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Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXI)

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXII)

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Pasamos al punto 12 de la carta, un punto breve, de transición, para disimular decir seguidas varias cosas comprometedoras, aunque para un cojo, todo es comprometedor. No digamos para un mentiroso. Y no digamos sobre todo, más que para un mentiroso, para quien pretende OCULTAR la verdad, que es peor que mentir, pues como dijimos hace bastantes entregas, al ocultar la verdad, nadie la echa de menos. Ocultar la verdad es al guante blanco lo que las grandes mentiras es al caco.


En el punto 12 se dedica Ocáriz a denunciar el “excesivo afán de seguridad o de protección (que) encoge el alma”.

A estas alturas, y después de los variados comentarios autobiográficos míos y de otros colaboradores en el foro, y sobre todo, después de la experiencia personal de tanta gente que ha tropezado con el Opus Dei en alguna ocasión, resulta irónico ese comentario tan “audaz” del prelado del Opus Dei. Ocariz: A estas alturas ya no te cree nadie una tontería como esa. Si la expresara otro, sí. Pero viniendo de ti, es como si una alcahueta se dedicara a pronunciar unas charlas apologéticas sobre la castidad.


Esto es como el cuento o fábula “Que viene el lobo”. Habéis tenido casi 90 años para preferir la verdad a la seguridad. Al menos, por motivos estadísticos, no es posible que ahora vengáis opinando lo contrario. ( https://www.cuentosinfantiles.net/cuentos-que-viene-el-lobo/ ). Habéis perdido todo crédito.


Quizá al comienzo, en 1928, o en todo caso, al retomar la labor, en 1939, tuvisteis la oportunidad de actuar según la verdad, pero siempre habéis actuado buscando la seguridad: “Cor Mariae dulcísimum, iter para tutum”. “Corazón dulcísismo de María, preparadnos un camino seguro”; no un camino según la verdad, sino “seguro”; da igual cual sea la verdad de Dios para el Opus Dei o para cada uno, da igual. Lo importante es la seguridad, la política eclesiástica, la apariencia de virtudes, “el mundo feliz”, la página web de la prelatura, donde todo el mundo sonríe, aunque no se vean ni los heridos ni los cadáveres de la cuneta, da igual.


Sois unos hipócritas y unos cínicos redomados, unos manipuladores, unos mangoneadores, unos trileros de la Iglesia. Estáis consiguiendo hacer más daño a la Iglesia que todos los tóxicos que la han poblado en veinte siglos.


Para empezar, tenéis engañados a todos los miembros del Opus Dei con la forma jurídica de 1982, que fue un batacazo en falso y sin paliativos, que pretendéis enderezarlo a base de ignorar el derecho de la Iglesia y de encizañar el ambiente a base de mentir y de decir a los cuatro vientos lo que no sois.


Lo malo es que fundáis vuestra “seguridad” en una huída hacia adelante, que sin duda va a terminar muy, pero que muy mal.


En contra de lo que dices en el número 12, no es que tengáis “miedo a equivocaros”, es que sabéis que os habéis equivocado, pero tenéis tal pavor a que se sepa, que habéis decidido tirar adelante a ciegas, como pollos sin cabeza.

En el segundo párrafo del número 12 menciona Ocáriz, sin embargo, algo en lo que tiene razón, pero que ya apenas se practica en el Opus Dei: el apostolado personal de amistad.


Efectivamente, ese es el verdadero apostolado del Opus Dei, pero ellos mismos se lo han cargado poco a poco.

El apostolado propio del Opus Dei, como el de cualquier cristiano, es el apostolado de amistad, como el de Felipe con el eunuco etíope, o como el del mismo Cristo con los de Emaús. Ese es el genuino apostolado cristiano.


Las “obras”, llámense “obras auxiliares”, “obras corporativas”, “labores personales”, etc. NO SON EL APOSTOLADO GENUINO, ni del Opus Dei ni de los cristianos en general.


Si de lo que se trata es de convertir los corazones a Jesucristo, el apostolado genuino del cristiano es el apostolado de amistad.


No está mal que unos cristianos se unan a otros cristianos o no cristianos para promover iniciativas de formación humana o cristiana que eleven socialmente la temperatura espiritual, pero eso, como mucho, SON INSTRUMENTOS, no el apostolado genuino del cristiano, y por tanto, nunca lo podrán sustituir en ese acompañamiento en el camino de la vida, que ha de ser personal y hacerse desde la amistad.


Todo esto, en el Opus Dei DEBERÍA HABER SIDO ASÍ, pero ya no lo es, al menos entre los numerarios y no pocos supernumerarios. La mayoría de los numerarios no tienen amigos, pues se han convertido en “tratantes y encomendantes” que “tratan” a los amigos de otros, pero no son sus amigos, o “encomiendan” al primero que se les cruza, pero no oran buscando para ellos “que se haga la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo”.


Las “obras” son “el lado oscuro del evangelio”, como comenté en este medio de comunicación el año pasado, porque en esas obras hace su aparición el dinero, las relaciones laborales, los patrimonios, los criterios empresariales, el tráfico de influencias, las fundaciones, las sociedades anónimas, inmobiliarias, “sin” ánimo de lucro, los enchufes, el nepotismo, la mentira, etc. Y lo peor de todo es que todas estas cosas llegan a tener por protagonista a la propia institución.


Por el contrario, el apostolado personal de amistad, es gratis, y de gran “rentabilidad”, pues la consecuencia del mismo es la conversión de los corazones a Dios.


En la actualidad, el Opus Dei está tan lleno de mierda, que se le ha olvidado aquello tan bellamente dicho por Casaldáliga, ese obispo “rojo”, tan mal visto en la prelatura, defensor de la teología de la liberación, que en un momento dado se expresó así: “Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias” (del libro “Con cuerdas de ternura”).


La diferencia es que Casaldáliga ha respaldado con su vida esa afirmación y en el Opus Dei han hecho todo lo contrario. Por eso, Casaldáliga puede decir que “La Iglesia debe transmitir palabras de vida temblorosas, con la cruz desnuda de certezas”, en vez de ocultar sistemáticamente la verdad, que es lo que hace ya desde hace 90 años el Opus Dei. Esta es la diferencia entre servir a la verdad o a la propia seguridad.


¿Dónde está la libertad en esas “obras”, cuando quien se relaciona con ellas, firma a la vez en blanco su rescisión del contrato, y ese papel queda en las delegaciones del Opus Dei?

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXII)

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXI)
Antonio Moya Somolinos
lunes, 13 de agosto de 2018, 07:47 h (CET)

Pasamos al punto 12 de la carta, un punto breve, de transición, para disimular decir seguidas varias cosas comprometedoras, aunque para un cojo, todo es comprometedor. No digamos para un mentiroso. Y no digamos sobre todo, más que para un mentiroso, para quien pretende OCULTAR la verdad, que es peor que mentir, pues como dijimos hace bastantes entregas, al ocultar la verdad, nadie la echa de menos. Ocultar la verdad es al guante blanco lo que las grandes mentiras es al caco.


En el punto 12 se dedica Ocáriz a denunciar el “excesivo afán de seguridad o de protección (que) encoge el alma”.

A estas alturas, y después de los variados comentarios autobiográficos míos y de otros colaboradores en el foro, y sobre todo, después de la experiencia personal de tanta gente que ha tropezado con el Opus Dei en alguna ocasión, resulta irónico ese comentario tan “audaz” del prelado del Opus Dei. Ocariz: A estas alturas ya no te cree nadie una tontería como esa. Si la expresara otro, sí. Pero viniendo de ti, es como si una alcahueta se dedicara a pronunciar unas charlas apologéticas sobre la castidad.


Esto es como el cuento o fábula “Que viene el lobo”. Habéis tenido casi 90 años para preferir la verdad a la seguridad. Al menos, por motivos estadísticos, no es posible que ahora vengáis opinando lo contrario. ( https://www.cuentosinfantiles.net/cuentos-que-viene-el-lobo/ ). Habéis perdido todo crédito.


Quizá al comienzo, en 1928, o en todo caso, al retomar la labor, en 1939, tuvisteis la oportunidad de actuar según la verdad, pero siempre habéis actuado buscando la seguridad: “Cor Mariae dulcísimum, iter para tutum”. “Corazón dulcísismo de María, preparadnos un camino seguro”; no un camino según la verdad, sino “seguro”; da igual cual sea la verdad de Dios para el Opus Dei o para cada uno, da igual. Lo importante es la seguridad, la política eclesiástica, la apariencia de virtudes, “el mundo feliz”, la página web de la prelatura, donde todo el mundo sonríe, aunque no se vean ni los heridos ni los cadáveres de la cuneta, da igual.


Sois unos hipócritas y unos cínicos redomados, unos manipuladores, unos mangoneadores, unos trileros de la Iglesia. Estáis consiguiendo hacer más daño a la Iglesia que todos los tóxicos que la han poblado en veinte siglos.


Para empezar, tenéis engañados a todos los miembros del Opus Dei con la forma jurídica de 1982, que fue un batacazo en falso y sin paliativos, que pretendéis enderezarlo a base de ignorar el derecho de la Iglesia y de encizañar el ambiente a base de mentir y de decir a los cuatro vientos lo que no sois.


Lo malo es que fundáis vuestra “seguridad” en una huída hacia adelante, que sin duda va a terminar muy, pero que muy mal.


En contra de lo que dices en el número 12, no es que tengáis “miedo a equivocaros”, es que sabéis que os habéis equivocado, pero tenéis tal pavor a que se sepa, que habéis decidido tirar adelante a ciegas, como pollos sin cabeza.

En el segundo párrafo del número 12 menciona Ocáriz, sin embargo, algo en lo que tiene razón, pero que ya apenas se practica en el Opus Dei: el apostolado personal de amistad.


Efectivamente, ese es el verdadero apostolado del Opus Dei, pero ellos mismos se lo han cargado poco a poco.

El apostolado propio del Opus Dei, como el de cualquier cristiano, es el apostolado de amistad, como el de Felipe con el eunuco etíope, o como el del mismo Cristo con los de Emaús. Ese es el genuino apostolado cristiano.


Las “obras”, llámense “obras auxiliares”, “obras corporativas”, “labores personales”, etc. NO SON EL APOSTOLADO GENUINO, ni del Opus Dei ni de los cristianos en general.


Si de lo que se trata es de convertir los corazones a Jesucristo, el apostolado genuino del cristiano es el apostolado de amistad.


No está mal que unos cristianos se unan a otros cristianos o no cristianos para promover iniciativas de formación humana o cristiana que eleven socialmente la temperatura espiritual, pero eso, como mucho, SON INSTRUMENTOS, no el apostolado genuino del cristiano, y por tanto, nunca lo podrán sustituir en ese acompañamiento en el camino de la vida, que ha de ser personal y hacerse desde la amistad.


Todo esto, en el Opus Dei DEBERÍA HABER SIDO ASÍ, pero ya no lo es, al menos entre los numerarios y no pocos supernumerarios. La mayoría de los numerarios no tienen amigos, pues se han convertido en “tratantes y encomendantes” que “tratan” a los amigos de otros, pero no son sus amigos, o “encomiendan” al primero que se les cruza, pero no oran buscando para ellos “que se haga la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo”.


Las “obras” son “el lado oscuro del evangelio”, como comenté en este medio de comunicación el año pasado, porque en esas obras hace su aparición el dinero, las relaciones laborales, los patrimonios, los criterios empresariales, el tráfico de influencias, las fundaciones, las sociedades anónimas, inmobiliarias, “sin” ánimo de lucro, los enchufes, el nepotismo, la mentira, etc. Y lo peor de todo es que todas estas cosas llegan a tener por protagonista a la propia institución.


Por el contrario, el apostolado personal de amistad, es gratis, y de gran “rentabilidad”, pues la consecuencia del mismo es la conversión de los corazones a Dios.


En la actualidad, el Opus Dei está tan lleno de mierda, que se le ha olvidado aquello tan bellamente dicho por Casaldáliga, ese obispo “rojo”, tan mal visto en la prelatura, defensor de la teología de la liberación, que en un momento dado se expresó así: “Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias” (del libro “Con cuerdas de ternura”).


La diferencia es que Casaldáliga ha respaldado con su vida esa afirmación y en el Opus Dei han hecho todo lo contrario. Por eso, Casaldáliga puede decir que “La Iglesia debe transmitir palabras de vida temblorosas, con la cruz desnuda de certezas”, en vez de ocultar sistemáticamente la verdad, que es lo que hace ya desde hace 90 años el Opus Dei. Esta es la diferencia entre servir a la verdad o a la propia seguridad.


¿Dónde está la libertad en esas “obras”, cuando quien se relaciona con ellas, firma a la vez en blanco su rescisión del contrato, y ese papel queda en las delegaciones del Opus Dei?

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