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Etiquetas | Religión | Opus Dei
El deseo de dar de comer todos los días a los de la propia familia consigue lo que no hace la convicción

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XIX)

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No me resisto a comentar un punto que me parece importante después de haber dado la palabra al cardenal Sebastián en el artículo anterior. Aparte de los subrayados que hice en el texto de sus memorias para resaltar determinadas expresiones, quería detenerme en dos detalles. El primero es la afirmación del cardenal de que la forma jurídica de prelatura personal no es la adecuada para el Opus Dei, opinión con la que concuerdo plenamente, como expresé en los primeros compases de estos artículos. El Opus Dei encajaría mucho mejor en la forma jurídica de una asociación internacional de fieles. Lo segundo que quería destacar es que el cardenal, al Opus Dei le llama “Asociación”. Esto no es un error terminológico, sino todo lo contrario, como ya hemos visto al principio de estos artículos. El Opus Dei es una asociación de fieles dirigida por unos sacerdotes de la prelatura de la Santa Cruz e inseparablemente unido a esa prelatura.


También hemos visto más atrás que el término “prelatura personal”, inventado por el propio Opus Dei, lleva a confusión porque sirve para justificar lo injustificable, de modo que los canonistas del Opus Dei sostienen que así como en la Iglesia existen estructuras jerárquicas basadas en el asentamiento de los fieles sobre un territorio, entre las que están las diócesis y las prelaturas nullius dioecesis, para cumplir una misión apostólica determinada se pueden erigir otras estructuras jerárquicas no territoriales, sino basadas en el elemento personal, es decir, apoyadas en la jerarquía de carácter personal en torno al prelado.


El Opus Dei se apoya en el término “prelatura” para apropiar a las prelaturas personales un elemento, “el pueblo propio”, característico de las estructuras jerárquicas, y sostener que lo único que diferencia las prelaturas personales de las nullius dioecesis es el modo pastoral, ya sea territorial o personal.


Estamos otra vez ante la confusión y la polisemia tan características del Opus Dei, dándole a unas “prelaturas”, las personales, unas prerrogativas que son de otras “prelaturas”, las nullius dioecesis, que nada tienen que ver conceptualmente con las primeras. Apoyándose en esa palabra, prelatura, con significados totalmente distintos según el “apellido”, el Opus Dei pretende apropiarse de las prerrogativas de quien lleva el otro apellido.


Sin embargo, ya hemos visto que esto sería una monstruosidad, porque las prelaturas personales, por naturaleza, obedecen a un carisma, y por tanto están fuera de lo que constituye la cura normal de las almas, que descansa en la jerarquía de la Iglesia desde tiempo de los Apóstoles. Profundizaremos más sobre esto. Es importante, porque esa profundización nos va a llevar a ver el enorme grado de crisis y confusión que padece el Opus Dei sin que el 99% de sus miembros lo sepa, y el daño que supone para sus almas y su vida espiritual esa mentira identitaria que sostienen los directores del Opus Dei, tanto a nivel de consejo general como a nivel de comisiones regionales.


Una consecuencia que yo veo de esa confusión ocultada me parece que es la siguiente: Cuando un miembro del Opus Dei (es decir, de la asociación-Opus Dei) abandona la institución y pide un certificado de haber pertenecido a ella durante el tiempo que sea, dicho certificado se le niega SIEMPRE. ¿Por qué?


Porque si se le extendiera ese certificado, no habría más remedio que terminar aportando DATOS acerca del tiempo en el que perteneció, de los estudios de filosofía y teología realizados y del valor de esa titulación (que sí se toma en consideración si ese numerario se ordena sacerdote, por ejemplo), de los servicios prestados como director de un colegio mayor, de un colegio labor corporativa, como trabajadora del servicio doméstico de centros del Opus Dei, de su colaboración con alguna sociedad pantalla inmobiliaria de la que ha tenido acciones con el fin de colaborar con el Opus Dei, el cual ha usado los inmuebles de esa sociedad, etc.


Extender un certificado de permanencia en el Opus Dei, llevaría a certificar unos DATOS, y ello llevaría a tener que reconocer UNOS DERECHOS ADQUIRIDOS por ese ex miembro durante el tiempo que perteneció a la asociación. En el caso de los sacerdotes numerarios, no hay más remedio, pues el Código de Derecho Canónico dice claramente que pertenecen a la prelatura. Pero en el caso de los laicos, no pertenecen a dicha prelatura, sino a una simple asociación.


El artículo 34 de los Estatutos de 1982, en donde se establece que en caso de abandono del Opus Dei no se reconoce ningún derecho por los servicios prestados, me suena a milonga, es decir, que podría ser absolutamente ilegal en el mundo en que vivimos, es decir, en un mundo en el que se respeta el derecho natural a percibir en justicia una remuneración por los servicios prestados en una entidad. Estoy hablando de sentido común, pero también podría mencionar la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Constitución Española, los Acuerdos del Estado Español (o de otros estados) con la Santa Sede, el Código Civil, la legislación mercantil, laboral y civil de cualquier país, etc.


Sostener que a quien se va de una asociación a la que ha dedicado mucho tiempo, dinero, esfuerzo y trabajo, se le manda con una mano delante y otra atrás, es algo surrealista en el mundo en que vivimos. Es inconcebible que tras diez, veinte, treinta o cuarenta años de servicio en el Opus Dei, quien se va, no deja ni el menor rastro de que haya existido en esa organización. Es algo increíble. Solo se puede entender en la medida de que los directores de la organización se resisten a reconocer responsablemente que dicha persona posee unos derechos que no se le pueden negar sin hacer injusticia.


Ya hablaremos más adelante del “copia y pega” de san Josemaría Escrivá al diseñar el Opus Dei, un galimatías caótico y una mezcolanza de monjes urbanos, gente casada, legos y chicas de servir, dirigido por curas. Un verdadero engendro.

Sin embargo, ahora centrémonos en ese aspecto que contradice la justicia más elemental de que “todo trabajador merece su salario”.


Reconocer permanencia durante un tiempo en el Opus Dei, equivale a no tener más remedio que reconocer unos SERVICIOS PRESTADOS, y por tanto, una REMUNERACIÓN, lo cual pondría en evidencia que no se han remunerado unos servicios prestados y por tanto, que se han incumplido obligaciones elementales de modo sistemático.


Por eso, cuando alguien abandona el Opus Dei, se produce lo que pasa con las sectas puras y duras: Que al ex miembro se le tiene como si jamás hubiera existido.


Esta actuación plantea problemas. Antonio Esquivias en su libro ya mencionado habla de este problema a nivel personal. Y muchos otros ex miembros han sufrido en sus carnes, al abandonar el Opus Dei, verse contra toda justicia, con una mano delante y otra detrás. O como decía un amigo mío de Almería, “con una mano delante y ninguna detrás”.


Esto ha traído consecuencias negativas a la propia institución, pues las numerarias auxiliares, con el rollo de que “se dedican a fregar suelos por vocación divina” han estado toda la vida sin cobrar ni una peseta por su trabajo profesional, sin seguridad social, sin sueldo, sin previsión para gastos de enfermedad o jubilación.


Imagínese el lector una numeraria auxiliar sin ningún tipo de protección social que, por las razones que sean, decide abandonar el Opus Dei tras varios años en la organización. Se queda en total desamparo, más todavía si no dispone de ningún patrimonio y no tiene ningún título o preparación profesional con la que pueda salir adelante en su nueva situación. Si abandona el Opus Dei con cierta edad, entonces ni siquiera tiene a unos padres que la acojan o a unos hermanos, que quizá ya han formado sus familias y no están en condiciones de hacerse cargo de ella.


No hace falta ser numeraria auxiliar para verse en una situación así. Muchos ex miembros del Opus Dei han pasado por esta situación, por ejemplo, el mencionado Antonio Esquivias. Comenzar la vida profesional a los 45 años, formar una familia a esa edad, estando literalmente oxidado profesionalmente, no es nada fácil. No es extraño que muchos ex miembros del Opus Dei hayan caído en profundas depresiones o trastornos psicológicos ante una situación así.


La alternativa es, lo que decía Fidel Castro: para lo que me queda en el convento, me cago dentro. De esta manera, hoy día hay bastantes numerarias auxiliares ancianas o impedidas que viven permanentemente recluidas en casas de convivencias del Opus Dei y que siguen en la institución, bien por convencimiento o porque no tienen otra salida salvo la indigencia, y a las que hay que mantener a base del dinero de los numerarios que ganan dinero, lo cual tampoco está tan claro hoy día, pues no es oculto que la mediocridad profesional de los numerarios ha ido en aumento en los últimos años, la cual, combinada con la crisis económica y con que, cada vez son más los numerarios que no trabajan como el resto de los mortales sino en la organización de la estructura del Opus Dei, todo ello lleva a que los ingresos de los centros de numerarios, incluso los de gente mayor, estén por debajo de los gastos.


Todos estos problemas han llevado a que cada vez más, tanto los sacerdotes como las numerarias auxiliares y los numerarios que trabajan en “labores internas”, cobren, aunque sea una miseria, un sueldo que les lleve a cotizar a la Seguridad Social, pues incluso han llegado a reconocer por la vía de los hechos, que tener trabajadores que no cobran, a la vuelta de los años se vuelve en contra de la propia organización.


Una amiga mía numeraria me decía hace unos meses que las directoras de la delegación le habían dicho que “se van a profesionalizar todos los trabajos que hace la gente de la Obra”.


En realidad, esas directoras son unas cínicas al atribuirse un tanto en algo en lo que no tienen el más mínimo mérito, pues la decisión de remunerar los trabajos internos no es, para el Opus Dei, un avance de progreso o una decisión moderna, justa o pionera, sino algo INELUDIBLE so pena de tener problemas judiciales continuos.


No me refiero solo al pleito judicial que les ha metido al Opus Dei el mencionado Antonio Esquivias, sino OTROS MÁS. Si alguna numeraria auxiliar quiere saber con exactitud a qué o a quién debe “agradecer” esa largueza de las directoras, que parece que de pronto se han liado la manta a la cabeza y han decidido “profesionalizar” los servicios que las numerarias auxiliares prestan al Opus Dei; si alguna numeraria auxiliar quiere saber a quién le debe agradecer eso, que tome nota de este nombre: CATERINE TISSIER, ex numeraria auxiliar francesa, que le puso una querella criminal al Opus Dei por abuso laboral durante años, y la ganó, siendo condenado el Opus Dei en sede judicial y obligado a indemnización.


El ejemplo cundió y otra ex numeraria auxiliar ganó otro pleito en el país vasco.


El Opus Dei tomó nota y reaccionó antes de que el asunto se le pusiera demasiado feo. Ha “profesionalizado” todos los trabajos internos y dado de alta en la Seguridad Social a los que antes eran “esclavos del Señor”, como en el Ángelus.

Sin embargo, con las nuevas cargas laborales, con la mediocridad generalizada de las nuevas hornadas de numerarios, que, o están en el paro, o son mileuristas o trabajan en los colegios del Opus Dei, también como mileuristas; y con el envejecimiento de la población de los centros de numerarios y la ausencia de “nuevas vocaciones”, el futuro se presenta sombrío, no solo en lo económico (se están cerrando centros), sino en la propia supervivencia de la organización, sobre la cual suena a camelo decir que es “una familia”, pues si ya antes estaba claro que no lo era, ahora además son los tribunales los que se lo han recordado convenientemente. Esto también supone una “confusión institucional”, ya que poca familia puede ser para una numeraria auxiliar no vivir en los centros de numerarios, sino presentarse ahí a las 9,00 de la mañana, llevar a cabo un horario laboral normal de asistenta y salir a las 5,00 de la tarde, con seguridad social, vacaciones y demás prestaciones sociales.


Quien quiera leer el caso de Caterine Tissier, puede ver la sentencia, de 27 de julio de 2016, traducida en OpusLibros, en el siguiente enlace: http://www.opus-info.org/images/8/82/SENTENCIA_CATHERINE_TISSIER_2016.pdf.


Quien quiera ver un comentario a esta sentencia hecho por una ex numeraria llamada Ana Azanza, profesora de filosofía, puede pinchar este enlace: http://www.opus-info.org/index.php?title=Sentencia_de_Catherine_traducida.


Quizá haya quien quiera ver qué dice la página oficial de la prelatura al respecto, para oír las dos opiniones. Pues bien, lo único que dice el Opus Dei se remonta a un breve escrito de 2011 de la directora de la Oficina de Información del Opus Dei de Francia, Beatrice de la Coste. ¿Qué ha pasado desde 2011 hasta que ha salido la sentencia en 2016? En la página del Opus Dei, callan.


Por último, quizá haya quien quiera oír o ver, y escuchar a la propia Catherine Tissier su punto de vista sobre todo esto. En ese caso, les invito a ver un pequeño video colgado en Youtube, de algo más de 5 minutos, muy interesante: https://www.youtube.com/watch?v=imwKTXTYyiY .


Que cada cual saque consecuencias.


Cuando hay gente trabajando gratis, y entran sueldos por un lado y donaciones por otros lados, cualquier organización va viento en popa. Pero…


Al desaparecer hace un año el Banco Popular, que indirectamente era la gallina de los huevos de oro, en el momento presente el Opus Dei está jugando la carta de las “donaciones”, es decir, el sablazo inter vivos o mortis causa. No son pocos ni pequeños los sablazos que viene dando desde siempre el Opus Dei, sobre todo a señoras piadosas, inmensamente ricas, si pertenecen a la nobleza, mejor, sin herederos o con sobrinos que no se les arriman demasiado en vida.


Hay numerarios, verdaderos expertos en sacarle los cuartos de la herencia a alguna viejecita forrada e incauta, a cambio de celebrarle tropecientas misas en Torreciudad o donde sea con tal de extraerle los cuartos “para bien de la Iglesia”. Incluso se organizan “convivencias para mecenas en Roma”, para forrar de dinero al CARF.


Lo del CARF es algo muy curioso, pues se ha llegado a convertir en un foco de no poco poder eclesial. El CARF consigue en torno a un mínimo de 500 millones anuales de euros para ayudas a la formación de sacerdotes. Esto, en principio es algo muy bueno, pues hay muchos chicos que quieren ser sacerdotes y sus obispos son más pobres que las ratas. El CARF les facilita estancia, manutención y estudios en Roma. Muy bien.


Ahora bien, detrás de esas becas hay muchos obispos mendicantes que pueden terminar cogidos por los cojones, ya que como dice el refrán, “el que regala, bien vende, si quien recibe lo entiende”. ¿Qué independencia van a tener no pocos obispos cuando se les ha regalado la manutención y los estudios de no pocos sacerdotes de sus diócesis?

Con historias de estas podríamos seguir sin término. ¿Quién les metería a los del Opus Dei salirse de su carisma original de hacer apostolado personal de amistad para ayudar a otros a acercarse a Dios en vez de perderse en una maraña interminable de estructuras eclesiales que terminan distrayendo del carisma inicial?


En uno de los 46 libros, que fueron objeto de litigio entre el Opus Dei y OpusLibros, titulado “De Spiritu” se expresa claramente que la relación de los miembros del Opus Dei es estrictamente espiritual. Evidentemente, eso ya no lo cree nadie a estas alturas.


La complicación estructural a que ha llegado el Opus Dei y todo lo controlado por él, ha llevado a mucha gente, del Opus Dei y fuera de él, a verlo como una agencia de empleo para propios y amigos, y el deseo de dar de comer todos los días a los de la propia familia consigue lo que no hace la convicción.


Mala cosa que un carisma de la Iglesia haya terminado en esto. Quizá ahora haya quien entienda por qué el cardenal Sebastián sostiene que la figura de prelatura personal no es la adecuada al Opus Dei.

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XIX)

El deseo de dar de comer todos los días a los de la propia familia consigue lo que no hace la convicción
Antonio Moya Somolinos
lunes, 25 de junio de 2018, 06:49 h (CET)

No me resisto a comentar un punto que me parece importante después de haber dado la palabra al cardenal Sebastián en el artículo anterior. Aparte de los subrayados que hice en el texto de sus memorias para resaltar determinadas expresiones, quería detenerme en dos detalles. El primero es la afirmación del cardenal de que la forma jurídica de prelatura personal no es la adecuada para el Opus Dei, opinión con la que concuerdo plenamente, como expresé en los primeros compases de estos artículos. El Opus Dei encajaría mucho mejor en la forma jurídica de una asociación internacional de fieles. Lo segundo que quería destacar es que el cardenal, al Opus Dei le llama “Asociación”. Esto no es un error terminológico, sino todo lo contrario, como ya hemos visto al principio de estos artículos. El Opus Dei es una asociación de fieles dirigida por unos sacerdotes de la prelatura de la Santa Cruz e inseparablemente unido a esa prelatura.


También hemos visto más atrás que el término “prelatura personal”, inventado por el propio Opus Dei, lleva a confusión porque sirve para justificar lo injustificable, de modo que los canonistas del Opus Dei sostienen que así como en la Iglesia existen estructuras jerárquicas basadas en el asentamiento de los fieles sobre un territorio, entre las que están las diócesis y las prelaturas nullius dioecesis, para cumplir una misión apostólica determinada se pueden erigir otras estructuras jerárquicas no territoriales, sino basadas en el elemento personal, es decir, apoyadas en la jerarquía de carácter personal en torno al prelado.


El Opus Dei se apoya en el término “prelatura” para apropiar a las prelaturas personales un elemento, “el pueblo propio”, característico de las estructuras jerárquicas, y sostener que lo único que diferencia las prelaturas personales de las nullius dioecesis es el modo pastoral, ya sea territorial o personal.


Estamos otra vez ante la confusión y la polisemia tan características del Opus Dei, dándole a unas “prelaturas”, las personales, unas prerrogativas que son de otras “prelaturas”, las nullius dioecesis, que nada tienen que ver conceptualmente con las primeras. Apoyándose en esa palabra, prelatura, con significados totalmente distintos según el “apellido”, el Opus Dei pretende apropiarse de las prerrogativas de quien lleva el otro apellido.


Sin embargo, ya hemos visto que esto sería una monstruosidad, porque las prelaturas personales, por naturaleza, obedecen a un carisma, y por tanto están fuera de lo que constituye la cura normal de las almas, que descansa en la jerarquía de la Iglesia desde tiempo de los Apóstoles. Profundizaremos más sobre esto. Es importante, porque esa profundización nos va a llevar a ver el enorme grado de crisis y confusión que padece el Opus Dei sin que el 99% de sus miembros lo sepa, y el daño que supone para sus almas y su vida espiritual esa mentira identitaria que sostienen los directores del Opus Dei, tanto a nivel de consejo general como a nivel de comisiones regionales.


Una consecuencia que yo veo de esa confusión ocultada me parece que es la siguiente: Cuando un miembro del Opus Dei (es decir, de la asociación-Opus Dei) abandona la institución y pide un certificado de haber pertenecido a ella durante el tiempo que sea, dicho certificado se le niega SIEMPRE. ¿Por qué?


Porque si se le extendiera ese certificado, no habría más remedio que terminar aportando DATOS acerca del tiempo en el que perteneció, de los estudios de filosofía y teología realizados y del valor de esa titulación (que sí se toma en consideración si ese numerario se ordena sacerdote, por ejemplo), de los servicios prestados como director de un colegio mayor, de un colegio labor corporativa, como trabajadora del servicio doméstico de centros del Opus Dei, de su colaboración con alguna sociedad pantalla inmobiliaria de la que ha tenido acciones con el fin de colaborar con el Opus Dei, el cual ha usado los inmuebles de esa sociedad, etc.


Extender un certificado de permanencia en el Opus Dei, llevaría a certificar unos DATOS, y ello llevaría a tener que reconocer UNOS DERECHOS ADQUIRIDOS por ese ex miembro durante el tiempo que perteneció a la asociación. En el caso de los sacerdotes numerarios, no hay más remedio, pues el Código de Derecho Canónico dice claramente que pertenecen a la prelatura. Pero en el caso de los laicos, no pertenecen a dicha prelatura, sino a una simple asociación.


El artículo 34 de los Estatutos de 1982, en donde se establece que en caso de abandono del Opus Dei no se reconoce ningún derecho por los servicios prestados, me suena a milonga, es decir, que podría ser absolutamente ilegal en el mundo en que vivimos, es decir, en un mundo en el que se respeta el derecho natural a percibir en justicia una remuneración por los servicios prestados en una entidad. Estoy hablando de sentido común, pero también podría mencionar la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Constitución Española, los Acuerdos del Estado Español (o de otros estados) con la Santa Sede, el Código Civil, la legislación mercantil, laboral y civil de cualquier país, etc.


Sostener que a quien se va de una asociación a la que ha dedicado mucho tiempo, dinero, esfuerzo y trabajo, se le manda con una mano delante y otra atrás, es algo surrealista en el mundo en que vivimos. Es inconcebible que tras diez, veinte, treinta o cuarenta años de servicio en el Opus Dei, quien se va, no deja ni el menor rastro de que haya existido en esa organización. Es algo increíble. Solo se puede entender en la medida de que los directores de la organización se resisten a reconocer responsablemente que dicha persona posee unos derechos que no se le pueden negar sin hacer injusticia.


Ya hablaremos más adelante del “copia y pega” de san Josemaría Escrivá al diseñar el Opus Dei, un galimatías caótico y una mezcolanza de monjes urbanos, gente casada, legos y chicas de servir, dirigido por curas. Un verdadero engendro.

Sin embargo, ahora centrémonos en ese aspecto que contradice la justicia más elemental de que “todo trabajador merece su salario”.


Reconocer permanencia durante un tiempo en el Opus Dei, equivale a no tener más remedio que reconocer unos SERVICIOS PRESTADOS, y por tanto, una REMUNERACIÓN, lo cual pondría en evidencia que no se han remunerado unos servicios prestados y por tanto, que se han incumplido obligaciones elementales de modo sistemático.


Por eso, cuando alguien abandona el Opus Dei, se produce lo que pasa con las sectas puras y duras: Que al ex miembro se le tiene como si jamás hubiera existido.


Esta actuación plantea problemas. Antonio Esquivias en su libro ya mencionado habla de este problema a nivel personal. Y muchos otros ex miembros han sufrido en sus carnes, al abandonar el Opus Dei, verse contra toda justicia, con una mano delante y otra detrás. O como decía un amigo mío de Almería, “con una mano delante y ninguna detrás”.


Esto ha traído consecuencias negativas a la propia institución, pues las numerarias auxiliares, con el rollo de que “se dedican a fregar suelos por vocación divina” han estado toda la vida sin cobrar ni una peseta por su trabajo profesional, sin seguridad social, sin sueldo, sin previsión para gastos de enfermedad o jubilación.


Imagínese el lector una numeraria auxiliar sin ningún tipo de protección social que, por las razones que sean, decide abandonar el Opus Dei tras varios años en la organización. Se queda en total desamparo, más todavía si no dispone de ningún patrimonio y no tiene ningún título o preparación profesional con la que pueda salir adelante en su nueva situación. Si abandona el Opus Dei con cierta edad, entonces ni siquiera tiene a unos padres que la acojan o a unos hermanos, que quizá ya han formado sus familias y no están en condiciones de hacerse cargo de ella.


No hace falta ser numeraria auxiliar para verse en una situación así. Muchos ex miembros del Opus Dei han pasado por esta situación, por ejemplo, el mencionado Antonio Esquivias. Comenzar la vida profesional a los 45 años, formar una familia a esa edad, estando literalmente oxidado profesionalmente, no es nada fácil. No es extraño que muchos ex miembros del Opus Dei hayan caído en profundas depresiones o trastornos psicológicos ante una situación así.


La alternativa es, lo que decía Fidel Castro: para lo que me queda en el convento, me cago dentro. De esta manera, hoy día hay bastantes numerarias auxiliares ancianas o impedidas que viven permanentemente recluidas en casas de convivencias del Opus Dei y que siguen en la institución, bien por convencimiento o porque no tienen otra salida salvo la indigencia, y a las que hay que mantener a base del dinero de los numerarios que ganan dinero, lo cual tampoco está tan claro hoy día, pues no es oculto que la mediocridad profesional de los numerarios ha ido en aumento en los últimos años, la cual, combinada con la crisis económica y con que, cada vez son más los numerarios que no trabajan como el resto de los mortales sino en la organización de la estructura del Opus Dei, todo ello lleva a que los ingresos de los centros de numerarios, incluso los de gente mayor, estén por debajo de los gastos.


Todos estos problemas han llevado a que cada vez más, tanto los sacerdotes como las numerarias auxiliares y los numerarios que trabajan en “labores internas”, cobren, aunque sea una miseria, un sueldo que les lleve a cotizar a la Seguridad Social, pues incluso han llegado a reconocer por la vía de los hechos, que tener trabajadores que no cobran, a la vuelta de los años se vuelve en contra de la propia organización.


Una amiga mía numeraria me decía hace unos meses que las directoras de la delegación le habían dicho que “se van a profesionalizar todos los trabajos que hace la gente de la Obra”.


En realidad, esas directoras son unas cínicas al atribuirse un tanto en algo en lo que no tienen el más mínimo mérito, pues la decisión de remunerar los trabajos internos no es, para el Opus Dei, un avance de progreso o una decisión moderna, justa o pionera, sino algo INELUDIBLE so pena de tener problemas judiciales continuos.


No me refiero solo al pleito judicial que les ha metido al Opus Dei el mencionado Antonio Esquivias, sino OTROS MÁS. Si alguna numeraria auxiliar quiere saber con exactitud a qué o a quién debe “agradecer” esa largueza de las directoras, que parece que de pronto se han liado la manta a la cabeza y han decidido “profesionalizar” los servicios que las numerarias auxiliares prestan al Opus Dei; si alguna numeraria auxiliar quiere saber a quién le debe agradecer eso, que tome nota de este nombre: CATERINE TISSIER, ex numeraria auxiliar francesa, que le puso una querella criminal al Opus Dei por abuso laboral durante años, y la ganó, siendo condenado el Opus Dei en sede judicial y obligado a indemnización.


El ejemplo cundió y otra ex numeraria auxiliar ganó otro pleito en el país vasco.


El Opus Dei tomó nota y reaccionó antes de que el asunto se le pusiera demasiado feo. Ha “profesionalizado” todos los trabajos internos y dado de alta en la Seguridad Social a los que antes eran “esclavos del Señor”, como en el Ángelus.

Sin embargo, con las nuevas cargas laborales, con la mediocridad generalizada de las nuevas hornadas de numerarios, que, o están en el paro, o son mileuristas o trabajan en los colegios del Opus Dei, también como mileuristas; y con el envejecimiento de la población de los centros de numerarios y la ausencia de “nuevas vocaciones”, el futuro se presenta sombrío, no solo en lo económico (se están cerrando centros), sino en la propia supervivencia de la organización, sobre la cual suena a camelo decir que es “una familia”, pues si ya antes estaba claro que no lo era, ahora además son los tribunales los que se lo han recordado convenientemente. Esto también supone una “confusión institucional”, ya que poca familia puede ser para una numeraria auxiliar no vivir en los centros de numerarios, sino presentarse ahí a las 9,00 de la mañana, llevar a cabo un horario laboral normal de asistenta y salir a las 5,00 de la tarde, con seguridad social, vacaciones y demás prestaciones sociales.


Quien quiera leer el caso de Caterine Tissier, puede ver la sentencia, de 27 de julio de 2016, traducida en OpusLibros, en el siguiente enlace: http://www.opus-info.org/images/8/82/SENTENCIA_CATHERINE_TISSIER_2016.pdf.


Quien quiera ver un comentario a esta sentencia hecho por una ex numeraria llamada Ana Azanza, profesora de filosofía, puede pinchar este enlace: http://www.opus-info.org/index.php?title=Sentencia_de_Catherine_traducida.


Quizá haya quien quiera ver qué dice la página oficial de la prelatura al respecto, para oír las dos opiniones. Pues bien, lo único que dice el Opus Dei se remonta a un breve escrito de 2011 de la directora de la Oficina de Información del Opus Dei de Francia, Beatrice de la Coste. ¿Qué ha pasado desde 2011 hasta que ha salido la sentencia en 2016? En la página del Opus Dei, callan.


Por último, quizá haya quien quiera oír o ver, y escuchar a la propia Catherine Tissier su punto de vista sobre todo esto. En ese caso, les invito a ver un pequeño video colgado en Youtube, de algo más de 5 minutos, muy interesante: https://www.youtube.com/watch?v=imwKTXTYyiY .


Que cada cual saque consecuencias.


Cuando hay gente trabajando gratis, y entran sueldos por un lado y donaciones por otros lados, cualquier organización va viento en popa. Pero…


Al desaparecer hace un año el Banco Popular, que indirectamente era la gallina de los huevos de oro, en el momento presente el Opus Dei está jugando la carta de las “donaciones”, es decir, el sablazo inter vivos o mortis causa. No son pocos ni pequeños los sablazos que viene dando desde siempre el Opus Dei, sobre todo a señoras piadosas, inmensamente ricas, si pertenecen a la nobleza, mejor, sin herederos o con sobrinos que no se les arriman demasiado en vida.


Hay numerarios, verdaderos expertos en sacarle los cuartos de la herencia a alguna viejecita forrada e incauta, a cambio de celebrarle tropecientas misas en Torreciudad o donde sea con tal de extraerle los cuartos “para bien de la Iglesia”. Incluso se organizan “convivencias para mecenas en Roma”, para forrar de dinero al CARF.


Lo del CARF es algo muy curioso, pues se ha llegado a convertir en un foco de no poco poder eclesial. El CARF consigue en torno a un mínimo de 500 millones anuales de euros para ayudas a la formación de sacerdotes. Esto, en principio es algo muy bueno, pues hay muchos chicos que quieren ser sacerdotes y sus obispos son más pobres que las ratas. El CARF les facilita estancia, manutención y estudios en Roma. Muy bien.


Ahora bien, detrás de esas becas hay muchos obispos mendicantes que pueden terminar cogidos por los cojones, ya que como dice el refrán, “el que regala, bien vende, si quien recibe lo entiende”. ¿Qué independencia van a tener no pocos obispos cuando se les ha regalado la manutención y los estudios de no pocos sacerdotes de sus diócesis?

Con historias de estas podríamos seguir sin término. ¿Quién les metería a los del Opus Dei salirse de su carisma original de hacer apostolado personal de amistad para ayudar a otros a acercarse a Dios en vez de perderse en una maraña interminable de estructuras eclesiales que terminan distrayendo del carisma inicial?


En uno de los 46 libros, que fueron objeto de litigio entre el Opus Dei y OpusLibros, titulado “De Spiritu” se expresa claramente que la relación de los miembros del Opus Dei es estrictamente espiritual. Evidentemente, eso ya no lo cree nadie a estas alturas.


La complicación estructural a que ha llegado el Opus Dei y todo lo controlado por él, ha llevado a mucha gente, del Opus Dei y fuera de él, a verlo como una agencia de empleo para propios y amigos, y el deseo de dar de comer todos los días a los de la propia familia consigue lo que no hace la convicción.


Mala cosa que un carisma de la Iglesia haya terminado en esto. Quizá ahora haya quien entienda por qué el cardenal Sebastián sostiene que la figura de prelatura personal no es la adecuada al Opus Dei.

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