Mucho se ha hablado últimamente de la derechita cobarde y no poco se han ofendido por esta expresión los aludidos, especialmente en el PP, quienes, por toda prueba de descargo, invocan muestras de coraje como el rol de asesinados por ETA o, más recientemente, como los acosos, insultos y agresiones sufridos a manos de la chusma más infecta de nuestra sociedad. Bien, concédaseles tal valor, pero da igual, porque esas apelaciones a su bizarría son inoperantes frente a la acuasción que la auténtica derecha les hace: la cobardía que se les imputa no es física, sino ideológica. Y es ahí, en el campo de las ideas, donde la derechita de Rajoy y Casado demuestra una inconcusa falta de agallas, pues su enorme complejo de inferioridad frente a la izquierda no sólo les impide defender los valores conservadores tradicionales, sino que, peor aún, con frecuencia los empuja a atacarlos.
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