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Universales fácticos

La dignidad se conquista a través de la defensa de las cualidades propias
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 12 de octubre de 2018, 08:59 h (CET)

“El auténtico oscurantismo no consiste en impedir la difusión de lo verdadero, claro y útil, sino en poner en circulación lo falso”.


Goethe. Arte y Antigüedad


Llevados por la costumbre, por la rutina, acaso por la pereza, contemplamos las manifestaciones culturales como la realidad absoluta, agrandada esa posición por los alardes mediáticos; apenas entramos en el meollo de su configuración. Hay de todo, fiestas, rituales, normativas, entidades, intolerancias, permisividad y acciones subversivas; en un conglomerado de acciones simultáneas, con frecuencia conflictivas. Aturdidos por la confluencia de procederes, desatendemos los factores SUBYACENTES, decisivos, pero poco analizados. Ese descuido repercute en la desorientación de los estímulos promocionales y en la adopción de medidas preventivas.


No es pequeña cosa esa del contenido subyacente, circula por debajo y por detrás de las formas culturales. Nada menos que el gran público, menesteroso como nadie, es arrastrado por esas corrientes ocultas. Ya no se trata del pensamiento débil, la misma actividad del pensar entró en sus mínimos. Proliferan las transparencias, las aparentes y cacareadas libertades, la multiplicación de las expresiones culturales; aunque son instrumentos para mantenernos ENTRAMPADOS, puesto que son engañosas. Libertades, culturas accesibles y transparencias, son controladas subrepticiamente por férreos sistemas; lo vemos a diario en el Estado, Autonomías o en el complejo europeo. Mientras, muy pocos y con escasa potencia responden con coherencia.


Con tantos acontecimientos simultáneos, resulta muy difícil estar al tanto de cuanto ocurre; los planos a exámen se multiplican. Cómo llegarán a ser las dificultades siendo patente el ambiente turbio de manipulaciones, medias verdades, cuando no maquinaciones plenas de falsedades. La enigmática realidad humana nos empeñamos en enredarla con ingeniosas triquiñuelas. Es lógico que desde Bombay a Pernanbuco, pasando por la frívola Iberia, aparezcan los OPORTUNISMOS descarados. Plantan sus estandartes con cuatro consignas, sin importar contenidos ni intenciones. En ausencia de críticas fundadas, se dan el alegrón momentáneo, aprovechando la política, los espectáculos e incluso los ámbitos científicos.


Es al menos chocante la manera como progresan las diferencias entre las personas, sean étnicas o culturales, primero individuales y más tarde con el sello colectivo. Siempre existe alguna coincidencia facilitadora de las agrupaciones sencillas; después surgen otras complejidades, que por su propia dimensión inician el sentido inverso, ejerciendo su peso sobre el mero individuo. Ahí ejercen su papel las variadas IDEOLOGÍAS, cuyas plataformas coartan los pensamientos y las acciones de los sujetos particulares. Lo hacen a través de los prejuicios, estereotipos, fanatismos y el diverso acento de sus “ismos”, relegando a las personas


Allí donde miremos abundan los lamentos por comportamientos irracionales, faltos de ética y con la frialdad de quienes se sienten por encima de los demás. Hasta llegan a ser conductas predomiantes en sectores de pretendida alcurnia social, los simples vistazos resultan sobrecogedores. La demagogia avasalla con denuedo. Pese a las ideologías u oportunismos de mala planta, disponemos de la capacidad universal por escelencia para cada pesona, la DIGNIDAD del pensamiento independiente para la reivindicación de la racionalidad propia. Sobre todo, de cara a la detección de las presiones intempestivas. Constituyen el manantial de recursos para contrarrestar las diversas explotaciones de los confiados.


Si hubo alguna vez una relevante presencia cultural de elementos CRÍTICOS, fue minoritaria en el transcurso de los tiempos, sectores sociales y zonas geográficas, Siempre fueron combatidos con acritud por cuantos “ismos” ocuparon el panorama existencial de manera inquietante y sucesiva. Comprobándose que el simple cambio de collares no conduce a nada útil con respecto a la sensibilidad de las personas. De ahí que mientras los progresos técnicos evolucionan, echemos de menos un mínimo paralelismo en cuanto a la calidad de las relaciones humanas. Las habilidades del poder racional, pero desentendido de las atenciones humanitarias, tergiversan las informaciones y mantienen las trampas para el aturdimiento de las conciencias.


En otro aparte, por mucho que se empeñen, eso de una sola voz, además de anticuado suena a totalitarismo de la peor calaña bajo una mentira flagrante. La persona se manifiesta con múltiples voces, la familia, el vecindario, las profesiones, sus ideas, deseos, orientación sexual. ¡Qué es eso de una sola voz! Necesitamos incrementar el énfasis cuando planteamos la PLURALIDAD de las voces comunitarias; algo evidente, pero maltratado hasta la brutalidad por quienes no los asumen, forzando las situaciones. Las afiliaciones y las inscripciones, tienden a la reglamentación uniformista, proclive a las segregaciones indeseables, de rancio abolengo, de consecuencias penosas en su variada actividad histórica.


Atravesamos una época en la cual se ha exacerbado la obsesión por las definiciones concretas, de un Estado, de un profesional, una persona, unas actuaciones; queremos ponerles una etiqueta, sin prestarle mucha atención a sus fundamentos. Precisamente, cuando conocemos como nunca el ingente número de variables que nos modifican a cada paso. Ese afán por la colocación de un DISTINTIVO sobre personas o cosas nunca es completo; con frecuencia acumulan desconocimientos y falsedades, máxime cuando la frivolidad está inmersa en los procedimientos. El falseamiento de las etiquetas engendra equívocos, provoca frustraciones, al toparnos con unos entes nominales de escasa consistencia.


A la hora de establecer los lazos de la convivencia nos olvidamos, o mejor dicho, no solemos tomar en cuenta el hecho central de las diferencias a la hora de comunicarnos, lo que pretendemos decir, lo que en realidad nos entienden. Subsiste impertérrita la MALDICIÓN BABÉLICA, después de la cual, la traducción y la comprensión mutua serán toda una conquista racional. Porque nos obliga a la consideración del intercambio entre emisor y receptor, del cual saldrán modificados ambos. No sirve ni la opción de mantenerse al márgen, las conexiones son incesantes. En la medida que abandonemos la razón, regirá el desapego, el abuso, las acciones desaprensivas, hasta las brutalidades manifiestas.

Existimos sobre una serie de condicionantes generales insoslayables. Es a partir de ellos donde asentamos nuestro campamento con las puertas abiertas, sobre todo en la manera de adaptar cada sujeto sus voluntades. Las limitaciones son evidentes, pero las cualidades modelan los proyectos y exigen labores continuadas para su cultivo. En definitiva, se impone la cuidadosa selección de los enlaces, para evitar los descarrilamientos frívolos, que por otra parte, son bien visibles en los entornos y lejanías del momento.

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