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Etiquetas | Real Madrid | Gran Canaria | Euroliga
El conjunto canario, un debutante en la Euroliga, vendió cara su derrota en Madrid, exigido de principio a fin en vísperas de enfrentarse consecutivamente a Olympiacos, Barcelona y CSKA. Gran encuentro de Randolph (20 puntos).

El Real Madrid escapa de la trampa del Gran Canaria (89-76)

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El debutante apretó al histórico. El Gran Canaria exigió al mejor Real Madrid. El actual campeón de Europa no vivió un compromiso holgado, sino con más sudor del esperando, justamente cuando se adentra en un ascenso de categoría: tres encuentros más en sólo ocho días, y con adversarios de un tallaje interesante: Olympiacos, Barcelona y CSKA de Moscú. A este tridente de rivales se llegará con el sabor del triunfo, de una victoria trabajada, con sudor, sin regalos y después de haber superado triples contrarios, desajustes defensivos y ausencias (se notó que no estaba Llull). En lo positivo: este Madrid es mucho Madrid. Es un equipo coral y que ya suma 8 de 8 en Europa. Incontestable.

El ambiente invitaba a la relajación. No había sensación de cita europea. Quizá por aquello de contar enfrente con un adversario del mismo país. O quizá porque se mirase al banquillo, en donde descansaba Llull. Sea lo que fuera, el Real Madrid tardó en arrancar su maquinaria. Cuando quiso hacerlo, el Gran Canaria estaba muy arriba en el marcador: 4-12. Visto y no visto. Seis triples consecutivos (seis minutos tardaron los canarios en anotar de dos) y con un Strawberry en máximos (13 puntos en el cuarto) desmantelaban al Real Madrid.

Campazzo trataba de dar aire al equipo, pero éste estaba desorientado: escasa presión en defensa y errores infantiles. Laso estaba que echaba humo. Sus chicos parecían haberse tomado el encuentro como un trámite. Y no lo era. El Gran Canaria seguía a lo suyo: defensa sin concesiones y altos porcentajes. Tampoco había ningún milagro. El Real Madrid cerró ese primer cuarto con 6 puntos de desventaja (22-28). El talento había ejercido de salvavidas.

Un nuevo Randolph
Era el momento de la segunda unidad. Entonces apareció Reyes. Le siguió Prepelic, colaborador y acertado en el apartado ofensivo, aunque falto de garra en defensa. Que le pregunten a Laso. ¡Vaya cabreo! Al menos, el coraje de Rudy o la aportación de Randolph ayudaron al despegue blanco. Insuficiente. Los canarios mantenían su velocidad. Había confianza. Del empate a 30 se pasó a otro estirón (37-41). Dos datos que revelaban un problema. El Real Madrid no defendía, y si no se defiende suelen aparecer los apuros. Laso echó su bronca y en minutos emergió la defensa. El parcial se frenó en 15 puntos para los canarios. Y el marcador volvió al mando blanco: 47-43.

Aparte de rachas y sensaciones, tanto Gran Canaria como Real Madrid estaban dibujando un encuentro más que atractivo para el espectador: premiaba el intercambio de canastas antes que cualquier sistema táctico. Loable en estos tiempos. Pero como suele suceder. Que se juegue así contra el Real Madrid es sinónimo de peligro. Y le pasó al Gran Canaria. En mitad del tercer cuarto, máxima blanca: 47-37. Con Campazzo y Randoph (echándose el equipo a la espalda) aportando velocidad y puntos y Tavares intimidación, el Real Madrid fue labrándose un nuevo triunfo. Porque ya había defensa. El Gran Canaria se quedó en 14 puntos. Sus datos menguaban y sin noticias de Strawberry (sólo dos puntos más), el triplista del comienzo.

Le salvaba que el Real Madrid no acababa de rematar su encuentro. No encontraba esa consistencia que haya fácilmente en otras noches europeas. A ocho para el final, todo seguía en el aire: 66-59. Pero se mantenía el intercambio de canastas (y cuando no lo había, los canarios también erraban). Y eso beneficiaba a los blancos. Talento aparte como cuando Rudy (no da un balón por perdido jamás) prendió la mecha al 73-62. Y al Gran Canaria se le hacía largo el encuentro, no ya por la defensa blanca. El cansancio, el bajón de la concentración, el mantenerse en porcentajes altos durante mucho tiempo. Imposible para un debutante que se marchó, y debería irse orgulloso, tras haber apretado y exigido a todo un campeón de Europa, el Real Madrid.

El Real Madrid escapa de la trampa del Gran Canaria (89-76)

El conjunto canario, un debutante en la Euroliga, vendió cara su derrota en Madrid, exigido de principio a fin en vísperas de enfrentarse consecutivamente a Olympiacos, Barcelona y CSKA. Gran encuentro de Randolph (20 puntos).
Rafael Merino
martes, 20 de noviembre de 2018, 22:37 h (CET)
El debutante apretó al histórico. El Gran Canaria exigió al mejor Real Madrid. El actual campeón de Europa no vivió un compromiso holgado, sino con más sudor del esperando, justamente cuando se adentra en un ascenso de categoría: tres encuentros más en sólo ocho días, y con adversarios de un tallaje interesante: Olympiacos, Barcelona y CSKA de Moscú. A este tridente de rivales se llegará con el sabor del triunfo, de una victoria trabajada, con sudor, sin regalos y después de haber superado triples contrarios, desajustes defensivos y ausencias (se notó que no estaba Llull). En lo positivo: este Madrid es mucho Madrid. Es un equipo coral y que ya suma 8 de 8 en Europa. Incontestable.

El ambiente invitaba a la relajación. No había sensación de cita europea. Quizá por aquello de contar enfrente con un adversario del mismo país. O quizá porque se mirase al banquillo, en donde descansaba Llull. Sea lo que fuera, el Real Madrid tardó en arrancar su maquinaria. Cuando quiso hacerlo, el Gran Canaria estaba muy arriba en el marcador: 4-12. Visto y no visto. Seis triples consecutivos (seis minutos tardaron los canarios en anotar de dos) y con un Strawberry en máximos (13 puntos en el cuarto) desmantelaban al Real Madrid.

Campazzo trataba de dar aire al equipo, pero éste estaba desorientado: escasa presión en defensa y errores infantiles. Laso estaba que echaba humo. Sus chicos parecían haberse tomado el encuentro como un trámite. Y no lo era. El Gran Canaria seguía a lo suyo: defensa sin concesiones y altos porcentajes. Tampoco había ningún milagro. El Real Madrid cerró ese primer cuarto con 6 puntos de desventaja (22-28). El talento había ejercido de salvavidas.

Un nuevo Randolph
Era el momento de la segunda unidad. Entonces apareció Reyes. Le siguió Prepelic, colaborador y acertado en el apartado ofensivo, aunque falto de garra en defensa. Que le pregunten a Laso. ¡Vaya cabreo! Al menos, el coraje de Rudy o la aportación de Randolph ayudaron al despegue blanco. Insuficiente. Los canarios mantenían su velocidad. Había confianza. Del empate a 30 se pasó a otro estirón (37-41). Dos datos que revelaban un problema. El Real Madrid no defendía, y si no se defiende suelen aparecer los apuros. Laso echó su bronca y en minutos emergió la defensa. El parcial se frenó en 15 puntos para los canarios. Y el marcador volvió al mando blanco: 47-43.

Aparte de rachas y sensaciones, tanto Gran Canaria como Real Madrid estaban dibujando un encuentro más que atractivo para el espectador: premiaba el intercambio de canastas antes que cualquier sistema táctico. Loable en estos tiempos. Pero como suele suceder. Que se juegue así contra el Real Madrid es sinónimo de peligro. Y le pasó al Gran Canaria. En mitad del tercer cuarto, máxima blanca: 47-37. Con Campazzo y Randoph (echándose el equipo a la espalda) aportando velocidad y puntos y Tavares intimidación, el Real Madrid fue labrándose un nuevo triunfo. Porque ya había defensa. El Gran Canaria se quedó en 14 puntos. Sus datos menguaban y sin noticias de Strawberry (sólo dos puntos más), el triplista del comienzo.

Le salvaba que el Real Madrid no acababa de rematar su encuentro. No encontraba esa consistencia que haya fácilmente en otras noches europeas. A ocho para el final, todo seguía en el aire: 66-59. Pero se mantenía el intercambio de canastas (y cuando no lo había, los canarios también erraban). Y eso beneficiaba a los blancos. Talento aparte como cuando Rudy (no da un balón por perdido jamás) prendió la mecha al 73-62. Y al Gran Canaria se le hacía largo el encuentro, no ya por la defensa blanca. El cansancio, el bajón de la concentración, el mantenerse en porcentajes altos durante mucho tiempo. Imposible para un debutante que se marchó, y debería irse orgulloso, tras haber apretado y exigido a todo un campeón de Europa, el Real Madrid.

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