Era increíble
Era sabio. Era noble y santo.
Adoraba a las yeguas negras
como la sombra.
Le gustaban mulatas.
Nunca había sido racista
ni un Hitleriano.
No era nazi.
No le gustaba la política.
Si estudiara haría Geografía e Historia.
Si hablase lo haría como un filósofo.
Su relinchar hacía volar
a los pajaritos de alegría.
Su andar enamoraba hasta
a las vacas más serias.
Su mirada fue siempre firme
en los santos. Supo ser amable
y misericordioso. Ser cordial.
Supo hacer feliz a su amiga
que soy yo,
y marcar ruta en las montañas.
Supo marcar rumbo.
Y de mí... Lo supo todo.
Llegué a quererle sin límites.
Y él a mí también.
Su alma y la mía fueron una.
Duque era mi perrito
que me acompaña con mi Palomito
por las playas.
Duque era mi Príncipe de cuento
que también es bonito.
Le hubiera preferido
antes que a mister España,
Le hubiera deseado a mi lado
como un amigo antes que
a Jerry Tom Lurdiwés.
Le hubiese cuidado
como a mis verdaderas ilusiones.
Le hubiese mimado como
a gato Minio. Alma de mi alma.
(De mi libro Tsunami de Rosas).