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Agustina ha tenido una transparencia total en este asunto tan surrealista en el que se revela "a qué dedica el tiempo libre" Fernando Ocáriz

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LII)

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Habiendo expuesto unas coordenadas en las que situar la carta de 9 de enero de 2018 que el prelado del Opus Dei escribió hace unos meses a sus seguidores, aunque en realidad se la escribió al Papa para que este viera las cosas tan maravillosas que les dice a sus seguidores sobre la libertad, parece llegado el momento de entrar a comentar la carta, aunque puede ser oportuno dedicar una entrega a hablar algo del autor de la carta.


Esa máxima ignaciana de que "en tiempo de desolación es mejor no hacer mudanzas" tiene muchas interpretaciones, según cada cual. En todo caso, la discreción siempre es buena cuando el mar está algo revuelto...


Esto parece que lo ha entendido Fernando Ocáriz, el actual prelado del Opus Dei. Parece que sabe que van mal y que hay que reformar varias cosas. Ya estando todavía caliente el cadáver de Javier Echevarría, haciendo un elogio de él (un falso elogio), dijo que el prelado difunto había sabido distinguir lo fundamental de lo accesorio y que había sido fiel al espíritu del Opus Dei junto a una gran libertad para adaptarse a las cosas mudables que exigía el hecho de que el mundo avanza.


Ese elogio no merecido por Javier Echevarría, no se sabía si era un verdadero elogio o una generosa atribución al prelado fallecido de las reformas que, tras su muerte, no había más remedio que hacer, y que por tanto, era mejor atribuírselas a un muerto para que nadie dijera luego - siguiendo la hermenéutica del Opus Dei - que su sucesor es un traidor a san Josemaría, al beato Álvaro y a la voluntad divina.


El hecho es que, ya en diciembre de 2016 empezaron a notarse movimientos que anunciaban cierta reforma en el Opus Dei. Incluso antes de ser elegido Ocáriz como nuevo prelado, hubo un escrito interno en el que se hablaba de que la vida de los miembros del Opus Dei debía tener a Cristo como centro, cosa obvia para cualquier cristiano, más no para los del Opus Dei, muy entretenidos en normas, reglamentos, criterios y demás distracciones, la mayor de las cuales es el empeño por imitar a san Josemaría, en vez de fijarse en Jesucristo.


Nada más ser nombrado prelado del Opus Dei, Ocáriz se apresuró a presentarse con todos los arreos pontificales de obispo. Gran patinazo que tuvo que rectificar inmediatamente, cuando fue recibido por el Papa. Parece ser que no se daba por aludido respecto de la carta Iuvenescit Ecclesiae y el solo hecho de ser recibido por el Papa, quizá le hiciera caer en la cuenta del terreno que pisaba.


En los primeros meses de gobierno como prelado ha llevado a cabo algunas operaciones de cosmética, como suprimir el saludo al prelado por parte de los miembros de la institución, que consistía en besarle la mano rodilla en tierra. También ha suprimido las cartas mamotréticas del uno de cada mes. Y algunas cosas más.


Pero todo esto son cosas superficiales. El problema institucional del Opus Dei es mucho más profundo, como hemos visto en entregas anteriores. También hemos visto que el propio prelado, aunque tenga grandes prerrogativas en la institución, es en cierto modo presa de si mismo y de los que le rodean, pues en el Opus Dei se da un humus inmovilista que les hace muy difícil el cambio, al entenderlo ellos como una traición a Dios mismo, confundiendo el diseño institucional de san Josemaría con la voluntad divina, lo que les lleva a divinizar a la institución y al fundador.


No obstante este inmovilismo congénito, el Opus Dei es una realidad mutante muy a pesar de ellos. Es decir, a base de sentencias judiciales o de la fuerza de leyes civiles o eclesiásticas que poco a poco no van teniendo más remedio que cumplir.


A mi modo de ver, no hay cosa peor para una institución o para una persona física, que no querer cumplir una serie de disposiciones que le obligan, y hacerlo a trancas y barrancas. De esta manera, se va mutando a base de parches, pero no se termina de acometer una reforma en profundidad que solucionaría de raíz todos los problemas, que a su vez son una rémora para funcionar de acuerdo a lo que se es.


Ocáriz lleva menos de dos años como prelado, y eso es poco tiempo para intentar acometer reformas. Quizá cuando pase el 90º aniversario de la institución o cuando se pase el próximo sínodo, sea un tiempo propicio. También hay que esperar a ver qué hace el Papa con las prelaturas personales y con otros asuntos como la organización de la curia del Vaticano.


Pero sobre todo lo que hay que ver son tres cosas. La primera es si se da cuenta Ocáriz de que deben cambiar en profundidad. La segunda es si realmente él quiere cambiar. Y la tercera es, si puede, esto es, si su tela de araña se lo permite.


De lo anterior depende entender la carta de 9 de enero de 2018 como un aviso de lo que viene o como un simple postureo mientras se sigue huyendo hacia adelante, sin rumbo.


Las reformas siempre vienen desde dentro y desde arriba. Cuando no es así, se llaman revoluciones.


Yo siempre entendí como un postureo esa frase de Javier Echevarría "El Opus Dei está en vuestras manos". Mentira. El Opus Dei está en manos de Fernando Ocáriz y también de quienes le rodean más directamente, esto es, de los directores del consejo general y algo de los de las comisiones regionales. Y punto. Los miembros del Opus Dei de a pie están para enseñar, para que los obispos se sientan deslumbrados por esos matrimonios cristianos tan apostólicos y buenos padres. Poco más.


Pero no se puede seguir adelante con unos estatutos impresentables que hay que ir escondiendo a los propios miembros, en los que no se sabe exactamente qué está en vigor y qué no, de los estatutos de 1950, manejando a la vez 46 libros que, de cara a la galería se dice que no son normativos, pero de puertas para adentro, sí.


El patrimonio económico tan enorme que controla el Opus Dei mientras va diciendo que la relación de los miembros con la institución es exclusivamente espiritual, supone un cinismo insostenible.


Las obras corporativas convertidas en agencias de colocación, con las que están cogidos por los güevos familias enteras; los clubs de bachilleres en los que se hace el casi único apostolado con la juventud, teniendo por destinatarios a niños de 13 o 14 años, provenientes de los colegios controlados por la institución; el proselitismo agresivo hacia esos niños, el control de las conciencias de los miembros de la institución a base de la dirección espiritual obligatoria y de la designación del director por parte de la institución; la corrección fraterna como medio de control de todos sobre todos, tutelada por los directores a través de la obligatoria delación; etc.


Hay muchas cosas que reformar. Hay que reformar el Opus Dei de arriba abajo.


Dudo que Ocáriz sea capaz, fundamentalmente porque Ocáriz no nació ayer ni pertenece al Opus Dei desde hace dos días. Bien es verdad que no es exactamente de la vieja guardia de Escrivá, del Portillo o Echevarría, pero nació en 1944 y tiene por tanto 74 años. Lleva muchos años como sacerdote de la prelatura, desde 1971. Lleva toda la vida en trabajos internos del Opus Dei. Desde 1994 fue el número dos de la institución, y desde 2014 a 2016 fue vicario auxiliar del Opus Dei, que por decirlo en pocas palabras, es como tener todos los poderes del prelado, sin serlo.


Quiero decir con todo esto que no es un tipo caído del cielo, sino que ha tenido protagonismo en la trayectoria del Opus Dei en los últimos cuarenta años, para lo bueno y para lo malo, y por tanto, todas las desgracias que afectan en el momento presente al Opus Dei, le tienen a él como responsable en un porcentaje no pequeño.


Hay quien tiene tantas ganas de que el Opus Dei se reforme, que piensan que Ocáriz lo va a llevar a cabo. Confunden sus deseos con la realidad de que Ocáriz tiene una trayectoria identificada con la porquería de la prelatura de los últimos años. Deshacerse de ello de la noche a la mañana no es fácil, aunque lo vea claro el propio Ocáriz, porque no es fácil para una persona cambiar el rumbo personal para responder con sinceridad a la verdad de su vida. No es fácil porque uno mismo siempre tiene más tendencia a dejarse llevar por la seguridad en vez de por la verdad ("para lo que me queda en el convento, me cago dentro"). Y no es fácil, por los demás, porque los demás practican la tiranía de encorsetar a las personas, y cualquiera que se salga lo más mínimo del esquema o sambenito que los demás le han marcado, es vilipendiado en vez de ser respetado o al menos oído en sus razones de cambio.


Mi opinión es que Ocáriz no va a cambiar nada. A lo sumo, dejará el terreno preparado para que el que venga después, reforme más a fondo. En ese sentido, pienso que la carta de 9 de enero de 2018 es una preparación a lo que puede venir más adelante, pero no de una forma inmediata. En el Opus Dei son muy amigos de que los cambios no se noten, porque para ellos son pequeñas traiciones al fundador que no se deben notar. Por eso, junto a esos pequeños cambios irrenunciables, van eliminando textos, videos, fotos y demás documentos del fundador en los que se ve claramente que este se equivocó o se pasó cien pueblos.


Así, de esta manera, van "fabricando un santo", dando de él una imagen que nada tiene que ver con la realidad.

Sin embargo, se meten así en un laberinto complicado, porque san Josemaría dejó mucho rastro, además del que desde la prelatura se viene controlando y eliminando.


Es imposible fabricar la historia. Es imposible inventar la historia. Ya se ha intentado a lo largo de los siglos por parte de mucha gente. A la vuelta de los años o siglos, todo termina por aparecer y la historia fabricada se vuelve a escribir.


Lo mejor es, siempre, decir la verdad, no ocultar las cosas, no "inventar" la realidad, que ya está inventada.


Como he dicho más arriba, Fernando Ocáriz no nació ayer, y lleva en el gobierno del Opus Dei muchos, muuuuuuuuuuuuchos años. Voy a rescatar una perla para que los incautos caigan en la cuenta de que Fernando Ocáriz no es un angelito, por mucho que aparezca en la página web de la prelatura siempre sonriendo inocentemente.

Ya hemos comentado esos momentos de tensión entre OpusLibros y el Opus Dei. Aquella denuncia a la Santa Sede de 2008; aquella carta sorprendente de 2 de octubre de 2011; aquella demanda judicial-mercantil del Opus Dei contra OpusLibros por entender que la publicación de documentos comprometedores del Opus Dei vulneraba los derechos de autor; aquella sentencia en la que se obligaba a OpusLibros a dejar de publicar esos 46 documentos; aquella declaración de LSS reconociendo en nombre de la prelatura que solo los Estatutos tienen carácter imperativo.

Pues bien, animo al lector a que consulte OpusLibros en el siguiente enlace, que es de 26 de octubre de 2011: ( http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=18753 ). Ahí puede verse cómo las gasta Fernando Ocáriz, cómo las mata callando.


En pleno follón de todo lo expuesto en el párrafo anterior, se descuelga Ocáriz con unos requerimientos mediante burofax a Agustina López de los Mozos, promotora de OpusLibros, instándole a que quite de la web OpusLibros toda referencia a datos personales suyos. Aquello no fue un simple burofax, sino un verdadero ataque ( ¿acoso? ) que llegó hasta la Agencia de Protección de Datos, fundamentado en algo tan absurdo como pretender que él, un personaje público, número dos del Opus Dei desde hacía muchos años, cuyos datos figuraban en libros que él había escrito, en la propia página web de la prelatura, en wikipedia, etc., no debía figurar en OpusLibros.


Como siempre, la polisemia de los directores del Opus Dei: plantean una cosa cuando en realidad pretenden otra.

Fue verdaderamente fuerte la presión de Fernando Ocáriz hacia Agustina López de los Mozos. Sobre este asunto, la gente del Opus Dei no ha sabido nunca nada. Yo me quedé de piedra cuando tuve noticia de todo esto en OpusLibros, pues Agustina ha tenido una transparencia total en este asunto tan surrealista en el que se revela "a qué dedica el tiempo libre" Fernando Ocáriz.


Podría dedicarlo a causas más nobles, pero no, lo dedica a esto: ( http://www.opuslibros.org/PDF/ResolucionAEPD.pdf ).

Con esta perla, ya se puede uno hacer idea del tipo de persona que es Ocáriz, gastando el dinero que los sufridos cooperadores o supernumerarios aportan, para "las labores apostólicas del Opus Dei", en llevar a cabo este tipo de "actuaciones" ( ¿acoso? ) llenas de "caridad" hacia las personas, y sobre todo, llenas de "eficacia apostólica".

Me decía hace tiempo un amigo que una cosa es que todos digamos tonterías, pero eso no quiere decir que todos seamos tontos.


De la misma manera, no es lo mismo llevar a cabo una acción de ¿acoso? que ser acosadores.


Evidentemente, yo no diré que Ocáriz es un acosador, pero cabe la posibilidad de pensar que esa actuación concreta podría ser un acoso. Yo no digo que lo sea, pero por lo que leo en los articulos 171 y 172 del Código Penal, me entran dudas, ya que una persona pública no debe extrañarse de que aparezcan sus datos en una página de información cuando él mismo los ha facilitado a otras que también están en la nube o a otros medios, y pretender que sus datos básicos no estén en otras web, me suena a algo surrealista, o lo que en la mili se llamaba "petición viciosa".


Una vez visto el tipo de elemento que es Fernando Ocáriz, creo que, por fin, podemos comenzar a entrar en el contenido de su carta de 9 de enero de 2018. Hasta mañana.

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LII)

Agustina ha tenido una transparencia total en este asunto tan surrealista en el que se revela "a qué dedica el tiempo libre" Fernando Ocáriz
Antonio Moya Somolinos
miércoles, 1 de agosto de 2018, 07:25 h (CET)

Habiendo expuesto unas coordenadas en las que situar la carta de 9 de enero de 2018 que el prelado del Opus Dei escribió hace unos meses a sus seguidores, aunque en realidad se la escribió al Papa para que este viera las cosas tan maravillosas que les dice a sus seguidores sobre la libertad, parece llegado el momento de entrar a comentar la carta, aunque puede ser oportuno dedicar una entrega a hablar algo del autor de la carta.


Esa máxima ignaciana de que "en tiempo de desolación es mejor no hacer mudanzas" tiene muchas interpretaciones, según cada cual. En todo caso, la discreción siempre es buena cuando el mar está algo revuelto...


Esto parece que lo ha entendido Fernando Ocáriz, el actual prelado del Opus Dei. Parece que sabe que van mal y que hay que reformar varias cosas. Ya estando todavía caliente el cadáver de Javier Echevarría, haciendo un elogio de él (un falso elogio), dijo que el prelado difunto había sabido distinguir lo fundamental de lo accesorio y que había sido fiel al espíritu del Opus Dei junto a una gran libertad para adaptarse a las cosas mudables que exigía el hecho de que el mundo avanza.


Ese elogio no merecido por Javier Echevarría, no se sabía si era un verdadero elogio o una generosa atribución al prelado fallecido de las reformas que, tras su muerte, no había más remedio que hacer, y que por tanto, era mejor atribuírselas a un muerto para que nadie dijera luego - siguiendo la hermenéutica del Opus Dei - que su sucesor es un traidor a san Josemaría, al beato Álvaro y a la voluntad divina.


El hecho es que, ya en diciembre de 2016 empezaron a notarse movimientos que anunciaban cierta reforma en el Opus Dei. Incluso antes de ser elegido Ocáriz como nuevo prelado, hubo un escrito interno en el que se hablaba de que la vida de los miembros del Opus Dei debía tener a Cristo como centro, cosa obvia para cualquier cristiano, más no para los del Opus Dei, muy entretenidos en normas, reglamentos, criterios y demás distracciones, la mayor de las cuales es el empeño por imitar a san Josemaría, en vez de fijarse en Jesucristo.


Nada más ser nombrado prelado del Opus Dei, Ocáriz se apresuró a presentarse con todos los arreos pontificales de obispo. Gran patinazo que tuvo que rectificar inmediatamente, cuando fue recibido por el Papa. Parece ser que no se daba por aludido respecto de la carta Iuvenescit Ecclesiae y el solo hecho de ser recibido por el Papa, quizá le hiciera caer en la cuenta del terreno que pisaba.


En los primeros meses de gobierno como prelado ha llevado a cabo algunas operaciones de cosmética, como suprimir el saludo al prelado por parte de los miembros de la institución, que consistía en besarle la mano rodilla en tierra. También ha suprimido las cartas mamotréticas del uno de cada mes. Y algunas cosas más.


Pero todo esto son cosas superficiales. El problema institucional del Opus Dei es mucho más profundo, como hemos visto en entregas anteriores. También hemos visto que el propio prelado, aunque tenga grandes prerrogativas en la institución, es en cierto modo presa de si mismo y de los que le rodean, pues en el Opus Dei se da un humus inmovilista que les hace muy difícil el cambio, al entenderlo ellos como una traición a Dios mismo, confundiendo el diseño institucional de san Josemaría con la voluntad divina, lo que les lleva a divinizar a la institución y al fundador.


No obstante este inmovilismo congénito, el Opus Dei es una realidad mutante muy a pesar de ellos. Es decir, a base de sentencias judiciales o de la fuerza de leyes civiles o eclesiásticas que poco a poco no van teniendo más remedio que cumplir.


A mi modo de ver, no hay cosa peor para una institución o para una persona física, que no querer cumplir una serie de disposiciones que le obligan, y hacerlo a trancas y barrancas. De esta manera, se va mutando a base de parches, pero no se termina de acometer una reforma en profundidad que solucionaría de raíz todos los problemas, que a su vez son una rémora para funcionar de acuerdo a lo que se es.


Ocáriz lleva menos de dos años como prelado, y eso es poco tiempo para intentar acometer reformas. Quizá cuando pase el 90º aniversario de la institución o cuando se pase el próximo sínodo, sea un tiempo propicio. También hay que esperar a ver qué hace el Papa con las prelaturas personales y con otros asuntos como la organización de la curia del Vaticano.


Pero sobre todo lo que hay que ver son tres cosas. La primera es si se da cuenta Ocáriz de que deben cambiar en profundidad. La segunda es si realmente él quiere cambiar. Y la tercera es, si puede, esto es, si su tela de araña se lo permite.


De lo anterior depende entender la carta de 9 de enero de 2018 como un aviso de lo que viene o como un simple postureo mientras se sigue huyendo hacia adelante, sin rumbo.


Las reformas siempre vienen desde dentro y desde arriba. Cuando no es así, se llaman revoluciones.


Yo siempre entendí como un postureo esa frase de Javier Echevarría "El Opus Dei está en vuestras manos". Mentira. El Opus Dei está en manos de Fernando Ocáriz y también de quienes le rodean más directamente, esto es, de los directores del consejo general y algo de los de las comisiones regionales. Y punto. Los miembros del Opus Dei de a pie están para enseñar, para que los obispos se sientan deslumbrados por esos matrimonios cristianos tan apostólicos y buenos padres. Poco más.


Pero no se puede seguir adelante con unos estatutos impresentables que hay que ir escondiendo a los propios miembros, en los que no se sabe exactamente qué está en vigor y qué no, de los estatutos de 1950, manejando a la vez 46 libros que, de cara a la galería se dice que no son normativos, pero de puertas para adentro, sí.


El patrimonio económico tan enorme que controla el Opus Dei mientras va diciendo que la relación de los miembros con la institución es exclusivamente espiritual, supone un cinismo insostenible.


Las obras corporativas convertidas en agencias de colocación, con las que están cogidos por los güevos familias enteras; los clubs de bachilleres en los que se hace el casi único apostolado con la juventud, teniendo por destinatarios a niños de 13 o 14 años, provenientes de los colegios controlados por la institución; el proselitismo agresivo hacia esos niños, el control de las conciencias de los miembros de la institución a base de la dirección espiritual obligatoria y de la designación del director por parte de la institución; la corrección fraterna como medio de control de todos sobre todos, tutelada por los directores a través de la obligatoria delación; etc.


Hay muchas cosas que reformar. Hay que reformar el Opus Dei de arriba abajo.


Dudo que Ocáriz sea capaz, fundamentalmente porque Ocáriz no nació ayer ni pertenece al Opus Dei desde hace dos días. Bien es verdad que no es exactamente de la vieja guardia de Escrivá, del Portillo o Echevarría, pero nació en 1944 y tiene por tanto 74 años. Lleva muchos años como sacerdote de la prelatura, desde 1971. Lleva toda la vida en trabajos internos del Opus Dei. Desde 1994 fue el número dos de la institución, y desde 2014 a 2016 fue vicario auxiliar del Opus Dei, que por decirlo en pocas palabras, es como tener todos los poderes del prelado, sin serlo.


Quiero decir con todo esto que no es un tipo caído del cielo, sino que ha tenido protagonismo en la trayectoria del Opus Dei en los últimos cuarenta años, para lo bueno y para lo malo, y por tanto, todas las desgracias que afectan en el momento presente al Opus Dei, le tienen a él como responsable en un porcentaje no pequeño.


Hay quien tiene tantas ganas de que el Opus Dei se reforme, que piensan que Ocáriz lo va a llevar a cabo. Confunden sus deseos con la realidad de que Ocáriz tiene una trayectoria identificada con la porquería de la prelatura de los últimos años. Deshacerse de ello de la noche a la mañana no es fácil, aunque lo vea claro el propio Ocáriz, porque no es fácil para una persona cambiar el rumbo personal para responder con sinceridad a la verdad de su vida. No es fácil porque uno mismo siempre tiene más tendencia a dejarse llevar por la seguridad en vez de por la verdad ("para lo que me queda en el convento, me cago dentro"). Y no es fácil, por los demás, porque los demás practican la tiranía de encorsetar a las personas, y cualquiera que se salga lo más mínimo del esquema o sambenito que los demás le han marcado, es vilipendiado en vez de ser respetado o al menos oído en sus razones de cambio.


Mi opinión es que Ocáriz no va a cambiar nada. A lo sumo, dejará el terreno preparado para que el que venga después, reforme más a fondo. En ese sentido, pienso que la carta de 9 de enero de 2018 es una preparación a lo que puede venir más adelante, pero no de una forma inmediata. En el Opus Dei son muy amigos de que los cambios no se noten, porque para ellos son pequeñas traiciones al fundador que no se deben notar. Por eso, junto a esos pequeños cambios irrenunciables, van eliminando textos, videos, fotos y demás documentos del fundador en los que se ve claramente que este se equivocó o se pasó cien pueblos.


Así, de esta manera, van "fabricando un santo", dando de él una imagen que nada tiene que ver con la realidad.

Sin embargo, se meten así en un laberinto complicado, porque san Josemaría dejó mucho rastro, además del que desde la prelatura se viene controlando y eliminando.


Es imposible fabricar la historia. Es imposible inventar la historia. Ya se ha intentado a lo largo de los siglos por parte de mucha gente. A la vuelta de los años o siglos, todo termina por aparecer y la historia fabricada se vuelve a escribir.


Lo mejor es, siempre, decir la verdad, no ocultar las cosas, no "inventar" la realidad, que ya está inventada.


Como he dicho más arriba, Fernando Ocáriz no nació ayer, y lleva en el gobierno del Opus Dei muchos, muuuuuuuuuuuuchos años. Voy a rescatar una perla para que los incautos caigan en la cuenta de que Fernando Ocáriz no es un angelito, por mucho que aparezca en la página web de la prelatura siempre sonriendo inocentemente.

Ya hemos comentado esos momentos de tensión entre OpusLibros y el Opus Dei. Aquella denuncia a la Santa Sede de 2008; aquella carta sorprendente de 2 de octubre de 2011; aquella demanda judicial-mercantil del Opus Dei contra OpusLibros por entender que la publicación de documentos comprometedores del Opus Dei vulneraba los derechos de autor; aquella sentencia en la que se obligaba a OpusLibros a dejar de publicar esos 46 documentos; aquella declaración de LSS reconociendo en nombre de la prelatura que solo los Estatutos tienen carácter imperativo.

Pues bien, animo al lector a que consulte OpusLibros en el siguiente enlace, que es de 26 de octubre de 2011: ( http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=18753 ). Ahí puede verse cómo las gasta Fernando Ocáriz, cómo las mata callando.


En pleno follón de todo lo expuesto en el párrafo anterior, se descuelga Ocáriz con unos requerimientos mediante burofax a Agustina López de los Mozos, promotora de OpusLibros, instándole a que quite de la web OpusLibros toda referencia a datos personales suyos. Aquello no fue un simple burofax, sino un verdadero ataque ( ¿acoso? ) que llegó hasta la Agencia de Protección de Datos, fundamentado en algo tan absurdo como pretender que él, un personaje público, número dos del Opus Dei desde hacía muchos años, cuyos datos figuraban en libros que él había escrito, en la propia página web de la prelatura, en wikipedia, etc., no debía figurar en OpusLibros.


Como siempre, la polisemia de los directores del Opus Dei: plantean una cosa cuando en realidad pretenden otra.

Fue verdaderamente fuerte la presión de Fernando Ocáriz hacia Agustina López de los Mozos. Sobre este asunto, la gente del Opus Dei no ha sabido nunca nada. Yo me quedé de piedra cuando tuve noticia de todo esto en OpusLibros, pues Agustina ha tenido una transparencia total en este asunto tan surrealista en el que se revela "a qué dedica el tiempo libre" Fernando Ocáriz.


Podría dedicarlo a causas más nobles, pero no, lo dedica a esto: ( http://www.opuslibros.org/PDF/ResolucionAEPD.pdf ).

Con esta perla, ya se puede uno hacer idea del tipo de persona que es Ocáriz, gastando el dinero que los sufridos cooperadores o supernumerarios aportan, para "las labores apostólicas del Opus Dei", en llevar a cabo este tipo de "actuaciones" ( ¿acoso? ) llenas de "caridad" hacia las personas, y sobre todo, llenas de "eficacia apostólica".

Me decía hace tiempo un amigo que una cosa es que todos digamos tonterías, pero eso no quiere decir que todos seamos tontos.


De la misma manera, no es lo mismo llevar a cabo una acción de ¿acoso? que ser acosadores.


Evidentemente, yo no diré que Ocáriz es un acosador, pero cabe la posibilidad de pensar que esa actuación concreta podría ser un acoso. Yo no digo que lo sea, pero por lo que leo en los articulos 171 y 172 del Código Penal, me entran dudas, ya que una persona pública no debe extrañarse de que aparezcan sus datos en una página de información cuando él mismo los ha facilitado a otras que también están en la nube o a otros medios, y pretender que sus datos básicos no estén en otras web, me suena a algo surrealista, o lo que en la mili se llamaba "petición viciosa".


Una vez visto el tipo de elemento que es Fernando Ocáriz, creo que, por fin, podemos comenzar a entrar en el contenido de su carta de 9 de enero de 2018. Hasta mañana.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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