Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cartas al director

El derecho de una persona con discapacidad a participar en la vida de sus hijos

Ignacio Osorio de Rebellón, Madrid
Lectores
martes, 16 de abril de 2019, 17:22 h (CET)

Pedro tenía 15 años cuando una tarde de verano se lanzó a la piscina y emergió con una tetraplejia que le cambiaría la vida.

Sí, fueron muchos los aspectos en los que se vio obligado a cambiar, tanto de sus rutinas cotidianas como de sus relaciones funcionales y sociales. Pero lo que más le dolió fueron los cambios que tuvo que acometer por causas ajenas a él. Su colegio tenía interminables escalinatas para acceder a las aulas, para llegar al gimnasio y a la sala de música… ¡ni siquiera podría salir al patio! Con toda su rabia cambió de centro escolar. Por suerte en su ciudad había un instituto al que podría acceder sin problemas y llegar hasta la mayoría de los espacios. Otra cosa fueron las actividades de las tardes: tuvo que dejar las clases de inglés y de pintura, ahí no encontró otras opciones. “Bueno, tendré más tiempo para ver la televisión”, pensó.


Han pasado muchos años y la vida le ha sonreído, Pedro tiene un buen trabajo, muchos amigos y sobre todo una familia formada junto a su mujer, con la que ha tenido dos hijas.

Hace 25 años la sociedad no puso las soluciones adecuadas y le dejó fuera de muchos ámbitos de la vida, ahora, cuando él se creía incluido, la historia se repite: se le niega su derecho a participar en la vida de sus hijas. No ha podido jugar con ellas ni cuidarlas en el parque infantil, no puede ir a las reuniones de padres en el colegio, y los fines de semana, cuando las lleva al partido de fútbol, se baja del coche sin saber si ese día, en ese polideportivo, podrá disfrutar viéndolas jugar.

Noticias relacionadas

En el imaginario colectivo, la violencia es algo que sucede “fuera”, en las calles, en las noticias, en las guerras, en los crímenes. Nos han enseñado a identificarla en lo visible, en el golpe, en el grito, en la amenaza. Pero hay otras formas de violencia que no se oyen ni se ven, y que por eso mismo son más difíciles de reconocer y mucho más dañinas.

Entre las múltiples experiencias que he vivido a lo largo de mi vida destacan las tres semanas que permanecí embarcado, allá por los ochenta, en el Ramiro Pérez, un barco mercante en el que realicé el viaje Sevilla-Barcelona-Tenerife-Sevilla enrolado como un tripulante más.

Una rotonda es el espejo de una sociedad. Cuando quieras saber cómo es un país, fíjate en cómo se aborda una rotonda, cómo se incorpora la gente y cómo se permite –o no– hacerlo a los demás. Ahí aparece la noción de ceda el paso, esa concesión al dinamismo de la existencia en comunidad, la necesidad de que todo esté en movimiento, de que fluya la comunicación y que todo el mundo quede incorporado a la rueda de la vida.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto