro, es una prueba más de nuestra debilidad e imperfección; de nuestro orgullo.
La Señora Yabar se equivocó, creando un gravísimo problema que afecta a miles de familias; pero, aún se puede reparar el error si ella y todos los que la siguieron y se convirtieron en causantes de este lío, reconocen el error con humildad; y todos, o la mayoría de los afectados, somos capaces de perdonarles.
Todo problema tiene solución; y si no la tiene, ya no es problema.
No es lógico ni justo seguir manteniendo el principio de “presunción de culpabilidad”, en una sociedad que mantiene el principio contrario como bandera; y si deseamos, a partir de ahora, utilizar ese principio y no el de inocencia, que no se enoje el Gobierno, el Juez, la Señora Yabar, el fiscal y todas las organizaciones y aquellos medios de comunicación que están participando en lo que sucede, pues por ese mismo principio, el de culpabilidad, todos los afectados podemos pensar que alguien les está pagando a todos ellos para que hagan lo que están haciendo; y que ese alguien es la Banca, puesto que es la única que esta saliendo beneficiada por todo lo que está ocurriendo.
Yo prefiero creer que la señora Yabar y los que la siguieron, actuaron mal pero de buena fe, y se equivocaron; y rogarles que reconozcan su error cuanto antes, para que sea menor el coste que hayan de pagar ellos y el que nos causen a toda la sociedad; porque no nos equivoquemos, este error nos va a pasar factura a todos; a los que son afectados y a los que todavía no lo son.
Yo deseo hacer oír mi voz, sin acritud, de forma proactiva, si los que me estáis leyendo hacéis lo mismo, y lo transmitís para que otros también lo hagan, ayudaremos a que se ponga fin a una pesadilla que ha dejado sin sueño a muchos miles de nuestros vecinos.
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