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¡Si sois vosotros los únicos artífices de que la palabra “proselitismo” se entienda en la Iglesia de esa manera!

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXXI)

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Quizá la campaña de los 500 tuvo como consecuencia, aparte del nombramiento de un vicario auxiliar, un replanteamiento de la cuestión del proselitismo, pues en la exhortación programática del Papa Evangelii Gaudium ya quedaba clara una condena del proselitismo.


Algo más de dos meses antes de fallecer Javier Echevarría, llegó a los centros del Opus Dei una nota interna de fecha 3 de octubre de 2016 en la que ya se empezaba a marcar distancias con el término “proselitismo”. Como siempre en el Opus Dei, el planteamiento era y ha sido después de esa nota el de desobedecer al Papa y seguir haciendo lo que les da la gana, apoyándose una vez más en la polisemia y en querer hacer decir a san Josemaría lo que nunca dijo.


San Josemaría siempre tuvo una interpretación utilitarista y unívoca de la parábola de la higuera estéril, entendiendo que “dar fruto” es obtener “vocaciones” para el Opus Dei, de modo que quien no trae “vocaciones” para el Opus Dei, no está dando fruto y por tanto es como la higuera estéril, que se hace acreedora de la maldición del Señor.


Esto es lo que siempre han sostenido san Josemaría y sus sucesores, y lo que siempre se ha predicado en el Opus Dei en meditaciones, charlas, círculos, ejercicios espirituales, convivencias, etc. Y lo que se sigue predicando.


Que de la noche a la mañana venga el vicario de Cristo desaprobando ese modo de actuar, les dejó descolocados a todos los directores del Opus Dei. Podrían haber tomado partido por el vicario de Cristo, a quien tanto dicen seguir. Sin embargo, optaron por la polisemia de siempre y por hacer decir a san Josemaría lo que nunca dijo.


En mi opinión, reaccionaron tarde, pues la exhortación Evanglii Gaudium es de 24 de noviembre de 2013. Es decir, tardaron 3 años en reaccionar. Incluso podían haber reaccionado antes, pues como ya comenté ayer, en abril de ese año yo ya pude leer varias homilías de Bergoglio en Buenos Aires en las que se veía venir un cambio de aires o de signo de los tiempos, al que el Señor nos invita constantemente.


La nota de 3 de octubre de 2016 a la que me refiero fue filtrada por algún topo de algún consejo local del Opus Dei a OpusLibros, y como tal fue publicada en esta web. El lector la puede consultar o descargar en el siguiente enlace: ( http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=24328 ).


De todas formas, por su interés, la copio a continuación transcrita:

“1. El término proselitismo lo empleaban ya los judíos para designar las acciones encaminadas a acercar a la fe en Yaweh e incorporar al "pueblo de la Alianza" a personas que no pertenecían a Israel. De ahí pasó al lenguaje cristiano y, desde muy antiguo, designa el celo apostólico por anunciar a Cristo e incorporar nuevos fieles a la Iglesia, o bien por aproximarlos a las instituciones surgidas en su seno.


2. En ese mismo sentido lo usó san Josemaría, desde los comienzos del Opus Dei. Buscaba poner de relieve tanto la profundidad del afán apostólico, como el hecho de que no somos nosotros sino Dios quien llama: evidentemente las decisiones que determinan el rumbo de una vida, ha de tomarlas cada uno personalmente, con libertad, sin coacción ni presión de ningún tipo (cfr. Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 104).


3. En estos últimos decenios, se ha ido generalizando otra acepción de ese vocablo, para describir determinadas actuaciones con las que se pretende atraer hacia el propio grupo con el uso de violencia, de engaño, de coerción o de otros modos que fuerzan la conciencia o manipulan la libertad. Naturalmente, ese modo de actuar es ajeno al espíritu cristiano y totalmente reprobable. A esa acepción negativa se han referido en varias ocasiones los últimos Pontífices al afirmar, por ejemplo, que "nuestra fe no la imponemos a nadie; semejante género de proselitismo es contrario al cristianismo" (Benedicto XVI, Homilía, 10-IX-2006) o que "la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción" (Francisco, Evangeliigaudium, n. 14, citando a Benedicto XVI, Homilía, 13-V-2007).


4. Teniendo en cuenta el uso cada vez más difundido del sentido negativo de la palabra proselitismo, conviene utilizar modos de decir alternativos que, en cada idioma, expresen el contenido positivo original. Algunas opciones pueden ser: plantear la llamada, ayudar a descubrir el camino que Dios quiere para cada uno, invitar a plantearse la propia vocación, discernimiento vocacional, apostolado vocacional, despertar el sentido de misión, etc. Las lenguas son cambiantes y, por esto, es frecuente que haya palabras que dejen de tener un significado unívoco e, incluso, adquieran un significado contrario al original.


5. En el capítulo "Proselitismo" de Camino, a partir de ahora, se incluirá la siguiente nota aclaratoria: "Tradicionalmente en la Iglesia —y en este sentido lo usan muchos autores espirituales, entre otros, san Josemaría— se ha empleado el término "proselitismo" como sinónimo de apostolado o evangelización: labor que se caracteriza, entre otras cosas, por un completo respeto de la libertad, que aleja de la acepción negativa que este vocablo ha tomado en los últimos años del siglo XX. En el surco de esa tradición, san Josemaría utiliza aquí la palabra "proselitismo" con el significado de propuesta o invitación hecha a compañeros y amigos a compartir la llamada de Jesucristo". Para evitar confusiones o malentendidos, conviene usar explicaciones similares para transmitir a los más jóvenes el sentido positivo que tenía esta palabra en los textos de autores espirituales en los años pasados.


Madrid, 3 de octubre de 2016


Como puede verse, el proselitismo se le está atragantando al Opus Dei hasta el punto de que el mismo libro “Camino” se vuelve cada vez más una “herramienta” incómoda para la institución, cuando desde la misma siempre se tomó ese libro como el resumen de su espiritualidad y libro de cabecera de sus miembros.


Leyendo esta nota se ve claro que en el Opus Dei ya no saben qué hacer con el proselitismo a la vuelta de 90 años. Su propia historia de violencia a las conciencias les empieza a pesar como una losa y les empieza a pasar factura.

También es de interés el hecho de que desde dentro de la institución y desde los puestos de dirección, empiezan a aparecer “troyanos” que han optado por lo mismo que otros optaron al salir, esto es, por preferir la verdad a la seguridad, por preferir seguir a Jesucristo a seguir a san Josemaría, por preferir servir a la Iglesia a hacerlo a una secta.


Dentro de la dirección del Opus Dei tienen que estar preocupados por este fenómeno, pues a pesar de todas las maldiciones acerca del pacto con el diablo que supone no ser “salvajemente sinceros con los directores”, es evidente que esa milonga ya no se la creen ni muchos de los que ocupan cargos en consejos locales.


En la nota de 3 de octubre de 2016 se miente, y ellos lo saben. El otro día recogí en uno de los artículos una serie de citas textuales de san Josemaría para que el lector sepa cómo se las gastaba. Puedo hacer ahora referencia a dos de ellas, para no ser exhaustivo:

  1. “No hay excusas para dejar de dar fruto” (libro “Meditaciones, tomo VI, número 550).
  2. “Ninguno de mis hijos puede estar tranquilo si no trae cada año cuatro o cinco vocaciones que sean fieles” (“Meditaciones, tomo IV, número 381).

Esto es lo que siempre ha dicho por activa o por pasiva san Josemaría. Es una milonga lo que se dice en la nota de 3 de octubre de 2016, una huída más hacia adelante.

Si leemos ahora el primer párrafo del número 15 de la carta de Ocáriz de 9 de enero de 2018, veremos el cinismo que encierra. Dicho párrafo dice esto:

“Como sabéis, el proselitismo, entendido en su sentido original, es una realidad positiva, equivalente a la actividad misionera de difusión del Evangelio[45]. Así lo entendió siempre san Josemaría, y no en el sentido negativo que ha ido adquiriendo ese término en tiempos más recientes. Con todo, es necesario tener presente que, más allá de lo que desearíamos, en ocasiones las palabras adquieren connotaciones distintas de las que tenían en su origen. Por eso, calibrad, en función del contexto, la oportunidad de utilizar este término, porque en ocasiones vuestros interlocutores podrían entender algo distinto de lo que queréis decir”.


Vemos varias falacias en el texto de Ocáriz. En la Iglesia nunca se ha hecho el proselitismo que se ha hecho en el Opus Dei, un proselitismo de multinacional, agresivo. Siempre, quienes se han querido involucrar en una orden o grupo eclesial, lo han hecho “yendo ellos solos”. Solo en el Opus Dei se va por la gente. Todo aquel que haya tenido relación con el Opus Dei y haya llegado al punto en el que le han planteado hacerse numerario, sabe que se ejerce un plan en el que poco a poco “se va metiendo” al pitable, hasta que se le habla de “pitar”, insistiéndole en estas ideas:

PRIMERA.- Que Dios le llama a una mayor entrega;

SEGUNDA.- Que esa entrega es normal que se oriente dentro del marco ordinario en el que él se mueve, esto es, en relación con el Opus Dei,

TERCERA.- Que es a través del Opus Dei donde él se ha acercado más a Dios;

CUARTA.- Que los directores del Opus Dei le “ven” como numerario;

QUINTA.- Que los directores “tienen gracia de estado” para discernir y para “ver” acerca de lo que Dios le pide;

SEXTA.- Que hay que responder a Dios con generosidad”;

SÉPTIMA.- Que pensar en el matrimonio supone “poca generosidad” puesto que no es dar a Dios todo el corazón.

OCTAVO.- Que la consecuencia de no dar ese paso de entregar a Dios todo el corazón es terminar siendo como el joven rico, que se fue triste por no entregarse a Dios. Incluso, el no seguir la propia vocación al dejar sin sentido la propia vida, puede terminar abocando a una espiral de abandono de Dios que lleve a perder la fe y suponga la pérdida de la salvación eterna, pues DIOS NOS QUIERE SALVAR EN EL CAMINO PARA EL QUE NOS HA ELEGIDO.


La consecuencia de este planteamiento es que se genera una crisis interior que el fundador del Opus Dei llamaba “la crisis vocacional”, a la que alentaba para que se provocara en los chicos y chicas que van por los centros y clubs del Opus Dei.


En realidad, lo que se hace es crear un problema grave de escrúpulos para el que la poca formación que se tiene a esa edad y la poca madurez añadida, no son suficientes de cara a un serio discernimiento.


A partir de ahí se crea un verdadero problema interior en la vida de esos chicos, que dura varios años y que supone un daño importante en su conciencia y en su vida futura. Sobre esto existe ya una larga y triste experiencia.


También hay una grandísima experiencia de miles de chicos y chicas que, ante estos requerimientos, respondieron que quieren servir a Dios en el matrimonio. La respuesta por parte del Opus Dei ha sido casi siempre la de ignorarles a partir de ese momento, dejar de llamarles a los medios de formación; en una palabra, despreciarles, “descartarles”, como diría el Papa.


En el Opus Dei, aunque teóricamente podrían pitar chicos como supernumerarios a los 14,5 años, la consigna es prohibirlo totalmente, pues si se abriera la mano en ese sentido, nadie querría pitar de numerario.


En el Opus Dei lo que interesa es que piten numerarios; lo demás, da igual; los supernumerarios siempre han importado menos, salvo cuando están forrados de pasta. Esto último que acabo de decir está dicho de otro modo, pero exactamente igual, en los vigentes Estatutos de 1982.


Todo este panorama de violencia hacia las conciencias sigue intacto a fecha de hoy. Todo esto que acabo de decir no tiene antigüedad de dos años, que es cuando yo me fui, sino VIGENCIA ACTUAL Y PARA LAS DOS SECCIONES, DE MUJERES Y DE HOMBRES, según me ha testimoniado gente del Opus Dei que me está escribiendo durante estos días.

Todo esto es una clara VIOLENCIA SOBRE LAS CONCIENCIAS.


No se si el lector sabe quien es Greg Burke. Este señor es un numerario del Opus Dei norteamericano, portavoz actual de la Santa Sede. Esto demuestra que el Papa no tiene prejuicios hacia las personas, y que compagina plenamente la actuación de poner a raya a LA INSTITUCIÓN, con la confianza hacia LAS PERSONAS, aunque pertenezcan a esa institución.


Pues bien, le recomiendo al lector que vea este enlace de Infovaticana: https://infovaticana.com/2018/08/21/para-el-portavoz-vaticano-es-significativo-que-el-papa-hable-de-crimenes-y-no-solo-de-pecado-en-relacion-a-los-abusos-a-menores/ .


En dicho enlace, el portavoz del Vaticano (es decir, del Papa), en relación con los gravísimos abusos sexuales por parte de sacerdotes, recientemente destapados en Pensilvania y en Chile, y tras la dura carta del Papa de 20 de agosto sobre este tema, hace hincapié en señalar que estas heridas NO PRESCRIBEN.

El enlace de la carta del Papa es este: https://es.aleteia.org/2018/08/20/texto-completo-de-la-carta-del-papa-sobre-los-abusos-sexuales-del-clero/ .


Pero si nos vamos al comienzo de la misma, el Papa habla de los abusos en un sentido más amplio al decir textualmente esto: “Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de ABUSOS SEXUALES, DE PODER Y DE CONCIENCIA cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas” (lo puesto en mayúsculas es mío).


Es decir, que el Papa ya está empezando a apuntar, no solo a los abusos sexuales, sino de poder Y DE CONCIENCIA.

No se si esto les dirá algo a Ocáriz y sus chicos, pero pienso que les debería estimular en algo. Cuando el Papa, en Buenos Aires, ya hablaba duramente del proselitismo, cabría pensar que Mariano Fazio no se estaba enterando. Al repetirlo en Evangelii Gaudium, número 14, en noviembre de 2013, podrían haberse empezado a enterar.


En el foro correspondiente a esta serie de artículos se ha planteado comparar la violencia contra las conciencias que se practica en el Opus Dei con las violaciones y pederastia por parte del clero, y hay quien opina de una manera o de otra, pero lo que no cabe duda es que ambas actuaciones son de violencia hacia la persona.


Ahora el Papa habla el 20 de agosto de 2018 de “abusos de conciencia”. Vamos a ver dónde acaba todo esto, pero parece que el Papa está comprometido en ponerse del lado de los “pequeños”, de los “pobres”, de las víctimas de abusos. Vamos a ver qué pasa en el próximo sínodo en el que no va a participar un “obispo-prelado del Opus Dei”, sino que el prelado del Opus Dei, sin episcopalidad, va a presenciar la corrida desde el gallinero. Y esa corrida es sobre el discernimiento vocacional de la juventud.


Volviendo al texto que he citado antes de Ocáriz, hay dos mentiras: La primera, entender que el proselitismo es una especie de apostolado practicado siempre por la Iglesia para llevar a la fe a las almas. Esto no es verdad, salvo en los oscuros tiempos de la inquisición en los que la salida para los musulmanes o judíos era, o bien convertirse, o morir, o exiliarse.


No se puede confundir el apostolado cristiano con el proselitismo, pues el proselitismo que se practica en el Opus Dei es PROSELITISMO DE GRUPO, no para la Iglesia.


La segunda mentira es que resulta divertida esa invitación de Ocáriz animando a sus chicos para que, a partir de ahora, empleen otro término distinto de “proselitismo”, dado que últimamente parece que no se entiende muy bien.

¡Pero hombre, si vosotros lleváis contribuyendo durante 90 años a que se entienda como siempre lo habéis entendido y practicado! ¡Si sois vosotros los principales o únicos artífices de que la palabra “proselitismo” se entienda dentro de la Iglesia de esa manera!


¿A qué coño vienes a decir ahora a tus chicos y chicas eso de “calibrad, en función del contexto, la oportunidad de utilizar este término, porque en ocasiones vuestros interlocutores podrían entender algo distinto de lo que queréis decir”?

¡Si a estas alturas todos sabemos lo que quieren decir los del Opus Dei cuando emplean la palabra “proselitismo”!

Uno de los más fieles lectores de los artículos de esta serie recomendaba ayer un estudio de Josep Knecht que figura en OpusLibros sobre la figura del “aspirante”. Me parece interesante hacerme eco de dicho estudio otra vez. Este es el enlace: http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=20133 .


Hay otro enlace de interés acerca de la trampa de la “vocación” al Opus Dei. Es este: http://www.opuslibros.org/trampa.htm .


Por citar uno más, muy documentado, sobre el proselitismo, véase este enlace que no tiene desperdicio: http://www.opuslibros.org/html/Sobre%20el%20proselitismo.htm .


Sobre casos de proselitismo salvaje del Opus Dei, habría casos para contar y no parar. Recojo uno reciente de un padre de una chica que fue captada y gracias a Dios, salió. La odisea de ese padre con su hija es espeluznante: http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=25400 .


Como en la nota filtrada de la Comisión Regional del Opus Dei que he mencionado al principio, se cita tímidamente el número 104 del libro “Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer”, y ese libro es de los que poco a poco va manifestando lo impresentable del fundador, no viene mal recoger textualmente todo ese punto en el que se pinta a los padres como alguien que ha de plegarse a la “vocación” del hijo, si bien no se dice nada acerca del “modo como se ha fabricado dicha vocación”. La cita completa es esta:


PREGUNTA: “Continuemos, si me lo permite, con la juventud. A través de la sección Gente joven de nuestra revista, nos llegan muchos de sus problemas. Uno muy frecuente es la imposición que a veces ejercen los padres en el momento de determinar la orientación de sus hijos. Esto sucede tanto en la orientación de carrera o de trabajo, como en la elección de un novio o, mucho más, si pretende seguir la llamada de Dios para emplearse en el servicio de las almas. ¿Cabe alguna justificación para esa actitud de los padres? ¿No es una violación de la libertad que es imprescindible para llegar a la madurez personal?”


RESPUESTA DE SAN JOSEMARÍA: “En última instancia, es claro que las decisiones que determinan el rumbo de una vida, ha de tomarlas cada uno personalmente, con libertad, sin coacción ni presión de ningún tipo.


Esto no quiere decir que no haga falta, de ordinario, la intervención de otras personas. Precisamente porque son pasos decisivos, que afectan a toda la vida, y porque la felicidad depende en gran parte de cómo se den, es lógico que requieran serenidad, que haya que evitar la precipitación, que exijan responsabilidad y prudencia. Y una parte de la prudencia consiste justamente en pedir consejo: sería presunción –que suele pagarse cara– pensar que podemos decidir sin la gracia de Dios y sin el calor y la luz de otras personas, especialmente de nuestros padres.


Los padres pueden y deben prestar a sus hijos una ayuda preciosa, descubriéndoles nuevos horizontes, comunicándoles su experiencia, haciéndoles reflexionar para que no se dejen arrastrar por estados emocionales pasajeros, ofreciéndoles una valoración realista de las cosas. Unas veces prestarán esa ayuda con su consejo personal; otras, animando a sus hijos a acudir a otras personas competentes: a un amigo leal y sincero, a un sacerdote docto y piadoso, a un experto en orientación profesional.


Pero el consejo no quita la libertad, sino que da elementos de juicio, y esto amplía las posibilidades de elección, y hace que la decisión no esté determinada por factores irracionales. Después de oír los pareceres de otros y de ponderar todo bien, llega un momento en el que hay que escoger: y entonces nadie tiene derecho a violentar la libertad. Los padres han de guardarse de la tentación de querer proyectarse indebidamente en sus hijos –de construirlos según sus propias preferencias–, han de respetar las inclinaciones y las aptitudes que Dios da a cada uno. Si hay verdadero amor, esto resulta de ordinario sencillo. Incluso en el caso extremo, cuando el hijo toma una decisión que los padres tienen buenos motivos para juzgar errada, e incluso para preverla como origen de infelicidad, la solución no está en la violencia, sino en comprender y –más de una vez– en saber permanecer a su lado para ayudarle a superar las dificultades y, si fuera necesario, a sacar todo el bien posible de aquel mal.


Los padres que aman de verdad, que buscan sinceramente el bien de sus hijos, después de los consejos y de las consideraciones oportunas, han de retirarse con delicadeza para que nada perjudique el gran bien de la libertad, que hace al hombre capaz de amar y de servir a Dios. Deben recordar que Dios mismo ha querido que se le ame y se le sirva en libertad, y respeta siempre nuestras decisiones personales: dejó Dios al hombre –nos dice la Escritura– en manos de su albedrío [36].


Unas palabras más, para referirme expresamente al último de los casos concretos planteados: la decisión de emplearse en el servicio de la Iglesia y de las almas. Cuando unos padres católicos no comprenden esa vocación, pienso que han fracasado en su misión de formar una familia cristiana, que ni siquiera son conscientes de la dignidad que el Cristianismo da a su propia vocación matrimonial. Por lo demás, la experiencia que tengo en el Opus Dei es muy positiva. Suelo decir, a los socios de la Obra, que deben el noventa por ciento de su vocación a sus padres: porque les han sabido educar y les han enseñado a ser generosos. Puedo asegurar que en la inmensa mayoría de los casos –prácticamente en la totalidad– los padres no sólo respetan sino que aman esa decisión de sus hijos, y que ven en seguida la Obra como una ampliación de la propia familia. Es una de mis grandes alegrías, y una comprobación más de que, para ser muy divinos, hay que ser también muy humanos”.


Estas declaraciones de san Josemaría resultan surrealistas a la vista del testimonio de padres como el que he recogido en el precedente enlace o muchos otros que si hablaran, no habría páginas para recoger tanto despropósito, por no decir otras cosas.


Bueno, mañana seguimos donde hemos quedado hoy.

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXXI)

¡Si sois vosotros los únicos artífices de que la palabra “proselitismo” se entienda en la Iglesia de esa manera!
Antonio Moya Somolinos
jueves, 23 de agosto de 2018, 10:34 h (CET)

Quizá la campaña de los 500 tuvo como consecuencia, aparte del nombramiento de un vicario auxiliar, un replanteamiento de la cuestión del proselitismo, pues en la exhortación programática del Papa Evangelii Gaudium ya quedaba clara una condena del proselitismo.


Algo más de dos meses antes de fallecer Javier Echevarría, llegó a los centros del Opus Dei una nota interna de fecha 3 de octubre de 2016 en la que ya se empezaba a marcar distancias con el término “proselitismo”. Como siempre en el Opus Dei, el planteamiento era y ha sido después de esa nota el de desobedecer al Papa y seguir haciendo lo que les da la gana, apoyándose una vez más en la polisemia y en querer hacer decir a san Josemaría lo que nunca dijo.


San Josemaría siempre tuvo una interpretación utilitarista y unívoca de la parábola de la higuera estéril, entendiendo que “dar fruto” es obtener “vocaciones” para el Opus Dei, de modo que quien no trae “vocaciones” para el Opus Dei, no está dando fruto y por tanto es como la higuera estéril, que se hace acreedora de la maldición del Señor.


Esto es lo que siempre han sostenido san Josemaría y sus sucesores, y lo que siempre se ha predicado en el Opus Dei en meditaciones, charlas, círculos, ejercicios espirituales, convivencias, etc. Y lo que se sigue predicando.


Que de la noche a la mañana venga el vicario de Cristo desaprobando ese modo de actuar, les dejó descolocados a todos los directores del Opus Dei. Podrían haber tomado partido por el vicario de Cristo, a quien tanto dicen seguir. Sin embargo, optaron por la polisemia de siempre y por hacer decir a san Josemaría lo que nunca dijo.


En mi opinión, reaccionaron tarde, pues la exhortación Evanglii Gaudium es de 24 de noviembre de 2013. Es decir, tardaron 3 años en reaccionar. Incluso podían haber reaccionado antes, pues como ya comenté ayer, en abril de ese año yo ya pude leer varias homilías de Bergoglio en Buenos Aires en las que se veía venir un cambio de aires o de signo de los tiempos, al que el Señor nos invita constantemente.


La nota de 3 de octubre de 2016 a la que me refiero fue filtrada por algún topo de algún consejo local del Opus Dei a OpusLibros, y como tal fue publicada en esta web. El lector la puede consultar o descargar en el siguiente enlace: ( http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=24328 ).


De todas formas, por su interés, la copio a continuación transcrita:

“1. El término proselitismo lo empleaban ya los judíos para designar las acciones encaminadas a acercar a la fe en Yaweh e incorporar al "pueblo de la Alianza" a personas que no pertenecían a Israel. De ahí pasó al lenguaje cristiano y, desde muy antiguo, designa el celo apostólico por anunciar a Cristo e incorporar nuevos fieles a la Iglesia, o bien por aproximarlos a las instituciones surgidas en su seno.


2. En ese mismo sentido lo usó san Josemaría, desde los comienzos del Opus Dei. Buscaba poner de relieve tanto la profundidad del afán apostólico, como el hecho de que no somos nosotros sino Dios quien llama: evidentemente las decisiones que determinan el rumbo de una vida, ha de tomarlas cada uno personalmente, con libertad, sin coacción ni presión de ningún tipo (cfr. Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 104).


3. En estos últimos decenios, se ha ido generalizando otra acepción de ese vocablo, para describir determinadas actuaciones con las que se pretende atraer hacia el propio grupo con el uso de violencia, de engaño, de coerción o de otros modos que fuerzan la conciencia o manipulan la libertad. Naturalmente, ese modo de actuar es ajeno al espíritu cristiano y totalmente reprobable. A esa acepción negativa se han referido en varias ocasiones los últimos Pontífices al afirmar, por ejemplo, que "nuestra fe no la imponemos a nadie; semejante género de proselitismo es contrario al cristianismo" (Benedicto XVI, Homilía, 10-IX-2006) o que "la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción" (Francisco, Evangeliigaudium, n. 14, citando a Benedicto XVI, Homilía, 13-V-2007).


4. Teniendo en cuenta el uso cada vez más difundido del sentido negativo de la palabra proselitismo, conviene utilizar modos de decir alternativos que, en cada idioma, expresen el contenido positivo original. Algunas opciones pueden ser: plantear la llamada, ayudar a descubrir el camino que Dios quiere para cada uno, invitar a plantearse la propia vocación, discernimiento vocacional, apostolado vocacional, despertar el sentido de misión, etc. Las lenguas son cambiantes y, por esto, es frecuente que haya palabras que dejen de tener un significado unívoco e, incluso, adquieran un significado contrario al original.


5. En el capítulo "Proselitismo" de Camino, a partir de ahora, se incluirá la siguiente nota aclaratoria: "Tradicionalmente en la Iglesia —y en este sentido lo usan muchos autores espirituales, entre otros, san Josemaría— se ha empleado el término "proselitismo" como sinónimo de apostolado o evangelización: labor que se caracteriza, entre otras cosas, por un completo respeto de la libertad, que aleja de la acepción negativa que este vocablo ha tomado en los últimos años del siglo XX. En el surco de esa tradición, san Josemaría utiliza aquí la palabra "proselitismo" con el significado de propuesta o invitación hecha a compañeros y amigos a compartir la llamada de Jesucristo". Para evitar confusiones o malentendidos, conviene usar explicaciones similares para transmitir a los más jóvenes el sentido positivo que tenía esta palabra en los textos de autores espirituales en los años pasados.


Madrid, 3 de octubre de 2016


Como puede verse, el proselitismo se le está atragantando al Opus Dei hasta el punto de que el mismo libro “Camino” se vuelve cada vez más una “herramienta” incómoda para la institución, cuando desde la misma siempre se tomó ese libro como el resumen de su espiritualidad y libro de cabecera de sus miembros.


Leyendo esta nota se ve claro que en el Opus Dei ya no saben qué hacer con el proselitismo a la vuelta de 90 años. Su propia historia de violencia a las conciencias les empieza a pesar como una losa y les empieza a pasar factura.

También es de interés el hecho de que desde dentro de la institución y desde los puestos de dirección, empiezan a aparecer “troyanos” que han optado por lo mismo que otros optaron al salir, esto es, por preferir la verdad a la seguridad, por preferir seguir a Jesucristo a seguir a san Josemaría, por preferir servir a la Iglesia a hacerlo a una secta.


Dentro de la dirección del Opus Dei tienen que estar preocupados por este fenómeno, pues a pesar de todas las maldiciones acerca del pacto con el diablo que supone no ser “salvajemente sinceros con los directores”, es evidente que esa milonga ya no se la creen ni muchos de los que ocupan cargos en consejos locales.


En la nota de 3 de octubre de 2016 se miente, y ellos lo saben. El otro día recogí en uno de los artículos una serie de citas textuales de san Josemaría para que el lector sepa cómo se las gastaba. Puedo hacer ahora referencia a dos de ellas, para no ser exhaustivo:

  1. “No hay excusas para dejar de dar fruto” (libro “Meditaciones, tomo VI, número 550).
  2. “Ninguno de mis hijos puede estar tranquilo si no trae cada año cuatro o cinco vocaciones que sean fieles” (“Meditaciones, tomo IV, número 381).

Esto es lo que siempre ha dicho por activa o por pasiva san Josemaría. Es una milonga lo que se dice en la nota de 3 de octubre de 2016, una huída más hacia adelante.

Si leemos ahora el primer párrafo del número 15 de la carta de Ocáriz de 9 de enero de 2018, veremos el cinismo que encierra. Dicho párrafo dice esto:

“Como sabéis, el proselitismo, entendido en su sentido original, es una realidad positiva, equivalente a la actividad misionera de difusión del Evangelio[45]. Así lo entendió siempre san Josemaría, y no en el sentido negativo que ha ido adquiriendo ese término en tiempos más recientes. Con todo, es necesario tener presente que, más allá de lo que desearíamos, en ocasiones las palabras adquieren connotaciones distintas de las que tenían en su origen. Por eso, calibrad, en función del contexto, la oportunidad de utilizar este término, porque en ocasiones vuestros interlocutores podrían entender algo distinto de lo que queréis decir”.


Vemos varias falacias en el texto de Ocáriz. En la Iglesia nunca se ha hecho el proselitismo que se ha hecho en el Opus Dei, un proselitismo de multinacional, agresivo. Siempre, quienes se han querido involucrar en una orden o grupo eclesial, lo han hecho “yendo ellos solos”. Solo en el Opus Dei se va por la gente. Todo aquel que haya tenido relación con el Opus Dei y haya llegado al punto en el que le han planteado hacerse numerario, sabe que se ejerce un plan en el que poco a poco “se va metiendo” al pitable, hasta que se le habla de “pitar”, insistiéndole en estas ideas:

PRIMERA.- Que Dios le llama a una mayor entrega;

SEGUNDA.- Que esa entrega es normal que se oriente dentro del marco ordinario en el que él se mueve, esto es, en relación con el Opus Dei,

TERCERA.- Que es a través del Opus Dei donde él se ha acercado más a Dios;

CUARTA.- Que los directores del Opus Dei le “ven” como numerario;

QUINTA.- Que los directores “tienen gracia de estado” para discernir y para “ver” acerca de lo que Dios le pide;

SEXTA.- Que hay que responder a Dios con generosidad”;

SÉPTIMA.- Que pensar en el matrimonio supone “poca generosidad” puesto que no es dar a Dios todo el corazón.

OCTAVO.- Que la consecuencia de no dar ese paso de entregar a Dios todo el corazón es terminar siendo como el joven rico, que se fue triste por no entregarse a Dios. Incluso, el no seguir la propia vocación al dejar sin sentido la propia vida, puede terminar abocando a una espiral de abandono de Dios que lleve a perder la fe y suponga la pérdida de la salvación eterna, pues DIOS NOS QUIERE SALVAR EN EL CAMINO PARA EL QUE NOS HA ELEGIDO.


La consecuencia de este planteamiento es que se genera una crisis interior que el fundador del Opus Dei llamaba “la crisis vocacional”, a la que alentaba para que se provocara en los chicos y chicas que van por los centros y clubs del Opus Dei.


En realidad, lo que se hace es crear un problema grave de escrúpulos para el que la poca formación que se tiene a esa edad y la poca madurez añadida, no son suficientes de cara a un serio discernimiento.


A partir de ahí se crea un verdadero problema interior en la vida de esos chicos, que dura varios años y que supone un daño importante en su conciencia y en su vida futura. Sobre esto existe ya una larga y triste experiencia.


También hay una grandísima experiencia de miles de chicos y chicas que, ante estos requerimientos, respondieron que quieren servir a Dios en el matrimonio. La respuesta por parte del Opus Dei ha sido casi siempre la de ignorarles a partir de ese momento, dejar de llamarles a los medios de formación; en una palabra, despreciarles, “descartarles”, como diría el Papa.


En el Opus Dei, aunque teóricamente podrían pitar chicos como supernumerarios a los 14,5 años, la consigna es prohibirlo totalmente, pues si se abriera la mano en ese sentido, nadie querría pitar de numerario.


En el Opus Dei lo que interesa es que piten numerarios; lo demás, da igual; los supernumerarios siempre han importado menos, salvo cuando están forrados de pasta. Esto último que acabo de decir está dicho de otro modo, pero exactamente igual, en los vigentes Estatutos de 1982.


Todo este panorama de violencia hacia las conciencias sigue intacto a fecha de hoy. Todo esto que acabo de decir no tiene antigüedad de dos años, que es cuando yo me fui, sino VIGENCIA ACTUAL Y PARA LAS DOS SECCIONES, DE MUJERES Y DE HOMBRES, según me ha testimoniado gente del Opus Dei que me está escribiendo durante estos días.

Todo esto es una clara VIOLENCIA SOBRE LAS CONCIENCIAS.


No se si el lector sabe quien es Greg Burke. Este señor es un numerario del Opus Dei norteamericano, portavoz actual de la Santa Sede. Esto demuestra que el Papa no tiene prejuicios hacia las personas, y que compagina plenamente la actuación de poner a raya a LA INSTITUCIÓN, con la confianza hacia LAS PERSONAS, aunque pertenezcan a esa institución.


Pues bien, le recomiendo al lector que vea este enlace de Infovaticana: https://infovaticana.com/2018/08/21/para-el-portavoz-vaticano-es-significativo-que-el-papa-hable-de-crimenes-y-no-solo-de-pecado-en-relacion-a-los-abusos-a-menores/ .


En dicho enlace, el portavoz del Vaticano (es decir, del Papa), en relación con los gravísimos abusos sexuales por parte de sacerdotes, recientemente destapados en Pensilvania y en Chile, y tras la dura carta del Papa de 20 de agosto sobre este tema, hace hincapié en señalar que estas heridas NO PRESCRIBEN.

El enlace de la carta del Papa es este: https://es.aleteia.org/2018/08/20/texto-completo-de-la-carta-del-papa-sobre-los-abusos-sexuales-del-clero/ .


Pero si nos vamos al comienzo de la misma, el Papa habla de los abusos en un sentido más amplio al decir textualmente esto: “Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de ABUSOS SEXUALES, DE PODER Y DE CONCIENCIA cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas” (lo puesto en mayúsculas es mío).


Es decir, que el Papa ya está empezando a apuntar, no solo a los abusos sexuales, sino de poder Y DE CONCIENCIA.

No se si esto les dirá algo a Ocáriz y sus chicos, pero pienso que les debería estimular en algo. Cuando el Papa, en Buenos Aires, ya hablaba duramente del proselitismo, cabría pensar que Mariano Fazio no se estaba enterando. Al repetirlo en Evangelii Gaudium, número 14, en noviembre de 2013, podrían haberse empezado a enterar.


En el foro correspondiente a esta serie de artículos se ha planteado comparar la violencia contra las conciencias que se practica en el Opus Dei con las violaciones y pederastia por parte del clero, y hay quien opina de una manera o de otra, pero lo que no cabe duda es que ambas actuaciones son de violencia hacia la persona.


Ahora el Papa habla el 20 de agosto de 2018 de “abusos de conciencia”. Vamos a ver dónde acaba todo esto, pero parece que el Papa está comprometido en ponerse del lado de los “pequeños”, de los “pobres”, de las víctimas de abusos. Vamos a ver qué pasa en el próximo sínodo en el que no va a participar un “obispo-prelado del Opus Dei”, sino que el prelado del Opus Dei, sin episcopalidad, va a presenciar la corrida desde el gallinero. Y esa corrida es sobre el discernimiento vocacional de la juventud.


Volviendo al texto que he citado antes de Ocáriz, hay dos mentiras: La primera, entender que el proselitismo es una especie de apostolado practicado siempre por la Iglesia para llevar a la fe a las almas. Esto no es verdad, salvo en los oscuros tiempos de la inquisición en los que la salida para los musulmanes o judíos era, o bien convertirse, o morir, o exiliarse.


No se puede confundir el apostolado cristiano con el proselitismo, pues el proselitismo que se practica en el Opus Dei es PROSELITISMO DE GRUPO, no para la Iglesia.


La segunda mentira es que resulta divertida esa invitación de Ocáriz animando a sus chicos para que, a partir de ahora, empleen otro término distinto de “proselitismo”, dado que últimamente parece que no se entiende muy bien.

¡Pero hombre, si vosotros lleváis contribuyendo durante 90 años a que se entienda como siempre lo habéis entendido y practicado! ¡Si sois vosotros los principales o únicos artífices de que la palabra “proselitismo” se entienda dentro de la Iglesia de esa manera!


¿A qué coño vienes a decir ahora a tus chicos y chicas eso de “calibrad, en función del contexto, la oportunidad de utilizar este término, porque en ocasiones vuestros interlocutores podrían entender algo distinto de lo que queréis decir”?

¡Si a estas alturas todos sabemos lo que quieren decir los del Opus Dei cuando emplean la palabra “proselitismo”!

Uno de los más fieles lectores de los artículos de esta serie recomendaba ayer un estudio de Josep Knecht que figura en OpusLibros sobre la figura del “aspirante”. Me parece interesante hacerme eco de dicho estudio otra vez. Este es el enlace: http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=20133 .


Hay otro enlace de interés acerca de la trampa de la “vocación” al Opus Dei. Es este: http://www.opuslibros.org/trampa.htm .


Por citar uno más, muy documentado, sobre el proselitismo, véase este enlace que no tiene desperdicio: http://www.opuslibros.org/html/Sobre%20el%20proselitismo.htm .


Sobre casos de proselitismo salvaje del Opus Dei, habría casos para contar y no parar. Recojo uno reciente de un padre de una chica que fue captada y gracias a Dios, salió. La odisea de ese padre con su hija es espeluznante: http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=25400 .


Como en la nota filtrada de la Comisión Regional del Opus Dei que he mencionado al principio, se cita tímidamente el número 104 del libro “Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer”, y ese libro es de los que poco a poco va manifestando lo impresentable del fundador, no viene mal recoger textualmente todo ese punto en el que se pinta a los padres como alguien que ha de plegarse a la “vocación” del hijo, si bien no se dice nada acerca del “modo como se ha fabricado dicha vocación”. La cita completa es esta:


PREGUNTA: “Continuemos, si me lo permite, con la juventud. A través de la sección Gente joven de nuestra revista, nos llegan muchos de sus problemas. Uno muy frecuente es la imposición que a veces ejercen los padres en el momento de determinar la orientación de sus hijos. Esto sucede tanto en la orientación de carrera o de trabajo, como en la elección de un novio o, mucho más, si pretende seguir la llamada de Dios para emplearse en el servicio de las almas. ¿Cabe alguna justificación para esa actitud de los padres? ¿No es una violación de la libertad que es imprescindible para llegar a la madurez personal?”


RESPUESTA DE SAN JOSEMARÍA: “En última instancia, es claro que las decisiones que determinan el rumbo de una vida, ha de tomarlas cada uno personalmente, con libertad, sin coacción ni presión de ningún tipo.


Esto no quiere decir que no haga falta, de ordinario, la intervención de otras personas. Precisamente porque son pasos decisivos, que afectan a toda la vida, y porque la felicidad depende en gran parte de cómo se den, es lógico que requieran serenidad, que haya que evitar la precipitación, que exijan responsabilidad y prudencia. Y una parte de la prudencia consiste justamente en pedir consejo: sería presunción –que suele pagarse cara– pensar que podemos decidir sin la gracia de Dios y sin el calor y la luz de otras personas, especialmente de nuestros padres.


Los padres pueden y deben prestar a sus hijos una ayuda preciosa, descubriéndoles nuevos horizontes, comunicándoles su experiencia, haciéndoles reflexionar para que no se dejen arrastrar por estados emocionales pasajeros, ofreciéndoles una valoración realista de las cosas. Unas veces prestarán esa ayuda con su consejo personal; otras, animando a sus hijos a acudir a otras personas competentes: a un amigo leal y sincero, a un sacerdote docto y piadoso, a un experto en orientación profesional.


Pero el consejo no quita la libertad, sino que da elementos de juicio, y esto amplía las posibilidades de elección, y hace que la decisión no esté determinada por factores irracionales. Después de oír los pareceres de otros y de ponderar todo bien, llega un momento en el que hay que escoger: y entonces nadie tiene derecho a violentar la libertad. Los padres han de guardarse de la tentación de querer proyectarse indebidamente en sus hijos –de construirlos según sus propias preferencias–, han de respetar las inclinaciones y las aptitudes que Dios da a cada uno. Si hay verdadero amor, esto resulta de ordinario sencillo. Incluso en el caso extremo, cuando el hijo toma una decisión que los padres tienen buenos motivos para juzgar errada, e incluso para preverla como origen de infelicidad, la solución no está en la violencia, sino en comprender y –más de una vez– en saber permanecer a su lado para ayudarle a superar las dificultades y, si fuera necesario, a sacar todo el bien posible de aquel mal.


Los padres que aman de verdad, que buscan sinceramente el bien de sus hijos, después de los consejos y de las consideraciones oportunas, han de retirarse con delicadeza para que nada perjudique el gran bien de la libertad, que hace al hombre capaz de amar y de servir a Dios. Deben recordar que Dios mismo ha querido que se le ame y se le sirva en libertad, y respeta siempre nuestras decisiones personales: dejó Dios al hombre –nos dice la Escritura– en manos de su albedrío [36].


Unas palabras más, para referirme expresamente al último de los casos concretos planteados: la decisión de emplearse en el servicio de la Iglesia y de las almas. Cuando unos padres católicos no comprenden esa vocación, pienso que han fracasado en su misión de formar una familia cristiana, que ni siquiera son conscientes de la dignidad que el Cristianismo da a su propia vocación matrimonial. Por lo demás, la experiencia que tengo en el Opus Dei es muy positiva. Suelo decir, a los socios de la Obra, que deben el noventa por ciento de su vocación a sus padres: porque les han sabido educar y les han enseñado a ser generosos. Puedo asegurar que en la inmensa mayoría de los casos –prácticamente en la totalidad– los padres no sólo respetan sino que aman esa decisión de sus hijos, y que ven en seguida la Obra como una ampliación de la propia familia. Es una de mis grandes alegrías, y una comprobación más de que, para ser muy divinos, hay que ser también muy humanos”.


Estas declaraciones de san Josemaría resultan surrealistas a la vista del testimonio de padres como el que he recogido en el precedente enlace o muchos otros que si hablaran, no habría páginas para recoger tanto despropósito, por no decir otras cosas.


Bueno, mañana seguimos donde hemos quedado hoy.

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