El Gobierno de Sánchez no ha hecho nada extraordinario al acoger a Leopoldo López y al no entregarlo a la falsa justicia de Maduro. La embajada española en Caracas, como cualquier misión diplomática en el extranjero, constituye terreno inviolable. Pero al limitar las actividades de Leopoldo López, el Gobierno de Sánchez parece estar buscando una equidistancia entre los opositores y el tirano, que es difícil de entender. Sánchez tardó demasiados días en reconocer a Guaidó, y no ha querido liderar en la Unión Europea iniciativas sólidas para la salida de Maduro. La ministra portavoz de Sánchez ha llamado golpe militar al levantamiento de los demócratas. No hay equidistancia posible en la lucha por la libertad en Venezuela.
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