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Mala cosa es enseñar los galones solamente; o peor, vivir de las rentas

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXIX)

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El final del punto 13 de la carta es un elogio al gobierno colegial, del que siempre han presumido tanto el fundador del Opus Dei como sus sucesores, aunque yo, durante los 42 años que he estado ahí, nunca lo he visto ni por el forro, incluso estando en ocasiones en algunos consejos locales.


El elogio al gobierno colegial, en el Opus Dei, no pasa de ser un brindis al sol, un mero enunciado sin contenido, empezando porque nunca se ha tratado en ningún documento de gobierno el modo de la formación de la voluntad de los órganos colegiados, que en buena lógica sería por donde habría que empezar.


Ya he comentado anteriormente algo sobre esto y no vale la pena insistir. El alardeo de gobierno colegial suele ser habitual en quienes no lo practican. “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.


Por experiencia propia puedo decir que siempre se predica que los miembros de los consejos locales “han de cuidar de modo especial la unidad con el director, han de secundarle de modo ejemplar”, pero nunca se menciona que los acuerdos se tomen por votos después de ser debatidos y escuchadas todas las propuestas.


Esto en la realidad se traduce en que el gobierno en el Opus Dei es prácticamente monárquico en todos los niveles, y en todo caso, el director, consultará cuando lo crea conveniente alguna de las decisiones personales con los demás miembros del consejo local, pero esto es distinto de una colegialidad en las decisiones.


Si esto sucede a nivel local, a nivel general es algo ya indiscutible, puesto que además está contemplado en los Estatutos: El gobierno de la prelatura corresponde al prelado, ayudado por sus vicarios y sus consejos. El gobierno del Opus Dei es claramente monárquico.


Personalmente pienso que no pasaría nada por dejar claro el carácter monárquico de dicho gobierno. Hay muchas instituciones civiles y eclesiásticas que tienen este modo de gobernarse, y no pasa nada. Lo que no es aceptable es hacer un postureo “democrático” cuando la realidad es que se prefiere otro tipo de gobierno. Nadie se lo pide ni se lo reclama. Pero que no alardeen de lo que no son.


El punto 14 de la carta trata del apostolado, y el punto 15 del proselitismo. En el Opus Dei, estos dos temas suelen tratarse juntos y suele decirse que no hay apostolado sin proselitismo, ni viceversa.


La realidad es que son dos temas diferentes totalmente, y si se tratan juntos es para suavizar algo tan fuerte como el proselitismo. Tratar el apostolado como antesala del proselitismo, sirve de preparación al lector para lo segundo, sobre todo cuando los tiempos no están para muchos trotes en esta cuestión y san Josemaría, que era un gran bocazas, se pasó varios pueblos dejando demasiado rastro en esta materia como para ir ahora detrás de él diciendo eso de “donde digo digo digo Diego”.


Prácticamente todo lo que dice Ocáriz en el punto 14 lo puede suscribir cualquier cristiano: Que el apostolado cristiano es sinónimo de amar a los demás con el amor de Dios, la caridad, lo que supone amarles respetando su libertad, la libertad de las conciencias. Una de las citas de san Josemaría que incluye Ocáriz, lo expresa bien: “Dios quiere que se le sirva en libertad y, por tanto, no sería recto un apostolado que no respetase la libertad de las conciencias»”.


¿Qué cristiano no va a estar de acuerdo en todas estas cosas? La cuestión está, sin embargo, en creérselas de verdad, no en no tomar la doctrina como mera apariencia, cuando la realidad va por otro camino.


En este sentido, quisiera que el lector se detuviera en el punto 18 de la carta de Ocáriz de 14 de febrero de 2017, que es la carta programática de su gobierno como prelado del Opus Dei tras ser nombrado por el Papa para ese cargo el 23 de enero de dicho año.


El mencionado punto 18 de dicha carta dice lo siguiente: “Es famosa la afirmación del beato Pablo VI, que decía que «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan», y seguía: «Si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio»[23]. En la cultura contemporánea se precisan rostros que hagan creíble un mensaje. Conviene, por eso, presentar testimonios atractivos de vida cristiana puesta al servicio de los demás. Además de formar líderes de opinión, hace falta impulsar iniciativas de información sobre la Iglesia y, en su seno, la Prelatura del Opus Dei, también mediante las redes sociales, tan eficaces para llegar inmediatamente a miles de personas. El desarrollo de estas iniciativas depende de la generosidad y de la creatividad de quienes las sostengan”.

Como puede verse en esta larga cita, da la impresión de que Ocáriz, que empieza bien, citando a Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, a continuación la caga, pues parece que da la impresión de que se pierde en “técnicas apostólicas” de imagen o marketing en vez de acudir a algo tan sencillo como la sinceridad de vida como punto de partida para tener credibilidad, que es lo mínimo que se le puede pedir a un cristiano.


No se si es de san Francisco de Asís la frase que más o menos dice que “hemos de predicar el evangelio; incluso si llegara el caso, predicar también con la palabra”.


Poco testimonio serán capaces de dar quienes sistemáticamente practican la ocultación de lo que son, cuando no la mentira; y siempre, la falta de sinceridad de vida.


Es verdad que el uso de técnicas modernas es algo que debe estar presente en todo, también en la evangelización, lo mismo que las calzadas romanas, el latín y las vías marítimas fueron elementos importantes en la evangelización del mundo antiguo. Pero lo fundamental es el sincero testimonio personal. Para quienes, como Ocáriz, practican la hipocresía, el apostolado cristiano es poco menos que una utopía banal.


Podrá hacer veinte mil viajes pastorales a todos los países que le de la gana, podrán hacerse eco de esos viajes, a bombo y platillo, todos los gestores de la página web de la prelatura, podrá hacer gala de esa sonrisa de Buggs Bunny o de todos los dibujos animados juntos; pero si luego se dedica a “otras cosas”, como sus antecesores, o a ¿acosar? a quien recoge noticias sobre un personaje público como él, o a ocular tras la polisemia, a sus propios seguidores, la naturaleza de la institución a la que pertenecen, me parece que su “testimonio” no vale un pimiento.


Es muy acertada esa expresión de Ocáriz, “«no hacemos apostolado, ¡somos apóstoles!»”, que ya plasmó anteriormente también en su carta de 14 de febrero de 2017, en el número 9, pero también Jesucristo recordó a los doctores de la ley que Dios, si quisiera, “podría hacer de estas piedras hijos de Abraham”.


Mala cosa es enseñar los galones solamente; o peor, vivir de las rentas, si es que hay rentas de las que vivir. El camino no es algo hecho; hay que hacerlo día a día.


También dice en este punto 14 otra idea, “la amistad misma es un diálogo, en el que damos y recibimos luz”. Pues nada, Ocáriz, a practicarlo, que en los foros correspondientes a los artículos de esta serie han quedado patentes unos buenos “testimonios” de lo que entendéis en el Opus Dei por “diálogo”, de lo mucho que sabéis escuchar y de lo tolerantes que sois con quienes opinan distinto que vosotros.


Os queda un largo camino por delante, tenéis un largo aprendizaje en el arte de “perder el tiempo” escuchando a los demás, intentando poneros en su lugar, contemplando la posibilidad de que, a lo mejor, igual estáis equivocados en algo y hay otros que, a lo mejor, a pesar de ser unos apestados, hay alguna cosa en la que tienen razón.


Después de tantos años “iluminando a los demás con la luminaria de vuestra fe y vuestro amor”, a lo mejor ha llegado el momento de pensar que quizá los demás también podrían iluminaros, aunque no sean “faroles encendidos”. Ya se que es muy difícil que esto llegue a suceder así, puesto que en el Opus Dei tenéis “toda la farmacopea” y no necesitáis de nadie, pues simplemente cumpliendo las normas, ya os vais al cielo, aunque no viváis la caridad, ya que sois “hijos predilectos de Dios” y tenéis vocación de “caudillos”, como os lo recuerda vuestro fundador en los puntos 16 y 19 de Camino:


Camino 16: “¿Adocenarte? — ¿¡Tú... del montón!? ¡Si has nacido para caudillo! Entre nosotros no caben los tibios. Humíllate y Cristo te volverá a encender con fuegos de Amor”.


Camino 19: “Voluntad. —Es una característica muy importante. No desprecies las cosas pequeñas, porque en el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas —que nunca son futilidades, ni naderías— fortalecerás, virilizarás, con la gracia de Dios, tu voluntad, para ser muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y, después, guía, jefe, ¡caudillo!..., que obligues, que empujes, que arrastres, con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con tu imperio”.


No me explico cómo unos “caudillos” como la gente del Opus Dei, pueden rebajarse hasta admitir que unos tontos como yo (ese es el calificativo que me han dado algunos en el foro) les iluminen en algo, cuando lo que tendríamos que hacer es permanecer callados, como putas esclavas o esclavas putas, y no opinar otras cosas que no fueran las bondades que se ven en ese “mundo feliz” que es la página web de la prelatura del Opus Dei.

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXIX)

Mala cosa es enseñar los galones solamente; o peor, vivir de las rentas
Antonio Moya Somolinos
martes, 21 de agosto de 2018, 10:19 h (CET)

El final del punto 13 de la carta es un elogio al gobierno colegial, del que siempre han presumido tanto el fundador del Opus Dei como sus sucesores, aunque yo, durante los 42 años que he estado ahí, nunca lo he visto ni por el forro, incluso estando en ocasiones en algunos consejos locales.


El elogio al gobierno colegial, en el Opus Dei, no pasa de ser un brindis al sol, un mero enunciado sin contenido, empezando porque nunca se ha tratado en ningún documento de gobierno el modo de la formación de la voluntad de los órganos colegiados, que en buena lógica sería por donde habría que empezar.


Ya he comentado anteriormente algo sobre esto y no vale la pena insistir. El alardeo de gobierno colegial suele ser habitual en quienes no lo practican. “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.


Por experiencia propia puedo decir que siempre se predica que los miembros de los consejos locales “han de cuidar de modo especial la unidad con el director, han de secundarle de modo ejemplar”, pero nunca se menciona que los acuerdos se tomen por votos después de ser debatidos y escuchadas todas las propuestas.


Esto en la realidad se traduce en que el gobierno en el Opus Dei es prácticamente monárquico en todos los niveles, y en todo caso, el director, consultará cuando lo crea conveniente alguna de las decisiones personales con los demás miembros del consejo local, pero esto es distinto de una colegialidad en las decisiones.


Si esto sucede a nivel local, a nivel general es algo ya indiscutible, puesto que además está contemplado en los Estatutos: El gobierno de la prelatura corresponde al prelado, ayudado por sus vicarios y sus consejos. El gobierno del Opus Dei es claramente monárquico.


Personalmente pienso que no pasaría nada por dejar claro el carácter monárquico de dicho gobierno. Hay muchas instituciones civiles y eclesiásticas que tienen este modo de gobernarse, y no pasa nada. Lo que no es aceptable es hacer un postureo “democrático” cuando la realidad es que se prefiere otro tipo de gobierno. Nadie se lo pide ni se lo reclama. Pero que no alardeen de lo que no son.


El punto 14 de la carta trata del apostolado, y el punto 15 del proselitismo. En el Opus Dei, estos dos temas suelen tratarse juntos y suele decirse que no hay apostolado sin proselitismo, ni viceversa.


La realidad es que son dos temas diferentes totalmente, y si se tratan juntos es para suavizar algo tan fuerte como el proselitismo. Tratar el apostolado como antesala del proselitismo, sirve de preparación al lector para lo segundo, sobre todo cuando los tiempos no están para muchos trotes en esta cuestión y san Josemaría, que era un gran bocazas, se pasó varios pueblos dejando demasiado rastro en esta materia como para ir ahora detrás de él diciendo eso de “donde digo digo digo Diego”.


Prácticamente todo lo que dice Ocáriz en el punto 14 lo puede suscribir cualquier cristiano: Que el apostolado cristiano es sinónimo de amar a los demás con el amor de Dios, la caridad, lo que supone amarles respetando su libertad, la libertad de las conciencias. Una de las citas de san Josemaría que incluye Ocáriz, lo expresa bien: “Dios quiere que se le sirva en libertad y, por tanto, no sería recto un apostolado que no respetase la libertad de las conciencias»”.


¿Qué cristiano no va a estar de acuerdo en todas estas cosas? La cuestión está, sin embargo, en creérselas de verdad, no en no tomar la doctrina como mera apariencia, cuando la realidad va por otro camino.


En este sentido, quisiera que el lector se detuviera en el punto 18 de la carta de Ocáriz de 14 de febrero de 2017, que es la carta programática de su gobierno como prelado del Opus Dei tras ser nombrado por el Papa para ese cargo el 23 de enero de dicho año.


El mencionado punto 18 de dicha carta dice lo siguiente: “Es famosa la afirmación del beato Pablo VI, que decía que «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan», y seguía: «Si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio»[23]. En la cultura contemporánea se precisan rostros que hagan creíble un mensaje. Conviene, por eso, presentar testimonios atractivos de vida cristiana puesta al servicio de los demás. Además de formar líderes de opinión, hace falta impulsar iniciativas de información sobre la Iglesia y, en su seno, la Prelatura del Opus Dei, también mediante las redes sociales, tan eficaces para llegar inmediatamente a miles de personas. El desarrollo de estas iniciativas depende de la generosidad y de la creatividad de quienes las sostengan”.

Como puede verse en esta larga cita, da la impresión de que Ocáriz, que empieza bien, citando a Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, a continuación la caga, pues parece que da la impresión de que se pierde en “técnicas apostólicas” de imagen o marketing en vez de acudir a algo tan sencillo como la sinceridad de vida como punto de partida para tener credibilidad, que es lo mínimo que se le puede pedir a un cristiano.


No se si es de san Francisco de Asís la frase que más o menos dice que “hemos de predicar el evangelio; incluso si llegara el caso, predicar también con la palabra”.


Poco testimonio serán capaces de dar quienes sistemáticamente practican la ocultación de lo que son, cuando no la mentira; y siempre, la falta de sinceridad de vida.


Es verdad que el uso de técnicas modernas es algo que debe estar presente en todo, también en la evangelización, lo mismo que las calzadas romanas, el latín y las vías marítimas fueron elementos importantes en la evangelización del mundo antiguo. Pero lo fundamental es el sincero testimonio personal. Para quienes, como Ocáriz, practican la hipocresía, el apostolado cristiano es poco menos que una utopía banal.


Podrá hacer veinte mil viajes pastorales a todos los países que le de la gana, podrán hacerse eco de esos viajes, a bombo y platillo, todos los gestores de la página web de la prelatura, podrá hacer gala de esa sonrisa de Buggs Bunny o de todos los dibujos animados juntos; pero si luego se dedica a “otras cosas”, como sus antecesores, o a ¿acosar? a quien recoge noticias sobre un personaje público como él, o a ocular tras la polisemia, a sus propios seguidores, la naturaleza de la institución a la que pertenecen, me parece que su “testimonio” no vale un pimiento.


Es muy acertada esa expresión de Ocáriz, “«no hacemos apostolado, ¡somos apóstoles!»”, que ya plasmó anteriormente también en su carta de 14 de febrero de 2017, en el número 9, pero también Jesucristo recordó a los doctores de la ley que Dios, si quisiera, “podría hacer de estas piedras hijos de Abraham”.


Mala cosa es enseñar los galones solamente; o peor, vivir de las rentas, si es que hay rentas de las que vivir. El camino no es algo hecho; hay que hacerlo día a día.


También dice en este punto 14 otra idea, “la amistad misma es un diálogo, en el que damos y recibimos luz”. Pues nada, Ocáriz, a practicarlo, que en los foros correspondientes a los artículos de esta serie han quedado patentes unos buenos “testimonios” de lo que entendéis en el Opus Dei por “diálogo”, de lo mucho que sabéis escuchar y de lo tolerantes que sois con quienes opinan distinto que vosotros.


Os queda un largo camino por delante, tenéis un largo aprendizaje en el arte de “perder el tiempo” escuchando a los demás, intentando poneros en su lugar, contemplando la posibilidad de que, a lo mejor, igual estáis equivocados en algo y hay otros que, a lo mejor, a pesar de ser unos apestados, hay alguna cosa en la que tienen razón.


Después de tantos años “iluminando a los demás con la luminaria de vuestra fe y vuestro amor”, a lo mejor ha llegado el momento de pensar que quizá los demás también podrían iluminaros, aunque no sean “faroles encendidos”. Ya se que es muy difícil que esto llegue a suceder así, puesto que en el Opus Dei tenéis “toda la farmacopea” y no necesitáis de nadie, pues simplemente cumpliendo las normas, ya os vais al cielo, aunque no viváis la caridad, ya que sois “hijos predilectos de Dios” y tenéis vocación de “caudillos”, como os lo recuerda vuestro fundador en los puntos 16 y 19 de Camino:


Camino 16: “¿Adocenarte? — ¿¡Tú... del montón!? ¡Si has nacido para caudillo! Entre nosotros no caben los tibios. Humíllate y Cristo te volverá a encender con fuegos de Amor”.


Camino 19: “Voluntad. —Es una característica muy importante. No desprecies las cosas pequeñas, porque en el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas —que nunca son futilidades, ni naderías— fortalecerás, virilizarás, con la gracia de Dios, tu voluntad, para ser muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y, después, guía, jefe, ¡caudillo!..., que obligues, que empujes, que arrastres, con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con tu imperio”.


No me explico cómo unos “caudillos” como la gente del Opus Dei, pueden rebajarse hasta admitir que unos tontos como yo (ese es el calificativo que me han dado algunos en el foro) les iluminen en algo, cuando lo que tendríamos que hacer es permanecer callados, como putas esclavas o esclavas putas, y no opinar otras cosas que no fueran las bondades que se ven en ese “mundo feliz” que es la página web de la prelatura del Opus Dei.

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