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Las imprevisibles consecuencias de la inestabilidad política en la economía catalana

¿Evoluciona Cataluña hacia la radicalización y el enfrentamiento violento?

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No es difícil sacar las primeras conclusiones de esta incertidumbre que se cierne sobre la comunidad catalana, cuando dentro de sus propios políticos independentistas parece que existen importantes diferencias y, por otra parte, es evidente que algunos más impacientes, más intransigentes y más partidarios del empleo de los medios violentos para crear miedo en las calles, forzar la actuación más drástica de las fuerzas del orden público y obligar a aquellos partidos que, aunque de ideas nacionalistas, empezaban a dar muestras de estar dispuestos a aplazar sus exigencias independentistas para adoptar una actitud más realista y de acuerdo con sus posibilidades actuales; optando por formar un gobierno de tipo nacionalista, acatando las leyes de la nación y formado por personas que no tuvieran cuentas pendiente con la justicia a causa de sus actividades independentistas. Es obvio que la situación de la comunidad catalana, después de seis meses desde las pasadas elecciones autonómicas, no pueden dilatarse por más tiempo las cuestiones vitales que precisan ser atendidas por un gobierno que les dé importancia a los problemas habituales pendientes de resolver, que ya no pueden esperar más tiempo sin exponerse a colapsar.


Al parecer, hay algunas formaciones políticas que han decidido darle la razón al Gobierno de la nación cuando ha hablado de revolución nacionalista para la obtención de la independencia de lo que ellos llaman la República Independiente Catalana. Han aprovechado estas fechas de Pascua, en las que grandes multitudes de españoles aprovechan para marcharse unos días de vacaciones para visitar otras localidades de nuestra nación o bien para trasladarse al extranjero ( no sabemos que interpretación les darán los señores Pablo Iglesias y sus acólitos a esta evidencia de que cientos de miles, millones, de españoles pueden permitirse emprender viajes de recreo, para lo cual es evidente que es preciso disponer de recursos suficientes para permitirse tales lujos; algo que no concuerda con su relato pesimista diciendo que España, gracias al gobierno actual, se encuentra en la miseria) para intentar poner todos los obstáculos posibles en las carreteras, con el objetivo de crear atascos, impedir el tráfico normal y, con todo ello, ser capaces de exasperar a los miles de personas que se ven obligadas a soportar tales actos de gamberrismo en contra de sus libertades.


Si entre los nacionalistas catalanes se ha producido un gran desconcierto que los está enfrentando entre ellos sobre cuál debería ser el camino para solucionar el conflicto que tienen planteado para formar un nuevo gobierno, no podemos decir que, en el resto de España, las diferencias políticas entre el resto de partidos que pudiéramos considerar como constitucionalistas, se caractericen por la cooperación entre ellos, su colaboración en poner remedio a situaciones que están causando un verdadero perjuicio a todo el país o su buena voluntad en alcanzar acuerdos de gobierno, como ha conseguido la señora Merkel, en Alemania, al conseguir el apoyo de los socialdemócratas alemanes, con un reparto de carteras y mutuas cesiones que, sin duda, han evitado los problemas que le hubieran causado a la nación alemana un enfrentamiento como el que existe en España entre los dos partidos, por ahora, más representativos del pueblo español. No debe extrañarnos el gran impulso que viene consiguiendo el partido de Ciudadanos que, a pesar de sus defectos y su poca experiencia en la acción de gobierno, son capaces de tomar decisiones inteligentes cuando llega la hora de apoyar determinadas propuestas que son imprescindibles para conseguir mantener la buena marcha económica del país. Es evidente que el señor Pedro Sánchez, un personaje harto atrabiliario, del que se pueden esperar los desplantes más inesperados y los vuelcos políticos más impensables, como ha sido el cambio del reglamento de su partido, quitando poder a aquellos personajes del PSOE que formaban la vieja guardia del partido, para darle a la formación socialista un sesgo asambleario que, en cualquier momento de su mandato, le puede costar caro ya que apoyarse en las calles no siempre es lo conveniente, dada la facilidad con la que, cualquier experto en movilizaciones, es capaz de hacer cambiar de opinión a las multitudes, habitualmente regidas por ideas preconcebidas, engaños hábilmente vendidos o sentimientos astutamente manipulados para conseguir que se presten a actitudes revolucionarias de las que, en la mayoría de las ocasiones, tienen que arrepentirse cuando sus resultados adversos ya no tienen remedio.


Aparte de su particular antipatía personal contra don Mariano Rajoy, el señor Sánchez tiene un grave problema que le obliga, en muchas ocasiones, a tener que mantener una actitud ambigua, dual, indefinida y subordinada respecto a su partido asociado, el PSC del señor Iceta que, en muchos aspectos, no ha dudado en mantener posiciones opuestas a las sostenidas por la dirección del partido en Ferraz. Ambos saben que se necesitan mutuamente ya que, sin los socialistas catalanes, difícilmente podría el señor Sánchez haber conseguido recobrar la secretaría del POSE español y el señor Iceta, por su parte, tampoco podría sacar los apoyos precisos para poder intentar influir (por ahora no demasiado) en la política catalana. Lo que sucede es que la postura un tanto catalanista del señor Iceta, su tendencia a pactar con los separatistas con la evidente intención de formar parte de un gobierno de coalición y su evidente repudio a todo aquellos que viene desde Madrid, entraña el peligro de que, en un momento determinado, en lugar de seguir las directrices de su partido nacional, si él estima que le puede favorecer más algún tipo de entendimiento con los nacionalistas catalanes, es muy posible que optaran por un socialismo de carácter estrictamente nacionalista antes que seguir a las órdenes de su central en Madrid.


Todo ello, esta situación en la que parece que existe enfrentamiento de todos contra todos, amenaza con poner en verdadero peligro lo que, hasta ahora, ha venido siendo una buena marcha de la economía y la producción española, pese a sus problemas internos. El PP de Rajoy, aparte de sus diferencia internas y sus problemas motivados por los incesantes casos de corrupción que viene apareciendo, sin saber cuándo van a terminar; resulta que algunos de sus personajes más representativos, como ha sido el reciente problema de la señora Cifuentes, surgido en uno de los momentos más complicados para su partido, acosado por una serie de procesos en los que la Justicia deberá determinar sobre el comportamiento penal de varios de los cargos más importantes del PP, con grandes posibilidades de que los resultados de tales juicios puedan ser una verdadera catástrofe para el partido de Rajoy, sigue agobiado por semejantes problemas . Tampoco las aguas del PSOE con motivo de los recientes cambios llevados a cabo por el señor P.Sánchez, no parece que bajen tranquilas y es muy posible que, dado su enfrentamiento con muchos de sus barones en su intento de neutralizarlos, acabe por pasarle factura cuando se encuentra ante el dilema, que él trata de ocultar, que tiene pendiente respecto a la aprobación de los presupuestos del Estado, unos que ellos mismos no hubieran podido presentar con mejores avances sociales, impropios de un partido de derechas, como el PP (que se ha visto obligado a ceder ante las recientes protestas multitudinarias de pensionistas que han puesto en tela de juicio sus aumentos, verdaderamente ridículos, de las pensiones: un 0’25); así como los incrementos obligados de las retribuciones a los funcionarios públicos, a los que se les ha compensado parte de lo que dejaron de ganar en los años de crisis y también se ha atendido, de alguna manera, las reclamaciones de la Policía y la Guardia Civil en cuanto a su agravio comparativo con las retribuciones de sus homólogos en las CC.AA. No obstante todo ello, precisamente debido al chantaje del PNV del País Vasco está pendiente de aprobación a no ser que los catalanes formen un gobierno y el Gobierno pudiera retirar el artº 155 de aquella autonomía, una exigencia de los vascos antes de empezar a negociar lo que piden a cambio de su colaboración.


La financiación para las autonomías, al menos la nueva, que estaba prevista en los PGE que siguen pendientes de aprobación (los del 2017), no podrá aplicarse si no se aprueban los PGE y, el PSOE, es el gran responsable de que esto suceda cuando es evidente que estaría en condiciones de pedir que se introdujeran enmiendas que considerase necesarias a cambio de que prestaran sus apoyo a los presupuestos, pendientes de su aprobación, para poder ser aplicados inmediatamente. Es innegable la responsabilidad que está asumiendo el señor Sánchez, cuando de él dependería que, a los vascos, se les negaran sus exigencias (por otra parte, no pueden ser atendidas mientras en Cataluña persistan las amenazas nacionalistas) evitándose así un despilfarro de millones, como sucedió en los presupuestos anteriores en los que el chantaje de Urkullu y los suyos costó cerca de 6.000 millones de euros a los españoles.


En realidad, si la situación de Cataluña no se estabiliza, si la normalidad no se instala en sus ciudades principales, como por ejemplo Barcelona, si la confianza de los inversores no se recupera ( algo que no parece, al menos por durante un tiempo, que tenga visos de que ocurra); si las personas que tienen la responsabilidad de gobernar al pueblo catalán siguen persistiendo en aplicar políticas cercanas al comunismo y optan por aumentar los impuestos, poner prohibiciones, establecer limitaciones a las libertades de los ciudadanos o ponerle trabas al turismo o a cualquier otra actividad que proporcione riqueza al pueblo catalán; es evidente que no va a pasar mucho tiempo antes de que entremos en una situación que nos recuerde aquellas que regímenes parecidos establecieron en algunos países latinoamericanos y que, como sucede cada vez que se pretende establecer regímenes intervencionistas que limitan las libertades individuales y la libre iniciativa, todos ellos acaban llevando a la pobreza al pueblo y el subsiguiente establecimiento de dictaduras cuyo único fin es enriquecer a quienes se han hecho con el poder. Lo que no puede ser es que en España se siga indefinidamente pendiente de que los catalanes sigan montando shows separatistas, cada vez que consideren que las circunstancias favorecen sus planes. Por ello, no dejaremos de insistir en que, el Gobierno, debe dejar de zarandajas, prescindiendo de cálculos electorales y de otras consideraciones de tipo pactista que se ha demostrado que no han servido para otra cosa que para permitir que se fortalecieran los independentistas y que, poco a poco, a medida que se dieron cuenta de que podían actuar con plena impunidad sin que, por parte de los poderes públicos, se produjera una reacción para frenar los desmanes que durante los pasados años no han dejado de producirse, ante la inopia y la absurda idea de que dejando hacer a los revolucionarios por si solos se acabaría solucionando el problema. Cuando es preciso aplicar una medida enérgica y cáustica para poner remedio a una rebelión no puede limitarse a hacer un simulacro aplicando el remedio avalado por el TC, prescindiendo de aquellos elementos con los que se permitía adoptar todas las medidas precisas, fueran del gusto o no, de los que infringieron la Constitución, para evitar que, durante el tiempo en que estuviera vigente la excepcionalidad y la intervención del Estado en el gobierno catalán, todos aquellos medios, informativos, radios y TV que estuvieran colaborando en difundir la propaganda independentista, por cualesquiera que fueran los medios empleados para ello, fueran neutralizados impidiendo a los que hubieren, de alguna forma, participado en aquella actividad por la que se incitara, impulsara, convenciera o animara a colaborar con quienes intentaban la secesión del pueblo catalán de la patria española, salirse con la suya.O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el presentimiento de que, si los partidos que han apoyado la aplicación del 155, no siguen manteniéndolo y apoyando su endurecimiento para que, de una vez por todas, se ponga coto a todas las actividades de quienes siguen insistiendo en mantener la idea subversiva de conseguir, en un futuro no muy lejano, la separación de la región catalana del resto de España.

¿Evoluciona Cataluña hacia la radicalización y el enfrentamiento violento?

Las imprevisibles consecuencias de la inestabilidad política en la economía catalana
Miguel Massanet
martes, 3 de abril de 2018, 07:52 h (CET)

No es difícil sacar las primeras conclusiones de esta incertidumbre que se cierne sobre la comunidad catalana, cuando dentro de sus propios políticos independentistas parece que existen importantes diferencias y, por otra parte, es evidente que algunos más impacientes, más intransigentes y más partidarios del empleo de los medios violentos para crear miedo en las calles, forzar la actuación más drástica de las fuerzas del orden público y obligar a aquellos partidos que, aunque de ideas nacionalistas, empezaban a dar muestras de estar dispuestos a aplazar sus exigencias independentistas para adoptar una actitud más realista y de acuerdo con sus posibilidades actuales; optando por formar un gobierno de tipo nacionalista, acatando las leyes de la nación y formado por personas que no tuvieran cuentas pendiente con la justicia a causa de sus actividades independentistas. Es obvio que la situación de la comunidad catalana, después de seis meses desde las pasadas elecciones autonómicas, no pueden dilatarse por más tiempo las cuestiones vitales que precisan ser atendidas por un gobierno que les dé importancia a los problemas habituales pendientes de resolver, que ya no pueden esperar más tiempo sin exponerse a colapsar.


Al parecer, hay algunas formaciones políticas que han decidido darle la razón al Gobierno de la nación cuando ha hablado de revolución nacionalista para la obtención de la independencia de lo que ellos llaman la República Independiente Catalana. Han aprovechado estas fechas de Pascua, en las que grandes multitudes de españoles aprovechan para marcharse unos días de vacaciones para visitar otras localidades de nuestra nación o bien para trasladarse al extranjero ( no sabemos que interpretación les darán los señores Pablo Iglesias y sus acólitos a esta evidencia de que cientos de miles, millones, de españoles pueden permitirse emprender viajes de recreo, para lo cual es evidente que es preciso disponer de recursos suficientes para permitirse tales lujos; algo que no concuerda con su relato pesimista diciendo que España, gracias al gobierno actual, se encuentra en la miseria) para intentar poner todos los obstáculos posibles en las carreteras, con el objetivo de crear atascos, impedir el tráfico normal y, con todo ello, ser capaces de exasperar a los miles de personas que se ven obligadas a soportar tales actos de gamberrismo en contra de sus libertades.


Si entre los nacionalistas catalanes se ha producido un gran desconcierto que los está enfrentando entre ellos sobre cuál debería ser el camino para solucionar el conflicto que tienen planteado para formar un nuevo gobierno, no podemos decir que, en el resto de España, las diferencias políticas entre el resto de partidos que pudiéramos considerar como constitucionalistas, se caractericen por la cooperación entre ellos, su colaboración en poner remedio a situaciones que están causando un verdadero perjuicio a todo el país o su buena voluntad en alcanzar acuerdos de gobierno, como ha conseguido la señora Merkel, en Alemania, al conseguir el apoyo de los socialdemócratas alemanes, con un reparto de carteras y mutuas cesiones que, sin duda, han evitado los problemas que le hubieran causado a la nación alemana un enfrentamiento como el que existe en España entre los dos partidos, por ahora, más representativos del pueblo español. No debe extrañarnos el gran impulso que viene consiguiendo el partido de Ciudadanos que, a pesar de sus defectos y su poca experiencia en la acción de gobierno, son capaces de tomar decisiones inteligentes cuando llega la hora de apoyar determinadas propuestas que son imprescindibles para conseguir mantener la buena marcha económica del país. Es evidente que el señor Pedro Sánchez, un personaje harto atrabiliario, del que se pueden esperar los desplantes más inesperados y los vuelcos políticos más impensables, como ha sido el cambio del reglamento de su partido, quitando poder a aquellos personajes del PSOE que formaban la vieja guardia del partido, para darle a la formación socialista un sesgo asambleario que, en cualquier momento de su mandato, le puede costar caro ya que apoyarse en las calles no siempre es lo conveniente, dada la facilidad con la que, cualquier experto en movilizaciones, es capaz de hacer cambiar de opinión a las multitudes, habitualmente regidas por ideas preconcebidas, engaños hábilmente vendidos o sentimientos astutamente manipulados para conseguir que se presten a actitudes revolucionarias de las que, en la mayoría de las ocasiones, tienen que arrepentirse cuando sus resultados adversos ya no tienen remedio.


Aparte de su particular antipatía personal contra don Mariano Rajoy, el señor Sánchez tiene un grave problema que le obliga, en muchas ocasiones, a tener que mantener una actitud ambigua, dual, indefinida y subordinada respecto a su partido asociado, el PSC del señor Iceta que, en muchos aspectos, no ha dudado en mantener posiciones opuestas a las sostenidas por la dirección del partido en Ferraz. Ambos saben que se necesitan mutuamente ya que, sin los socialistas catalanes, difícilmente podría el señor Sánchez haber conseguido recobrar la secretaría del POSE español y el señor Iceta, por su parte, tampoco podría sacar los apoyos precisos para poder intentar influir (por ahora no demasiado) en la política catalana. Lo que sucede es que la postura un tanto catalanista del señor Iceta, su tendencia a pactar con los separatistas con la evidente intención de formar parte de un gobierno de coalición y su evidente repudio a todo aquellos que viene desde Madrid, entraña el peligro de que, en un momento determinado, en lugar de seguir las directrices de su partido nacional, si él estima que le puede favorecer más algún tipo de entendimiento con los nacionalistas catalanes, es muy posible que optaran por un socialismo de carácter estrictamente nacionalista antes que seguir a las órdenes de su central en Madrid.


Todo ello, esta situación en la que parece que existe enfrentamiento de todos contra todos, amenaza con poner en verdadero peligro lo que, hasta ahora, ha venido siendo una buena marcha de la economía y la producción española, pese a sus problemas internos. El PP de Rajoy, aparte de sus diferencia internas y sus problemas motivados por los incesantes casos de corrupción que viene apareciendo, sin saber cuándo van a terminar; resulta que algunos de sus personajes más representativos, como ha sido el reciente problema de la señora Cifuentes, surgido en uno de los momentos más complicados para su partido, acosado por una serie de procesos en los que la Justicia deberá determinar sobre el comportamiento penal de varios de los cargos más importantes del PP, con grandes posibilidades de que los resultados de tales juicios puedan ser una verdadera catástrofe para el partido de Rajoy, sigue agobiado por semejantes problemas . Tampoco las aguas del PSOE con motivo de los recientes cambios llevados a cabo por el señor P.Sánchez, no parece que bajen tranquilas y es muy posible que, dado su enfrentamiento con muchos de sus barones en su intento de neutralizarlos, acabe por pasarle factura cuando se encuentra ante el dilema, que él trata de ocultar, que tiene pendiente respecto a la aprobación de los presupuestos del Estado, unos que ellos mismos no hubieran podido presentar con mejores avances sociales, impropios de un partido de derechas, como el PP (que se ha visto obligado a ceder ante las recientes protestas multitudinarias de pensionistas que han puesto en tela de juicio sus aumentos, verdaderamente ridículos, de las pensiones: un 0’25); así como los incrementos obligados de las retribuciones a los funcionarios públicos, a los que se les ha compensado parte de lo que dejaron de ganar en los años de crisis y también se ha atendido, de alguna manera, las reclamaciones de la Policía y la Guardia Civil en cuanto a su agravio comparativo con las retribuciones de sus homólogos en las CC.AA. No obstante todo ello, precisamente debido al chantaje del PNV del País Vasco está pendiente de aprobación a no ser que los catalanes formen un gobierno y el Gobierno pudiera retirar el artº 155 de aquella autonomía, una exigencia de los vascos antes de empezar a negociar lo que piden a cambio de su colaboración.


La financiación para las autonomías, al menos la nueva, que estaba prevista en los PGE que siguen pendientes de aprobación (los del 2017), no podrá aplicarse si no se aprueban los PGE y, el PSOE, es el gran responsable de que esto suceda cuando es evidente que estaría en condiciones de pedir que se introdujeran enmiendas que considerase necesarias a cambio de que prestaran sus apoyo a los presupuestos, pendientes de su aprobación, para poder ser aplicados inmediatamente. Es innegable la responsabilidad que está asumiendo el señor Sánchez, cuando de él dependería que, a los vascos, se les negaran sus exigencias (por otra parte, no pueden ser atendidas mientras en Cataluña persistan las amenazas nacionalistas) evitándose así un despilfarro de millones, como sucedió en los presupuestos anteriores en los que el chantaje de Urkullu y los suyos costó cerca de 6.000 millones de euros a los españoles.


En realidad, si la situación de Cataluña no se estabiliza, si la normalidad no se instala en sus ciudades principales, como por ejemplo Barcelona, si la confianza de los inversores no se recupera ( algo que no parece, al menos por durante un tiempo, que tenga visos de que ocurra); si las personas que tienen la responsabilidad de gobernar al pueblo catalán siguen persistiendo en aplicar políticas cercanas al comunismo y optan por aumentar los impuestos, poner prohibiciones, establecer limitaciones a las libertades de los ciudadanos o ponerle trabas al turismo o a cualquier otra actividad que proporcione riqueza al pueblo catalán; es evidente que no va a pasar mucho tiempo antes de que entremos en una situación que nos recuerde aquellas que regímenes parecidos establecieron en algunos países latinoamericanos y que, como sucede cada vez que se pretende establecer regímenes intervencionistas que limitan las libertades individuales y la libre iniciativa, todos ellos acaban llevando a la pobreza al pueblo y el subsiguiente establecimiento de dictaduras cuyo único fin es enriquecer a quienes se han hecho con el poder. Lo que no puede ser es que en España se siga indefinidamente pendiente de que los catalanes sigan montando shows separatistas, cada vez que consideren que las circunstancias favorecen sus planes. Por ello, no dejaremos de insistir en que, el Gobierno, debe dejar de zarandajas, prescindiendo de cálculos electorales y de otras consideraciones de tipo pactista que se ha demostrado que no han servido para otra cosa que para permitir que se fortalecieran los independentistas y que, poco a poco, a medida que se dieron cuenta de que podían actuar con plena impunidad sin que, por parte de los poderes públicos, se produjera una reacción para frenar los desmanes que durante los pasados años no han dejado de producirse, ante la inopia y la absurda idea de que dejando hacer a los revolucionarios por si solos se acabaría solucionando el problema. Cuando es preciso aplicar una medida enérgica y cáustica para poner remedio a una rebelión no puede limitarse a hacer un simulacro aplicando el remedio avalado por el TC, prescindiendo de aquellos elementos con los que se permitía adoptar todas las medidas precisas, fueran del gusto o no, de los que infringieron la Constitución, para evitar que, durante el tiempo en que estuviera vigente la excepcionalidad y la intervención del Estado en el gobierno catalán, todos aquellos medios, informativos, radios y TV que estuvieran colaborando en difundir la propaganda independentista, por cualesquiera que fueran los medios empleados para ello, fueran neutralizados impidiendo a los que hubieren, de alguna forma, participado en aquella actividad por la que se incitara, impulsara, convenciera o animara a colaborar con quienes intentaban la secesión del pueblo catalán de la patria española, salirse con la suya.O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el presentimiento de que, si los partidos que han apoyado la aplicación del 155, no siguen manteniéndolo y apoyando su endurecimiento para que, de una vez por todas, se ponga coto a todas las actividades de quienes siguen insistiendo en mantener la idea subversiva de conseguir, en un futuro no muy lejano, la separación de la región catalana del resto de España.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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