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“La deslealtad lo marca a uno como siendo menos que el polvo de la tierra, y trae además el desprecio que se merece. La falta de lealtad es una de las mayores causas del fracaso de cada camino de la vida” Napoleón Gill

Los velados defensores de Puigdemont actúan impunemente

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Puede que, entre los separatistas catalanes, exista un numeroso grupo que se manifiesta abiertamente en apoyo de sus ideas, dispuestos a salir a la calle para pedir que se les conceda la independencia y sean capaces de enfrentarse con las fuerzas del orden público, cuando se les impide ejercer lo que, para ellos, son sus derechos a protestar en contra de la “opresión” que, teóricamente, ejercen el resto de españoles y su Gobierno sobre los catalanes. Evidentemente, este grupo es el que lleva el peso de la revolución que, desde la Generalitat y el Parlamento catalanes, se está intentando llevar a cabo en contra de España y de sus instituciones. Desgraciadamente, las disensiones entre los distintos partidos políticos españoles a los que pudiéramos calificar de constitucionalistas; la deslealtad manifiesta de los grupos comunistas, recientemente instalados en nuestra nación y sus aspiraciones a crear el desorden, atacar al régimen actualmente implantado en España e instalar lo que los guerra-civilistas de la II República estuvieron intentando conseguir sin éxito: un gobierno comunista supeditado a la, en aquellos tiempos poderosa, URSS.


Sin embargo, aparte de estos luchadores directos, encargados de mostrase en las calles con banderas, símbolos, eslóganes y demás muestras de sus reclamaciones y quejas en contra de la patria de la que su autonomía, la catalana, forma parte integrante desde hace más de quinientos años, es cierto que los políticos catalanes que tienen a su cargo la propagación del sentimiento independentista catalanista, quienes figuran al frente de los organismos que se vienen enfrentando al Estado con desiguales resultados; se puede afirmar, con toda contundencia, que la fuerza efectiva del separatismo catalán les llega desde otros orígenes que son los que les han proporcionado una cobertura, tanto en Cataluña como en el resto de España y en el extranjero, que ha servido para que su movimiento independentista haya conseguido sobrepasar las fronteras no sólo de la región catalana, sino también de nuestra nación, extendiéndose más de lo que hubieran deseado nuestros gobernantes y todos los españoles que no nos hemos dejado engañar por la propaganda nacionalista a la que estamos sometidos todos los que vivimos en la autonomía catalana.


Por extraño que pudiere parecer la aplicación, tan cuestionada por los catalanes, del Artº 155 de la Constitución española, aquel en el que muchos confiamos que sería capaz de detener el movimiento independentista, cambiar a los gobernantes defensores de la separación de Cataluña del resto de la nación española y obligar a que se restableciera, como en el resto de la patria española, la enseñanza del castellano sin que ello fuera óbice para que se siguiera estudiando el inglés y el catalán; no ha surtido los efectos que se pensaba que tendría y, por mucho que nos lamentemos de ello, la realidad demuestra que la situación en la autonomía catalana sigue siendo extremadamente complicada, los que continúan al mando son los mismos a los que se pretendía apartar del poder e, incluso aquellos que lograron escapar de la acción de la Justicia, siguen gozando de libertad en aquellas naciones en las que consiguieron refugiarse, mientras la autoridades de las mismas no encuentran “razones” para cumplir las euro-órdenes del magistrado Pablo Llarena, por muy bien documentadas que estén y por muy lógicas que sean.


Existen en Cataluña periódicos como La Vanguardia, Avui, El Nacional (presidido por uno de los más fanáticos catalanistas, José Antich) Nació Digital etc. una serie numerosa de diarios (escritos y digitales) que forman el elenco de la prensa que apoya las acciones secesionistas del señor Puigdemont y todos los demás que se han puesto a su servicio o pugnan con él para conseguir el poder del independentismo en la comunidad catalana. Si la prensa, con mayor o menor disimulo, se muestra mayoritariamente partidaria de la independencia catalana ya no digamos de la fuerza de las numerosas televisiones existentes en Cataluña, con mención especial a TV3 en la que, sin el menor rubor y sin que nadie, incomprensiblemente, haya hecho nada para evitarlo, han seguido haciendo la defensa de todas aquellas acciones llevadas a cabo por los rebeldes separatistas, declarándose en contra de la actitud de los tribunales y las reacciones del Gobierno, ante todos los intentos de hacerse dueños de lo que, para ellos, eran los “paísos catalans”, que no selimitaba solamente a la región catalán sino que, en su ambición de dominio, incluían a Baleares y al país valenciano.


Se puede decir que la influencia de los periodistas catalanes, apenas sin excepciones, ha sido una de las piezas maestras para que el aumento de partidarios del independentismo en Cataluña haya ido aumentado en una proporción geométrica, especialmente durante los últimos años, desde que el señor Artur Mas decidió enfrentarse directamente al Estado español para reclamar para los catalanes lo que para ellos querían que fuera la “República Catalana Independiente” Pero existen personajes que en otros campos distinto al político, tiene un gran prestigio, son conocidos por mucha gente y que vienen colaborando desde sus respectivos empleos, mostrándose aparentemente imparciales en el problema catalán, pero utilizando su influencia para intentar presentar la información o favorecer la causa catalana mediante opiniones y declaraciones públicas en las que se ataca al Estado español y se presenta el tema catalán como una reivindicación merecedora de ser atendida.


Dejando aparte a la fanática e intolerante periodista Pilar Rahola, un ejemplo del catalanismo irresponsable; podemos citar como una presentadora comprometida con el catalanismo, que trabaja en el programa de Antena 3, “Espejo Público”, la catalana Susanna Griso, una veterana de la TV, que bajo una pretendida apariencia de persona equidistante y objetiva en la cuestión catalana, no deja desaprovechar ocasión para llevar la discusión al terreno que a ella le conviene que, como es evidente, siempre es el favorable a sus tesis independentistas. Cuando se encuentra con un tertuliano que no se deja achantar por sus presiones, procura anularlo, interrumpiéndole y retirándole la palabra, para cedérsela a aquella persona que sabe que le va a dar la razón o que defenderá las opiniones que ella sustenta. Estas personas resultan especialmente desagradables porque, no solamente actúan hipócritamente presentándose como defensoras del orden y el cumplimiento de las leyes, sino que actúan de mala fe procurando enfocar siempre la cuestión desde el punto de vista más favorable a los que pretenden sacar partido del enfrentamiento con la Constitución española.


Y no es de extrañar, porque esta señora nada menos que está casada con un “enfant terrible” del independentismo catalán, un columnista del periódico separatista El Nacional. Cat, Carles Torras, que presume de un blog denominado “Un culé en Madrid”. Un sujeto que insultó a Felipe VI cuando el Barsa cayó eliminado de la Copa de Europa y, demostrando su “fina” prosa y su altura “intelectual”, largó un comentario, made in his minde, del siguiente tenor: “A mi este año me hace especial ilusión la Copa del Capullo”.Todos sabemos a qué se refería este mal educado, con semejante panfleto.


Ya no vale la pena hablar de este presentador, ejemplar de la persona cargada de prejuicios, apoyo de comunistas y separatistas, verdadero depredador de la verdad e incapaz de tratar el más mínimo tema de política con una mínima objetividad, una cualidad que, para este sujeto, no existe en el diccionario de la RAE. En efecto, Antonio García Farreras, que dirige los programas Al Rojo Vivo y La Sexta Columna, desde los cuales no deja títere con cabeza, en una fehaciente demostración de rencor, odio, mala uva y falta de objetividad en lo referente al PP y cualquier partido que no sea profundamente comunista, anarquista, antisistema o revolucionarios que, a su entender, no se dedique a intentar acabar con la democracia en España. Una de estas personas que basta mirarla a la cara para darse cuenta de que, durante su vida, no se ha dedicado a otra cosa que a acumular resentimiento, desprecio, inquina y odio hacia cualquiera que tuviere ideas conservadoras o de centro-derecha. Un buen ejemplo de cómo las TV españolas mantienen a una serie de personajes encargados de potenciar cualquier sentimiento antidemocrático que puedan albergar los españoles a los que, en muchos casos, todavía ( han pasado 80 años) no han conseguido olvidar la Guerra Civil española debido a que, personalmente (ya quedan pocos) o a través de relatos, de boca a boca, y ya sabemos lo que sucede cuando la historia se trasmite de esta manera de modo que han ido acumulando, agrandando, disparatando y cambiando las realidades de lo que sucedió en aquellos tiempos en los que, los españoles, estuvieron luchando los unos con los otros en una guerra fraticida.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, hemos querido referirnos a estos divulgadores, aparentemente objetivos pero evidentemente dispuestos a favorecer a los que, desde su interior pretenden favorecer a aquellos que no dudan en infringir las leyes cuando conviene a su causa; aunque, exteriormente, pretendan dar una imagen de personas sensatas, objetivas, defensoras de la legalidad y contrarias a cualquier forma de violencia ( no sabemos, en realidad, lo que estiman como violento). Son los peores, los traidores a España y los que, bajo la piel de oveja esconden a los lobos depredadores de la paz y tranquilidad de los españoles. 

Los velados defensores de Puigdemont actúan impunemente

“La deslealtad lo marca a uno como siendo menos que el polvo de la tierra, y trae además el desprecio que se merece. La falta de lealtad es una de las mayores causas del fracaso de cada camino de la vida” Napoleón Gill
Miguel Massanet
viernes, 13 de abril de 2018, 06:30 h (CET)

Puede que, entre los separatistas catalanes, exista un numeroso grupo que se manifiesta abiertamente en apoyo de sus ideas, dispuestos a salir a la calle para pedir que se les conceda la independencia y sean capaces de enfrentarse con las fuerzas del orden público, cuando se les impide ejercer lo que, para ellos, son sus derechos a protestar en contra de la “opresión” que, teóricamente, ejercen el resto de españoles y su Gobierno sobre los catalanes. Evidentemente, este grupo es el que lleva el peso de la revolución que, desde la Generalitat y el Parlamento catalanes, se está intentando llevar a cabo en contra de España y de sus instituciones. Desgraciadamente, las disensiones entre los distintos partidos políticos españoles a los que pudiéramos calificar de constitucionalistas; la deslealtad manifiesta de los grupos comunistas, recientemente instalados en nuestra nación y sus aspiraciones a crear el desorden, atacar al régimen actualmente implantado en España e instalar lo que los guerra-civilistas de la II República estuvieron intentando conseguir sin éxito: un gobierno comunista supeditado a la, en aquellos tiempos poderosa, URSS.


Sin embargo, aparte de estos luchadores directos, encargados de mostrase en las calles con banderas, símbolos, eslóganes y demás muestras de sus reclamaciones y quejas en contra de la patria de la que su autonomía, la catalana, forma parte integrante desde hace más de quinientos años, es cierto que los políticos catalanes que tienen a su cargo la propagación del sentimiento independentista catalanista, quienes figuran al frente de los organismos que se vienen enfrentando al Estado con desiguales resultados; se puede afirmar, con toda contundencia, que la fuerza efectiva del separatismo catalán les llega desde otros orígenes que son los que les han proporcionado una cobertura, tanto en Cataluña como en el resto de España y en el extranjero, que ha servido para que su movimiento independentista haya conseguido sobrepasar las fronteras no sólo de la región catalana, sino también de nuestra nación, extendiéndose más de lo que hubieran deseado nuestros gobernantes y todos los españoles que no nos hemos dejado engañar por la propaganda nacionalista a la que estamos sometidos todos los que vivimos en la autonomía catalana.


Por extraño que pudiere parecer la aplicación, tan cuestionada por los catalanes, del Artº 155 de la Constitución española, aquel en el que muchos confiamos que sería capaz de detener el movimiento independentista, cambiar a los gobernantes defensores de la separación de Cataluña del resto de la nación española y obligar a que se restableciera, como en el resto de la patria española, la enseñanza del castellano sin que ello fuera óbice para que se siguiera estudiando el inglés y el catalán; no ha surtido los efectos que se pensaba que tendría y, por mucho que nos lamentemos de ello, la realidad demuestra que la situación en la autonomía catalana sigue siendo extremadamente complicada, los que continúan al mando son los mismos a los que se pretendía apartar del poder e, incluso aquellos que lograron escapar de la acción de la Justicia, siguen gozando de libertad en aquellas naciones en las que consiguieron refugiarse, mientras la autoridades de las mismas no encuentran “razones” para cumplir las euro-órdenes del magistrado Pablo Llarena, por muy bien documentadas que estén y por muy lógicas que sean.


Existen en Cataluña periódicos como La Vanguardia, Avui, El Nacional (presidido por uno de los más fanáticos catalanistas, José Antich) Nació Digital etc. una serie numerosa de diarios (escritos y digitales) que forman el elenco de la prensa que apoya las acciones secesionistas del señor Puigdemont y todos los demás que se han puesto a su servicio o pugnan con él para conseguir el poder del independentismo en la comunidad catalana. Si la prensa, con mayor o menor disimulo, se muestra mayoritariamente partidaria de la independencia catalana ya no digamos de la fuerza de las numerosas televisiones existentes en Cataluña, con mención especial a TV3 en la que, sin el menor rubor y sin que nadie, incomprensiblemente, haya hecho nada para evitarlo, han seguido haciendo la defensa de todas aquellas acciones llevadas a cabo por los rebeldes separatistas, declarándose en contra de la actitud de los tribunales y las reacciones del Gobierno, ante todos los intentos de hacerse dueños de lo que, para ellos, eran los “paísos catalans”, que no selimitaba solamente a la región catalán sino que, en su ambición de dominio, incluían a Baleares y al país valenciano.


Se puede decir que la influencia de los periodistas catalanes, apenas sin excepciones, ha sido una de las piezas maestras para que el aumento de partidarios del independentismo en Cataluña haya ido aumentado en una proporción geométrica, especialmente durante los últimos años, desde que el señor Artur Mas decidió enfrentarse directamente al Estado español para reclamar para los catalanes lo que para ellos querían que fuera la “República Catalana Independiente” Pero existen personajes que en otros campos distinto al político, tiene un gran prestigio, son conocidos por mucha gente y que vienen colaborando desde sus respectivos empleos, mostrándose aparentemente imparciales en el problema catalán, pero utilizando su influencia para intentar presentar la información o favorecer la causa catalana mediante opiniones y declaraciones públicas en las que se ataca al Estado español y se presenta el tema catalán como una reivindicación merecedora de ser atendida.


Dejando aparte a la fanática e intolerante periodista Pilar Rahola, un ejemplo del catalanismo irresponsable; podemos citar como una presentadora comprometida con el catalanismo, que trabaja en el programa de Antena 3, “Espejo Público”, la catalana Susanna Griso, una veterana de la TV, que bajo una pretendida apariencia de persona equidistante y objetiva en la cuestión catalana, no deja desaprovechar ocasión para llevar la discusión al terreno que a ella le conviene que, como es evidente, siempre es el favorable a sus tesis independentistas. Cuando se encuentra con un tertuliano que no se deja achantar por sus presiones, procura anularlo, interrumpiéndole y retirándole la palabra, para cedérsela a aquella persona que sabe que le va a dar la razón o que defenderá las opiniones que ella sustenta. Estas personas resultan especialmente desagradables porque, no solamente actúan hipócritamente presentándose como defensoras del orden y el cumplimiento de las leyes, sino que actúan de mala fe procurando enfocar siempre la cuestión desde el punto de vista más favorable a los que pretenden sacar partido del enfrentamiento con la Constitución española.


Y no es de extrañar, porque esta señora nada menos que está casada con un “enfant terrible” del independentismo catalán, un columnista del periódico separatista El Nacional. Cat, Carles Torras, que presume de un blog denominado “Un culé en Madrid”. Un sujeto que insultó a Felipe VI cuando el Barsa cayó eliminado de la Copa de Europa y, demostrando su “fina” prosa y su altura “intelectual”, largó un comentario, made in his minde, del siguiente tenor: “A mi este año me hace especial ilusión la Copa del Capullo”.Todos sabemos a qué se refería este mal educado, con semejante panfleto.


Ya no vale la pena hablar de este presentador, ejemplar de la persona cargada de prejuicios, apoyo de comunistas y separatistas, verdadero depredador de la verdad e incapaz de tratar el más mínimo tema de política con una mínima objetividad, una cualidad que, para este sujeto, no existe en el diccionario de la RAE. En efecto, Antonio García Farreras, que dirige los programas Al Rojo Vivo y La Sexta Columna, desde los cuales no deja títere con cabeza, en una fehaciente demostración de rencor, odio, mala uva y falta de objetividad en lo referente al PP y cualquier partido que no sea profundamente comunista, anarquista, antisistema o revolucionarios que, a su entender, no se dedique a intentar acabar con la democracia en España. Una de estas personas que basta mirarla a la cara para darse cuenta de que, durante su vida, no se ha dedicado a otra cosa que a acumular resentimiento, desprecio, inquina y odio hacia cualquiera que tuviere ideas conservadoras o de centro-derecha. Un buen ejemplo de cómo las TV españolas mantienen a una serie de personajes encargados de potenciar cualquier sentimiento antidemocrático que puedan albergar los españoles a los que, en muchos casos, todavía ( han pasado 80 años) no han conseguido olvidar la Guerra Civil española debido a que, personalmente (ya quedan pocos) o a través de relatos, de boca a boca, y ya sabemos lo que sucede cuando la historia se trasmite de esta manera de modo que han ido acumulando, agrandando, disparatando y cambiando las realidades de lo que sucedió en aquellos tiempos en los que, los españoles, estuvieron luchando los unos con los otros en una guerra fraticida.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, hemos querido referirnos a estos divulgadores, aparentemente objetivos pero evidentemente dispuestos a favorecer a los que, desde su interior pretenden favorecer a aquellos que no dudan en infringir las leyes cuando conviene a su causa; aunque, exteriormente, pretendan dar una imagen de personas sensatas, objetivas, defensoras de la legalidad y contrarias a cualquier forma de violencia ( no sabemos, en realidad, lo que estiman como violento). Son los peores, los traidores a España y los que, bajo la piel de oveja esconden a los lobos depredadores de la paz y tranquilidad de los españoles. 

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