Dice Eclesiastés:”Mejor es ir a una casa de luto que ir a una casa de banquete, porque aquello es el fin de todo hombre, y al que vive lo hará reflexionar en su corazón.” Pero, ¡qué difícil es abrir la mano para dejar ir! A pesar de lo que se podría pensar, es más difícil abandonar lo que nos esclaviza, que agradecer lo que nos libera. Por ejemplo, es más liberador ser que tener, rendirse que luchar, abrir la puerta que cerrarla, perder que ganar, abrir la mano que cerrarla, aceptar lo que nos viene que patalear… La vida es embriagadora y es difícil abstenerse de beber la copa que ella nos pone en la boca. A poco que se haya vivido, te das cuenta que las cosas nos someten, como a un carcelero su preso. Abrir la mano para dejar marchar a los seres queridos por entre los dedos, es algo a lo que estamos obligados pero, ¿qué difícil es decir adiós! Es desgarrador arrancar de nuestra palma su recuerdo... Descansa en paz, Eduard Punset y, gracias por todo.
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