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Entre bullanga y fiestas puede que perdamos el sentido de la Navidad

Feliz Navidad pero ¿qué significa la Navidad?

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Nuestra sociedad, cada vez menos religiosa, celebra cada año la Navidad deseándose unos a otros felicidades, pero posiblemente la felicidad consista para la mayoría en pasarlo bien comiendo, bebiendo, cantando y gastando.


El hecho tremendo de que nazca como hombre el Hijo de Dios en cumplimiento de una promesa hecha por Dios mismo al principio del mundo y anunciada una y otra vez a lo largo de los siglos hasta que hace más de dos mil años ocurrió en Belén.


Pero en la barahúnda del acontecer diario este hecho apenas si es recordado, meditado, adorado, aunque se iluminen las ciudades, se construyan belenes, se alcen árboles que se dicen de Navidad, pasados unos días todo desaparece, se apaga y seguimos con nuestra ajetreada vida en la que vamos envejeciendo inexorablemente con una sensación de vacío creciente a medida que pasa los años.


El nacimiento de este niño en Belén cerró milenios de historia y abrió otra era, la cristiana, a partir de la cual vamos contando los años. Algunos esperan la vuelta de Jesús al fin del mundo pero desaprovechan su venida permanente entre nosotros hecho pan. vino y palabras de vida, capaces de dar un sentido nuevo y eterno a nuestra existencia.


No se nos ha dado ninguna otra palabra por la que podamos salvarnos para toda la eternidad que la buena noticia del evangelio, pero seguimos ciegos inventado programas, sistemas, vacuas teorías que pasan como nubes de verano, mientras que hacemos oídos sordos a la llamada del que es camino, verdad y vida, y nos dice: si alguna quiere venir en pos de mi que se niegue a sí mismo tome su cruz y me siga.


Pero negarse a sí mismo y tomar la cruz no parece un programa atrayente para los que quieren disfrutar del placer sin restricciones, del poder y del poseer, aunque Dios mismo nos asegure la victoria definitiva.


Casi nadie, al parecer, quiere ser salvado por Dios sino salvarse a sí mismo, lo que es imposible. Podemos contemplar en lo que terminan las glorias mundanas, pero ni por esas.


Jesús, el niño que nació en Belén, será crucificado, muerto y sepultado, pero resucitó al tercer día y si Cristo resucitó todos podremos resucitar. Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran llegar a Dios a través de Jesús que sigue actuando en medio de nosotros. Estamos salvados en esperanza y tanto la fe para creer como la esperanza en el mundo futuro, podemos pedirlas a Dios, pero rechazar su invitación, decirle a Dios que no lo necesitamos o locamente negar su existencia tendrá, sin duda, consecuencias para cada persona.


La Navidad, el nacimiento de Jesús, no es un hecho insignificante sino grandioso, que no podemos tomarnos a la ligera. Es el cumplimiento solemne de la promesa de Dios que nos mandaría a su propio hijo para salvarnos por su medio para una bienaventuranza eterna que jamás podríamos alcanzar por nosotros mismos.


La alegría de la Navidad consiste en esto: saber que Dios se ha hecho hombre para que nosotros podamos llegar hasta Dios.

Feliz Navidad pero ¿qué significa la Navidad?

Entre bullanga y fiestas puede que perdamos el sentido de la Navidad
Francisco Rodríguez
viernes, 21 de diciembre de 2018, 00:01 h (CET)

Nuestra sociedad, cada vez menos religiosa, celebra cada año la Navidad deseándose unos a otros felicidades, pero posiblemente la felicidad consista para la mayoría en pasarlo bien comiendo, bebiendo, cantando y gastando.


El hecho tremendo de que nazca como hombre el Hijo de Dios en cumplimiento de una promesa hecha por Dios mismo al principio del mundo y anunciada una y otra vez a lo largo de los siglos hasta que hace más de dos mil años ocurrió en Belén.


Pero en la barahúnda del acontecer diario este hecho apenas si es recordado, meditado, adorado, aunque se iluminen las ciudades, se construyan belenes, se alcen árboles que se dicen de Navidad, pasados unos días todo desaparece, se apaga y seguimos con nuestra ajetreada vida en la que vamos envejeciendo inexorablemente con una sensación de vacío creciente a medida que pasa los años.


El nacimiento de este niño en Belén cerró milenios de historia y abrió otra era, la cristiana, a partir de la cual vamos contando los años. Algunos esperan la vuelta de Jesús al fin del mundo pero desaprovechan su venida permanente entre nosotros hecho pan. vino y palabras de vida, capaces de dar un sentido nuevo y eterno a nuestra existencia.


No se nos ha dado ninguna otra palabra por la que podamos salvarnos para toda la eternidad que la buena noticia del evangelio, pero seguimos ciegos inventado programas, sistemas, vacuas teorías que pasan como nubes de verano, mientras que hacemos oídos sordos a la llamada del que es camino, verdad y vida, y nos dice: si alguna quiere venir en pos de mi que se niegue a sí mismo tome su cruz y me siga.


Pero negarse a sí mismo y tomar la cruz no parece un programa atrayente para los que quieren disfrutar del placer sin restricciones, del poder y del poseer, aunque Dios mismo nos asegure la victoria definitiva.


Casi nadie, al parecer, quiere ser salvado por Dios sino salvarse a sí mismo, lo que es imposible. Podemos contemplar en lo que terminan las glorias mundanas, pero ni por esas.


Jesús, el niño que nació en Belén, será crucificado, muerto y sepultado, pero resucitó al tercer día y si Cristo resucitó todos podremos resucitar. Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran llegar a Dios a través de Jesús que sigue actuando en medio de nosotros. Estamos salvados en esperanza y tanto la fe para creer como la esperanza en el mundo futuro, podemos pedirlas a Dios, pero rechazar su invitación, decirle a Dios que no lo necesitamos o locamente negar su existencia tendrá, sin duda, consecuencias para cada persona.


La Navidad, el nacimiento de Jesús, no es un hecho insignificante sino grandioso, que no podemos tomarnos a la ligera. Es el cumplimiento solemne de la promesa de Dios que nos mandaría a su propio hijo para salvarnos por su medio para una bienaventuranza eterna que jamás podríamos alcanzar por nosotros mismos.


La alegría de la Navidad consiste en esto: saber que Dios se ha hecho hombre para que nosotros podamos llegar hasta Dios.

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