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El árbol, fuente de bienestar

Octavi Pereña
Octavi Pereña
miércoles, 14 de junio de 2006, 23:20 h (CET)
Un antiguo proverbio chino dice: “¿No hay ningún árbol que haga sombra? No culpes al suelo sino a ti mismo”. La verdad del proverbio es de actualidad. El país se va desertizando. Sea porque el 58% de los incendios forestales son intencionados, el 17% por negligencias, el 20% por causas desconocidas y un 4% consecuencia de actos vandálicos y venganzas. El dicho chino tiene una buena dosis de consejo práctico que de tenerlo bien presente mejoraría considerablemente el entorno rural y urbano, haciéndolo más confortable.

Las temperaturas estivales aumentan. Cuando nos fijamos en los termómetros la sensación calorífica no es una sensación, sino una realidad palpable porque el mercurio no engaña. A la vez, pero, reconforta descubrir que según sea el lugar en donde comprobamos la temperatura puede ser unos grados más baja. La explicación a tal fenómeno es muy sencilla. Hace mucha más calor en las zonas urbanas que en las rurales debido a que en las ciudades y núcleos habitados se encuentran muchos materiales que tienen efecto bomba de calor. Almacenan el calor que reciben del sol, lo retienen y lo desprenden cuando el astro rey ha dejado de brillar en el firmamento. A la vez, como se da el caso de que los bosques desaparecen y la especulación del suelo hace disminuir la presencia vegetal con sus propiedades refrescantes, no es de extrañar que el mercurio ascienda hasta el punto de hacer estallar los termómetros.

La deforestación rural y urbana provoca un aumento de la temperatura debido a que la falta de vegetación hace que no se desprenda de las hojas arbóreas la humedad que refresca el ambiente. Cuantos más árboles, más superficie de evaporación. El resultado es la obtención de un ambiente mucho más agradable.

Greg McPherson y sus colaboradores en el Servicio Forestal de los Estados Unidos que investiga los efectos que producen los bosques urbanos, han descubierto que los árboles plantados alrededor de los edificios de California reducen las necesidades energética para producir aire acondicionado en un equivalente a la energía que produce una central de 700 megavatios. La plantación estratégica de 50 millones de árboles más en California duplicaría el ahorro, dicen dichos expertos. Vale la pena considerar las conclusiones a las que han llegado Greg McPherson y sus colaboradores.

Esta es una buena noticia porque en nuestras áreas urbanas todavía queda espacio para muchos más árboles. No hace falta ser muy listo para entender que una buena cobertura arbórea en nuestras ciudades y pueblos resultaría en una mejor cualidad del aire que se respira con la consecuente mejora sanitaria y un descenso del importe de la factura de electricidad que se ha de pagar para refrescar el ambiente.

En tanto que algunas poblaciones hacen bien plantando árboles, otras aprovechan las obras públicas para deshacerse de ellos en nombre de la mejoría del trafico. La especulación y la tala descontrolada con fines lucrativos hace que se reduzca la masa forestal. Los ecologistas ya pueden clamar al cielo. Las talas irracionales persisten y los ayuntamientos reducen pausadamente el número de árboles en sus ciudades y pueblos respectivos que administran. Se olvida que los árboles hacen mucho por embellecer nuestras ciudades y hacerlas más habitables. Los árboles retiran de la circulación algunos quilos de carbono y de substancias contaminantes por año. Asimismo recogen la energía solar, producen oxígeno, regulan la humedad y la temperatura, filtran el aire y el agua, reciclan nutrientes y adecuan el hábitat para la vida salvaje. Los bosques reducen el impacto de las tormentas, regulan las corrientes de agua y las inundaciones y contribuyen a evitar las erosiones del suelo que causan la desertización. Un sin fin de beneficios que reducen las contingencias extremas que hacen que las situaciones de emergencia sean más llevaderas. Vistas las ventajas que tienen los árboles, nos comportaremos como personas inteligentes si contribuimos a que las autoridades locales y autonómicas se sientan impulsadas, aunque sea a regañadientes, a que se intensifique la plantación de árboles, tanto en zonas urbanas como rurales. El antiguo proverbio chino que encabeza este escrito contiene mucha sabiduría práctica que contribuye a mejorar nuestra calidad de vida a un precio muy razonable. No lo releguemos a las páginas de un precioso pergamino de un valor incalculable, conservado dentro de una vitrina de cristal con una atmósfera controlada artificialmente, consumiendo energía cada vez más cara.

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