Atiborrados de novedades, en continuo movimiento, con un desasosiego inquietante; apenas disponemos de tiempo para la maduración de las decisiones importantes; aunque por otra parte, no las diferenciamos. Funcionamos bajo tres orientaciones frustrantes; el cúmulo de ignorancias previas, la indolencia acomodaticia, y la notoria incapacidad provocada por las limitaciones propias. Esta realidad contrasta con la ACTITUD ARROGANTE en el desarrollo de las actividades vitales, de la que muy pocos prescinden. Como si esa posición rotunda fuera real y duradera. Semejante disposición del ánimo es con frecuencia el dispositivo que nos lanza a las peores distorsiones de la convivencia. En las tribulaciones cotidianas nos acucian los sentimientos más diversos. Los afrontamos adheridos a la inmediatez de las aceleradas vivencias. La pausa es imposible, hemos de atender demasiados frentes, por eso estamos:
D I S T R A Í D O S
El latido es incesante Mientras dure
Ser o no ser A veces es simultáneo
Comprender o no Sin duda lo es también
Añorar o desdeñar Son aires coincidentes
Querer u odiar Parten del mismo manantial
Saber e ignorar Forman curiosas parejas
Quién dice o calla Atavesando el silencio
Quién ríe o llora Por la emoción del momento
Quién espera o desespera Por los pequeños detalles
Estamos agitados por el sinsaber diario Vivimos esperanzados Por el sentimiento vital Pero ocupados En cosas sin importancia
Es lo que va de ser a no ser, qué sentido demos a nuestras aportaciones. Si caemos en nuevos dogmatismos, no habremos adelantado nada; y la sospecha transcurre por las caídas plenas de intolerancias. Precisamente, tras el descubrimiento de las dimensiones desconocidas del Universo, y las mucho más cercanas del propio cerebro, igual de desconocidas. Sometidos como estamos al paso inclemente del tiempo, siendo los protagonistas EFÍMEROS de las anécdotas del momento. Es la distancia notable entre las expresiones y los fondos personales; desdeñamos esas características transitorias, sin que lo evitemos, somos:
E S P O R Á D I C O S
La vivaz llama brilla, Las cenizas recuerdan, Mientras la brasa añora Y su calor escapa.
Dicha luz es efímera, De presencia fugaz, De ofrecimientos suaves, De ocasionales dádivas,
Con mayor abundancia De unas solicitudes No bien justificadas, Ni al fin correspondidas,
El brasero se apaga, O mantendrá el calor, Al son de las ayudas De intercambios sinceros
Flamígeros andantes De final ceniciento, De ilusionadas artes En esa permanencia
En lo personal, cada uno podrá examinar su propio trayecto, ese que va de los chispazos a las cenizas en un breve intervalo. Estaremos de acuerdo en el carácter intransferible de estos BRASEROS VIVIENTES, por lo que el borrado de las responsabilidades es una labor inútil, además de imposible. El tan buscado sentido de la existencia lo pone cada cual según sus circunstancias. Lo bueno y lo malo queda inscrito en el pergamino individual. La pretensión de encubrirlo sólo será eficaz de cara a la frivolidad de la galería.
Parece un asunto baladí, meros comentarios. No obstante, en las distracciones operativas en las sociedades actuales y en ese desdén hacia la realidad efímera; nacen y se cultivan las peores acciones desdichadas. Si los lamentos fueran sinceros, si las proclamaciones auténticas, seríamos más optimistas de cara a los futuros proyectos de convivencia. La CONCORDIA tomaría carta de naturaleza en busca de la fascinante ARMONÍA. Sin esperar a la acción de los dioses, pero adormecidos por los cuentos relatados por los más absurdos comediantes; queda patente el enfoque general hacia otros objetivos. El absurdo predomina en los ambientes vociferantes de gran calado en la sociedad.
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