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Se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos con la censura

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XXIII)

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Llegados a este punto, vuelvo a recordar los dos ejes en los que creo que hay que entender la carta de 9 de enero de 2018 escrita por el prelado del Opus Dei, teóricamente, a los miembros, pero en realidad, al Papa, para que este lea las cosas tan "maravillosas" sobre la libertad que el prelado les dice a los miembros.


Decíamos que uno de los ejes para entender la carta es, a mi juicio, la convulsa situación jurídica e institucional del Opus Dei, y el otro eje es la proximidad del Sínodo de Obispos, del 3 al 28 octubre de este año, sobre el discernimiento vocacional.


Seguimos tratando la primera coordenada, aunque en la anterior colaboración ya hemos apuntado algo sobre el discernimiento vocacional.


En una de las entregas anteriores apuntamos que la labor de pasillo de Álvaro del Portillo entre el 28 de noviembre de 1982, en que el Opus Dei fue transformado en prelatura personal, y el 25 de enero de 1983 en que las prelaturas personales quedaron fuera de la estructura jerárquica de la Iglesia en el nuevo Código de Derecho Canónico, no solo no tuvo el fin buscado por el nuevo prelado, sino que provocó el voto particular del prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Esta última afirmación, hemos visto que también viene corroborada por el cardenal Sebastián en sus memorias.


Debido al peculiar y excesivo afecto que Juan Pablo II tenía hacia el Opus Dei, a pesar de que el cargo de prelado en una prelatura personal no exige que este sea obispo, Juan Pablo II, unos años después, en 1992, ordenó obispo a Álvaro del Portillo, pero no obispo, como diríamos llanamente, "con mando en plaza", sino obispo titular de Vita, una antigua diócesis desaparecida hace muchos siglos. Quiero decir, que con esa ordenación, Álvaro del Portillo pasaba a ser obispo, pero no "obispo del Opus Dei", porque el Opus Dei, como prelatura personal, no forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia.


No es lo mismo ser "obispo titular de Vita" que obispo de una determinada diócesis o iglesia particular. En el segundo caso, estamos ante un obispo "con mando en plaza", y por tanto obispo de una diócesis, con pueblo propio, que forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, lo cual no sucede cuando la ordenación episcopal es a título de una diócesis desaparecida hace siglos, y por tanto, no existente.


Juan Pablo II ordenó a Álvaro del Portillo obispo titular de Vita. Más no podía hacer conforme al derecho. Sin embargo, esto creó una cierta expectativa dentro del Opus Dei, que se tradujo en una constante propaganda mediática desde las editoriales controladas por la organización y sobre todo desde las publicaciones de derecho canónico vinculadas a la Universidad de Navarra y otras universidades también controladas por el Opus Dei, las cuales, de mil maneras, le dieron la vuelta al razonamiento en el sentido de que sostenían que lo conveniente en las prelaturas personales es que el prelado sea obispo, en vez de decir que lo normal es que no lo sea.


Evidentemente, lo que estaba detrás de todo ello era hacer caso omiso del Código de Derecho Canónico y conseguir, por la vía de los hechos consumados, tiempo después, el disparate que no se había conseguido en 1983, esto es, que se modificase el Código de Derecho Canónico y que las prelaturas personales (o sea, el Opus Dei) pasaran a formar parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, es decir, el poderío episcopal, con pueblo propio, con que soñaba el fundador, a semejanza de la abadesa de las Huelgas de Burgos.


Esa presión mediática empezó desde el primer momento de la transformación del Opus Dei como prelatura personal. Álvaro del Portillo no perdía ocasión, en reuniones más o menos numerosas, de explicar la naturaleza del Opus Dei diciendo que es "una especie de diócesis". Existen videos posteriores a 1983 en los que se le ve llevando a cabo estas afirmaciones falsas. También concedió entrevistas en las que aparecían tales afirmaciones. Yo tengo algunos libros de aquella época que corroboran esto. Lo que no se es dónde estarán ahora los videos en los que tales cosas sostenía. Yo recuerdo haber visto uno de ellos en el que se recogía una reunión que tuvo con gente de Jerusalén, poco antes de fallecer, en 1994, en el que afirmaba esto.


Muerto Álvaro del Portillo, Juan Pablo II ordenó obispo, muy pronto, a su sucesor, Javier Echevarría, ya que este fue nombrado prelado el 20 de abril de 1994 y fue ordenado obispo el 6 de enero de 1995, también obispo titular de otra diócesis desaparecida, Cilibia.


Durante los años siguientes, el Opus Dei ha seguido manifestando a todas horas que son "una prelatura personal de la Iglesia Católica que forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia". Son abundantísimas las publicaciones en las que han sostenido esto, concretamente las publicaciones institucionales anuales de las oficinas de información del Opus Dei. Yo tengo las de varios años.


Un caso especialmente paradigmático es el libro de entrevistas al actual prelado, Fernando Ocáriz, que se editó en 2013 (aunque si no me equivoco, las entrevistas tuvieron lugar en 2012) y que lleva por título "Dios, la Iglesia y el mundo". En aquel momento, Fernando Ocáriz era vicario general del Opus Dei, es decir, el número 2. En una de las entrevistas, en la que se trataba sobre el Opus Dei, repetidas veces menciona que el Opus Dei es una "circunscripción eclesiástica", término técnicamente algo más amplio, pero que da a entender que el Opus Dei forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, por cuanto que las circunscripciones hacen referencia al gobierno, a la jerarquía, a la división administrativa para el ejercicio del gobierno de una institución, en este caso, la Iglesia.


Parece como si Juan Pablo II y Benedicto XVI hubieran dado poca importancia a esta labor de confusión llevada a cabo desde el Opus Dei acerca de esta cuestión. Sin embargo, parece ser que el Papa Francisco ha querido clarificar de una vez todo esto. De todas formas, ya las relaciones con Benedicto XVI no fueron tan fáciles como con Juan Pablo II. La cosa viene de algo atrás.


Hacía ya años, Pablo VI suprimió el Index Librorum Prohibitorum, que dicho en cristiano es el "Índice de Libros Prohibidos", el cual venía existiendo en la Iglesia desde Pío IV, en 1564. El Índice contenía una serie de referencias de libros contrarios a la fe o a la moral que todo cristiano tenía prohibido leer, bajo pecado mortal.


Con un gran sentido común y mayor sentido cristiano, Pablo VI suprimió el Índice y dejó las cosas como debían haber estado siempre: Se supone que somos cristianos adultos y que queremos defender nuestra fe. Por tanto, si al leer un libro, notamos que nos está dañando la fe, no necesitamos que nos traten como niños, sino que defendemos nuestra fe como cristianos adultos; lo que haremos es, bien dejar de leer, o bien buscar otra lectura que sirva de antídoto y que nos ofrezca los argumentos que quizá nosotros no sabemos para hacer frente a esa lectura que notamos que nos es nociva. Los famosos clubs de lectura de los jesuitas van en esa dirección.


En una palabra, actuaremos como se ha hecho siempre en la Iglesia, como decía san Pablo a los cristianos de Tesalónica (Tes. 5, 19-22): "No extingáis el Espíritu, no despreciéis las profecías; probadlo todo, quedaos con lo bueno, evitad el mal".


Pues bien, cuando Pablo VI suprimió el Indice de Libros Prohibidos, san Josemaría lo implantó en el ámbito del Opus Dei. Y no solo eso, sino que se dedicó a cacarear, incluso con cámaras de video delante y con abundante público, su actuación contraria a lo dispuesto por el Papa. Mala cosa es llevarle la contraria al vicario de Cristo y cruzarle la cara de esa manera tan tosca. Ser más papista que el Papa no es cosa buena. Pero así lo hizo. En uno de esos videos, que yo ví hace años, incluso se permitió ridiculizar a Juan XXIII haciendo mofa de su sobrepeso. Lamentable.


Al implantar el Indice de Libros Prohibidos en el Opus Dei, San Josemaría estableció 6 categorías de libros, de menor a mayor prohibición, del 1 al 6, de modo que los que tenían calificación 1 estaban considerados moralmente inofensivos. A partir de la categoría 3, los miembros del Opus Dei tenían obligación de consultar a los directores locales antes de leer un libro. Si el libro tenía categoría 4, era obligatoria la consulta previa a los directores de las delegaciones o comisiones regionales del Opus Dei de cada país. En cuanto a los libros calificados como 5 ó 6, estaba totalmente prohibido leerlos en todos los casos, y solo en rarísimas excepciones se concedía un permiso desde las autoridades del Opus Dei de Roma.


Esto funcionó en el Opus Dei férreamente durante muchos años, hasta que un buen día, 19 de abril de 2005, fue elegido Papa el cardenal Ratzinger, precisamente el que años atrás emitiera un voto desfavorable a incluir las prelaturas personales como parte de la estructura jerárquica de la Iglesia. Y mira por donde, varios libros del cardenal Ratzinger estaban incluidos en el Indice de Libros Prohibidos del Opus Dei con una calificación de 4.


Ni que decir tiene que se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos con la censura. Una cosa es ser más papista que el Papa y contradecirle en una disposición pastoral y otra bien distinta es llamar poco menos que hereje al nuevo Papa, y precisamente a Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante 25 años ininterrumpidos y considerado como la persona de mayor sabiduría cristiana del siglo XX por muchos.


Tuvieron que envainar. El Índice de Libros Prohibidos del Opus Dei se fue sobre la marcha al carajo y fue sustituido por la página web almudi.org y delibris.org, llevadas por sacerdotes del Opus Dei de Valencia, que se hicieron cargo del Indice, pero de una manera más discreta, a modo de página web de orientación bibliográfica en donde la clasificación del 1 al 6 se llama ahora de otra manera más suavizada, y en donde se da una breve explicación de lo que significa cada escalón en esa clasificación.


Esta página web, desde fuera, se presenta como un instrumento que puede ofrecer una cierta información de tipo moral sobre libros. Sin embargo, es heredera del Indice que puso san Josemaría: Es claramente simplista, en el sentido de que una crítica de un libro, incluso una crítica moral, no puede reducirse tan solo a un número o a cuatro palabras estandarizadas en serie. Una crítica de libros seria, requeriría la disponibilidad de hacer un traje a la medida, y de que, a la vez, esa crítica esté abierta a una pluralidad de lectores, pues lo que le viene bien a uno de ellos, es posible que no le venga bien a otro.


La elección de Benedicto XVI fue, en ese sentido, un traspiés para el Opus Dei. Eso le pasó por ser más papista que el Papa. Y no han aprendido, porque el actual prefecto para la doctrina de la Fe, monseñor Ladaria, también ha estado en el Índice de Libros Prohibidos del Opus Dei. Y como vimos en uno de los artículos anteriores, el cardenal Sebastián, también. En el Opus Dei no aprenden...


Lo dejamos aquí por hoy, para no extendernos demasiado. Si las relaciones con Benedicto XVI no han sido buenas, con Francisco, peor, en cuanto a intentar conseguir, por la vía de los hechos consumados, ser estructura jerárquica de la Iglesia.

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XXIII)

Se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos con la censura
Antonio Moya Somolinos
sábado, 30 de junio de 2018, 00:40 h (CET)

Llegados a este punto, vuelvo a recordar los dos ejes en los que creo que hay que entender la carta de 9 de enero de 2018 escrita por el prelado del Opus Dei, teóricamente, a los miembros, pero en realidad, al Papa, para que este lea las cosas tan "maravillosas" sobre la libertad que el prelado les dice a los miembros.


Decíamos que uno de los ejes para entender la carta es, a mi juicio, la convulsa situación jurídica e institucional del Opus Dei, y el otro eje es la proximidad del Sínodo de Obispos, del 3 al 28 octubre de este año, sobre el discernimiento vocacional.


Seguimos tratando la primera coordenada, aunque en la anterior colaboración ya hemos apuntado algo sobre el discernimiento vocacional.


En una de las entregas anteriores apuntamos que la labor de pasillo de Álvaro del Portillo entre el 28 de noviembre de 1982, en que el Opus Dei fue transformado en prelatura personal, y el 25 de enero de 1983 en que las prelaturas personales quedaron fuera de la estructura jerárquica de la Iglesia en el nuevo Código de Derecho Canónico, no solo no tuvo el fin buscado por el nuevo prelado, sino que provocó el voto particular del prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Esta última afirmación, hemos visto que también viene corroborada por el cardenal Sebastián en sus memorias.


Debido al peculiar y excesivo afecto que Juan Pablo II tenía hacia el Opus Dei, a pesar de que el cargo de prelado en una prelatura personal no exige que este sea obispo, Juan Pablo II, unos años después, en 1992, ordenó obispo a Álvaro del Portillo, pero no obispo, como diríamos llanamente, "con mando en plaza", sino obispo titular de Vita, una antigua diócesis desaparecida hace muchos siglos. Quiero decir, que con esa ordenación, Álvaro del Portillo pasaba a ser obispo, pero no "obispo del Opus Dei", porque el Opus Dei, como prelatura personal, no forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia.


No es lo mismo ser "obispo titular de Vita" que obispo de una determinada diócesis o iglesia particular. En el segundo caso, estamos ante un obispo "con mando en plaza", y por tanto obispo de una diócesis, con pueblo propio, que forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, lo cual no sucede cuando la ordenación episcopal es a título de una diócesis desaparecida hace siglos, y por tanto, no existente.


Juan Pablo II ordenó a Álvaro del Portillo obispo titular de Vita. Más no podía hacer conforme al derecho. Sin embargo, esto creó una cierta expectativa dentro del Opus Dei, que se tradujo en una constante propaganda mediática desde las editoriales controladas por la organización y sobre todo desde las publicaciones de derecho canónico vinculadas a la Universidad de Navarra y otras universidades también controladas por el Opus Dei, las cuales, de mil maneras, le dieron la vuelta al razonamiento en el sentido de que sostenían que lo conveniente en las prelaturas personales es que el prelado sea obispo, en vez de decir que lo normal es que no lo sea.


Evidentemente, lo que estaba detrás de todo ello era hacer caso omiso del Código de Derecho Canónico y conseguir, por la vía de los hechos consumados, tiempo después, el disparate que no se había conseguido en 1983, esto es, que se modificase el Código de Derecho Canónico y que las prelaturas personales (o sea, el Opus Dei) pasaran a formar parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, es decir, el poderío episcopal, con pueblo propio, con que soñaba el fundador, a semejanza de la abadesa de las Huelgas de Burgos.


Esa presión mediática empezó desde el primer momento de la transformación del Opus Dei como prelatura personal. Álvaro del Portillo no perdía ocasión, en reuniones más o menos numerosas, de explicar la naturaleza del Opus Dei diciendo que es "una especie de diócesis". Existen videos posteriores a 1983 en los que se le ve llevando a cabo estas afirmaciones falsas. También concedió entrevistas en las que aparecían tales afirmaciones. Yo tengo algunos libros de aquella época que corroboran esto. Lo que no se es dónde estarán ahora los videos en los que tales cosas sostenía. Yo recuerdo haber visto uno de ellos en el que se recogía una reunión que tuvo con gente de Jerusalén, poco antes de fallecer, en 1994, en el que afirmaba esto.


Muerto Álvaro del Portillo, Juan Pablo II ordenó obispo, muy pronto, a su sucesor, Javier Echevarría, ya que este fue nombrado prelado el 20 de abril de 1994 y fue ordenado obispo el 6 de enero de 1995, también obispo titular de otra diócesis desaparecida, Cilibia.


Durante los años siguientes, el Opus Dei ha seguido manifestando a todas horas que son "una prelatura personal de la Iglesia Católica que forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia". Son abundantísimas las publicaciones en las que han sostenido esto, concretamente las publicaciones institucionales anuales de las oficinas de información del Opus Dei. Yo tengo las de varios años.


Un caso especialmente paradigmático es el libro de entrevistas al actual prelado, Fernando Ocáriz, que se editó en 2013 (aunque si no me equivoco, las entrevistas tuvieron lugar en 2012) y que lleva por título "Dios, la Iglesia y el mundo". En aquel momento, Fernando Ocáriz era vicario general del Opus Dei, es decir, el número 2. En una de las entrevistas, en la que se trataba sobre el Opus Dei, repetidas veces menciona que el Opus Dei es una "circunscripción eclesiástica", término técnicamente algo más amplio, pero que da a entender que el Opus Dei forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia, por cuanto que las circunscripciones hacen referencia al gobierno, a la jerarquía, a la división administrativa para el ejercicio del gobierno de una institución, en este caso, la Iglesia.


Parece como si Juan Pablo II y Benedicto XVI hubieran dado poca importancia a esta labor de confusión llevada a cabo desde el Opus Dei acerca de esta cuestión. Sin embargo, parece ser que el Papa Francisco ha querido clarificar de una vez todo esto. De todas formas, ya las relaciones con Benedicto XVI no fueron tan fáciles como con Juan Pablo II. La cosa viene de algo atrás.


Hacía ya años, Pablo VI suprimió el Index Librorum Prohibitorum, que dicho en cristiano es el "Índice de Libros Prohibidos", el cual venía existiendo en la Iglesia desde Pío IV, en 1564. El Índice contenía una serie de referencias de libros contrarios a la fe o a la moral que todo cristiano tenía prohibido leer, bajo pecado mortal.


Con un gran sentido común y mayor sentido cristiano, Pablo VI suprimió el Índice y dejó las cosas como debían haber estado siempre: Se supone que somos cristianos adultos y que queremos defender nuestra fe. Por tanto, si al leer un libro, notamos que nos está dañando la fe, no necesitamos que nos traten como niños, sino que defendemos nuestra fe como cristianos adultos; lo que haremos es, bien dejar de leer, o bien buscar otra lectura que sirva de antídoto y que nos ofrezca los argumentos que quizá nosotros no sabemos para hacer frente a esa lectura que notamos que nos es nociva. Los famosos clubs de lectura de los jesuitas van en esa dirección.


En una palabra, actuaremos como se ha hecho siempre en la Iglesia, como decía san Pablo a los cristianos de Tesalónica (Tes. 5, 19-22): "No extingáis el Espíritu, no despreciéis las profecías; probadlo todo, quedaos con lo bueno, evitad el mal".


Pues bien, cuando Pablo VI suprimió el Indice de Libros Prohibidos, san Josemaría lo implantó en el ámbito del Opus Dei. Y no solo eso, sino que se dedicó a cacarear, incluso con cámaras de video delante y con abundante público, su actuación contraria a lo dispuesto por el Papa. Mala cosa es llevarle la contraria al vicario de Cristo y cruzarle la cara de esa manera tan tosca. Ser más papista que el Papa no es cosa buena. Pero así lo hizo. En uno de esos videos, que yo ví hace años, incluso se permitió ridiculizar a Juan XXIII haciendo mofa de su sobrepeso. Lamentable.


Al implantar el Indice de Libros Prohibidos en el Opus Dei, San Josemaría estableció 6 categorías de libros, de menor a mayor prohibición, del 1 al 6, de modo que los que tenían calificación 1 estaban considerados moralmente inofensivos. A partir de la categoría 3, los miembros del Opus Dei tenían obligación de consultar a los directores locales antes de leer un libro. Si el libro tenía categoría 4, era obligatoria la consulta previa a los directores de las delegaciones o comisiones regionales del Opus Dei de cada país. En cuanto a los libros calificados como 5 ó 6, estaba totalmente prohibido leerlos en todos los casos, y solo en rarísimas excepciones se concedía un permiso desde las autoridades del Opus Dei de Roma.


Esto funcionó en el Opus Dei férreamente durante muchos años, hasta que un buen día, 19 de abril de 2005, fue elegido Papa el cardenal Ratzinger, precisamente el que años atrás emitiera un voto desfavorable a incluir las prelaturas personales como parte de la estructura jerárquica de la Iglesia. Y mira por donde, varios libros del cardenal Ratzinger estaban incluidos en el Indice de Libros Prohibidos del Opus Dei con una calificación de 4.


Ni que decir tiene que se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos con la censura. Una cosa es ser más papista que el Papa y contradecirle en una disposición pastoral y otra bien distinta es llamar poco menos que hereje al nuevo Papa, y precisamente a Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante 25 años ininterrumpidos y considerado como la persona de mayor sabiduría cristiana del siglo XX por muchos.


Tuvieron que envainar. El Índice de Libros Prohibidos del Opus Dei se fue sobre la marcha al carajo y fue sustituido por la página web almudi.org y delibris.org, llevadas por sacerdotes del Opus Dei de Valencia, que se hicieron cargo del Indice, pero de una manera más discreta, a modo de página web de orientación bibliográfica en donde la clasificación del 1 al 6 se llama ahora de otra manera más suavizada, y en donde se da una breve explicación de lo que significa cada escalón en esa clasificación.


Esta página web, desde fuera, se presenta como un instrumento que puede ofrecer una cierta información de tipo moral sobre libros. Sin embargo, es heredera del Indice que puso san Josemaría: Es claramente simplista, en el sentido de que una crítica de un libro, incluso una crítica moral, no puede reducirse tan solo a un número o a cuatro palabras estandarizadas en serie. Una crítica de libros seria, requeriría la disponibilidad de hacer un traje a la medida, y de que, a la vez, esa crítica esté abierta a una pluralidad de lectores, pues lo que le viene bien a uno de ellos, es posible que no le venga bien a otro.


La elección de Benedicto XVI fue, en ese sentido, un traspiés para el Opus Dei. Eso le pasó por ser más papista que el Papa. Y no han aprendido, porque el actual prefecto para la doctrina de la Fe, monseñor Ladaria, también ha estado en el Índice de Libros Prohibidos del Opus Dei. Y como vimos en uno de los artículos anteriores, el cardenal Sebastián, también. En el Opus Dei no aprenden...


Lo dejamos aquí por hoy, para no extendernos demasiado. Si las relaciones con Benedicto XVI no han sido buenas, con Francisco, peor, en cuanto a intentar conseguir, por la vía de los hechos consumados, ser estructura jerárquica de la Iglesia.

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