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Bailarán el viernes 27 en el Teatro Victoria

“Les Etoiles”: Estrellas rusas del ballet en Barcelona

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Imagen: Ballet Ruso Barcelona

Si los ángeles bailaran lo harían en ruso, ¿por qué?, los rusos, a lo largo de varios siglos, han sabido mantener este arte aplaudido en todo el mundo y, eso, no es nada fácil.


La historia de la danza empieza en el Renacimiento italiano, luego, son los franceses quienes la incluyen en sus bailes en la corte, después de que una Médici se casara con un rey francés, y después de los franceses los zares adaptan el ballet a sus lujosas vidas privadas y exclusivas.

El ballet, es, pues, una danza que desconocida en sus inicios, siglo XVIII, por la gente de la calle, la gente normal y corriente, ya que es sólo para aquellos cuyo poderío social y económico les permite gozar de amplios salones y vajillas de porcelana para amenizar sus exclusivas fiestas.

En Rusia, el ballet, puede subsistir a los bolcheviques y conseguir que, después de la era zarista, nadie lo enterrara, y no por falta de intentos.

El ballet, en España, tiene poco presupuesto, poca publicidad y a aquellos empresarios que se juegan su dinero para llevar adelante su enseñanza y su puesta en escena nadie nunca les dijo que dedicarse a este mundo iba a ser fácil.

El viernes de esta semana podremos ver un espectáculo eminentemente ruso organizado por unos empresarios de Barcelona. En el centro del Paralelo barcelonés, en el Teatro Victoria, bailarines que han seguido los pasos de Anna Pavlova, Rudolf Nureyev, Mijail Baryshnikov, Maya Plisetskaya, entre una larga lista que se haría inmensa, darán vida a la gala bautizada como “Les Etoiles”.

Blanca Hartmann, joven barcelonesa hija de una de las familias más reconocidas de la burguesía catalana, junto con su marido Boris Shepelev, con un “curriculum”, como bailarín, impresionante, nació en Vorónezh, ciudad situada a seis horas de Moscú, fue primer bailarín del Mikhailovsky ballet y el Mariinsky y se marchó a Alemania para seguir sus pasos profesionales, después viajó hasta los EE.UU. donde funda una escuela para formar a alumnos, es un hombre que ama la danza y en su trabajo es muy estricto.

Blanca es sincera, y cuando le decimos que la danza en Barcelona tiene pocos adeptos asegura: “Cierto, Barcelona no es una ciudad fácil para la danza. Aquí, los niños, están todo el tiempo en la escuela y los centros de alto rendimiento son para deportistas, por lo tanto, los niños y niñas que quieren hacer ballet, lo tienen más complicado”.

Hace cuatro años que fundaron su escuela de Ballet Ruso en Barcelona y Blanca explica el valor que tiene en Rusia la danza: “En Rusia, para las familias, es un gran honor que sus hijos puedan ser bailarines. Es como estar al servicio de su país”.

Blanca, desde pequeña, sabe que la disciplina del aprendizaje del ballet es muy severa: “Desde muy pequeña tomé clases de ballet y también lo hice durante mi estancia en EE.UU.”

Estamos, pues, ante una pareja que conoce los secretos, los esfuerzos y la dureza de la danza: “Al principio-dice- es muy complicado porque se ha de inculcar una disciplina física y mental tanto a los niños que quieren aprender como a sus familias”.

En su academia siguen la metodología de Agrippina Vaganova, una mujer que bailó sin tener la admiración de su profesor pero que cuando se dedicó a la docencia impuso sus criterios, sus formas y le dio a los bailarines las maneras de expresarse con todo el cuerpo y no sólo con la gestualidad de las manos, Blanca explica sobre este método: “Crea bailarines con una estética muy fuerte. Se preparan fuertes desde una manera técnica y es única en los movimientos con los brazos, los bailarines tienen una presencia muy rusa”.


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Imagen: Ballet Ruso Barcelona

Está convencida que a los niños hacer ballet les dota de una gran capacidad: “El ballet ayuda a los niños a ser mejores en todo lo que hacen. Les ayuda a tener más capacidad, les estimula la perfección y a poder conseguir la excelencia en todo”.

En sus clases, en Ballet Ruso de Barcelona, los niños suelen ser muy responsables: “Tenemos niñas y niños hasta nueve o diez años y entienden que no vienen a jugar, comprenden que, con su trabajo y esfuerzo, pueden llegar a hacerlo muy bien. Saben que si aprenden, son más cuidadosos y son felices haciendo esta dinámica”.

En realidad no todo el mundo está capacitado para la danza, una lástima, pero la vida es como es, Blanca lo explica con detalle: “Para bailar se necesita talento, en Rusia se hacen audiciones muy estrictas, ven a las niñas y a los niños y en la primera selección determinan aquellos que físicamente tienen mejores proporciones, piernas, cuerpo. Luego, se fijan en los abductores y finalmente, ven la gracia que tienen en sus movimientos. A partir de este examen los alumnos escogidos, son los que empiezan a trabajar la metodología y éstos son los que llegan al final. Es decir, hay que tener talento físico y talento para aprender, el talento físico se mejora gracias al talento natural que cada uno de ellos posee”.

Teniendo en cuenta la juventud de su academia le pregunto cómo son sus alumnos: “A nosotros, los niños nos llegan de cero y los educamos física y sicológicamente. Y vemos alumnos que tienen un buen futuro, tenemos una alumna que este año ha sido invitada para bailar en el Ballet de Mónaco y también la han invitado a ir a San Petersburgo. A nosotros nos gusta formarlos desde pequeños”.

La academia del Ballet Ruso está ubicada en una céntrica calle de Barcelona y tiene una superficie de mil metros cuadrados, una locura teniendo en cuenta la juventud de la academia y siendo Barcelona una ciudad difícil para este arte tan misterioso, pregunto a Blanca, si con estos mil metros cuadrados, han abierto las puertas del ballet ruso al mundo, ríe, y explica las razones de estas dimensiones: “Cuando estábamos buscando el local queríamos una sala muy grande y con unos techos muy altos ya que para practicar el paso a dos se necesitan techos muy altos para poder ensayar en condiciones. Nosotros abrimos la puerta a los niños para que puedan llevar a cabo su pasión y también porque tienen muchas ganas de trabajar fuerte”.

Dan clase a 150 alumnos y también las dan a alumnos adultos, aunque, la de los adultos, es otra historia: “Los adultos tienen un planteamiento distinto al de los niños, todos tienen su trabajo y si practican ballet es para hacer alguna actividad que les sirve para moverse”.

Este viernes, las puertas del teatro Victoria, se abrirán para recibir a estrellas profesionales de la danza que tienen amplio prestigio internacional, es un proyecto pedagógico para que los alumnos aventajados de Blanca y Boris puedan compartir escenario con las grandes estrellas de la danza actual, estos alumnos, antes, se habrán ejercitado en el Summer Program que se lleva a cabo durante todo el mes de julio.

A este curso superior no sólo acuden alumnos que reciben clases durante todo el año en su academia sino también aquellos que han viajado a Barcelona ex profeso para hacer este curso adelantado, este año han acudido alumnos de San Petersburgo, del American Ballet, del Ballet de Bolshoi, del Ballet de Vaganova, alguna bailarina italiana, alguna belga, de Madrid, de Gijón, aparte de los alumnos locales.

Todos estos bailarines que trabajan para brillar, durante este mes viven en Barcelona y después de las seis horas y media de clase diaria, pueden conocer la ciudad, estas chicas y chicos, tienen entre 10 y 18 años, viven en casas privadas de alumnos de la academia, eso significa que estos jóvenes viven la escuela, la ciudad, nueva para la mayoría, y se encuentran integrados en el mundo de la danza al compartir mesa y mantel con alumnos que durante todo el año estudian ballet.

Por lo tanto, todos los alumnos, los de todo el año, los que vienen de fuera, los que bailen en escena o no, todos podrán gozar de las virtudes de las primeras estrellas del Ballet Mariinsky de San Petersburgo, Oxana Bondareva e Igor Kolb, del Ballet Stanislavsky de Moscú, Elena Solomianko e Innoketiy Yuldashev, del Ballet Bolshoi de Moscú, Igor Tsvirko y Ksenia Zhiganshina y del Ballet Mikhailovsky de San Petersburgo, Irina Perren y Marat Shemiunov, por cierto, en esta compañía, estuvo como bailarín principal y coreógrafo Nacho Duato. Cuando Nacho dejó la Compañía Nacional de Danza en el año 2010 le llamaron del Mikhailovsky y estuvo en San Petersburgo hasta el año 2013, después fue contratado por la Ballet Estatal de Berlín y hace un mes ha vuelto a la Compañía Nacional de Danza.

Como hay poca cultura de danza clásica puede que los nombre citados no les conozcamos tanto, garantizo que todos ellos bailan el “pas a deux”, hacen piruetas, porté y se pasean grácilmente en el escenario como hacia la Pavlova, nos quedamos con ese nombre, mujer que hizo famosa la “muerte del cisne”, los que hoy llegan son ágiles, apasionados, muy técnicos, precisos, entregados a la profesión que aman, si no la amaran jamás dedicarían tantas horas a bailar, a esculpir sus formas y a sufrir tantos sacrificios.

He visto llorar a bailarinas, después de muchas horas de volar por los escenarios y tener las puntas de los pies morados a causa de andar centradas en las puntillas de los dedos de sus pies. Sólo por eso, sólo, creo que los ángeles bailan ruso y más cuando las estrellas de este viernes, son rusas y rusos que nos recordarán a la Cenicienta, El Lago de los Cisnes, Don Quijote, Coppélia, siempre volando.

“Les Etoiles”: Estrellas rusas del ballet en Barcelona

Bailarán el viernes 27 en el Teatro Victoria
Teresa Berengueras
jueves, 26 de julio de 2018, 06:32 h (CET)

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Imagen: Ballet Ruso Barcelona

Si los ángeles bailaran lo harían en ruso, ¿por qué?, los rusos, a lo largo de varios siglos, han sabido mantener este arte aplaudido en todo el mundo y, eso, no es nada fácil.


La historia de la danza empieza en el Renacimiento italiano, luego, son los franceses quienes la incluyen en sus bailes en la corte, después de que una Médici se casara con un rey francés, y después de los franceses los zares adaptan el ballet a sus lujosas vidas privadas y exclusivas.

El ballet, es, pues, una danza que desconocida en sus inicios, siglo XVIII, por la gente de la calle, la gente normal y corriente, ya que es sólo para aquellos cuyo poderío social y económico les permite gozar de amplios salones y vajillas de porcelana para amenizar sus exclusivas fiestas.

En Rusia, el ballet, puede subsistir a los bolcheviques y conseguir que, después de la era zarista, nadie lo enterrara, y no por falta de intentos.

El ballet, en España, tiene poco presupuesto, poca publicidad y a aquellos empresarios que se juegan su dinero para llevar adelante su enseñanza y su puesta en escena nadie nunca les dijo que dedicarse a este mundo iba a ser fácil.

El viernes de esta semana podremos ver un espectáculo eminentemente ruso organizado por unos empresarios de Barcelona. En el centro del Paralelo barcelonés, en el Teatro Victoria, bailarines que han seguido los pasos de Anna Pavlova, Rudolf Nureyev, Mijail Baryshnikov, Maya Plisetskaya, entre una larga lista que se haría inmensa, darán vida a la gala bautizada como “Les Etoiles”.

Blanca Hartmann, joven barcelonesa hija de una de las familias más reconocidas de la burguesía catalana, junto con su marido Boris Shepelev, con un “curriculum”, como bailarín, impresionante, nació en Vorónezh, ciudad situada a seis horas de Moscú, fue primer bailarín del Mikhailovsky ballet y el Mariinsky y se marchó a Alemania para seguir sus pasos profesionales, después viajó hasta los EE.UU. donde funda una escuela para formar a alumnos, es un hombre que ama la danza y en su trabajo es muy estricto.

Blanca es sincera, y cuando le decimos que la danza en Barcelona tiene pocos adeptos asegura: “Cierto, Barcelona no es una ciudad fácil para la danza. Aquí, los niños, están todo el tiempo en la escuela y los centros de alto rendimiento son para deportistas, por lo tanto, los niños y niñas que quieren hacer ballet, lo tienen más complicado”.

Hace cuatro años que fundaron su escuela de Ballet Ruso en Barcelona y Blanca explica el valor que tiene en Rusia la danza: “En Rusia, para las familias, es un gran honor que sus hijos puedan ser bailarines. Es como estar al servicio de su país”.

Blanca, desde pequeña, sabe que la disciplina del aprendizaje del ballet es muy severa: “Desde muy pequeña tomé clases de ballet y también lo hice durante mi estancia en EE.UU.”

Estamos, pues, ante una pareja que conoce los secretos, los esfuerzos y la dureza de la danza: “Al principio-dice- es muy complicado porque se ha de inculcar una disciplina física y mental tanto a los niños que quieren aprender como a sus familias”.

En su academia siguen la metodología de Agrippina Vaganova, una mujer que bailó sin tener la admiración de su profesor pero que cuando se dedicó a la docencia impuso sus criterios, sus formas y le dio a los bailarines las maneras de expresarse con todo el cuerpo y no sólo con la gestualidad de las manos, Blanca explica sobre este método: “Crea bailarines con una estética muy fuerte. Se preparan fuertes desde una manera técnica y es única en los movimientos con los brazos, los bailarines tienen una presencia muy rusa”.


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Imagen: Ballet Ruso Barcelona

Está convencida que a los niños hacer ballet les dota de una gran capacidad: “El ballet ayuda a los niños a ser mejores en todo lo que hacen. Les ayuda a tener más capacidad, les estimula la perfección y a poder conseguir la excelencia en todo”.

En sus clases, en Ballet Ruso de Barcelona, los niños suelen ser muy responsables: “Tenemos niñas y niños hasta nueve o diez años y entienden que no vienen a jugar, comprenden que, con su trabajo y esfuerzo, pueden llegar a hacerlo muy bien. Saben que si aprenden, son más cuidadosos y son felices haciendo esta dinámica”.

En realidad no todo el mundo está capacitado para la danza, una lástima, pero la vida es como es, Blanca lo explica con detalle: “Para bailar se necesita talento, en Rusia se hacen audiciones muy estrictas, ven a las niñas y a los niños y en la primera selección determinan aquellos que físicamente tienen mejores proporciones, piernas, cuerpo. Luego, se fijan en los abductores y finalmente, ven la gracia que tienen en sus movimientos. A partir de este examen los alumnos escogidos, son los que empiezan a trabajar la metodología y éstos son los que llegan al final. Es decir, hay que tener talento físico y talento para aprender, el talento físico se mejora gracias al talento natural que cada uno de ellos posee”.

Teniendo en cuenta la juventud de su academia le pregunto cómo son sus alumnos: “A nosotros, los niños nos llegan de cero y los educamos física y sicológicamente. Y vemos alumnos que tienen un buen futuro, tenemos una alumna que este año ha sido invitada para bailar en el Ballet de Mónaco y también la han invitado a ir a San Petersburgo. A nosotros nos gusta formarlos desde pequeños”.

La academia del Ballet Ruso está ubicada en una céntrica calle de Barcelona y tiene una superficie de mil metros cuadrados, una locura teniendo en cuenta la juventud de la academia y siendo Barcelona una ciudad difícil para este arte tan misterioso, pregunto a Blanca, si con estos mil metros cuadrados, han abierto las puertas del ballet ruso al mundo, ríe, y explica las razones de estas dimensiones: “Cuando estábamos buscando el local queríamos una sala muy grande y con unos techos muy altos ya que para practicar el paso a dos se necesitan techos muy altos para poder ensayar en condiciones. Nosotros abrimos la puerta a los niños para que puedan llevar a cabo su pasión y también porque tienen muchas ganas de trabajar fuerte”.

Dan clase a 150 alumnos y también las dan a alumnos adultos, aunque, la de los adultos, es otra historia: “Los adultos tienen un planteamiento distinto al de los niños, todos tienen su trabajo y si practican ballet es para hacer alguna actividad que les sirve para moverse”.

Este viernes, las puertas del teatro Victoria, se abrirán para recibir a estrellas profesionales de la danza que tienen amplio prestigio internacional, es un proyecto pedagógico para que los alumnos aventajados de Blanca y Boris puedan compartir escenario con las grandes estrellas de la danza actual, estos alumnos, antes, se habrán ejercitado en el Summer Program que se lleva a cabo durante todo el mes de julio.

A este curso superior no sólo acuden alumnos que reciben clases durante todo el año en su academia sino también aquellos que han viajado a Barcelona ex profeso para hacer este curso adelantado, este año han acudido alumnos de San Petersburgo, del American Ballet, del Ballet de Bolshoi, del Ballet de Vaganova, alguna bailarina italiana, alguna belga, de Madrid, de Gijón, aparte de los alumnos locales.

Todos estos bailarines que trabajan para brillar, durante este mes viven en Barcelona y después de las seis horas y media de clase diaria, pueden conocer la ciudad, estas chicas y chicos, tienen entre 10 y 18 años, viven en casas privadas de alumnos de la academia, eso significa que estos jóvenes viven la escuela, la ciudad, nueva para la mayoría, y se encuentran integrados en el mundo de la danza al compartir mesa y mantel con alumnos que durante todo el año estudian ballet.

Por lo tanto, todos los alumnos, los de todo el año, los que vienen de fuera, los que bailen en escena o no, todos podrán gozar de las virtudes de las primeras estrellas del Ballet Mariinsky de San Petersburgo, Oxana Bondareva e Igor Kolb, del Ballet Stanislavsky de Moscú, Elena Solomianko e Innoketiy Yuldashev, del Ballet Bolshoi de Moscú, Igor Tsvirko y Ksenia Zhiganshina y del Ballet Mikhailovsky de San Petersburgo, Irina Perren y Marat Shemiunov, por cierto, en esta compañía, estuvo como bailarín principal y coreógrafo Nacho Duato. Cuando Nacho dejó la Compañía Nacional de Danza en el año 2010 le llamaron del Mikhailovsky y estuvo en San Petersburgo hasta el año 2013, después fue contratado por la Ballet Estatal de Berlín y hace un mes ha vuelto a la Compañía Nacional de Danza.

Como hay poca cultura de danza clásica puede que los nombre citados no les conozcamos tanto, garantizo que todos ellos bailan el “pas a deux”, hacen piruetas, porté y se pasean grácilmente en el escenario como hacia la Pavlova, nos quedamos con ese nombre, mujer que hizo famosa la “muerte del cisne”, los que hoy llegan son ágiles, apasionados, muy técnicos, precisos, entregados a la profesión que aman, si no la amaran jamás dedicarían tantas horas a bailar, a esculpir sus formas y a sufrir tantos sacrificios.

He visto llorar a bailarinas, después de muchas horas de volar por los escenarios y tener las puntas de los pies morados a causa de andar centradas en las puntillas de los dedos de sus pies. Sólo por eso, sólo, creo que los ángeles bailan ruso y más cuando las estrellas de este viernes, son rusas y rusos que nos recordarán a la Cenicienta, El Lago de los Cisnes, Don Quijote, Coppélia, siempre volando.

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