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Urge que el Opus Dei y otras sectas dejen de serlo

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXXV)

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Ayer ya apuntamos un tema que lleva danzando una semana a raíz del desbordamiento del escándalo de los abusos sexuales por parte del clero.


A mi modo de ver, esto no es novedad. Es algo análogo al machismo que ha dominado la sociedad – todas las sociedades – desde tiempo inmemorial, y que en occidente parece que poco a poco se va superando.


La infravaloración de la mujer es una constante de la historia de la que vamos saliendo, gracias a Dios. Esta infravaloración ha llevado a la violencia en muchos casos. Son innumerables los episodios de vejación hacia la mujer en toda la historia y en todos los ámbitos. El más penoso de ellos, el familiar, pues es en la familia donde más amor debía haber.


Siempre ha existido opresión hacia la mujer. El cristianismo ha jugado un papel fundamental en la defensa de la dignidad de la mujer, pero ello no quita que, dentro de la propia Iglesia y en las propias sociedades cristianas todavía hay muchas personas y muchos reductos en los que no se ha interiorizado la idea de la igual dignidad.


La violencia contra la mujer siempre ha existido. Lo que pasa es que ahora se ve.


Del mismo modo, los abusos sexuales por parte del clero siempre se han dado, lo que pasa es que ahora se ven. Juan Pablo II los encubrió con una motivación buena: preservar el buen nombre de la Iglesia. Pero se equivocó, pues una cosa así no se puede ocultar, y cuanto más tarde en salir a la luz, peor. Peor para las víctimas y peor para la Iglesia, también económicamente, pues la justicia exige indemnizar.


Una de las intervenciones en el foro de estos artículos disentía de mi opinión y sostenía que esa expresión de la carta del Papa de 20 de agosto de 2018, refiriéndose a los “abusos sexuales, de poder y de conciencia” se refería a los abusos sexuales unitariamente, los cuales comportan también de modo implícito un abuso de poder y de conciencia”.

Como quiera que en el reciente viaje a Irlanda del Papa, al referirse a estos abusos, reiteradamente ha empleado estos tres conceptos, entiendo que el Papa está aprovechando la ocasión que brinda el tratamiento de los abusos sexuales (en los que, obviamente se incluyen implícitos, abusos de poder y de conciencia), para tratar también un tema MÁS AMPLIO y no menos importante, como es el de los abusos de poder y de conciencia, considerados independientemente de los sexuales.


Nunca es inoportuno tratar sobre otras parcelas de conculcación de la libertad tomando como partida una de ellas. Me parece de buen gobierno ir por delante de los asuntos, y no arrastrado por los acontecimientos. Y pienso que el Papa es un buen gobernante. No es mala cosa abordar la violencia, los abusos y los ataques hacia la libertad en un contexto amplio. En realidad, debe ser así: Los abusos sexuales no son sino un caso particular de abusos contra la libertad, lo mismo que los de poder o de conciencia.


En el foro a estos artículos también hemos visto que hay quien opina que los abusos de conciencia son perfectamente comparables a los abusos sexuales, por las secuelas que dejan en el interior de la persona. También han aparecido testimonios de esto, en relación con el Opus Dei.


Me parece muy oportuno el comentario del portavoz del Papa en el sentido de que estas heridas "no prescriben". Esto lo hemos podido ver también reflejado en muchos comentarios que han aparecido en los foros de estos artículos: personas ex miembros del Opus Dei cuyas heridas interiores ocasionadas por los abusos de conciencia producidos desde esa organización, siguen abiertas.


También hemos visto reflejada en el foro la visión fanática, superficial y frívola de miembros actuales del Opus Dei que no se hacen cargo del daño causado a otros y simplemente los desprecian como apestados, sin entrar a intentar comprender con un mínimo de caridad la situación en la que han quedado esas personas heridas después de haber sido engañadas, "exprimidas como un limón" y luego abandonadas al más puro estilo "descarte", por emplear una expresión usual del Papa.


Cuando planteé la cuestión de diferenciar los abusos de conciencia de otros distintos, aunque todos se refieran a abusos contra la libertad, pensé que podía ser una idea poco compartida. Sin embargo, he visto que no es así.

He visto en estos días un artículo de un sacerdote llamado Luis Santamaría del Río (https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Santamar%C3%ADa_del_R%C3%ADo ) que por resumir brevemente su curriculum, podemos decir que es uno de los mayores expertos hoy día en sectas. El artículo a que me refiero, lo he leído en Aleteia, y tiene el siguiente enlace: ( https://es.aleteia.org/2018/08/22/que-es-el-abuso-espiritual-se-da-en-la-iglesia-catolica/?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es ).

Me imagino que este sacerdote ha escrito el referido artículo solo dos días después de la carta del Papa debido a la especialidad que cultiva y con la que está especialmente sensibilizado.


En el referido artículo hay pasajes de gran interés. En uno de los primeros, Luis Santamaría sostiene que en la Iglesia no cabe hablar de sectas, pero sí de espíritu o modos de ser sectarios. A mi modo de ver, esto es una cuestión en la que no hace al caso encasquillarse, pues desde dónde empieza una organización a ser secta, me parece más una disertación teórica que práctica. Ya he comentado muy al principio de esta serie, que las manifestaciones sectarias se dan, más o menos, en todo grupo organizado, por la sencilla razón de que la socialidad humana puede tener una mayor o menor corrupción consistente en primar al grupo en detrimento de la persona.


La cuestión acerca de dónde termina el espíritu sectario y dónde empieza la secta es algo difícil de determinar, es un límite confuso. Pero ello no impide que, ya sea espíritu sectario o ya sea secta, se aborde la violencia o el abuso contra las conciencias.


Hecha esta salvedad, el artículo de Luis Santamaría puede leerse "en abstracto" o pensando en referirlo a algún abuso concreto de conciencia por parte de algún grupo eclesial, también concreto.


Como quiera que hemos hablado ampliamente de la violencia sobre las conciencias que se viene ejerciendo en el Opus Dei desde tiempo inmemorial, invito al lector a que haga una lectura aplicada del artículo porque siempre es bueno pensar que los problemas o vicios que se denuncian en abstracto, no se refieren a juegos florales, sino a casos muy concretos con nombres y apellidos.


No tendría sentido que un señor se dedicase al estudio de las sectas si estas no existiesen o si fuesen un mero concepto abstracto o juego intelectual.


Voy a comentar algunos párrafos de dicho artículo y dentro del contexto de esta serie de artículos, el lector quizá encuentre en la opinión de este especialista una explicación más fundamentada de muchas cosas que hemos querido decir a lo largo de estas semanas:


"El Pontífice no ha limitado su reflexión a la dimensión sexual, y ni siquiera se ha referido sólo a los menores de edad. El problema tiene unas dimensiones mayores, y por ello subraya en más de una ocasión que además se dan abusos “de poder y de conciencia”. ¿Por qué insiste en esto? La realidad nos muestra casos en los que se puede caer en actitudes sectarias dentro de la Iglesia, con prácticas que son comunes en el mundo de las sectas, pero que también pueden vivirse en diócesis, parroquias, seminarios, comunidades consagradas, asociaciones de fieles…".


(...) "Ya en 1986 el documento de la Santa Sede sobre el desafío pastoral de las sectas señalaba que “algunas mentalidades o actitudes de secta, por ejemplo la intolerancia o el proselitismo activo… se pueden encontrar también en grupos cristianos o dentro de algunas Iglesias o comunidades eclesiales”.


COMENTARIO.- Es evidente que, al menos cabe plantearse razonablemente que esos "abusos de conciencia" tengan una relación directa con el proselitismo activo tal y como viene siendo practicado en el Opus Dei desde los comienzos y que sigue practicándose hoy día de la misma manera. Seguimos:


(...) "En los últimos tiempos se viene utilizando un término para referirse a las prácticas dañinas que pueden darse dentro de una comunidad religiosa, tenga o no en su praxis general dinámicas destructivas o manipulativas. Por lo tanto, puede darse tanto en religiones como en sectas. Se trata de “abuso espiritual”.


COMENTARIO.- Según explica la International Cultic Studies Association (ICSA), una de las principales entidades dedicadas al fenómeno sectario, algunos aplican este término a “cualquier tipo de abuso psicológico, físico o sexual que tiene lugar en un contexto religioso”, mientras que otros apuntan de forma específica a “manipulaciones que dañan la relación de una persona con Dios o con su propio ser interior”.


Esta descripción es un fiel retrato de lo que sucede en el Opus Dei, pues en esta organización se da un dirigismo y una manipulación en las relaciones íntimas de la persona con Dios, especialmente chicos con poca madurez humana, interfiriendo en el ámbito sagrado de la conciencia individual. De gran interés resulta la apreciación de que tales abusos se dan, tanto en religiones como en sectas. Esto es así porque como hemos visto, al menos así lo entiende Santamaría, en la Iglesia no hay sectas pero sí sectarios. Seguimos con el artículo:


(...) "¿Qué incluye el abuso espiritual? La ICSA detalla algunos de sus efectos: “autoestima dañada, dependencia inducida, capacidad de confiar disminuida y reacciones emocionales como ira, ansiedad y depresión”. Incluso –añaden estos expertos– “en algunos casos, también puede verse sacudida la propia fe en Dios”.


COMENTARIO.- A mi modo de ver, este es el efecto más grave que puede producir una organización tóxica como el Opus Dei, y que ellos mismos explotan, empezando por el propio fundador, que auguraba - como hemos visto en varias citas - las penas del infierno a quien abandonara la organización. La cuestión está en que personas con cierta personalidad no muy hecha, pueden tener un "rebote" muy negativo al salir del Opus Dei, atribuyendo a la Iglesia una toxicidad que solo era atribuible en justicia a dicha organización, y traspasando a la fe en Dios lo que debería haber sido un simple desencanto de una organización humana como es el Opus Dei.

Afortunadamente, la inmensa mayoría de los ex miembros, tras un periodo de "shock" y otro de readaptación, en el que encuentran su propia espiritualidad, ya sin manipulaciones, terminan siendo las personas más felices del mundo, más que los demás, pues saben lo que vale un duro, al darse cuenta del infierno del que han salido.


(...) "La etiqueta de “espiritual” viene determinada por el contexto religioso en el que se dan estas prácticas dañinas para la persona, ya que en su mayor parte podrían denominarse también como “abuso psicológico” o “abuso emocional.

Aunque es a menudo asociado con los grupos sectarios, el abuso espiritual puede ocurrir también en denominaciones religiosas establecidas, cuando los pastores u otros abusan de su autoridad o cuando los individuos violan los límites éticos en el proselitismo o en otros tipos de situaciones de influencia”, explica la ICSA".


COMENTARIO.- Este tipo de abusos son habituales en el Opus Dei, empezando porque se practican con niños con poca madurez humana, debido a la edad, y porque se vulneran las leyes de la Iglesia en este aspecto.

(...) "La ICSA recuerda que el poder corrompe, y por eso la autoridad trae consigo un riesgo de abuso, cuyo nivel depende de la madurez de quien detenta el poder.


Así, “padres, profesores, terapeutas, pastores, esposos y otros pueden tener el riesgo de abusar de aquellos sobre quienes ejercen distintos niveles de poder”.


COMENTARIO.- Ya expuse el otro día un pasaje de Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer en el que precisamente se pone bajo sospecha a los propios padres de los chicos vedándoles intervenir en lo relativo al propio discernimiento que ellos deben llevar a cabo, mientras los directores del Opus Dei se erigen en discernidores de los demás en base al camelo de su "gracia de estado", que se la sacan de la manga, ya que gracia de estado la tenemos todos, cada cual la que Dios le ha dado conforme a su estado de vida.


(...) "Además de las asociaciones de afectados y de otras plataformas de profesionales que pueden ayudar a las víctimas del abuso espiritual, las propias confesiones religiosas han ideado mecanismos para el acompañamiento y la recuperación de los que han sufrido estos daños. Una búsqueda por Internet puede dar una idea de los diversos recursos que se pueden encontrar, por ejemplo, en los Estados Unidos, para acudir a pedir ayuda, desde una propuesta confesionalmente cristiana.


También la Iglesia católica, a nivel institucional, se ha tomado en serio el tema de la pederastia, aunque haya habido grandes carencias, como lo muestra la última carta de Francisco.


Sin embargo, no parece que se preste la misma atención a las familias que acuden pidiendo ayuda en situaciones en las que no están implicados menores de edad ni hay necesariamente un abuso sexual".


COMENTARIO.- Me parece de especial interés este punto, pues efectivamente, quizá se ha prestado interés a los abusos sexuales, pero ya va siendo hora de tener la suficiente finura como para darse cuenta de que este otro tipo de abusos no puede esperar.


(...) "¿Qué les cabe esperar a unos padres que se dirigen a un obispo, por ejemplo, para denunciar un supuesto comportamiento sectario o de abuso psicológico con uno de sus hijos por parte de una institución debidamente reconocida por la autoridad eclesiástica?


La experiencia nos dice que, en muchos casos, poco más que la escucha y las palabras de ánimo.

Al igual que en el tema de los abusos sexuales de menores, la Iglesia ha de tomar en serio el problema de lo que el Papa llama abusos “de poder y de conciencia” en los contextos católicos, y que son más difíciles de demostrar que cualquier tipo de maltrato físico o abuso sexual.


Sin embargo, existen, y deben afrontarse, porque hacen un daño a veces irrecuperable en sus víctimas.

COMENTARIO.- Excelente apreciación que pone el dedo en la llaga y que cualquiera que conozca el Opus Dei pensará que estas afirmaciones les tienen como destinatarios.


(...) "Un ejemplo de que esto es posible lo encontramos en la Conferencia de Obispos de Francia, que en 2013 reorganizó su departamento dedicado al fenómeno sectario –denominado “Pastoral, nuevas creencias y derivas sectarias”–, destinando una de sus oficinas precisamente a los abusos dentro de la Iglesia, ya que “las patologías de ‘creer’ pueden deslizarse también hasta las comunidades católicas”, tal como reconocían.


Por eso propusieron “hacer un seguimiento de estas derivas” y preparar un material “que debe darse a las ‘víctimas’ para recordarles sus derechos e indicarles cuáles son los procedimientos que pueden utilizar tanto desde el punto de vista canónico como desde el civil”.


Además de establecer que “las víctimas de las derivas sectarias en la Iglesia deben ser escuchadas por un representante de la Iglesia, es decir, un obispo designado para esta misión”. Un ejemplo de praxis a seguir por todos los episcopados nacionales".


COMENTARIO.- El ejemplo de la Conferencia Episcopal Francesa nos pone en alerta hacia algo que a algunos puede parecer increíble: Desde la misma Iglesia se puede ser secta. Quizá el primer cometido de los pastores debe ser el de fomentar la libertad. Aunque parezca mentira, esto se ha descuidado durante siglos y hoy nos vemos con el hecho insólito de que desde la Iglesia hemos de defendernos de partes de la Iglesia.


La libertad es algo extremadamente serio en donde nos lo jugamos todo. La libertad no es objeto de juego o de postureo con los del Opus Dei y con el Papa a la vez para quedar bien con unos y otros mientras se vulnera la libertad de las conciencias sistemáticamente.


Me parece que en este artículo se toca un tema que ya hacía falta, y por alguien autorizado.


El mundo en que vivimos va a una gran velocidad. Quizá haya quien se sienta sorprendido por el hecho de que el Papa haya sacado este tema casi sin dar aliento para respirar del anterior, el de los abusos sexuales. Hay otras señales de rapidez que cogen con el pie cambiado a esos "cristianos antiguos", como describe el cardenal Sebastián a los miembros del Opus Dei.


Sin embargo, hay que ir deprisa. La Iglesia, en su misión de llevar a los hombres a Dios, no puede ir a paso de tortuga. Son muchas las demandas que no deben dejar de ser oídas. La labor de escuchar no es una labor con parsimonia, sino activa. Urge que el Opus Dei y otras sectas dejen de serlo. Urge que encuentren otros medios para llevar a cabo su carisma que no sean dañinos para las conciencias de las personas.


Quizá no haya apenas nada que inventar. Quizá su solución sea actuar como han actuado la mayoría de las instituciones de la Iglesia durante siglos, sin hacer proselitismo, sin idolatrar a su fundador, sin inmiscuirse en el fuero interno de sus miembros, respetando su dignidad, etc. En definitiva, siendo sencillamente cristianos. 

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXXV)

Urge que el Opus Dei y otras sectas dejen de serlo
Antonio Moya Somolinos
miércoles, 29 de agosto de 2018, 09:25 h (CET)

Ayer ya apuntamos un tema que lleva danzando una semana a raíz del desbordamiento del escándalo de los abusos sexuales por parte del clero.


A mi modo de ver, esto no es novedad. Es algo análogo al machismo que ha dominado la sociedad – todas las sociedades – desde tiempo inmemorial, y que en occidente parece que poco a poco se va superando.


La infravaloración de la mujer es una constante de la historia de la que vamos saliendo, gracias a Dios. Esta infravaloración ha llevado a la violencia en muchos casos. Son innumerables los episodios de vejación hacia la mujer en toda la historia y en todos los ámbitos. El más penoso de ellos, el familiar, pues es en la familia donde más amor debía haber.


Siempre ha existido opresión hacia la mujer. El cristianismo ha jugado un papel fundamental en la defensa de la dignidad de la mujer, pero ello no quita que, dentro de la propia Iglesia y en las propias sociedades cristianas todavía hay muchas personas y muchos reductos en los que no se ha interiorizado la idea de la igual dignidad.


La violencia contra la mujer siempre ha existido. Lo que pasa es que ahora se ve.


Del mismo modo, los abusos sexuales por parte del clero siempre se han dado, lo que pasa es que ahora se ven. Juan Pablo II los encubrió con una motivación buena: preservar el buen nombre de la Iglesia. Pero se equivocó, pues una cosa así no se puede ocultar, y cuanto más tarde en salir a la luz, peor. Peor para las víctimas y peor para la Iglesia, también económicamente, pues la justicia exige indemnizar.


Una de las intervenciones en el foro de estos artículos disentía de mi opinión y sostenía que esa expresión de la carta del Papa de 20 de agosto de 2018, refiriéndose a los “abusos sexuales, de poder y de conciencia” se refería a los abusos sexuales unitariamente, los cuales comportan también de modo implícito un abuso de poder y de conciencia”.

Como quiera que en el reciente viaje a Irlanda del Papa, al referirse a estos abusos, reiteradamente ha empleado estos tres conceptos, entiendo que el Papa está aprovechando la ocasión que brinda el tratamiento de los abusos sexuales (en los que, obviamente se incluyen implícitos, abusos de poder y de conciencia), para tratar también un tema MÁS AMPLIO y no menos importante, como es el de los abusos de poder y de conciencia, considerados independientemente de los sexuales.


Nunca es inoportuno tratar sobre otras parcelas de conculcación de la libertad tomando como partida una de ellas. Me parece de buen gobierno ir por delante de los asuntos, y no arrastrado por los acontecimientos. Y pienso que el Papa es un buen gobernante. No es mala cosa abordar la violencia, los abusos y los ataques hacia la libertad en un contexto amplio. En realidad, debe ser así: Los abusos sexuales no son sino un caso particular de abusos contra la libertad, lo mismo que los de poder o de conciencia.


En el foro a estos artículos también hemos visto que hay quien opina que los abusos de conciencia son perfectamente comparables a los abusos sexuales, por las secuelas que dejan en el interior de la persona. También han aparecido testimonios de esto, en relación con el Opus Dei.


Me parece muy oportuno el comentario del portavoz del Papa en el sentido de que estas heridas "no prescriben". Esto lo hemos podido ver también reflejado en muchos comentarios que han aparecido en los foros de estos artículos: personas ex miembros del Opus Dei cuyas heridas interiores ocasionadas por los abusos de conciencia producidos desde esa organización, siguen abiertas.


También hemos visto reflejada en el foro la visión fanática, superficial y frívola de miembros actuales del Opus Dei que no se hacen cargo del daño causado a otros y simplemente los desprecian como apestados, sin entrar a intentar comprender con un mínimo de caridad la situación en la que han quedado esas personas heridas después de haber sido engañadas, "exprimidas como un limón" y luego abandonadas al más puro estilo "descarte", por emplear una expresión usual del Papa.


Cuando planteé la cuestión de diferenciar los abusos de conciencia de otros distintos, aunque todos se refieran a abusos contra la libertad, pensé que podía ser una idea poco compartida. Sin embargo, he visto que no es así.

He visto en estos días un artículo de un sacerdote llamado Luis Santamaría del Río (https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Santamar%C3%ADa_del_R%C3%ADo ) que por resumir brevemente su curriculum, podemos decir que es uno de los mayores expertos hoy día en sectas. El artículo a que me refiero, lo he leído en Aleteia, y tiene el siguiente enlace: ( https://es.aleteia.org/2018/08/22/que-es-el-abuso-espiritual-se-da-en-la-iglesia-catolica/?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es ).

Me imagino que este sacerdote ha escrito el referido artículo solo dos días después de la carta del Papa debido a la especialidad que cultiva y con la que está especialmente sensibilizado.


En el referido artículo hay pasajes de gran interés. En uno de los primeros, Luis Santamaría sostiene que en la Iglesia no cabe hablar de sectas, pero sí de espíritu o modos de ser sectarios. A mi modo de ver, esto es una cuestión en la que no hace al caso encasquillarse, pues desde dónde empieza una organización a ser secta, me parece más una disertación teórica que práctica. Ya he comentado muy al principio de esta serie, que las manifestaciones sectarias se dan, más o menos, en todo grupo organizado, por la sencilla razón de que la socialidad humana puede tener una mayor o menor corrupción consistente en primar al grupo en detrimento de la persona.


La cuestión acerca de dónde termina el espíritu sectario y dónde empieza la secta es algo difícil de determinar, es un límite confuso. Pero ello no impide que, ya sea espíritu sectario o ya sea secta, se aborde la violencia o el abuso contra las conciencias.


Hecha esta salvedad, el artículo de Luis Santamaría puede leerse "en abstracto" o pensando en referirlo a algún abuso concreto de conciencia por parte de algún grupo eclesial, también concreto.


Como quiera que hemos hablado ampliamente de la violencia sobre las conciencias que se viene ejerciendo en el Opus Dei desde tiempo inmemorial, invito al lector a que haga una lectura aplicada del artículo porque siempre es bueno pensar que los problemas o vicios que se denuncian en abstracto, no se refieren a juegos florales, sino a casos muy concretos con nombres y apellidos.


No tendría sentido que un señor se dedicase al estudio de las sectas si estas no existiesen o si fuesen un mero concepto abstracto o juego intelectual.


Voy a comentar algunos párrafos de dicho artículo y dentro del contexto de esta serie de artículos, el lector quizá encuentre en la opinión de este especialista una explicación más fundamentada de muchas cosas que hemos querido decir a lo largo de estas semanas:


"El Pontífice no ha limitado su reflexión a la dimensión sexual, y ni siquiera se ha referido sólo a los menores de edad. El problema tiene unas dimensiones mayores, y por ello subraya en más de una ocasión que además se dan abusos “de poder y de conciencia”. ¿Por qué insiste en esto? La realidad nos muestra casos en los que se puede caer en actitudes sectarias dentro de la Iglesia, con prácticas que son comunes en el mundo de las sectas, pero que también pueden vivirse en diócesis, parroquias, seminarios, comunidades consagradas, asociaciones de fieles…".


(...) "Ya en 1986 el documento de la Santa Sede sobre el desafío pastoral de las sectas señalaba que “algunas mentalidades o actitudes de secta, por ejemplo la intolerancia o el proselitismo activo… se pueden encontrar también en grupos cristianos o dentro de algunas Iglesias o comunidades eclesiales”.


COMENTARIO.- Es evidente que, al menos cabe plantearse razonablemente que esos "abusos de conciencia" tengan una relación directa con el proselitismo activo tal y como viene siendo practicado en el Opus Dei desde los comienzos y que sigue practicándose hoy día de la misma manera. Seguimos:


(...) "En los últimos tiempos se viene utilizando un término para referirse a las prácticas dañinas que pueden darse dentro de una comunidad religiosa, tenga o no en su praxis general dinámicas destructivas o manipulativas. Por lo tanto, puede darse tanto en religiones como en sectas. Se trata de “abuso espiritual”.


COMENTARIO.- Según explica la International Cultic Studies Association (ICSA), una de las principales entidades dedicadas al fenómeno sectario, algunos aplican este término a “cualquier tipo de abuso psicológico, físico o sexual que tiene lugar en un contexto religioso”, mientras que otros apuntan de forma específica a “manipulaciones que dañan la relación de una persona con Dios o con su propio ser interior”.


Esta descripción es un fiel retrato de lo que sucede en el Opus Dei, pues en esta organización se da un dirigismo y una manipulación en las relaciones íntimas de la persona con Dios, especialmente chicos con poca madurez humana, interfiriendo en el ámbito sagrado de la conciencia individual. De gran interés resulta la apreciación de que tales abusos se dan, tanto en religiones como en sectas. Esto es así porque como hemos visto, al menos así lo entiende Santamaría, en la Iglesia no hay sectas pero sí sectarios. Seguimos con el artículo:


(...) "¿Qué incluye el abuso espiritual? La ICSA detalla algunos de sus efectos: “autoestima dañada, dependencia inducida, capacidad de confiar disminuida y reacciones emocionales como ira, ansiedad y depresión”. Incluso –añaden estos expertos– “en algunos casos, también puede verse sacudida la propia fe en Dios”.


COMENTARIO.- A mi modo de ver, este es el efecto más grave que puede producir una organización tóxica como el Opus Dei, y que ellos mismos explotan, empezando por el propio fundador, que auguraba - como hemos visto en varias citas - las penas del infierno a quien abandonara la organización. La cuestión está en que personas con cierta personalidad no muy hecha, pueden tener un "rebote" muy negativo al salir del Opus Dei, atribuyendo a la Iglesia una toxicidad que solo era atribuible en justicia a dicha organización, y traspasando a la fe en Dios lo que debería haber sido un simple desencanto de una organización humana como es el Opus Dei.

Afortunadamente, la inmensa mayoría de los ex miembros, tras un periodo de "shock" y otro de readaptación, en el que encuentran su propia espiritualidad, ya sin manipulaciones, terminan siendo las personas más felices del mundo, más que los demás, pues saben lo que vale un duro, al darse cuenta del infierno del que han salido.


(...) "La etiqueta de “espiritual” viene determinada por el contexto religioso en el que se dan estas prácticas dañinas para la persona, ya que en su mayor parte podrían denominarse también como “abuso psicológico” o “abuso emocional.

Aunque es a menudo asociado con los grupos sectarios, el abuso espiritual puede ocurrir también en denominaciones religiosas establecidas, cuando los pastores u otros abusan de su autoridad o cuando los individuos violan los límites éticos en el proselitismo o en otros tipos de situaciones de influencia”, explica la ICSA".


COMENTARIO.- Este tipo de abusos son habituales en el Opus Dei, empezando porque se practican con niños con poca madurez humana, debido a la edad, y porque se vulneran las leyes de la Iglesia en este aspecto.

(...) "La ICSA recuerda que el poder corrompe, y por eso la autoridad trae consigo un riesgo de abuso, cuyo nivel depende de la madurez de quien detenta el poder.


Así, “padres, profesores, terapeutas, pastores, esposos y otros pueden tener el riesgo de abusar de aquellos sobre quienes ejercen distintos niveles de poder”.


COMENTARIO.- Ya expuse el otro día un pasaje de Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer en el que precisamente se pone bajo sospecha a los propios padres de los chicos vedándoles intervenir en lo relativo al propio discernimiento que ellos deben llevar a cabo, mientras los directores del Opus Dei se erigen en discernidores de los demás en base al camelo de su "gracia de estado", que se la sacan de la manga, ya que gracia de estado la tenemos todos, cada cual la que Dios le ha dado conforme a su estado de vida.


(...) "Además de las asociaciones de afectados y de otras plataformas de profesionales que pueden ayudar a las víctimas del abuso espiritual, las propias confesiones religiosas han ideado mecanismos para el acompañamiento y la recuperación de los que han sufrido estos daños. Una búsqueda por Internet puede dar una idea de los diversos recursos que se pueden encontrar, por ejemplo, en los Estados Unidos, para acudir a pedir ayuda, desde una propuesta confesionalmente cristiana.


También la Iglesia católica, a nivel institucional, se ha tomado en serio el tema de la pederastia, aunque haya habido grandes carencias, como lo muestra la última carta de Francisco.


Sin embargo, no parece que se preste la misma atención a las familias que acuden pidiendo ayuda en situaciones en las que no están implicados menores de edad ni hay necesariamente un abuso sexual".


COMENTARIO.- Me parece de especial interés este punto, pues efectivamente, quizá se ha prestado interés a los abusos sexuales, pero ya va siendo hora de tener la suficiente finura como para darse cuenta de que este otro tipo de abusos no puede esperar.


(...) "¿Qué les cabe esperar a unos padres que se dirigen a un obispo, por ejemplo, para denunciar un supuesto comportamiento sectario o de abuso psicológico con uno de sus hijos por parte de una institución debidamente reconocida por la autoridad eclesiástica?


La experiencia nos dice que, en muchos casos, poco más que la escucha y las palabras de ánimo.

Al igual que en el tema de los abusos sexuales de menores, la Iglesia ha de tomar en serio el problema de lo que el Papa llama abusos “de poder y de conciencia” en los contextos católicos, y que son más difíciles de demostrar que cualquier tipo de maltrato físico o abuso sexual.


Sin embargo, existen, y deben afrontarse, porque hacen un daño a veces irrecuperable en sus víctimas.

COMENTARIO.- Excelente apreciación que pone el dedo en la llaga y que cualquiera que conozca el Opus Dei pensará que estas afirmaciones les tienen como destinatarios.


(...) "Un ejemplo de que esto es posible lo encontramos en la Conferencia de Obispos de Francia, que en 2013 reorganizó su departamento dedicado al fenómeno sectario –denominado “Pastoral, nuevas creencias y derivas sectarias”–, destinando una de sus oficinas precisamente a los abusos dentro de la Iglesia, ya que “las patologías de ‘creer’ pueden deslizarse también hasta las comunidades católicas”, tal como reconocían.


Por eso propusieron “hacer un seguimiento de estas derivas” y preparar un material “que debe darse a las ‘víctimas’ para recordarles sus derechos e indicarles cuáles son los procedimientos que pueden utilizar tanto desde el punto de vista canónico como desde el civil”.


Además de establecer que “las víctimas de las derivas sectarias en la Iglesia deben ser escuchadas por un representante de la Iglesia, es decir, un obispo designado para esta misión”. Un ejemplo de praxis a seguir por todos los episcopados nacionales".


COMENTARIO.- El ejemplo de la Conferencia Episcopal Francesa nos pone en alerta hacia algo que a algunos puede parecer increíble: Desde la misma Iglesia se puede ser secta. Quizá el primer cometido de los pastores debe ser el de fomentar la libertad. Aunque parezca mentira, esto se ha descuidado durante siglos y hoy nos vemos con el hecho insólito de que desde la Iglesia hemos de defendernos de partes de la Iglesia.


La libertad es algo extremadamente serio en donde nos lo jugamos todo. La libertad no es objeto de juego o de postureo con los del Opus Dei y con el Papa a la vez para quedar bien con unos y otros mientras se vulnera la libertad de las conciencias sistemáticamente.


Me parece que en este artículo se toca un tema que ya hacía falta, y por alguien autorizado.


El mundo en que vivimos va a una gran velocidad. Quizá haya quien se sienta sorprendido por el hecho de que el Papa haya sacado este tema casi sin dar aliento para respirar del anterior, el de los abusos sexuales. Hay otras señales de rapidez que cogen con el pie cambiado a esos "cristianos antiguos", como describe el cardenal Sebastián a los miembros del Opus Dei.


Sin embargo, hay que ir deprisa. La Iglesia, en su misión de llevar a los hombres a Dios, no puede ir a paso de tortuga. Son muchas las demandas que no deben dejar de ser oídas. La labor de escuchar no es una labor con parsimonia, sino activa. Urge que el Opus Dei y otras sectas dejen de serlo. Urge que encuentren otros medios para llevar a cabo su carisma que no sean dañinos para las conciencias de las personas.


Quizá no haya apenas nada que inventar. Quizá su solución sea actuar como han actuado la mayoría de las instituciones de la Iglesia durante siglos, sin hacer proselitismo, sin idolatrar a su fundador, sin inmiscuirse en el fuero interno de sus miembros, respetando su dignidad, etc. En definitiva, siendo sencillamente cristianos. 

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