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"La verdad os hará libres"

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (V)

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No solo no se conoce la verdad cuando se sufre una mentira, sino cuando se oculta la verdad. Esto último es más grave, porque quien sufre una ocultación de la verdad, no la echa de menos.


En la entrega anterior, nos quedamos tratando el anacronismo de la forma jurídica institucional del Opus Dei, y apuntábamos que dicho anacronismo terminaba generando comportamientos sectarios y afectando a la misma vida personal de los miembros.


Yo me imagino que, cuando en 1983, se consumó la transformación del Opus Dei como prelatura personal, con la entrega de la bula Ut Sit, las autoridades de la prelatura entendieron que aquello era un paso importante al haberse sacudido de encima la forma jurídica de instituto secular, con la esperanza de reconducir la nueva forma jurídica de prelatura personal en años siguientes.


Por supuesto, de cara a los miembros del Opus Dei, el ambiente fue de total triunfalismo, aunque ya desde el primer momento, Álvaro del Portillo no dejaba de decir que "ahora hay que implantar la prelatura", es decir, potenciar el ambiente mediático, ocultando los estatutos, e insistiendo en el carácter de pertenencia a la estructura jerárquica de la Iglesia, lo cual, como hemos visto, era y es falso.


Es decir, si hasta ese momento, el Opus Dei había funcionado más o menos como una secta, a partir de 1983 y hasta hoy, el Opus Dei ha actuado, sobre todo frente a sus miembros y en contra de las apariencias externas, como una verdadera secta.


Hoy vamos a exponer por qué el Opus Dei es una secta de la Iglesia Católica. Quizá para ello sea oportuno definir primero qué es una secta y en qué consiste ser una secta. También podemos ver si es posible que existan sectas en la Iglesia Católica.


Quiero empezar acudiendo a una cita de Nuestro Señor, recogida en el evangelio de San Juan: "La verdad os hará libres". También quiero empezar acudiendo a una novela que me parece imprescindible para entender todo esto: "Un mundo feliz", de Aldous Huxley. La leí hace casi diez años pero debí haberla leído hace muchos más, porque me parece esencial para vivir en este mundo.


Como todo el mundo sabe, esta novela, escrita en 1930, pinta la existencia de un mundo en el que todas las personas están controladas y programadas, un mundo en el que todos creen que son felices, pero en realidad lo que pasa es que están anestesiados; su comportamiento está controlado, sin poderse separar de los extremos de esa programación. El mundo que se describe en la novela viene a ser un mundo en el que todo él es una gran secta, porque creen que la verdad de las cosas es una, cuando en realidad es otra bien distinta, a la que ellos no tienen alcance.


Una secta es un grupo de personas que se caracterizan por estar "separados" ("secta", "sector", "sección", etc) y por "seguir" a alguien, a un líder, de una manera ciega. El aspecto de "separación", casi siempre conlleva el de ocultación, puesto que esa separación de los demás tiene que materializarse en cosas que sean conocidas de los separados (de la secta) pero no de los demás. Y ello lleva a ocultar a los demás cosas propias de los que están dentro.

Sin embargo, lo que no saben quienes pertenecen a una secta es que ese "diferencial" de conocimiento o de información que tienen ellos respecto de quienes están "fuera", también se da gradualmente entre los que están dentro, de modo que hay miembros "con un mayor compromiso" dentro de la organización que tienen más conocimiento y más información que otros miembros, y por tanto, más poder.


Mucho se ha escrito acerca de las sectas. En España, tuvo fama hace años Pilar Salarrullana, y también el sacerdote Manuel Guerra, como expertos en sectas. Hay mucho escrito. Para los que no sean muy amigos de estudiar profundos ensayos sobre sectas, les recomiendo la actuación de Les Luthiers titulada "El Sendero de Warren Sánchez". Bajo el humor inteligente de Les Luthiers, el espectador sabrá entender mucho más de lo que provoca la carcajada en ese video, que se puede ver y descargar de Youtube ( https://www.youtube.com/watch?v=3FG1swOnwes ).


El problema que tiene quien está en una secta, es que no puede salir de ella porque está en una situación parecida a la de "Un mundo feliz". La clave de "Un mundo feliz" no está en que se mintiera a toda la población, sino en que se le ocultaba la verdad.


"La verdad os hará libres". No solo no se conoce la verdad cuando se sufre una mentira, sino cuando se oculta la verdad. Esto último es más grave, porque quien sufre una ocultación de la verdad, no la echa de menos.


La mentira es más tosca, pero con la ocultación de la verdad, parece se está viviendo en la verdad, cuando no es así, ya que esa ocultación lleva a ejercer directamente un control sobre aquellos a quienes, parece que se les dice la verdad, pero solo se les da la verdad que conviene a quien dirige. Al no echar de menos la verdad, son felices en esa situación, y por tanto, no desean abandonar la secta. De esta manera, quienes pertenecen a una secta, no tienen manipulada la voluntad, por lo que ellos creen que son libres.


Sin embargo, lo esencial de la libertad no está en la voluntad, sino en la inteligencia. Nuestro Señor dijo en el evangelio de san Juan aquellas palabras: "La verdad os hará libres". No dijo "la voluntad os hará libres", sino "la verdad". Lo que genera libertad no es la voluntad, sino la verdad, que ilumina la inteligencia. Una verdad controlada, dosificada, ocultada o anulada, genera falta de libertad, aunque el sujeto crea lo contrario al verse a si mismo con una buena salud en cuanto a su voluntad.


Hay quien cree que la libertad consiste en hacer lo que a uno le da la gana. Pienso que tiene razón, pero siempre y cuando exista un postulado previo: que conozca la verdad, que esa verdad esté presente en su inteligencia tal y como es, sin deformaciones u ocultaciones. La libertad viene de la inteligencia, más que de la voluntad. La voluntad, sin conocimiento de la verdad, todo lo más, será un voluntarismo, pero no libertad. Es la verdad la que ilumina la inteligencia y predispone a obrar el bien, libremente.


En el Opus Dei pasa lo mismo que a los protagonistas de la novela "Un mundo feliz". Es una gran secta. Salvo los que lo dirigen, los demás creen ser felices cuando en realidad están anestesiados porque conocen una verdad dosificada, administrada desde arriba, parcialmente ocultada, y por tanto, desfigurada. 

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (V)

"La verdad os hará libres"
Antonio Moya Somolinos
lunes, 11 de junio de 2018, 06:56 h (CET)

No solo no se conoce la verdad cuando se sufre una mentira, sino cuando se oculta la verdad. Esto último es más grave, porque quien sufre una ocultación de la verdad, no la echa de menos.


En la entrega anterior, nos quedamos tratando el anacronismo de la forma jurídica institucional del Opus Dei, y apuntábamos que dicho anacronismo terminaba generando comportamientos sectarios y afectando a la misma vida personal de los miembros.


Yo me imagino que, cuando en 1983, se consumó la transformación del Opus Dei como prelatura personal, con la entrega de la bula Ut Sit, las autoridades de la prelatura entendieron que aquello era un paso importante al haberse sacudido de encima la forma jurídica de instituto secular, con la esperanza de reconducir la nueva forma jurídica de prelatura personal en años siguientes.


Por supuesto, de cara a los miembros del Opus Dei, el ambiente fue de total triunfalismo, aunque ya desde el primer momento, Álvaro del Portillo no dejaba de decir que "ahora hay que implantar la prelatura", es decir, potenciar el ambiente mediático, ocultando los estatutos, e insistiendo en el carácter de pertenencia a la estructura jerárquica de la Iglesia, lo cual, como hemos visto, era y es falso.


Es decir, si hasta ese momento, el Opus Dei había funcionado más o menos como una secta, a partir de 1983 y hasta hoy, el Opus Dei ha actuado, sobre todo frente a sus miembros y en contra de las apariencias externas, como una verdadera secta.


Hoy vamos a exponer por qué el Opus Dei es una secta de la Iglesia Católica. Quizá para ello sea oportuno definir primero qué es una secta y en qué consiste ser una secta. También podemos ver si es posible que existan sectas en la Iglesia Católica.


Quiero empezar acudiendo a una cita de Nuestro Señor, recogida en el evangelio de San Juan: "La verdad os hará libres". También quiero empezar acudiendo a una novela que me parece imprescindible para entender todo esto: "Un mundo feliz", de Aldous Huxley. La leí hace casi diez años pero debí haberla leído hace muchos más, porque me parece esencial para vivir en este mundo.


Como todo el mundo sabe, esta novela, escrita en 1930, pinta la existencia de un mundo en el que todas las personas están controladas y programadas, un mundo en el que todos creen que son felices, pero en realidad lo que pasa es que están anestesiados; su comportamiento está controlado, sin poderse separar de los extremos de esa programación. El mundo que se describe en la novela viene a ser un mundo en el que todo él es una gran secta, porque creen que la verdad de las cosas es una, cuando en realidad es otra bien distinta, a la que ellos no tienen alcance.


Una secta es un grupo de personas que se caracterizan por estar "separados" ("secta", "sector", "sección", etc) y por "seguir" a alguien, a un líder, de una manera ciega. El aspecto de "separación", casi siempre conlleva el de ocultación, puesto que esa separación de los demás tiene que materializarse en cosas que sean conocidas de los separados (de la secta) pero no de los demás. Y ello lleva a ocultar a los demás cosas propias de los que están dentro.

Sin embargo, lo que no saben quienes pertenecen a una secta es que ese "diferencial" de conocimiento o de información que tienen ellos respecto de quienes están "fuera", también se da gradualmente entre los que están dentro, de modo que hay miembros "con un mayor compromiso" dentro de la organización que tienen más conocimiento y más información que otros miembros, y por tanto, más poder.


Mucho se ha escrito acerca de las sectas. En España, tuvo fama hace años Pilar Salarrullana, y también el sacerdote Manuel Guerra, como expertos en sectas. Hay mucho escrito. Para los que no sean muy amigos de estudiar profundos ensayos sobre sectas, les recomiendo la actuación de Les Luthiers titulada "El Sendero de Warren Sánchez". Bajo el humor inteligente de Les Luthiers, el espectador sabrá entender mucho más de lo que provoca la carcajada en ese video, que se puede ver y descargar de Youtube ( https://www.youtube.com/watch?v=3FG1swOnwes ).


El problema que tiene quien está en una secta, es que no puede salir de ella porque está en una situación parecida a la de "Un mundo feliz". La clave de "Un mundo feliz" no está en que se mintiera a toda la población, sino en que se le ocultaba la verdad.


"La verdad os hará libres". No solo no se conoce la verdad cuando se sufre una mentira, sino cuando se oculta la verdad. Esto último es más grave, porque quien sufre una ocultación de la verdad, no la echa de menos.


La mentira es más tosca, pero con la ocultación de la verdad, parece se está viviendo en la verdad, cuando no es así, ya que esa ocultación lleva a ejercer directamente un control sobre aquellos a quienes, parece que se les dice la verdad, pero solo se les da la verdad que conviene a quien dirige. Al no echar de menos la verdad, son felices en esa situación, y por tanto, no desean abandonar la secta. De esta manera, quienes pertenecen a una secta, no tienen manipulada la voluntad, por lo que ellos creen que son libres.


Sin embargo, lo esencial de la libertad no está en la voluntad, sino en la inteligencia. Nuestro Señor dijo en el evangelio de san Juan aquellas palabras: "La verdad os hará libres". No dijo "la voluntad os hará libres", sino "la verdad". Lo que genera libertad no es la voluntad, sino la verdad, que ilumina la inteligencia. Una verdad controlada, dosificada, ocultada o anulada, genera falta de libertad, aunque el sujeto crea lo contrario al verse a si mismo con una buena salud en cuanto a su voluntad.


Hay quien cree que la libertad consiste en hacer lo que a uno le da la gana. Pienso que tiene razón, pero siempre y cuando exista un postulado previo: que conozca la verdad, que esa verdad esté presente en su inteligencia tal y como es, sin deformaciones u ocultaciones. La libertad viene de la inteligencia, más que de la voluntad. La voluntad, sin conocimiento de la verdad, todo lo más, será un voluntarismo, pero no libertad. Es la verdad la que ilumina la inteligencia y predispone a obrar el bien, libremente.


En el Opus Dei pasa lo mismo que a los protagonistas de la novela "Un mundo feliz". Es una gran secta. Salvo los que lo dirigen, los demás creen ser felices cuando en realidad están anestesiados porque conocen una verdad dosificada, administrada desde arriba, parcialmente ocultada, y por tanto, desfigurada. 

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