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Estamos muy cerca de las rebajas de enero.
Hay establecimientos que, adelantándose a ellas, se valen de un subterfugio para saldar existencias
y las ofrecen con grandes descuentos y, en ocasiones, hasta por debajo del costo, para darles salida a fin
de conseguir espacio para nuevas mercaderías.
Pedro Sánchez, bueno sólo para crear problemas y desdecirse cada vez que habla, con buena vista
comercial, ha decidido unirse a estos comerciantes avispados y poner en venta el Estado español y,
consecuentemente a quienes lo habitamos, sin querer que le entreguen dinero a cambio, sino que vuelvan
a satisfacer su afán de poder y su deseo exacerbado de mantenerse en la Moncloa.
Para ello no ha dudado en someternos a todos los españoles pues, queramos o no, nos representa, a
la mayor humillación nunca vista, salvo con la cobarde traición de Fernando VII, cuando regaló el trono
español a Napoleón.
A España, Estado soberano, la ha degradado colocándola a la altura de una zapatilla al reunirse de igual a igual con Torra, presidente de una comunidad subordinada a la soberanía de todos los españoles. Con el protocolo y la deferencia que se le debe a cualquier Jefe de Estado de otro país. Esaú vendió su primogeniotura por un plato de lentejas. Pedro nos ha vendido a los españoles no por comida sino por su insaciable deseo de alargar, cuanto más pueda, su poder, que está en tenguerenge, mendigando el apoyo de estos independentistas, deseosos de destruir a España, que son los que lo mantienen en el machito.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
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