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Patxo Palacios

En este país se lee poco

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Este es uno de los tópicos que se dice de la sociedad media española que sigue siendo cierto. España es uno de los países de la UE donde más ciudadanos confiesan no leer habitualmente, acaso ojear algún periódico someramente de vez en cuando.

Y no es que yo pretenda decir a nadie qué es lo que deba hacer o qué está bien y qué no, ya somos mayorcitos. Sólo me permito opinar que la lectura es uno de esos placeres íntimos personales e intransferibles que el no lector se pierde. Los no lectores abundan más en el terreno de las personas que no poseen estudios superiores, pero no es patrimonio único de éstos, ni mucho menos. Cualquier lector medio sabe a qué me refiero exactamente, cuando está deseando sentarse en el metro para disponer de 30 minutos seguidos de lectura hasta llegar al trabajo, o cuando en la soledad del w.c. pone en orden su cuerpo con el preciado libro entre sus manos ...

Es ciertamente sintomático el bajo nivel de audiencia en TVE del buen programa de Javier Rioyo “Estravagario”, abandonado ya al popular y asequible horario de medianoche. Algunos seguimos tirando de video para seguir las reflexiones y los consejos literarios de los invitados, la mayoría de las veces interesantes.

El caso es que la literatura española actual tiene a autores de un gran nivel, con registros y estilos tan variados como para cubrir casi todos los gustos imaginables del personal hispano.

Lorenzo Silva, con sus novelas policiacas, Arturo Pérez Reverte y sus novelas históricas, Ruiz Zafón, con el superéxito “La sombra del viento”, Juan Bas, con su ácida ironía, más los clásicos Juan Marsé, Atxaga, Vázquez Montalbán, son los primeros que me vienen ahora mismo a la memoria. Las listas pueden ser tan variadas como interminables.

Cuando uno opina de estas cosas parece que sienta cátedra, diciéndole al lector qué debe leer y que si no lo hace, está en otro subnivel; nada más lejos de mi intención. Yo jamás llamaría ‘borrego’ al que ve con el Marca o el As bajo el brazo o leyéndolo en el tren, como hiciera Sánchez Dragó; es más, yo soy uno de ellos. Bienvenida toda la lectura: leer es cultura y el deporte es un fenómeno cultural más, más no, de primer orden.
No seré yo quien categorice la literatura o los artículos de 1ª, 2ª o de regional; que cada cual decida.

Pero lean, el ‘Hola’, el ‘Mundo deportivo’, el artículo dominical de Raúl Del Pozo, ‘Las inquietudes de Shanti Andia’ de Aldecoa o los sublimes ‘Cuentos de fútbol’ de Fontanarrosa. Todo es compatible: sólo hay que elegir en cada momento, la oferta es amplia y de calidad.
Saber apagar un rato la caja tonta y poner Bach o AC DC o Calamaro ... o leer una buena novela o el periódico del día, con la música de fondo, a volumen adecuado.

Se trata de enriquecer nuestra vida y de completarla con cositas que alimentan nuestro espíritu y nuestra personalidad, tantas veces dormida. Está en nosotros ser cada vez más “ricos” e interesantes, en el más amplio sentido de la palabra.

Opinaremos con mayor rigor y conocimiento de causa.

En este país se lee poco

Patxo Palacios
Patxo Palacios
miércoles, 8 de marzo de 2006, 00:39 h (CET)
Este es uno de los tópicos que se dice de la sociedad media española que sigue siendo cierto. España es uno de los países de la UE donde más ciudadanos confiesan no leer habitualmente, acaso ojear algún periódico someramente de vez en cuando.

Y no es que yo pretenda decir a nadie qué es lo que deba hacer o qué está bien y qué no, ya somos mayorcitos. Sólo me permito opinar que la lectura es uno de esos placeres íntimos personales e intransferibles que el no lector se pierde. Los no lectores abundan más en el terreno de las personas que no poseen estudios superiores, pero no es patrimonio único de éstos, ni mucho menos. Cualquier lector medio sabe a qué me refiero exactamente, cuando está deseando sentarse en el metro para disponer de 30 minutos seguidos de lectura hasta llegar al trabajo, o cuando en la soledad del w.c. pone en orden su cuerpo con el preciado libro entre sus manos ...

Es ciertamente sintomático el bajo nivel de audiencia en TVE del buen programa de Javier Rioyo “Estravagario”, abandonado ya al popular y asequible horario de medianoche. Algunos seguimos tirando de video para seguir las reflexiones y los consejos literarios de los invitados, la mayoría de las veces interesantes.

El caso es que la literatura española actual tiene a autores de un gran nivel, con registros y estilos tan variados como para cubrir casi todos los gustos imaginables del personal hispano.

Lorenzo Silva, con sus novelas policiacas, Arturo Pérez Reverte y sus novelas históricas, Ruiz Zafón, con el superéxito “La sombra del viento”, Juan Bas, con su ácida ironía, más los clásicos Juan Marsé, Atxaga, Vázquez Montalbán, son los primeros que me vienen ahora mismo a la memoria. Las listas pueden ser tan variadas como interminables.

Cuando uno opina de estas cosas parece que sienta cátedra, diciéndole al lector qué debe leer y que si no lo hace, está en otro subnivel; nada más lejos de mi intención. Yo jamás llamaría ‘borrego’ al que ve con el Marca o el As bajo el brazo o leyéndolo en el tren, como hiciera Sánchez Dragó; es más, yo soy uno de ellos. Bienvenida toda la lectura: leer es cultura y el deporte es un fenómeno cultural más, más no, de primer orden.
No seré yo quien categorice la literatura o los artículos de 1ª, 2ª o de regional; que cada cual decida.

Pero lean, el ‘Hola’, el ‘Mundo deportivo’, el artículo dominical de Raúl Del Pozo, ‘Las inquietudes de Shanti Andia’ de Aldecoa o los sublimes ‘Cuentos de fútbol’ de Fontanarrosa. Todo es compatible: sólo hay que elegir en cada momento, la oferta es amplia y de calidad.
Saber apagar un rato la caja tonta y poner Bach o AC DC o Calamaro ... o leer una buena novela o el periódico del día, con la música de fondo, a volumen adecuado.

Se trata de enriquecer nuestra vida y de completarla con cositas que alimentan nuestro espíritu y nuestra personalidad, tantas veces dormida. Está en nosotros ser cada vez más “ricos” e interesantes, en el más amplio sentido de la palabra.

Opinaremos con mayor rigor y conocimiento de causa.

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