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Francisco Montesano

Por esas cosas del destino

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El 30 de diciembre de 2004 miles de chicos fueron a un recital de rock en Buenos Aires y, por esas cosas del destino, uno de ellos prendió una bengala provococando el incendio más atroz que recuerde nuestro país con la muerte de 194 jóvenes y miles de heridos. Todo esto, sin lugar a dudas, por las probadas fallas en las medidas de seguridad esenciales e indispensables en el local de la tragedia.

Luego de un año de lucha desigual de los padres de estas victimas por el esclarecimiento de estas muertes inútiles, se cerró el 7 de marzo el juicio político al máximo responsable de la Ciudad de Buenos Aires. Después del triunfal cierre, del masivo acto realizado por el suspendido Jefe de Gobierno Ibarra, creí entender que para los operadores políticos estaba todo decidido, y seguramente no esperaban la destitución.

Cualquier argentino que haya razonablemente percibido la conducta de nuestra clase dirigente de los últimos 30 años, tendrá la misma sensación.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS lograron vencer el manejo espurio de la política, tanto del oficialismo como la oposición, con el juego constante de amenazas y chantajes, pasando por la corrupción, sin contemplaciones. Unos en pos de la destitución y otros por la permanencia en el poder.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS no se conmovieron cuando el Sr. Ibarra dijo en tono conciliador: ”Yo les pido disculpas a todos los padres, a todos los familiares, porque seguramente no supe transmitirles el dolor, la indignación, la bronca y la impotencia que sentí desde el primer día. Pido disculpas...”

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, producto de la inacción de un gobierno que estableció un modelo que resignó su poder de policía, función esencial que la Constitución de la Ciudad marca para el Poder Ejecutivo. Los diputados que actuaron como fiscales, invocando esta circunstancia habían solicitado a la Sala la destitución del suspendido jefe de gobierno y su inhabilitación para ejercer cargos públicos en la Capital por 10 años, la pena máxima prevista por la Constitución local.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, que es preciso repetir y remarcar su importancia, porque la discusión se transformo en un Boca / River, en una batalla entre la derecha reaccionaria, encarnada por Mauricio Macri (Jefe del opositor partido Compromiso Para El Cambio) y el progresismo transformador representado por Ibarra. ¿Quien cambio el eje de la discusión?

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, captaron la atención de la ciudadanía, para que comprenda que es imperativo determinar las responsabilidades de los funcionarios actuantes, y que estos hechos no se repitan, las sociedades funcionan con premios y castigos. Es indispensable para el funcionamiento cierto de las relaciones humanas.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, nos duelen en el alma, están ausenten del discurso de Ibarra quien ataco y dijo “Macri se aprovechó de toda esta situación y tuvo a su lado a una izquierda irresponsable que cree que está haciendo la revolución con esto. No es una izquierda moderna, es una izquierda antisistema”, remarcó.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, son los que no escucharon a Macri decir que la movilización fue apoyada “por una parte importante de la corporación política y de la corporación de la comunicación, diciendo un mensaje que es absurdo” y se preguntó: “¿Dónde está el golpe?”. Al respecto, apuntó que “acá hay un jefe de Gobierno que está trabajando, que se llama Telerman”, y que si la Sala Juzgadora decide destituir a Ibarra “no cambia nada, no hay elecciones”.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, nos demuestran que el dolor es solo dolor en aquellos que lo padecen, los familiares y amigos de estos adolescentes son los únicos que los recordaran en cada aniversario de la tragedia, en cada cumpleaños con la congoja que solo ellos conocen. La sociedad en su conjunto seguirá con su actividad, respaldando o desaprobando sucesos futuros meramente coyunturales.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, que no debemos dejar en el tintero, cada día agradezco a Dios la oportunidad que me dio, ese 30 de Diciembre mi hija de 19 años estaba invitada al recital, pero por esas cosas del destino, no fue.

Por esas cosas del destino

Francisco Montesano
Francisco Montesano
viernes, 10 de marzo de 2006, 22:27 h (CET)
El 30 de diciembre de 2004 miles de chicos fueron a un recital de rock en Buenos Aires y, por esas cosas del destino, uno de ellos prendió una bengala provococando el incendio más atroz que recuerde nuestro país con la muerte de 194 jóvenes y miles de heridos. Todo esto, sin lugar a dudas, por las probadas fallas en las medidas de seguridad esenciales e indispensables en el local de la tragedia.

Luego de un año de lucha desigual de los padres de estas victimas por el esclarecimiento de estas muertes inútiles, se cerró el 7 de marzo el juicio político al máximo responsable de la Ciudad de Buenos Aires. Después del triunfal cierre, del masivo acto realizado por el suspendido Jefe de Gobierno Ibarra, creí entender que para los operadores políticos estaba todo decidido, y seguramente no esperaban la destitución.

Cualquier argentino que haya razonablemente percibido la conducta de nuestra clase dirigente de los últimos 30 años, tendrá la misma sensación.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS lograron vencer el manejo espurio de la política, tanto del oficialismo como la oposición, con el juego constante de amenazas y chantajes, pasando por la corrupción, sin contemplaciones. Unos en pos de la destitución y otros por la permanencia en el poder.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS no se conmovieron cuando el Sr. Ibarra dijo en tono conciliador: ”Yo les pido disculpas a todos los padres, a todos los familiares, porque seguramente no supe transmitirles el dolor, la indignación, la bronca y la impotencia que sentí desde el primer día. Pido disculpas...”

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, producto de la inacción de un gobierno que estableció un modelo que resignó su poder de policía, función esencial que la Constitución de la Ciudad marca para el Poder Ejecutivo. Los diputados que actuaron como fiscales, invocando esta circunstancia habían solicitado a la Sala la destitución del suspendido jefe de gobierno y su inhabilitación para ejercer cargos públicos en la Capital por 10 años, la pena máxima prevista por la Constitución local.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, que es preciso repetir y remarcar su importancia, porque la discusión se transformo en un Boca / River, en una batalla entre la derecha reaccionaria, encarnada por Mauricio Macri (Jefe del opositor partido Compromiso Para El Cambio) y el progresismo transformador representado por Ibarra. ¿Quien cambio el eje de la discusión?

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, captaron la atención de la ciudadanía, para que comprenda que es imperativo determinar las responsabilidades de los funcionarios actuantes, y que estos hechos no se repitan, las sociedades funcionan con premios y castigos. Es indispensable para el funcionamiento cierto de las relaciones humanas.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, nos duelen en el alma, están ausenten del discurso de Ibarra quien ataco y dijo “Macri se aprovechó de toda esta situación y tuvo a su lado a una izquierda irresponsable que cree que está haciendo la revolución con esto. No es una izquierda moderna, es una izquierda antisistema”, remarcó.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, son los que no escucharon a Macri decir que la movilización fue apoyada “por una parte importante de la corporación política y de la corporación de la comunicación, diciendo un mensaje que es absurdo” y se preguntó: “¿Dónde está el golpe?”. Al respecto, apuntó que “acá hay un jefe de Gobierno que está trabajando, que se llama Telerman”, y que si la Sala Juzgadora decide destituir a Ibarra “no cambia nada, no hay elecciones”.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, nos demuestran que el dolor es solo dolor en aquellos que lo padecen, los familiares y amigos de estos adolescentes son los únicos que los recordaran en cada aniversario de la tragedia, en cada cumpleaños con la congoja que solo ellos conocen. La sociedad en su conjunto seguirá con su actividad, respaldando o desaprobando sucesos futuros meramente coyunturales.

CIENTO NOVENTA Y CUATRO MUERTOS, que no debemos dejar en el tintero, cada día agradezco a Dios la oportunidad que me dio, ese 30 de Diciembre mi hija de 19 años estaba invitada al recital, pero por esas cosas del destino, no fue.

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